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Críticas de El Despotricador Cinéfilo
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
2
22 de abril de 2011
18 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay mayor verdad que esta: el paso del tiempo es el juez más implacable, justo, severo y certero para una película. Comentada esta obviedad, vayamos a por otra obviedad aun más contundente: ¡qué mal le ha sentado el paso de los años al cine de terror de los 80!

Se podría decir de ”Hellraiser” que los efectos especiales están francamente bien para la época en que fue confeccionada. Ahí se acaba todo lo bueno que puedo decir de ella. A estas alturas de mi vida las decepciones ya no me suelen sorprender (simplemente por el mero hecho de que, por lo general, las películas nos suelen producir más decepciones que alegrías), pero (no sé si ingenua o tontamente) pensaba que no me iba a pasar con este film tan sobrevalorado.

Todo es debido, sin duda, al hecho de que ”Hellraiser” es la típica película cuya carátula has visto incontables veces (en videoclubs, revistas, etcétera) como si fuese un icono emblemático del cine de terror y una referencia a tener en cuenta. ¡Pues vaya referencia, vaya cutrez y vaya torrente de casquería sangrienta que, poco o nada, tienen que ver con el horror y el terror!

Puede que el problema sea que el cine de terror (al menos el de serie A) ha evolucionado tanto en tan pocos años que los irrisorios films de los 80 han quedado muy anticuados, obsoletos y ridículos. Pero ¿por qué no ocurre lo mismo con películas míticas de los 70 como ”La profecía” o ”El exorcista”? El problema no es cuestión de décadas ni de mayor o menor presupuesto, sino de tener un buen guión maduro, inteligente y convincente.

¿Por qué me irrita especialmente este Hellraiser? Pues principalmente porque la base argumental de la que parte es ingeniosa e interesante (¡cuánto juego podría haber dado la cajita mágica que invoca a los demonios de otras dimensiones!), pero, en vez de crear un buen guión a partir de esa premisa, se fueron por el camino facilón de mostrar los tópicos más simplones repletos de sustos previsibles acompañados de mucha sangre, vísceras, gore brutal, acciones grotescas, vulgaridad y mucho terror barato (pero que muy barato).

Y por cierto, ¿para qué meten en la carátula del film la impactante y muy atrayente imagen del tío de la cabeza de clavos si en la película solo sale 5 minutos? Un motivo más para considerar a este bodrio una tomadura de pelo de la que no es digna ni tan siquiera esta crítica.

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El Despotricador Cinéfilo
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8
2 de julio de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de mi vida como cinéfilo (y de mi constante admiración por el cine de John Ford, es decir, por el cine en estado puro) siempre he tenido una gran curiosidad por visionar “El gran combate”, pues es un film del que siempre he leído que fue una obra desdibujada y desvirtuada por los productores, los cuales vilmente masacraron y cambiaron totalmente la idea original de la película tal y como la concibió Ford.

Esto llevaría a pensar que “El gran combate” es una película desequilibrada, fallida, descompensada e incoherente, pero, cual grata ha sido mi gran sorpresa, cuando me he encontrado un film compacto, consecuente, inteligente y nada adulterado. No se cuáles fueron esos cortes que los “malvados” productores hicieron a esta obra tan fordiana, lo que sí sé en que no la desvirtuaron en absoluto, pues mantiene todo el espíritu y emotivo homenaje a los cheyennes, así como al tremendo éxodo al que se vieron obligados. Una obra fordiana genial y crepuscular, impecablemente rodada como era habitual en el Maestro.

Entonces ¿qué es despotricable en ella? pues algo que me irrita considerablemente y que quiebra rotundamente el (hasta entonces) magnífico ritmo de la película. Me estoy refiriendo a ese episodio cómico, metido con calzador, de la partida de poker entre James Stewart, Arthur Kennedy y John Carradine. ¿Qué sentido tiene esos toques de humor en una película tan sería y dramática como esta? puede que la intención de Ford fuese desdramatizar un poco la tensión acumulada y, por eso, mete este numerito cómico. Pero en mi opinión fracasa totalmente, y, esto, sí que desvirtúa la película.

Que el bueno de Jimmy Stewart esté impecable (como siempre en él) haciendo de Wyatt Earp no justifica la existencia de este episodio, pues es un episodio totalmente incoherente en la trama, innecesario, absolutamente prescindible; podría estar metido en esta película como en cualquier otra, es intercambiable, entonces ¿qué necesidad habría de mantenerlo? Y no digo que esté mal rodado o sea más flojo que el resto del film, no, por Dios, está magistralmente rodado, pero no aporta nada a la película y es sumamente superfluo. Menos mal que la película es tan magnífica que este “desliz” no consigue empañar el buen sabor de boca que siempre nos deja el Maestro de Maestros, el siempre añorado John Ford.

El Despotricador Cinéfilo
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7
23 de abril de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosamente, hace unos días vi la (excelente pero muy olvidada) película "La sombra de Frankenstein" (Rowland V. Lee, 1939) y me ha hecho confirmar, por enésima vez, lo sublime que es "El jovencito Frankenstein" (Mel Brooks, 1974) y cómo Brooks supo extraer, muy sabiamente, lo mejor de las películas del famoso monstruo.

Yo siempre había pensado que todo el material cómico había sido obtenido de las dos famosas películas de James Whale, pero qué gran sorpresa la mía al comprobar que esta nueva secuela tiene algunos de los mejores momentos de toda la saga, luego tan magistralmente parodiados por el amigo Mel Brooks.

Esto me hizo volver a pensar en por qué la filmografía de este autor está plagada en su totalidad de bazofias y cómo El jovencito… era la única muestra de un inmenso talento que empezó y acabó en una sola película. Pero de repente recordé cómo en mi niñez una de las veces que más disfruté en el cine fue viendo "Soy o no soy" (el peculiarísimo remake que en los años 80 Brooks hizo del clásico "Ser o no ser" de Lubitsch).

Por ello, con más miedo que ilusión, me enfrenté nuevamente a esta película que tan buenos recuerdos me traía, dispuesto a perder la emoción infantil que aún conservaba. Pero cómo me alegra comprobar que no hubo decepción alguna; es más, me reí y me encantó porque conservaba todo el encanto que tuvo en su día. Por supuesto que desmerece si es comparada con la sublime Obra Maestra de Lubitsch, pero, si se consigue visionar con ojos puros e inocentes, estamos ante una magnífica comedia con un Mel Brooks muy contenido y comedido en sus habituales excesos.

"Soy o no soy" es, por supuesto, una simplona y banal comedia para disfrutar y olvidarla enseguida; pero nadie podrá negar que tiene algunos aciertos que te hacen pasar un rato más que agradable y divertido. Y, sinceramente, es todo un alivio, pues son tantas las películas que adorábamos de niños que luego pierden la magia con el paso de los años que, cuando ocurre el proceso inverso, nos sentimos doblemente reconfortados.

El Despotricador Cinéfilo
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6
24 de junio de 2009
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen ciertas películas que son como los muebles de Ikea, es decir, prefabricadas y que se montan fácilmente siguiendo siempre los mismos pasos. ¿Y cómo es posible que algunas películas se puedan montar sin haberla visto nunca antes? Pues sí, porque hay películas tan manidas, previsibles y de consumo directo para el público que dicho público las va montando mientras las ven. Y un caso bien representativo es “Navidades blancas”.

Se podría decir que “Navidades blancas” no es una película, sino un producto de consumo que poco difiere de las salchichas o embutidos que se compran en el “Carrefour”, pues al igual que dicha comida el efecto es el mismo: te da un placer previamente conocido, uno en el paladar y el otro en las emociones más básicas y primarias.

¿Estoy intentando decir entonces que “Navidades blancas” es una mala película porque es tan pueril, previsible, aséptica, pura e inocente que no hay espacio para una mínima sorpresa o interés cinematográfico? Pues no, o no exactamente. Por una parte es una película terriblemente mala, pues sabes continuamente lo que va a pasar en cada escena (incluso, si me apuran, hasta adivinas los diálogos).

Pero por otra parte si eres capaz de comprender que es un mero consumo comercial y te adentras, eso sí, muy inocentemente, en el film, entonces podrás volver a revivir la idéntica sensación experimentadas en cientos de films previos del mismo patrón argumental.

Y es que hay películas que hay que verlas con el piloto automático desconectado, pues sino te puede llegar a asquear esos diálogos tan edulcorados, esos sentimientos tan pueriles, entrañables, pastelosos y navideños, la descarada pomposidad, el tono infantil y sobre todo el tremendo puritanismo que asolaba el cine americano en los años 50 (menos mal que “El apartamento” (Wilder, 1960) acabaría contundente y tajantemente con ello de un plumazo).

Pero cuidado, no desvaloremos los méritos de “Navidades blancas”, pues vista con ojos de niño estamos ante un musical magnífico (que grande era Irving Berling), unas coreografías espectaculares y espléndidas, una Rosemary Clooney en estado de gracia (mucho mejor que los otros 3 protagonistas) y un producto prefabricado que, como todo producto prefabricado, está calibrado al milímetro para producir su efecto.

Pero claro, ¿es eso realmente lo que queremos? Es la gran diferencia entre arte y artesanía, o más claramente dicho, entre un marmitako elaborado con pasión y amor frente a la hamburguesa industrial del Burger King.

El Despotricador Cinéfilo
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7
24 de junio de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine nunca deja de sorprenderme. Nunca. Pues, a pesar de las toneladas de películas que llevo vistas en mi vida, de vez en cuando me encuentro con alguna sorpresa que descoloca todos mis principios cinéfilos, los cuales creía ya muy asentados. Y un buen ejemplo es "El más valiente entre mil".

No obstante, no es la película lo que me ha sorprendido o asombrado, pues se trata simplemente de un western correcto, crepuscular y desmitificador muy en la línea de otros similares de finales de los 60. Lo que me ha maravillado y fascinado sobremanera ha sido el señor Charlton Heston. Desde siempre, mi opinión sobre Heston ha sido en todo momento la misma y apenas ha cambiado a lo largo de los años. Dicha opinión, la cual supongo que mucha gente corpartirá, es que estamos ante un actor solvente y correcto, pero de unos registros y recursos interpretativos muy limitados (un caso muy parecido al de Tom Cruise en la actualidad), es decir, un actor mediocre, pero muy adecuado para determinados tipos de papeles que borda sin problema.

Sin embargo, en "El más valiente entre mil" me encontré con una espléndida, entrañable y erforzada interpretación de Heston, repleta de matices y de una convicción asombrosa que le permitía lucirse en todo momento con escenas violentas, intensas, dramáticas, cómicas y hasta románticas. Y en todas ellas sale victorioso con total convicción. Francamente no sé a qué o a quién atribuir este mérito de la estupenda interpretación. Lo primero que hace pensar es que Tom Gries ha sabido dirigirlo mejor que nadie y sacar todo su potencial como actor. Sea como sea, lo beneficiarios somos, sin duda, los espectadores.

En fin, que nunca es tarde para rectificar para bien y, aunque me asombre hasta escribirlo aquí, Charlton Heston ha entrado en mi galeria de grandes actores, aunque solo sea por esta película.

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