Qué placer cuando te enfrentas a algo sin saber lo que vas a ver y a cada minuto que pasa se te va esbozando una sonrisa en la cara. Sonrisa no tanto por el humor (con el que he conectado totalmente) sino por ver que estás ante algo distinto, la visión de un director que se aleja de la mayoría de cosas que se hacen hoy en día. Sí, he disfrutado mucho con los actores no actores, con una trama que va dando la información poco a poco hasta que te da un buen ostión al final, con los espacios, con Elche, con sus casas y la periferia, con el buen uso de la música y ese temazo de Los Sobraos en la recta final de la peli. Y he disfrutado viendo que pasan los días y aún le voy dando vueltas, que me dan ganas de volverla a ver y muchas más ganas aún de que ver qué nos puede ofrecer Chema García Ibarra en su próximo proyecto. Deseo de todo corazón que le sigan dando la misma libertad creativa que ha tenido aquí porque me ha parecido sublime.

Un guión de telefilm elevado a gran revelación del año, donde lo que tendría que ser un alegato feminista se convierte (como suele pasar con el cine americano) en una justificación de la violencia para dejar claro un mensaje.
Se agradece la intención pero la trama no podía ser más facilona y estereotipada. Todas las escenas con el novio bobalicón rozan la vergüenza ajena y el personaje de mujer empoderada y vengativa acaba volviéndose el tipo de personaje contra el que se rebela. No veo por ningún lado la gran interpretación de Carey Mulligan. Hace un papel correcto, sí, pero que sea la mejor interpretación de su carrera está lejos de ser verdad. Leo en las críticas adjetivos como subversiva o transgresora y me sorprende porque me da la sensación de que he visto lo mismo de siempre, un guión de fácil digestión que le quita hierro a un problema bastante más profundo. Lo de "ojo por ojo, diente por diente" no es la mejor solución.

Doctor Ridículo también le hubiese quedado bien como título, pues tras la primera media hora de metraje ya empiezas a ver que eso no hay por donde pillarlo. Le hizo más favor a "El Resplandor" Spielberg con su homenaje en "Ready Player One" que su secuela directa.
Partiendo de un libro que ya en su momento no me pareció nada del otro mundo tenía la esperanza de que esta fuera una de esas (pocas) perlas con la que nos sorprende el cine americano de vez en cuando. No es el caso. Mike Flanagan puede estar bastante encumbrado pero aquí no hace un buen trabajo, al menos no el que era esperable. Personajes sin carisma interpretados por unos actores que parece que no saben muy bien donde están. Ewan MacGregor nos había devuelto a Renton hace un par de años en una película simpática y que cogía bien el relevo del Trainspotting original. Con Danny Torrance no pasa lo mismo. Hasta mitad de la trama no empieza a pintar algo y es incapaz de darle un poco de chicha a la historia. Lo mismo le pasa a Rebeca Ferguson interpretando a una villana de chiste, incapaz de generar un personaje potente y aterrador. La única que mantiene el tipo es Kyliegh Curran y su personaje que si resulta interesante hasta cierto punto.
En definitiva, una película que no aporta nada a la original, de esas tan malas que tienen que recurrir a una banda sonora constante para mantener las escenas hilvanadas. El 90% se mantiene con una música de fondo, con un latir de corazón y con esos efectos de sonido para reforzar los sustos que no se si te mantienen despierto o te hacen caer en el sopor. Y pensar que hay una versión extendida de 3 horas... eso sí es aterrador.

¿Dónde están esos diálogos ácidos y mordaces a los que nos tenía acostumbado? ¿Dónde están esos secundarios de lujo que a veces les robaban el protagonismo a los actores principales? ¿Dónde está ese uso magistral de la música que te abría y cerraba escenas con un arte inconfundible? Es la primera vez que Tarantino me defrauda con una película que no es mala, que tiene ritmo y que está muy bien interpretada, que está bien rodada y sin embargo le falta algo. Le falta todo aquello que hacía de una peli de Tarantino algo redondo. Que la vendan como un homenaje y un acto de amor al cine y la televisión de los 60, vale. Pero eso no hace una buena película.
Interpretaciones más que correctas, a pesar de que Margot Robbie está totalmente desparovechada. Una trama sin trama, un retrato de una época sin historia más allá de un final efectista para contentar a la galería. Escenas a veces largas y mal hilvanadas y un batiburrillo de canciones que a veces parecen impostadas para alargar la lista de Spotify.

Con la muy notable revisitación de El libro de la Selva que Favreau hizo hace años en mente, enfrentarse a una nueva versión de El rey león me provocaba emoción y miedo a partes iguales. Siendo uno de los clásicos en 2D que había marcado mi preadolescencia, la espectacularidad que le podían dar las nuevas tecnologías era muy prometedora.
Saliendo del cine coincido con muchos de los usuarios; todo lo que tiene de brillante tecnológicamente le falta de emoción y magia. Es todo tan realista que se vuelve serio, desalmado, inexpresivo. Las miradas de los personajes están carentes de vida, cosa que no pasaba en la original. Se ha perdido la fantasía. Es todo tan solemne, tan calculado, tan preciosista que no consigue poner la piel de gallina.
Por otro lado me alegra ver que los que se enfrentan con la historia por primera vez la disfrutan igual que nosotros hicimos en su momento, pero me da la sensación que se están perdiendo todo un mundo de magia y fantasía que sí tenían las producciones en 2D.