La crítica de esta película puede ser la misma que cualquier otra de Van Damme, creo que se mantiene en un nivel parecido en todas ellas. Al menos en esta cambia de ubicación para ir a Oriente Medio a solucionar una cuestión sin importancia, un atentado que puede originar la tercera guerra mundial. Hay cosas sorprendentes, no me esperaba ver a Van Damme montado en un citroen tiburon con Charlton Heston persiguiendo al Mercedes de los malos por Jerusalén.
Otras cosas sí son más previsibles, que la única policia buenorra de Israel se va a ocupar del caso de Van Damme estaba cantado.

La primera hora de la película se deja ver con cierta credibilidad, pero llega un punto en que uno no entiende porqué los malos son tan tontos y los buenos tan listos. Es ese típico caso del cine americano en que un malo despiadado que elimina a inocentes sin inmutarse no es capaz de eliminar a su rival que le está haciendo la puñeta cuando tiene varias ocasiones de hacerlo. También un tópico el ciudadano normal que saca el heroísmo de pronto y buena.
En fin, que no es que sea un bodrio infame, pero que te quedas igual si la ves que si no la ves.

Se nota que Berlanga hizo esta película porque tendría en mente hacer una trilogía completa, ya que es algo más floja que las anteriores. Aunque con estos actores y los personajes que representaban en esa época podía haber hecho todas las películas que quisiera. La película es muy graciosa y se repiten situaciones a cual más patética. Las actuaciones de los protagonistas muy buenas, y se agradece el aumento de apariciones de Agustín González respecto a la anterior. En resumen, aunque algo peor, o menos buena, que la anterior, muy recomendable.

Creo que esta película es de las más graciosas que ha hecho Allen en los últimos años, al menos más que las que han venido después como Scoop. Evidentemente la historia es menos interesante que Match Point, pero aquí se trataba de hacer reír y, al menos conmigo lo consiguió sobradamente.
Aparte de los momentos de humor también hay una parte de crítica, o más bien burla, de la industria de Hollywood que no está nada mal. Las actuaciones me gustaron, sobre todo la de Woody, que es especialista en papeles de personajillos patéticos. Muy divertida.

Esta película no hay por donde cogerla, pero uno ya lo sabe de antemano, sólo con ver el nombre de su inexpresivo protagonista. Cuando uno ve una peli de Seagal lo hace para disfrutar de los planitos absurdos, actuaciones patéticas (no sólo la suya), y bacaladas de guión. Entre medio de todo esto, la colección de mamporros de Steven y sus frases lapidarias antes de liquidar a los tíos.
Por lo demás en esta película descubrimos el que quizá sea el mejor registro de Seagal: paciente en coma.