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España España · Madrid
Críticas de jrcheca
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Críticas 16
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
14 de agosto de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobria cinta policíaca con sabor clásico que presenta por primera vez en la gran pantalla al lúcido detective gallego Leo Caldas (interpretado por Carmelo Gómez) y su recio ayudante Rafael Estévez (Antonio Garrido), protagonistas de las exitosas novelas negras de Domingo Villar (Vigo, 1971) "Ojos de agua" (2006) y "La playa de los ahogados" (2009).

Siguiendo los pasos de la pareja de sabuesos que investigan la muerte de un pescador ahogado y maniatado el espectador se ve inmerso desde principio a fin en el ambiente de la costa de Galicia, más concretamente de la Ría de Vigo, escenario que impregna la cinta al punto de poder considerarse un actor más del elenco. La investigación pronto llevará a Caldas a indagar en un pasado turbio que cual fantasma amenaza al presente. A modo de homenaje a la novela original, la película se divide en capítulos cuyo título aparece en esporádicos fundidos en negro entre escenas.

Con marcada serenidad, sin grandes pretensiones y ritmo pausado "La playa de los ahogados" relata con profesionalidad cinematográfica, realismo narrativo y multitud de buenos actores el trabajo policial atando cabos, siguiendo pistas y recabando testimonios, con interrogantes y giros narrativos a modo de anzuelos para captar la atención del espectador.

Como si la frialdad del clima penetrara en el rodaje de la cinta, si de algo peca el resultado es de ausencia de tensión, pasión o acción pero a cambio ofrece claridad, lógica y mucho oficio, cualidades que en los tiempos que corren dados a efectismos, astracanadas y adornos gratuitos también me parecen apreciables.

Viéndola me hizo pensar que sería un capítulo de una serie policíaca estupenda, más que una película para recordar. Para amantes del género me parece una buena opción. Por cierto que se rodó al mismo tiempo por partida doble, en castellano y en gallego.
jrcheca
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7
22 de abril de 2016
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que llama la atención de Child 44 es un reparto cuajado de estrellas con Tom Hardy (Inception, The Dark Knight Rises, Locke, Mad Max Fury Road, The Revenant) a la cabeza interpretando a Leo Demidov, un curtido y leal soldado soviético convertido en héroe en la toma de Berlín de 1945 como nos muestran las escenas bélicas al inicio de la cinta y que en los años 50, cuando se desarrolla la acción de la película, ejerce de investigador policial junto a varios compañeros de armas durante la guerra. Su mujer Raisa la encarna Noomi Rapace (serie Millenium, Sherlock Holmes Game Of Shadows, Prometheus), más consciente y temerosa de las injusticias y riesgos que les acechan.

Otro rostro conocido, aunque en esta ocasión en un papel secundario, es el de Jason Clarke (Zero Dark Thirty, Dawn Of The Planet Of The Apes, Terminator Genysis, Everest). El inmediato superior de Demidov en Moscú es el comandante Kuzmin al que insufla vida el veterano Vicent Cassel (La Haine, Le Pacte Des Loups, Ocean's Twelve y Thirteen) pero cuando es transladado a un nuevo destino en un apartado rincón rural ese testigo pasa al general Nesterov interpretado por otro valor seguro como Gary Oldman (Dracula, saga Batman, Robocop).

La premisa básica de la narración de Child 44 remite inevitablemente al telefilme de muy inferior presupuesto pero buena calidad Citizen X (Chris Gerolmo, 1995) donde Stephen Rea y Donald Sutherland, también oficiales soviéticos, afrontaban la investigación de una serie de asesinatos cuya existencia la propaganda oficialista soviética no podía reconocer, pues consideraba que los asesinos en serie eran propios de la degeneración social de sistemas capitalistas.

Ambas películas se inspiran en la historia real de Andrei Chikatilo, el "Carnicero de Rostov", aunque en el caso de Child 44 adelanta los acontecimientos muchos años a las fechas históricas lo que permite ambientar la historia en la Rusia estalinista, antes de que comenzara la decadencia soviética. Al igual que en la película de la HBO precedente, el duro y cínico Demidov encara las pesquisas sobre el hallazgo de cadáveres de niños con signos de violencia en principio inexplicables, enfrentado desde el principio a sus superiores y las versiones oficiales. En paralelo a esta trama policial central corre la subtrama personal de Leo y Raisa, marcada por las sospechas de traición que pesan sobre ella.

A lo largo de las algo más de dos horas de metraje y gracias a una excelente ambientación, vestuario, música, elenco de actores y demás, el espectador puede palpar el ambiente opresivo y kafkiano propio de un régimen totalitario, donde cualquiera puede ser acusado y sentenciado a muerte por desafección al sistema y hasta condiciones personales ajenas a las políticas como la homosexualidad son severamente perseguidas por las fuerzas del orden. Un mundo donde el Estado cierra en falso uno por uno casos de asesinatos antes que admitir la existencia de un único serial killer y donde la familia de un traidor sufre el mismo castigo que este por no haberlo denunciado.

Para mi gusto Child 44 adolece de ciertos altibajos narrativos, pero en conjunto mantiene el envite y resulta recomendable y de interés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jrcheca
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8
12 de marzo de 2016
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas formas mejores de estrenarse en la dirección que esta del tal Craig Zahler. Para empezar, con honestidad y claridad. Desde el primer segundo Bone Tomahawk hace toda una declaración de intenciones de lo que se viene recreando un degollamiento en pantalla con crudeza y realismo, un tratamiento de la violencia (brusca, brutal, inesperada, irremediable, prosaica) que es una constante de la película. El crimen lo perpetra una pareja de bandidos que ha asaltado y asesinado a unos viajeros anónimos en medio de un paraje inhóspito y desierto (tan familiar del género western) y que temiendo ser descubierta para ocultarse se adentra en territorio indio desconocido.

Seguidamente la acción se traslada al pueblo fronterizo de esperanzador nombre Bright Hope, donde el curtido y admirable sheriff Hunt (magistralmente interpretado por Kurt Russell) pone orden e imparte justicia con la asistencia de sus deputies el anciano Chicory (bajo la espesa barba se oculta un veteranísimo y siempre eficaz Richard Jenkins, por hacer una idea ya aparecía en Silverado) y el joven meritorio Nick.

Otros lugareños que se nos presentan aquí y que jugarán papeles esenciales en una trama por lo demás nada multitudinaria son el cowboy Arthur O'Dwyer (encarnado por Patrick Wilson, el protagonista de la segunda temporada de Fargo) que se recupera de una pierna rota bajo la asistencia de su amante esposa Samantha (interpretada por Lili Simmons, sonará de la primera temporada de True Detective o de Banshee), quien a su vez ejerce de ayudante del médico borrachín del pueblo, y el elegante pistolero Brooder, todo un bon vivant al que da vida Matthew Fox (protagonista de la serie Lost y de la reciente película de terror con importante participación española Extinction).

A esta localidad aparentemente apacible llega uno de los bandidos que vimos en la primera escena, Purvis (David Arquette, quien por cierto ya aparecía en Ravenous, cinta de 1999 con la que se pueden encontrar paralelismos), quien en el bar resulta herido en una pierna y detenido por el sheriff por su conducta sospechosa. Esta circunstancia será el detonante del nudo gordiano de la historia cuando los indios que inesperadamente siguieron al bandido hasta Bright Hope protagonicen una incursión nocturna y rapten y asesinen a varias personas, forzando que las autoridades locales formen a la mañana siguiente una partida de rescate, compuesta por cuatro hombres, de caracteres variopintos pero intercambiables en coraje: El sheriff, su viejo ayudante, el cowboy lisiado y el pistolero estiloso. Como curiosidad, anotar la breve aparición de otro actor de la segunda temporada de Fargo, Zahn McClarnon, como el indio civilizado del pueblo que es capaz de aportar cierta orientación sobre los asaltantes.

Establecido este planetamiento inicial, el filme nos lleva en la grupa de este grupo de valientes adentrándose en territorio desconocido en una odisea agónica sin más meta que encarar un peligro que cuanto más se vislumbra más aterrador y salvaje se revela. En este sentido radica buena parte de la innovación propuesta por Bone Tomahawk a un género del que en lo demás respeta escrupulosamente los cánones y reproduce a la perfección sus mejores bazas. Si bien los personajes, las relaciones entre ellos (incluído un leve sentido del humor) y la premisa básica de la trama pasan perfectamente por clásicos del western, el enemigo que afrontan los héroes en esta ocasión retrotrae más bien al cine de terror, incluso con algún momento que hay que calificar de gore.

La combinación funciona perfectamente y la dosis añadida de miedo logra rejuvenecer a la aventura clásica. En este sentido es muy claro el paralelismo existente con The Burrowers (2008) donde también una partida de colonos del Wild West se lanza al rescate de desaparecidos a manos de algo desconocido y temible. En su ejecución y en líneas generales sin embargo el "hacha de hueso" me parece unos escalones por encima de calidad que los "madrigueros", que por otro lado apuesta más abiertamente por la scifi.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jrcheca
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6
12 de marzo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si de un documental se tratara, esta obra dramática filmada apenas dos años después de la caída del Muro de Berlín coloca al espectador en los zapatos de un humilde proyeccionista de cine en el Moscú de 1939, Iván Sanchin (interpretado por Tom Hulce al que todos recuerdan por su interpretación de Mozart en el Amadeus de Milos Forman) que es el alter ego del personaje histórico Alex Ganchin, al que Hulce trató personalmente para componer su papel.

Comunista convencido y enamorado de la Revolución Soviética, Sanchin se nos presenta como un animoso y optimista trabajador que reparte su tiempo entre proyecciones de celuloide en el cuartel general de la KGB (institución que por cierto en esa época tenía otro nombre) y las atenciones a su recién desposada mujer la bella Anastasia, con quien vive en un decadente bloque de pisos de la calle Matadero. "¿A quién quieres más, Iván? ¿Al camarada Stalin o a mí?" le preguntará, y contestará sin vacilar "Qué pregunta. Al camarada Stalin por supuesto".

Hasta este humilde domicilio alcanzan las persecuciones políticas cuando el matrimonio vecino de los Gubelman es arrestado acusado de actividades contrarrevolucionarias por su relación con países extranjeros, dejando atrás a su pequeña hija Katya que será acogida por el instinto maternal de una Anastasia que desea fervientemente ser madre. El episodio de la detención permite descubrir hasta qué punto Sanchin confía en el criterio de las autoridades y su elevado grado de compromiso con la causa soviética, al punto de rechazar la posibilidad de adoptar a la niña por tratarse de la hija de unos "enemigos del pueblo".

El nudo de la trama salta a primer plano cuando el proyeccionista de la KGB es fichado por las autoridades del Kremlin para trabajar al servicio de la máxima autoridad del Estado, el todopoderoso Josef Stalin. Con una mezcla de terror reverencial y de admiración incontenible, Sanchin entra de esta manera en el "círculo interno" que da título a la cinta de los dirigentes de la URSS, y atiende desde su posición subalterna a las disputas entre los líderes, los exhaustivos controles de seguridad y la mundanidad casi campechana de unos personajes (Stalin, Beria, Voroshilov) que la propaganda ensalza como dioses en la tierra.

De esta manera y según avanza el metraje, veremos la fe en principio inquebrantable de Sanchin en el sistema socialista puesta severamente a prueba, al igual que toda la URSS dos años después de entrar al servicio del Amo, en 1941, cuando estalla la guerra contra Alemania. En el último tramo de la película la acción se traslada a más de una década más tarde, a 1953 con el fallecimiento del camarada Stalin que también pone punto final a la película.

Llama la atención el cuidado del filme en recrear con mimo la época tanto en vestuario y escenarios como en el elenco de actores. Para mi gusto la peripecia personal del protagonista adquiere excesiva importancia a costa del retrato del círculo interno del Kremlin, lo que resta algo de interés e impregna cierta teatralidad, pero aún así pocas veces se habrá visto representada en el cine esta parte de la Historia mejor que en esta cinta.
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jrcheca
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8
19 de febrero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infravalorada miniserie por la puntuación que saca en estos lares (apenas 5,4 en el momento de escribir esta reseña, más generoso es IMDb que le da un 6,7), toca reivindicar esta primera temporada de Texas Rising de genuino sabor clásico del cine de aventuras que transporta al espectador al Lejano Oeste con todos sus alicientes.

Arranca el primer capítulo en las cenizas de El Álamo donde en 1836 encontró su final el legendario Davy Crockett frente a los dragones del general Santa Anna, el llamado en aquella época Napoleón del Oeste (quien por cierto pocos años antes había vencido a las tropas españolas en la batalla de Tampico certificando la independencia de México), una fuerza militar arrolladora que avanza imparable anexionándose el territorio al sur de los incipientes Estados Unidos.

A lo largo de los cinco capítulos que conforman la temporada asistiremos en primera línea de fuego, y a grandes rasgos (no en los detalles, se toma muchas licencias) con cierta precisión histórica, a la defensa ofrecida por el bando liderado por el general Samuel Houston y su cuerpo de Rangers, en una suerte de obra coral con múltiples personajes y personalidades históricas. Naturalmente siempre desde el punto de vista tejano y su patriotismo, en este sentido el mayor defecto que le encuentro es el excesivo maniqueísmo con que trata al bando contrario, también a los indios, aunque la próxima temporada promete profundizar en estos últimos.

El grupo de Rangers compuesto por aventureros de pasado (y en ocasiones, presente) de lo más turbio, indisciplinados, pendencieros y sin embargo valerosos y audaces, ocupa un lugar privilegiado de la trama y cada uno de ellos se nos muestra con personalidad y destinos propios, pero no son ni con mucho el único punto de vista de la serie. Colonos buscando empezar una nueva vida en territorio salvaje, pistoleros buscavidas, tribus indias que asisten con cierta perplejidad al enfrentamiento entre los ejércitos mejicano y tejano, y por supuesto los generales que lideran ambos bandos, son algunos de los otros testigos a través de cuyos ojos seguimos la evolución de los acontecimientos, que aunque históricos y por tanto conocidos no detallo por no hacer spoilers.

Con cierto escepticismo sobre la condición humana, la idea de la redención y la esperanza ante las circunstancias más adversas parece planear a lo largo de toda la historia, la capacidad de personajes nada inocentes para levantarse tras la caída, retomar las riendas de la propia vida y arrojar algo de luz en la oscuridad que ofrece el mundo hostil y plagado de peligros mortales que les rodea. Todo ello cocinado con los ingredientes más clásicos del género, como la camaradería de quienes cabalgan juntos, el coraje, los tiroteos, las batallas, los ataques indios o las damiselas en apuros.

El director Roland Joffé ya había demostrado sobradamente su predilección por abordar la Historia con obras tan celebradas como The Mission (colonización de Suramérica), The Killing Fields (Jemeres Rojos en Camboya) o más recientemente There Be Dragons (Guerra Civil Española) y su buen hacer que vuelve a quedar patente en Texas Rising. Con habilidad, Joffé entrelaza diversas tramas y subtramas que trasladan al espectador un fundido en negro tras otro a lo largo de los numerosísimos episodios de la guerra de independencia tejana que componen cada hora y media que viene a durar cada capítulo. Particularmente lejos de hacerse largos siempre me quedaba con ganas de que continuaran, ese constante cambio de foco de la acción por lo general trepidante logra mantener estupendamente el interés. Ni que decir tiene que prestaré atención a la segunda temporada anunciada sobre las guerras contra los comanches.

El elenco de actores, fundamentalmente masculino dado el espíritu bélico de un metraje ambientado en un mundo donde las mujeres parecen condenadas a un segundo plano, en mi opinión hace un magnífico trabajo. Abundan los rostros conocidos (sobre todo de la pequeña pantalla) empezando por el actor tejano Bill Paxton (son muchas sus películas populares, pero sólo recordaré aquí su participación en otra miniserie del Oeste señera como es Hatfields & McCoys) que da vida a Sam Houston, Jeffrey Dean Morgan (se hizo popular con Grey's Anatomy, pero prefiero referir su papel en Watchmen) que compone un héroe otoñal, muy a destacar Brendan Fraser (saga The Mummy) interpretando a un indio mestizo incorporado a los Rangers, Gerardo Taracena (Apocalypto), así como secundarios de garantías como Jeremy Davies (Save Private Ryan) o Christopher McDonald (Boardwalk Empire, The Good Wife).

La femenidad y la belleza las ponen sobre todo Cynthia Addai-Robinson (Star Trek Into The Darkness, Arrow) que aquí se convierte en la auténtica "rosa amarilla de Texas" y Sarah Jones (House MD, Mr Jones). Mención especial merecen un Ray Liotta (Godfellas) casi irreconocible por su caracterización en un papel para el recuerdo, el veteranísimo Kris Kristofferson dando vida al presidente de los EEUU Andrew Jackson y Rob Morrow (el Dr Fleishmann de Northern Exposure).

En definitiva, se trata de un producto preparado y empaquetado a mayor gloria de los aficionados del género Western que con producción y medios del siglo XXI últimamente parece estar viviendo una segunda juventud.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jrcheca
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