La primera mitad del filme, o incluso me atrevería a decir los primeros tres cuartos, son sublimes; y si la película hubiese continuado en esta línea, probablemente mi nota sería, como mínimo, dos puntos más alta. Porque, en primer lugar, se aleja de las típicas películas sobre alienígenas malvados de forma humanoide que ya saben nuestro idioma no se sabe muy bien como y sólo vienen a aniquilarnos (joder, ¡digo yo que será más probable que, primeramente, no vengan ya con la intención de matarnos a todos!). En segundo lugar, destaca la idea física del tiempo como dimensión (algo que muy pocas películas han hecho, o, en caso de haberlo hecho, no de una forma precisamente acertada), además como una dimensión continua. En tercer lugar, también trata el tema de las lenguas como forma de configuración de la mente (humana y/o alienígena). Y, en cuarto lugar, tiene interpretaciones cuanto menos correctas y una banda sonora muy intensa y tremendamente bien encajada. Hasta aquí todo correcto, y os preguntaréis entonces de donde saco la idea de que la película está muy, muy, muy...terriblemente desaprovechada.

Para ello hay que retomar el tema del tiempo como dimensión, que es el verdadero núcleo del filme. El aprender la lengua alienígena permite al ser humano percibir al tiempo de una forma completamente diferente; en lugar de anclarnos exclusivamente en el presente (que es lo único que podemos hacer), podemos "movernos" a través del tiempo y conocer el futuro, lo que todavía no ha acontecido. La única forma de lograrlo, como podemos ver a través de la protagonista, es modificar nuestra mente mediante el aprendizaje de esa lengua extraterrestre, un modo de lenguaje, de comunicación y de percepción completamente novedoso e inaudito para el ser humano. La idea es brillante, ¡e imaginaos cómo podría haberse utilizado si el director no hubiese decidido enfocarlo a la simple historia de una pareja que tiene una hija que va a presentar una enfermedad incurable que provocará irremediablemente su muerte! Muy emotivo todo, sí, pero muy simple, también. La madre sabe que su hija va a morir pero aún así sigue adelante con todo, porque, a pesar de lo malo que vendrá, no quiere perderse esa experiencia y todo lo bueno derivado de la misma (¿si pudieses ver tu vida por completo cambiarías algo?).

No deja de ser una solución, por así decirlo, excesivamente individual para mi gusto. Se centra en exclusivamente un personaje para desarrollar una historia simplona sobre una madre con una hija enferma que irremediablemente va a morir. A una escala más global, se podrían haber tratado temas intrínsecos del ser humano en general, como el odio, la hipocresía, el nacionalismo, la violencia...esas cosas que tanto odiamos de nosotros mismos pero de las que no podemos escapar y que no paran de protagonizar cada episodio de nuestra corta historia sobre el planeta Tierra (¡el jugo que podría sacarse de todo esto considerando a la dimensión tiempo! ¿cambiaría en algo conocer el futuro o seguiríamos siempre cometiendo los mismos errores, anclados en nuestro propio egocentrismo y terquedad?). O incluso temas como la destrucción irremediable a la que estamos llevando al planeta, yo qué sé, infinidad de temas mucho más profundos e indudablemente complejos que habrían hecho de esta película una auténtica joya del cine moderno de ciencia ficción.

Pero no. Mejor ir a lo fácil. Pues nada. Así pasa, una idea grandiosa despiadadamente desaprovechada.

El primero de ellos se centra en el trasfondo de que ninguno de los protagonistas es un angelito recién caído del cielo. La película está llena de trampas para que nos posicionemos del lado de los pobres chicos que intentan huir de un asesino mortífero. Pero, oiga usted, que a estos chicos se les salen los cuernos y la cola cuando tuercen una esquina de la casa. Y, efectivamente, a pesar de esas trampas (por llamarlo de alguna forma), hay algo que no termina de encajarte cuando empiezas a convencerte de que alguien es bueno. Porque sí, hay distintos grados de maldad, pero que una cosa sea horrible no justifica que otra menos mala se realice.

El segundo aspecto que me ha llamado ciertamente la atención es la capacidad de Álvarez para crear situaciones donde las carencias de uno de los personajes resultan el punto fuerte de los otros. Pero cuidado, que, como una ruleta rusa, nunca estás a salvo aunque lo parezca. Hay dos escenas que resaltan esto especialmente: cuando quedan encerrados a oscuras en el sótano (la falta de luz hace que los chicos tengan que valerse por otros medios que no sean la vista, como el ciego) y cuando la protagonista enciende la alarma ensordeciendo a su incansable perseguidor (y obligándole a sentirse completamente desvalido en un medio, su casa, donde otrora fuese el rey).

En conclusión, el film dista mucho de ser perfecto, y de contar una gran historia. Incluso posee ciertos aspectos un tanto inverosímiles (por otro lado, tan abundantes en los thrillers y las películas de terror). Pero nada grave que empañe el mensaje que el director quiere mostrar y que, en definitiva, evite que disfrutes de su segunda obra.