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Seychelles Seychelles · Monchópolis
Críticas de Monchita
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Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
6
12 de noviembre de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La otra noche, mientras cenábamos con unos amigos, una amiga se sorprendía por mis notas altas a pelis juveniles ochenteras. Aquella década, plagada de títulos míticos para el subgénero, trataba a los adolescentes con cierta inteligencia cuando no metían tetas y sexo a saco en la trama, como es más habitual ver en el cine contemporáneo. Ahí quedan películas como 'El club de los cinco', 'No puedes comprar mi amor', 'Cuenta conmigo' o 'Rebeldes', entre otras. Lo importante en ellas era la cercanía, la cotidianidad, la humanidad, el encanto que desprendían los personajes retratados, la capacidad de empatizar con ellos. Cada vez que veo una peli ochentera siento nostalgia por aquella época del instituto, con mis antiguos amigos, los primeros amores, las clases, la relación con los profesores, los fines de semana de risas y borracheras. Será por eso que me gustan.

Y me gusta cuando un adolescente se siente “más raro que un perro verde” y potencia esa diferencia para destacar. Cuando Scott Howard descubrió que era un hombre-lobo, su vida se jodió. Pensó que sería el más impopular de la clase, nadie le aceptaría. Ya no bastaba con ser un patoso jugando al básquet, no, ahora encima su fisionomía le iba a putear. En vez de quedarse llorando en una esquinita, encontró cómo sacarle partido a tal tara, ser él mismo. La moraleja de la película está clara, ¿no?.

Pero seamos serios. A parte de verle esos valores humanos positivos a la película, no hay que olvidar que no es más que una cinta de evasión, hecha pura y duramente para entretener. Contaba con un joven Michael J. Fox, en la plenitud de su carrera (poco antes inmortalizaría a Marty McFly, el personaje de su vida), un reclamo para las jovencitas y para todos esos chicos normales. Porque Fox es un actor de aspecto frágil, simpático y cercano, alguien en quien verse fácilmente identificado ya que lo corriente es que un instituto esté lleno de “michaelitos” y no de matones, de guaperas ni de empollones.

'Teen Wolf' queda como una curiosidad, una historia sobre un rara avis, un hombre-lobo baloncestista en el instituto. Jo, ya hubiera querido tener un compañero así. Mi instituto era muy aburrido.
Monchita
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5
19 de enero de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sociedad está corrupta. Ese es el mensaje de Ils. O al menos es a la conclusión que llegas con ese final aunque no te expliquen ni las motivaciones ni las razones de por qué "ellos" cometen esas atrocidades. Pero, ¿qué más da?, pensaron los creadores. Dejemos que el espectador saque sus propias conclusiones, si quiere. Y del tipo que desee; no le vamos a dar argumentos. Sólo presentamos una historia de dos jóvenes, en su casa, que se ven asediados por "ellos", que no pararan hasta hacerles daño de verdad, dentro de un juego macabro. Aparecen en la narración porque sí y asustan porque sí también. Son malos por naturaleza; el hombre es un lobo para el hombre...

La película, a pesar de una iluminación demasiado oscura, se deja ver. Absorve al espectador en una atmósfera sórdida y tenebrosa. Ese final, dejando a un lado el aspecto técnico o narrativo, tiene una lectura moral acongojante. Qué lástima que no disponga de una (buena) explicación.
Monchita
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5
1 de diciembre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por enésima vez, como uno de los temas recurrentes en el cine que es, se nos presentan los problemas típicos de la adolescencia en Las mejores cosas del mundo una producción brasileña que sólo tiene de exótico eso mismo, su país de origen. En su tercer largometraje, Laís Bodanzky sigue fiel a su estilo de transmitir valores tolerantes y, sobre todo, emociones en sus películas. Si con su ópera prima, Bicho de siete cabezas, Bodanzky se centró más en un cine social crudo y sin ambages, con el cual denunciaba los abusos de poder en las instituciones mentales, en su último largo hasta la fecha, ha optado por un tono menos triste y más familiar, centrado en el difícil camino que hay entre la adolescencia y la madurez. Su intención es simple: mostrar el día a día de un quinceañero cuando su vida se ve trastrocada tras el divorcio de sus padres, su relación con su hermano dos años mayor y con los compañeros de instituto. Todas esas relaciones, con sus ventajas e inconvenientes, que construyen el mundo de un joven.

Basada en la serie de libros "Mano" de Gilberto Dimenstein y Heloisa Prieto, Las mejores cosas del mundo es una película hecha para y por adolescentes. Y explicamos esto último. Para la escritura del guión, Luis Bolognesi – guionista habitual y marido de Bodanzky – acudió a centros de secundaria brasileños y preguntó a los jóvenes sobre sus problemas, sus gustos o sus vicios. De ahí que en la narración final haya tantos y tantos personajes, relacionados directa o indirectamente con Mano, el protagonista. Bolognesi optó por no ser selectivo con las preocupaciones típicas de la adolescencia e incluir todas: desestructuración familiar, enamoramientos, amor no correspondido, profesorado guay, humillaciones escolares, pérdida de la virginidad, drogas, depresiones, homosexualidad, “aborregamiento” de las masas... Sí, todo esto – y más - tiene cabida en la película. Por querer abarcar tanto, tenemos la sensación de haber visto ya la misma película más de mil veces. Es como estar viendo una serie de televisión de sobremesa a lo Al salir de clase, pero sin tanto lío de falda. Y no sólo eso, tantos frentes abiertos llevan a no concluir algunos y el espectador se queda con un poso de poca consistencia en general, más acusada en su parte final donde, precisamente, el detonante principal del divorcio de los padres de Mano queda desdibujado pues no se resuelve como debería.

Si bien es cierto que, a su favor, esta película brasileña cuenta con la honestidad de su guión, con la cercanía para con sus personajes y con la capacidad de empatizar con una trama harto cotidiana. El éxito de sus bazas positivas radica en que su historia podría ocurrir en cualquier lugar del mundo, en que cualquier adolescente se verá reflejado en sus personajes, en esos chavales (y por qué no, también los padres) de un instituto de clase media de Sao Paulo. Además, para el casting se utilizó a actores profesionales junto a otros debutantes para conseguir esa sensación de verosimilitud y proximidad. Incluso, cuenta Bodanzky, a veces improvisaban ciertas escenas para que las reacciones fueran lo más sinceras posibles. Otro punto positivo a su banda sonora ya que con la excusa de que Mano quiere aprender a tocar la guitarra, podemos escuchar numerosas veces a lo largo de la cinta la melancólica Something de Los Beatles. Sin embargo, y como ya hemos apuntado, Las mejores cosas del mundo es una producción muy normalita, de bajas pretensiones y cuyo predecible guión, la convierten en una película fácilmente olvidable.
Monchita
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5
24 de octubre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hecha por mujeres y ¿para mujeres?, Caramel construye una semi-azucarada película de historias cruzadas. Cinco mujeres, cinco historias y poca chicha. Nadine Labaki se queda en lo superficial, en lo políticamente correcto. Hasta parece que, una vez está terminando el metraje, las historias no han evolucionado absolutamente nada, aunque sí lo hayan hecho (algunas muy levemente), porque es tan suave, tan poco profunda, que no deja poso. Y eso que podría haber sido una interesante reflexión sobre cómo es/cómo aparenta ser la vida de las mujeres en Líbano una vez alcanzan cierta edad.

La una, enamorada de un hombre casado y la muy tonta se empeña en sufrir. Erre que erre... No le basta con tener una heridita, no, la tía tiene que hurgar hasta que se le infecta y esté bien jodida. Moraleja: no te enamores del primer imbécil que te hace caso. Desgraciadamente estas cosas pasan. Es una jodienda no poder elegir de quién enamorarte. Labaki se reserva para sí el mejor papel, a lo Allen o Moretti, y no le queda grande puesto que su cara refleja esa mezcla de mujer de carácter y dulzura requeridos por su personaje. Otra se va a casar pero ya no es virgen. Y se lo tiene que ocultar a su marido a toda costa. Esta historia plantea un interesante dilema moral y religioso. Podría haber dado más juego pero se resuelve de forma chusca, casi sin importancia ni peso en la historia. Muy mal, Labaki.
Una vieja que se resiste a hacerse mayor. Menudo personaje más irritante y patético han compuesto. Prescindible.
Luego hay por ahí una señora que no puede ser feliz debido a que cuida de su hermana, demente senil (o eso creo). El intento de hacer de la viejecita demente un componente cómico no cuaja con el resto de la película. Si lo hubieran hecho de forma que sintiéramos lástima de ella y no nos riéramos de la situación, habría quedado más creíble. Además, la vieja tenía una voz chirriante, un mezclijo entre el Pato Donald y la voz del niño de 'El tambor de hojalata'.
Y bueno, la que me parece la peor de las historias es la de la lesbiana. Muy poca valentía para hablar del tema de la homosexualidad. Y muy poca sutilidad para tratarlo sin que cante tanto. O lo haces bien, o no lo hagas. Mucho tendrá que ver el hermetismo mental y los tabúes de su religión y de su cultura, sin embargo, se podría haber sacado a este personaje aún más jugo. Y no me vale que me venga con metáforas tan churreras para ir de guay (ese corte de pelo...).

Caramel se puede ver si no esperas algo trascendental ni evolutivo en el carácter de las mujeres protagonistas. Lo siento mucho porque, si está hecha -especialmente- para que las mujeres empaticemos con las protagonistas, no lo ha conseguido. Más profundidad, más desarrollo le ha faltado. Es el hándicap de las películas corales.
Monchita
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Vals con Bashir
Israel2008
7,5
23 465
Animación
8
31 de mayo de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo comienza con la narración de un sueño de una gran potencia visual. Así es como el protagonista de la historia recuerda que ha olvidado. Sólo es capaz de traer a su mente una imagen: la de él y dos compañeros más, sumergidos en el agua, levantándose después y, ahí ya, se pierden de nuevo los recuerdos. Los recuerdos del día de la "masacre". A partir de entonces, el protagonista sentirá la necesidad de saber qué ocurrió, de conocer la verdad, de saber porqué ha borrado aquellos momentos referentes a la matanza de refugiados palestinos.
La película narrada en forma de documental se centra en la reconstrucción de la masacre ocurrida en en Sabra y Chatila (Líbano) hace más de veinte años, cuando unos soldados asesinaron a la población civil, a hombres, mujeres y niños, a personas inocentes. El protagonista va entrevistándose con diversas personas que tuvieron relación con la guerra, que vivieron ese suplicio con él para lograr recordar.
Es un acierto que Ari Folman, director de la cinta, decidiera presentarla en forma de animación. Esto le da libertad para recrear secuencias oníricas y las alucionaciones de los personajes, siempre con una belleza visual impresionante. Le acompaña una banda sonora acorde a lo mostrado, con lo que la película gana en credibilidad. Hay varias escenas muy poéticas, como la que da nombre al film. (Aunque no es un spoiler como tal, lo describo en la parte habilitada para ello, por si acaso)
Sin duda, por el tema tan crudo que retrata y la forma de abordarlo, Vals con Bashir se ha convertido en una gran película que todo cinéfilo debería ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Monchita
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