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España España · Where no man has gone before
Críticas de Rashomon
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Críticas 26
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
9 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1995 yo tenía trece años, y no vi esta película. Pero algo después (verano del 98), con 16 años entró en mi vida para quedarse. Yo empecé a salir con chicos mayores que yo, pero que compartían mis gustos mejor que mis amigos de toda la vida. Lo mío era la literatura, y con ellos formaba un corrillo de pequeños poetas. Nos juntábamos, leíamos nuestras cosas, hablábamos mucho, bebíamos cerveza (yo no fumaba) y, sobre todo, leíamos a múltiples poetas. Para que se vea bien la diferencia que había entre ellos y yo baste lo siguiente: yo era un enamorado de la poesía de Becquer, mientras que ellos adoraban a Bukowski. La diferencia de edad se notaba ahí, pero nos unía la fascinación por Verlaine, Mallarmé, Rimbaud y otros poetas, pero en lo alto del podio estaba, sin lugar a dudas, Baudelaire. <Hay que estar siempre ebrio. Todo se reduce a eso; es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo, que os destroza los hombros doblegándoos hacia el suelo, debéis embriagaros sin cesar. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como os plazca. Pero embriagaos.> Y eso hacíamos.
No sé cuántas veces pudimos ver, durante aquél verano, tanto Leaving Las Vegas como la película sobre The Doors (la figura de Jim Morrison también fue decisiva) que dirigió Oliver Stone. Y bebimos, bebimos muchísimo. La idea de Ben de suicidarse a base de alcohol nos parecía hermosa.

El tiempo pasó, el grupo se disolvió. Yo mantuve contacto con uno de ellos, con quien a día de hoy me llamo "hermano". De aquellos tiempos quedaron en mí el gusto y la afición por la literatura (siempre lo tuve)... y el alcohol. Durante la década de mis veinte años continué bebiendo, era parte de mi personalidad, de mi forma de ser. Cuando cumplí los treinta tuve un chispazo de lucidez y pensé: "ahora no, pero si sigo con este ritmo...". A los treinta y tres tuve mi primer hijo, y para entonces la idea había madurado y lo empecé a ver claro: "si sigo con esto dentro de diez o quince años me puedo encontrar con un problema más grande del que imagino."

Siempre he tenido presente esta película, en alguna espiral de mi cerebro hay un grupo de neuronas que se encargan de que siga viva. Volví a ver esta peli y me fijé en un detalle: la historia de Ben se cuenta en un instante, que es cuando quema sus cosas, incluida una foto de su mujer y su hijo. Me vi justo en ese momento: este tipo tenía una familia, con su hijo pequeño y su mujer. Tenía un buen trabajo como guionista, un trabajo creativo como el que me gustaría tener a mí (porque, modestia aparte, creo que valgo para ello aunque sea a nivel medio)... y todo se le ha ido al carajo con el alcohol. Mi historia podía ser la historia de Ben.
Al poco decidí considerarme alcohólico, aunque ya venía rumiando la idea: solo necesitaba valentía para asumirlo. Tengo un par de familiares que lo son, y comprendí que negar la realidad es lo que les llevó a un punto en el que beber se había vuelto algo grotesco. No tenía (ni tengo) temblores ni nada de eso, ni dejé de comer y esas cosas. Simplemente vi que el problema ya estaba aquí y que a futuro podría ser incontrolable. A día de hoy no paso un día sin beber cerveza, que parece tonto pero es importante. Intento no beber más de un litro, pero casi siempre me paso aunque sea por una lata de cerveza nada más. La cerveza no es beber, decimos mi hermano y yo. Pero cuando nació mi hijo aún tenía siempre una botella de whisky en casa, y bebía whisky a diario. No una botella entera ni nada de eso, pero sí uno, dos o tres, según. Tampoco tenía muy mal beber, pero eliminé esa costumbre y me quedé con la cerveza. Bebo whisky, desde luego, pero no a diario. Ni siquiera todos los fines de semana ni nada de eso. Pero cada cierto tiempo el cuerpo me lo pide. Me cojo una medio tajaílla perfectamente tolerable y a seguir, hasta el mes que viene más o menos. Creo haber encontrado un equilibrio, pero no se puede bajar la guardia con esto.

Cuando me definí como alcohólico algunos de los que me conocen lo entendieron y otros no vieron que eso fuera así, que estaba sobreactuando o queriendo llamar la atención, pero ese es el error: el pensar que uno es alcohólico cuando está como Ben, no antes.
Rashomon
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2
21 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se vende como peli de vikingos, pero se puede vender igualmente como de cualquier otra cosa: romanos, espartanos, mongoles, sumerios o mayas. Lo único que ofrece es violencia moderna en contexto medieval. Dicen que son vikingos, pero tienen actitudes de chavales de instituto de Estados Unidos, en Portugal los chavales de instituto no son así. Ni siquiera en los diálogos se atisba idiosincrasia propiamente vikinga: se pueden impostar en cualquier otro tipo que vaya vestido de guerrero. Nadie grita ¡Por Thor! en ningún momento. No es que yo sea un fan del mundo vikingo ni nada de eso, pero estaba viendo la peli y sólo podía pensar en lo falso que era todo, y que para ver lo que estaba viendo lo mismo daba que me dijeran que son vikingos que rusos.
Hubiera molado más si se tratara de una entrega de La Purga en la que los violentos van vestidos de vikingo.
Rashomon
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3
25 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que la película me ha parecido más un artificio que otra cosa. La historia no tiene mucho que contar, es bastante normalita en sí. Solo la hace interesante el trabajo de dirección, que es lo que considero puro artificio. Si esta historia de amor se contara de forma tradicional caería por su propio peso. ¿Por qué considero que la dirección es artificiosa? Pues, sinceramente, me ha parecido que está diseñada con una plantilla igual que las pelis de cine comercial, aunque con la plantilla del cine independiente esta vez. Sí, muy bien, no todas las pelis comerciales ni las independientes están rodadas igual, ya, pero no se puede negar que tanto unas como otras se remiten a sí mismas en forma y fondo (sobre todo en forma) de manera que se puede reconocer fácilmente qué estamos viendo. La dirección de Drake Doremus está mil veces vista desde los años noventa del siglo pasado para acá. Woody Allen tiene películas así y, sobre todo, a quien más me ha recordado es a Steven Soderbergh, de quien considero que ha sacado la plantilla para estructurar la dirección, sin aportar nada nuevo.
En cuanto a la historia, bastante sosa para mí, habría que decir una cosa que es mejor hablarla más abajo, en la zona del destripe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rashomon
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4
15 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni intriga ni thriller, drama a secas. La tensión propia de la intriga y el thriller brillan por su ausencia en esta cinta, pero sí que hay drama. Mirando al fondo de la peli, no se trata de esclarecer quién fue el autor o autora del crimen ni qué motivos podría tener. A mi entender (y no soy el único que piensa así) el propósito de la película es reflejar el estado deplorable de buena parte de la sociedad estadounidense. Nos dice que hay muchas cosas que no funcionan bien en Estados Unidos, que su sociedad fracasa en muchos puntos importantes. Esta idea vertebra otras cintas como Tres Anuncios a las Afueras ó The Bling Ring, ambas pelis más famosas que The Dead Girl. En Tres Anuncios a las Afueras se apuntaba a la policía: su fracaso nos convierte en una sociedad peor, llena de resentimiento y violencia contenida. En The Bling Ring se apunta a la educación: su menosprecio e infravaloración como elemento formador de personas contribuye a que los jóvenes no sólo hagan cosas propias de la edad, cosas que recuerdan a uno mismo, por así decir, cuando era joven, sino que su comportamiento nos sorprenda tanto que no podemos reconocernos en ellos y nos parezcan venidos de otra dimensión.

The Dead Girl, por su parte, trata de ser un espejo en el camino y mostrar, sin apuntar demasiado, lo podrido que está el país de la libertad. Puede que logre su objetivo, pero le pongo un cuatro, regular, porque me ha parecido que, en definitiva, no tiene gancho. Va subiendo un poco el listón a partir de la tercera historia, pero cuando terminó me dejó prácticamente indiferente. Me pareció que estaba hinchada artificialmente o que, en definitiva, la idea no les daba para hora y media aunque sobre el papel merecía la pena contarla. De hecho la película no llega a la hora y media, se queda en hora y veinte pero en definitiva me pareció que, después de mucho nadar, termina ahogándose en la orilla aunque la idea fuera ciertamente interesante.
Rashomon
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7
10 de diciembre de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es probable que Eli Roth sea el mejor director de la serie B actual. Muchos directores de cine sueñan con crear una obra maestra que todo el mundo elogie, una película que les lleve a lo más alto, como se suele decir. Eli Roth no. A Eli Roth le gusta ser transgresor y le gusta dar al público lo que quiere ver. Él no entiende el cine como arte sino como entretenimiento, aunque sabe perfectamente que conseguir una película entretenida es todo un arte y requiere de mucho trabajo y buenas ideas.
El éxito le llegó pronto, en 2005, con Hostel, peli que se ha convertido en un clásico del cine gore. Tuvo tal éxito que dos años después estrenó la segunda parte. Luego se hizo una tercera pero él ya se desvinculó y siguió su propio camino. Hizo cortos, series de televisión, produjo alguna que otra buena peli de terror (El Último Exorcismo) y trabajó como actor en múltiples filmes, entre ellos Malditos Bastardos, de su amigo Quentin Tarantino.
En 2013 se puso de nuevo tras las cámaras para rodar una muy interesante película llamada El Infierno Verde. Estupenda peli que es todo un homenaje a aquél falso documental italiano que revolucionó y marcó para siempre el cine de terror llamado Holocausto Caníbal. En 2015 hizo su propio remake de una desconocida película de terror de los años setenta (Las Sádicas) con Keanu Reeves, y en este 2018 ha vuelto a hacer un remake. Esta vez se trata de un título clásico del cine de acción, DEATH WISH (EL JUSTICIERO), que fue protagonizado por Charles Bronson allá por el año 74 del siglo pasado y que ahora se actualiza con Bruce Willis en el papel del vengativo doctor Paul Kersey. Probablemente no sea tan violenta como fue la de Charles Bronson, pero lo más interesante (y lo que engancha de la peli) es la reflexión que lleva a cabo sobre la violencia en las sociedades tan supuestamente avanzadas como la nuestra y el papel que juega la policía como mediador entre buenos y malos.
Rashomon
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