Estamos ante la obra más conocida de Einsenstein. El genial director ruso, que forjó su leyenda sobre todo por sus grandes innovaciones, sin las que seguramente, la dimensión del cine no habría evolucionado más allá que una simple atracción de feria .
Einsenstein, que muestra una especial aptitud para relatar historias, muestra con este film un dominio absoluto del montaje visual, algo que ya había comenzado a demostrar con su opera prima "La huelga".
Imborrables en nuestra mente permanencen los planos de Odesa, la rebelión de los marineros y sobre todo la carga del ejercito ruso contra los manifestantes, que culmina con la imagen más representativa del film: al carro del bebé que se desliza escalinatas abajo. Escena que De Palma prácticamente setenta años después utiliza para hacer una especie de homenaje Einsenstein en la aclamada "Los intocables de Eliot Ness".

El detective Marlowe cobra vida, gracias a Howard Hawks, para investigar un asesinato que involucra a las altas esferas del sociedad.
La química entre la pareja Bacall y Bogart se encarga del resto, llenando la pantalla con una tensión palpable a lo largo de la cinta, en la que lo mejor son los excepcionales diálogos asentados en el sólido guión de Hawks y una fotografía en blanco y negro que podría resumir a la perfección el significado del recien acuñado cine negro.

Ya quisiera la aclamada "Falcon Crest", por poner un ejemplo, igualar en argumento a este impresionante drama histórico, que se centra en los teje manejes de la siempre peculiar monarquía británica.
Los hechos acontecen en plena edad media, en una peculiar reunión navideña, en donde se decidirá la sucesión del monarca Enrique II y de la enclaustrada Leonor de Aquitania.
Tres son los candidatos al trono: Godofredo (el primogénito), Ricardo (el mediano y favorito de su madre, y que pasaría a la historia como Ricardo "corazón de león") y Juan (el favorito del rey aunque acabaría como Juan "sin tierra"), todos juegan sus bazas, sabedores del gran botín que les espera de resultar agraciados.
Complots, conspiraciones e incluso tramas de asesinato confluyen por sus maquiavélicas mentes, lo que lleva a Enrique II a repudiarlos, pero inevitáblemente debe haber un sucesor...
Geniales interpretaciones de Kate Hepburn como la atormentada Leonor (logró su tercer Oscar por este trabajo), Peter O´Toole como Enrique II y un jóven Anthony Hopkins como el atormentado Ricardo (por su supuesta homesexualidad reprimida).

George Clooney se confirma tras la cámara, demostrándo que es más que una cara guapa dentro del engranaje cinematográfico americano. Si hace poco se decidió por una drama más oscuro ("Buenos días y buena suerte"), Clooney ahora se lanza a la comedia, en donde se ve una gran influencia por parte de las comedias de los Cohen (sobre todo de O Brother!, protagonizada precisamente por Clooney), esta quizá perfeccionista comparación provoca que la nota de corte de su película no figure un poco más alta, pese a que la película recoge muy bien el espíritu norteamericano de los años veinte, poseé una muy buena ambientación, la pareja protagonista raya a buen nivel y además entretiene... pero los Coen son los Coen.

Sin menospreciar ni mucho menos a Preminger, a buen seguro que la muerte de Lubitsch durante el rodaje de la película haya lastrado una historia que no parece ni de lejos el estilo del genial director alemán. Con personajes sobreactuados se lleva a cabo una inverosímil historia de amor entrecruzando dos épocas, a través del mundo onírico que fluye en la cabeza de Douglas Fairbanks Jr. Una pena que un grande como Lubitsch no se haya podido despedir del mundo del cine como se merecía.