Sucia, dura, intensa, dramática... estos son algunos adjetivos que describen a la perfección esta increíble obra maestra que sabe combinar la emoción de la mejor aventura junto con el melodrama más crudo.

Estamos ante uno de los films más destacados del cine por su gran mezcla de géneros y el tema que retrata el film. Un grupo de hombres arriesgan sus vidas llevando unos camiones repletos de nitroglicerina por tod tipo de caminos arriesgados y sinuosos para salir de su precaria situación económica. La desesperación por lograr su objetivo hará que los hombres queden cegados por su ambición que no les importará hacer cualquier cosa para conseguir su propósito.

La grandeza del film reside en situaciones que meten a sus protagonistas, pues son de lo más intensas y extremas donde se deberán enfrentar a todo tipo de pelígros. Otro factor muy determinante en la cinta es el modo en como quedan retratadas las relaciones entre este grupo desgraciado de aventureros, pues se aprecian, pero su ambición y ganas de empezar una nueva vida les hará actuar de forma totalmente arriesgada e irracional para entregar todo el cargamento explosivo. Al final, su cegera es tan fuerte que no logran distinguir el bien del mal anteponiendo antes la salud del cargamento que la de sus rpopias vidas o las de sus compañeros.

Pese a encontrarnos ante un grupo de seres de lo más inhumanos, no cabe duda que el trato en que son retratados es muy fiel y realista, pues no se aleja demasiado de lo que haría cualquier individuo que estuviera en su situación.

Estamos ante una película de lo más brillante que sabe combinar de forma magistral situaciones crudas y dramáticas junto con otras escenas mucho más aventureras que resaltan la camaradería y el compañerismo, siempre acompañados de una intensidad acongojante y de una fuerza arrolladora. Imprescindible obra maestra.

Admirable, elogiable, fresca, divertida, diferente… Estos son algunos de los numerosos adjetivos que se le pueden atribuir a este film, rodado por Sydney Pollack e interpretado por un genial Dustin Hoffman.

Son muchas las razones por la que este film en su época tuviera que ser muy rompedor y trascendental, y para que hoy en día, siga siendo un pilar básico del género cómico y para todo aquel que ame el buen cine y esté dispuesto a ver de todo. Su planteamiento, muy original, nos relata la vida de un excéntrico y perfeccionista actor que no encuentra ningún trabajo debido a que resulta ser muy difícil trabajar con él. Ya sin ninguna otra opción, y con la necesidad de capital para financiarse su propia obra, decide hacerse pasar por mujer y así conseguir un papel en una serie televisiva. Su actuación provocará un enorme shock a todas las personas que trabajan a su alrededor y será toda una figura para las mujeres de la sociedad, que van viendo cómo deben reivindicarse para conseguir ser reconocidas iguales al hombre.

Sí este film destaca por algo, es por su flagrante valentía, tratando temas que en los ochenta eran tabúes, como son el travestismo y la homosexualidad, todo vestido con unas situaciones muy originales y divertidas gracias a su gran trabajado guión, plagado de momentos que rozan el sobresaliente.

El reparto, está genial, donde destacan una fresca Jessica Lange y el mismo Pollack ejerciendo de agente del protagonista. Pero la guinda al pastel la pone Dustin Hoffman, transmitiendo un personaje de lo más divertido y totalmente alejado a otros roles que el actor haya interpretado en toda su carrera.

Estamos ante una cinta de visión más que recomendable, que por desgracia, fue una incomprendida en la ceremonia de los Oscars ese respectivo año y que hoy en día, ha quedado algo olvidada. Aquellos que no le den una oportunidad, no saben lo que se pierden…

Es increíble lo que se puede llegar a hacer con un solo puñado de dólares y con todo el entusiasmo expuesto en llevar a cabo su objetivo. Eso es lo que consiguió el director Edgar G. Ulmer con un modesto presupuesto y seis días de rodaje. La mejor forma de definir este bizarro trabajo es que se trata de una road movie de cine negro de serie B. Ulmer se sirve de una historia inquietante y enormemente perturbadora para adentrarnos a lo más cercano de vivir una pesadilla. Ciertamente creeremos estar en una dado la demasiado generosa dosis de fatalidad y de mala suerte que el director nos otorga.

El film es intensamente fiel a lo que supone que debería tener cualquier película del género, como tener sus dosis de intriga, numerosos flashbacks, voz en off y una femme fatale. Ulmer nos deleita ofreciéndonos los mayores tópicos del género, pero mostrados de forma intensa y con enorme fuerza, con una perspectiva tan bizarra como desagradable. Pocas veces nos sentiremos tan fatigados y hartos de su personaje femenino, clave de las desgracias del protagonista, y es que aquí el término de femme fatale no podría cobrar más sentido. El protagonista de la historia es un tipo corriente y pobre, que movido por el amor, lleva a cabo un viaje a Hollywood para reencontrarse con su amada. El personaje se servirá del auto-stop para llegar a su destino, pero por una serie de fatales circunstancias, se verá envuelto sin ningún remedio en una trágica cadena de acontecimientos que a medida que avanzan no hacen más que empeorar la situación.

Lo desagradable a la vez que extraordinario, es que Ulmer consigue crear una atmosfera perturbadora e inquietante. Vuelve la fatal situación en algo irritable, donde fácilmente a cualquiera le pueden estallar los nervios, incluso a nosotros. El cineasta consigue adentrarnos en su pesadilla, logrando que la vivamos en carne viva. Algo tan desalentador como increíble por haber conseguido sumergirnos en ella. Es fácil sentir todos los sentimientos que siente su protagonista, des de la paranoia, el nerviosismo, la irritabilidad o incluso el asesinato. Pocas veces el cine a conseguido que empatizemos tanto con la fatal sensación de su protagonista, y que además la lleguemos a vivir tan intensamente. Todo ello se debe a su extraordinaria narración, atrayente e interesante como pocas, y con una pareja protagonista extraordinaria. Es fácil ponerse en la piel del personaje de Tom Neal, debido a las desgracias que le causa la presencia de Ann Savage. La actuación de ésta última es, simplemente, auténtica y genuina. Savage se podría convertir fácilmente en el mayor símbolo de femme fatale por excelencia. Lo tiene todo para adorarla, y sobre todo para odiarla tremendamente. Todo aquel que le guste el cine negro tendrá un enorme vacío hasta que no vea “Detour”, un film modesto pero increíblemente creíble y mordaz. Es adentrarse en una montaña rusa de pesadillas y de emociones desagradables increíbles. Un viaje tan inolvidable como extraño.

Hay una escena donde el personaje de McQueen le dice a Faye Dunaway: "Somos una gran pareja". Esta frase quizá es la que mejor resume el compendio de situaciones que nos encontraremos si decidimos visionar esta película.

McQueen interpreta a un hombre adinerado que no conforme con la vida que lleva, que considera aburrida, busca excitarse poniéndose en peligro a que la polícia lo detenga realizando todo tipo de atracos y robos cada uno cada vez más ingenioso y espectacular únicamente para saciar su sed de poder y de ego.

Faye Dunaway interpreta a una polícia encargada de encontrar al culpable de uno de los robos de Crown. Pero cuando se cruza con él, cae pérdidamente enamorada de él y de su estilo de vida, algo que a mí juicio, es totalmente normal, a cualquiera le daría envidia el estilo de vida que lleva el personaje de McQueen.

Los momentos en que la pareja comparten la pantalla llegan a ser muy interesantes ya que el romance se trata con gran frescura, lo que le permite al espectador disfrutarlo con gran divertimento gracias a sus chispeantes y ácidos diálogos. No cabe duda de que este dúo se convirtió en una de las parejas más representativas del celuloide.

La película cuenta además con una muy cuidada banda sonora y con un montaje de lo más original donde se mezclan diversas escenas en los momentos en que se realiza un atraco. Si a todo eso le sumamos el buen hacer del director Norman Jewison, nos encontramos ante una película de una calidad indudable donde su máximo interés reside en el dúo protagonista, que consiguen caldear la cinta gracias a su increíble química e ingeniosos y sensuales diálogos. Además, el final no tiene desperdicio alguno. También es muy recomendable a cualquier fan de McQueen, ya que desprende un fuerte carisma y personalidad o de Faye Dunaway, que al igual que en el film de "Bonnie & Clyde" desprende una sensualidad desbordante.

Lo loable de esta cinta es que se centra en las personas y de cómo llevan la situación de estar atrapados en un avión y en peligro. La trama trata de como un avión que parte de Honolulu con destino a San Francisco tiene un problema en uno de sus motores ya habiendo sobrepasado el punto sin retorno. Esto supone que el avión se estrellará tarde o temprano en el mar. John Wayne interpreta a uno de los pilotos del avión que hará todo lo que esté en su mano para que haya la mínima posibilidad de lleagar a tierra y aterrizar. Como ya he dicho, lo que más destaca del film es en los diferentes pasajeros del avión, cada uno con una personalidad muy marcada y cómo afrontan esos difíciles momentos ayudándose y apoyándose los unos a otros. Wayne está correcto, de hecho, ni siquiera aparece demasiado durante el transcurso de la película, que se apoya en el resto de sus personajes.