The Ranch, es una sucesión de gags poco "risibles" interpretados por actores en fase de retirada, y como estrella protagonista, un Ashton Kutcher, que ha pasado en pocos años, de ser es actor que prometía integrarse en el Start System de las nuevas generaciones, a interpretar series que a duras penas aprueban.

Historia simple de un jugador fracasado, que no encuentra su lugar, y regresa al rancho de su familia, para evitar que una empresa ganadera, especule con la vida profesional de esos granjeros... Todo con un fondo de comedia.

Si no tienes nada mejor que ver... pues... yo tampoco la vería.

A mi no me ha gustado, no está bien interpretada, ni resuelta, ni la trama me ha sugerido algo diferente al tedio. Parece como si estuviéramos necesitados de pertenecer al rebaño. He visto críticas negativas con valoraciones altas.
Tenemos por norma valorar con elevada nota, cuando una minoría encuentra absurdeces intelectualoides que rodeadas de frases elaboradas, parece que entienden más de cine que el resto, y nos ofrecen sus profundos argumentos, que no podemos más que seguir en ordenada piara.

El cine es un arte y como tal, así debemos disfrutar esa obra pictórica, o una escultura, o una interpretación musical. Cualquier expresión artística debe transmitir emociones. Ahí radica la auténtica esencia del arte; no en la cola de un rebaño.

Ahonda en el juego del despiste, decir lo contrario a lo que deseamos. Creo que tengo un problema con esas personalidades; no es que haya tropezado con demasiadas, pero las que han aparecido me aburren profundamente, al tener que hallar sus claves tras esas palabras que ocultan, o dicen.

Una forma de relacionarse que ha permanecido desde el pasado siglo, cuando en sus inicios las mujeres, fundamentalmente, se enmascaraban tras comportamientos que les eran ajenos, y con los que disfrutaban, proyectando la imagen contraria a sus más íntimas apetencias...

Es una película actual, y así se ofrece, pero con idéntico texto, ambientación adecuada, y el vestuario idóneo, podría pasar por un folletín del siglo XVIII.

Mi madre siempre me dijo que había visto esta película durante su luna de miel; cuando se casó en 1.958, y que le había gustado mucho, tal vez por el momento que vivía.

Mi madre ha muerto, hace doce años, y solo después de su fallecimiento, me enteré que la película se rodó en 1.961, por lo que jamás la pudo ver durante esas fechas... Mi madre jamás mentía, y no sé por qué lo hizo en esta ocasión. Tal vez, solo le hubiera gustado, que las cosas sucedieran de esa manera...

Hoy la revisé, tratando de hacerlo desde su mirada... contemplándola como ella lo hizo. No sé cuando, ni en que circunstancias la vio... pero ella quiso contarme aquella realidad más romántica.

Buenas interpretaciones aunque sobreactuadas, como era habitual en la época. Natalie Wood y Warren Beatty acometiendo una historia típica y tópica de aquellas décadas majestuosas del imperio Hollywoodense.

Desentraña ese sentimiento transformador de un fondo común que nos une, distanciando la elipse en su conjunto, que enmarca, aún más sobresaliente en "Armonías de Werckmeister", mayor al resto de la filmografía de Béla Tarr, Ágnes Hranitzky.

Sus planos largos, donde la contemplación se convierte en gesto, arropados por su fotografía en blanco y negro al destacar la complejidad del claro-oscuro hacia algo que invade y llena en su reflexión.

Interpretaciones fluidas que tensionan la carencia de expresividad tan necesaria para que continúe ese divagar cautivador, a la vez que compacto, sólido y tupido. Vórtice absoluto, de la estupidez humana.