Esta película es un monumento a la vanidad y la autocompasión. Es cursi hasta ponerse colorado. Va de una familia adinerada que sufre mucho, pero mucho, tras la muerte de su hija pequeña, que es todo un primor. Pero sufren en silencio, todo muy para el interior, como queriendo decirnos que hay algo dentro bajo unas vidas tan superficiales. El papá (Duchovny), siempre fue incomunicativo, y lo seguirá siendo, pero como es un tipo chupi-guay en lo profundo de su corazón, y además es arquitecto (hace casas para ricachones como él, pero eso es lo de menos) va a montar un hospital infantil para que los niños de todo el mundo (bueno, tal vez sólo para los papis que lo puedan pagar) se curen de sus enfermedades. Y, diantres, parece que las autoridades no están por la labor, y será él el que tenga que batallar para conseguir los milloncejos necesarios. Ah, pero el hospital tiene que llamarse como su niñita, para que todos sepan y nunca olviden a quién tienen que agradecer tanta generosidad. Si, señores, estas son los bellísimas personas que hacen que este mundo sea cada vez más hermoso, son los que forjan el espíritu de un pueblo que sólo desea amor, salud y felicidad para todos.

Chico tiene problemas con su nuevos compañeros de instituto, el líder de los cuales tiene una novia que a nuestro héroe le hace tilín. Chico gusta del snowboard y quiere fardar ante todos siendo el mejor; por suerte, el maestro de turno, un tanto excéntrico, como mandan los cánones, aceptará darle clases para que mejore su técnica, y la vez, sea mejor persona. Se me olvidaba: hay un campeonato de "snowboard", y adivinen quién será su principal rival.

Pues sí, en Noruega también se hacen películas para adolescentes con los esquemas argumentales usados un millón de veces en el cine USA. Al menos transcurre en la nieve, que siempre es de agradecer, y además sale Peter Stormare escuchando "reggae" y comiendo helados sin parar.

Con una historia tan idiota como ésta, está claro que es imposible sacar algo bueno. Tendría que ser un mago con talento cinematográfico. Vamos a ver, la primera película, la del 81, fue un gran éxito, y tuvo muchos premios. Eso nos demostró que la idiotez es contagiosa, porque aquello era un auténtico engendro. Y eso que Dudley Moore era un actor que me era muy simpático (os recomiendo "En íntima colaboración").
Esta nueva versión es algo más graciosa, algo menos subnormal, algo menos increíble, por cuanto Russell Brand, siendo un actor que me da grima, al menos resulta algo más apropiado para el papel de millonario imbécil y superficial con la neurona en estado crítico. La presencia de Helen Mirren y Nick Nolte, dos actorazos, resulta sin embargo contraproducente, porque da pena ver como profesionales de tanta valía malgastan su talento en esta clase de guisotes. All for the money, supongo.
En fin, que el bodrio nació con un suspenso debajo del brazo, y no tuvo buenos profesores para que al menos alcanzase un suficiente respado en el examen, pero también hay que dejar claro que no todas primeras partes/versiones fueron buenas/mejores.

Primero fue "La barbería", que era una peli simpática. Luego vino "La barbería 2", que dejaba claro que era una secuela inimaginativa cuyo único propósito era aprovecharse del inesperado éxito de la anterior. No creyendo suficiente con una secuela, los productores decideron rodar este "spin-off", o sea, una secuela que pasa el protagonismo a un personaje secundario, en este caso el que la oronda Queen Latifah interpretaba en la segunda entrega (de hecho, ese personaje era totalmente inútil en esa secuela, y el único motivo de su inclusión debió ser para allanar el camino a este engendro, además de que esta Gina no parece tener nada que ver con aquella).

Yo suelo reirme bastante con las películas afroamericanas de hombres, como los de la serie "Friday", por ejemplo. Sin embargo, cuando se trata de films afroamericanos de mujeres, o de mujeres y hombres juntos, todo se vuelve cursi y estúpido. Uno no deja de sorprenderse del machismo que impera en el mundo afroamericano a estas alturas de la vida. Lo que ya no me sorprende es el racismo totalmente consentido (de negros hacia blancos) en estos films. Debe ser eso que llaman "discriminación positiva".
La película es un cúmulo de tópicos que echa para atrás, y la falta de imaginación respecto a la primera entrega es harto evidente. Pero eso es algo que podíamos preveer. Lo que nunca me pude imaginar es ver a Kevin Bacon y a Andie MacDowell hacer el ridículo de esta manera, no puede creer que aceptaran dos papeles tan patéticos, por no decir degradantes; me dió hasta dolor ajeno (si eso existe).

Bueno, creo que ya he dicho demasiado, la película no merece la pena (las hay peores, evidentemente) y demasiadas palabras he gastado ya para hablar de ella. Evitadla.

Inútil y hasta pretencioso intento de trascender la típica comedia estudiantil americana con la inclusión de una intriga seudopolicíaca torpe, hueca y aburrida en el interior del típico colegio de secundaria yanqui. Además, ni tan siquiera ofrece mucha cancha a los personajes secundarios, mucho más interesantes que el niñato protagonista con aspiraciones periodísticas; me refiero especialmente al curioso director del centro, un veterano de guerra interpretado por el siempre bienvenido Bruce Willis, que en esta ocasión poco pudo hacer por desarrollar su en pantalla monolítico personaje.