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Críticas de La Taverna del Mastí
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Críticas 204
Críticas ordenadas por utilidad
9
11 de noviembre de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de la historia del séptimo arte, han habido ciertos grandes directores, los cuales cada nueva película que estrenaban se convertía en todo un acontecimiento, levantando mucha expectación, sirvan como ejemplo Alfred Hitchcock, o Stanley Kubrick... Se podría afirmar que el británico Christopher Nolan pertenece también a ese reducido grupo de cineastas, con una filmografía que le precede, ya que huelga decir que es responsable de elevar casi a la obra maestra al superhéroe de la DC "Batman", con su trilogía de "El caballero oscuro", y también de cintas tan complejas como "Memento" u "Origen", entre otras. Ahora se enmarca en la ciencia ficción ampulosa con su nueva película, "Interstellar", que 'bebe' directamente de clásicos del género, tales como "2001, Una odisea en el espacio" (Stanley Kubrick, 1968) y "Contact" (Robert Zemeckis, 1997), pero poseyendo su sello indiscutible presente en todo su cine.

En "Interestellar" se nos muestra un futuro planeta Tierra en decadencia, en el cual las tormentas de polvo arrasan con los cultivos y hacen enfermar a las personas, (que pensándolo bien y detenidamente, es una distopía más que probable). Un grupo de astronautas, a través de una misión secreta, se introducen en un agujero espacio-temporal recién descubierto con el fin de encontrar un planeta potencialmente habitable, como alternativa al nuestro.

Nolan, nos describe con excelente precisión (a través de su excelente y muy bien trabajado guión, firmado por su hijo y él mismo) una historia donde se dan cabida la compleja teoría de la relatividad (poco explotada en el cine), la empírica ley de Murphy, y varias hipótesis (por ahora sólo consistentes sobre el papel) para llevar a cabo un filme de ciencia y ficción, (sutil y grandilocuente a partes iguales) haciendo que todo confluya en un impresionante clímax final, (que a diferencia del confuso y abierto final de "2001" de Kubrick), Nolan lo utiliza para cerrar el círculo de la premisa inicial y de paso proclamar que no hay mayor deidad que la propia humanidad. También destaca la trama familiar padre-hija (presente también en "Contact"), que no tendría entidad de no ser por lo que la rodea: fantasmales anomalías gravitatorias, ingenio científico frente al conformismo de una humanidad destinada a desaparecer, sacrificio individual en favor de la supervivencia de la especie, la lucha entre los ideales personales y la naturaleza humana, además del sometimiento de las personas antes las inexorables leyes del universo al que pertenecemos; en resumidas cuentas, un guión que es consistente en todas sus tramas.

La factura técnica es realmente impresionante, con una excelsa fotografía que resalta la belleza de sus imágenes, tanto en la Tierra, como en el universo, los mundos alternativos, y esa desbordante e imaginativa quinta dimensión; todo ello amenizado con una magna banda sonora, que potencia aun más si cabe lo visto en la pantalla. Asimismo es necesario indicar que, pese a su larga duración, el ritmo no decae en ningún momento, haciendo que el espectador mantenga el interés.

El trabajo de los interpretes es notable, con un Matthew McConaughey que sigue en estado de gracia, una formidable (como siempre) Jessica Chastain, los veteranos John Lithgow y Michael Caine que aportan tablas y buen oficio, al igual que Anne Hathaway, Casey Affleck, Wes Bentley, Topher Grace, y Matt Damon que le dan empaque al filme.

En síntesis, "Interestellar" se erige como una muy recomendable, emocionante, interesante, rigurosa, hermosa, maravillosa, poética, onírica y reflexiva obra maestra de la ciencia ficción, que trasciende a los anales del celuloide como uno de los exponentes del género, al lado de las grandes obras citadas anteriormente (y de las que 'bebe'), y dando fe a una corazonada personal mía, la cual reza que si Stanley Kubrick viviera actualmente, sin lugar a dudas, realizaría una película con esta entidad y calado.
La Taverna del Mastí
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7
8 de diciembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Dashiell Hammet escribió su primera novela, denominada "Cosecha Roja" (Red Harvest, 1929), —editada por primera vez en España por Alianza Editorial en 1967—, no se imaginaría para nada que había confeccionado una de las mejores fuentes cinematográficas de la Historia. En primer lugar fue el maestro del cine japonés Akira Kurosawa quién la adaptó a la gran pantalla con "Yojimbo (El mercenario)" (Yôjinbô, 1961), en la cual cambió la ambientación original de la novela (una ciudad minera del Estado de Montana, Estados Unidos) por el Japón feudal de finales del Siglo XIX. Unos años más tarde, fue el genial cineasta italiano Sergio Leone quién volvería a adaptar el citado libro en "Por un puñado de dólares" (Per un pugno di dollari, 1964), la película que ayudó a asentar las bases del "Spaghetti Western" como subgénero cinematográfico; además de lanzar a la fama tanto a su director como a su actor protagonista, un joven Clint Eastwood. En último lugar, más de treinta años después del clásico de Leone, el director estadounidense Walter Hill la adaptó por tercera —y última vez hasta la fecha—, en ésta que nos concierne, titulada "El Último Hombre" (Last Man Standing, 1996).

La premisa nos sitúa en la polvorienta ciudad de Jericho, durante la época en la que imperaba la ley seca en Nevada. Un misterioso personaje (identificado por él mismo como John Smith) llega por azar al pueblo del medio oeste buscando un lugar donde pasar la noche. Al poco tiempo de llegar, se creará una peligrosa reputación y se verá envuelto en una lucha entre dos bandas de gángsters rivales —enfrentadas por dominar el contrabando de alcohol—, siendo una irlandesa liderada por Doyle y otra italiana liderada por Strozzi, quedando a merced de ambas.

Su director Walter Hill, conocido especialmente por haber dirigido la película de culto "The Warriors" (Id., 1979), y formar parte de la 'Generación de los 70' (también conocida como 'New Hollywood Group', que derivaba de la llamada 'Generación de la Televisión') junto con Steven Spielberg, George Lucas, John Milius, Brian De Palma, Martin Scorsese, Paul Schrader, Francis Ford Coppola entre otros... que modernizaron el cine estadounidense, acabando con el 'Sistema de los Grandes Estudios'... siempre ha confesado que su gran pasión ha sido el género western, siendo su principal referente la obra de John Ford, a pesar de que muchos de sus éxitos formen parte del cine policíaco y la comedia; no obstante, cuenta con numerosas películas enmarcadas dentro del género del Oeste. Su primera incursión fue con "Forajidos de Leyenda" (The Long Riders, 1980), un trabajo influenciado por el cine de Sam Peckinpah —con el que trabajó como guionista en 1972 en la genial "La Huida" (The Getaway)—, que contaba con tres familias de hermanos de actores (los Carradine, los Keach y los Quaid) encarnando a otros tantos clanes de criminales (los Younger, los Miller y los James), del que cabe puntualizar que en esencia era un filme bastante clásico. El mismo Hill afirmó en una entrevista:

«La decadencia del western vino cuando los directores quisieron usarlo para explicar teorías psicoanalíticas; sin embargo, funcionan mejor cuando se trabajan con material moral y responden a los esquemas de la tragedia griega».

Aunque no obtuvo la repercusión esperada, sin duda es un largometraje bastante reivindicable; del mismo modo que "Gerónimo, Una leyenda" (Gerónimo, an American Legend, 1993) con Gene Hackman y Robert Duvall, "Wild Bill" (Id., 1995) con Jeff Bridges y Ellen Barkin, y ésta que nos ocupa "El Último Hombre".

Este 'remake de remakes' es un filme que fusiona de forma inteligente y muy interesante el Western con el Cine Neo-Noir, habiendo muchos de los elementos que a mediados de los años treinta y las décadas de los 40 y 50 hicieron reconocible y grande ese género, tales como: las bandas de gángsters, los violentos tiroteos con revólveres y ametralladoras, la 'femme fatale' de turno y ese antihéroe solitario que narra la historia a modo de voz en off (que nos permite adentrarnos en sus pensamientos, repletos de ironía y sarcasmo, ayudando a comprender sus intenciones y dándole sentido a sus actos).

Hill nos presenta una cinta cruda, explícita y repleta de escenas de acción verdaderamente trepidantes; asimismo, cuenta con un impresionante reparto encabezado por el carismático Bruce Willis, y en el que podemos encontrar a Christopher Walken (que se erige como el contrapunto perfecto al personaje de Willis y quizás sea el más destacado de todo el elenco), también se encuentran Bruce Dern, R.D. Call, Ned Eisenberg, una hermosa Karina Lombard o Michael Imperioli (conocido por salir en la ya mítica serie de televisión de David Chase "Los Soprano"), entre otros. De manera análoga, también destaca la estupenda fotografía en tonos rojizos y amarillentos que ayudan a potenciar la fantástica atmósfera depresiva y sofocante; al mismo tiempo, se ve complementada de maravilla con los lisérgicos rasgados de la guitarra eléctrica slide de Ry Cooder, que dan forma a la banda sonora.

En síntesis, a pesar de que fue un fracaso comercial, recibiendo pobres críticas en su momento, las cuales hacían referencia a esta atmósfera antes reseñada y sobretodo a la expresión tipo 'encefalograma plano' a cargo de Bruce Willis; pienso que es una película más que digna, bastante infravalorada y recomendable, ya que está filmada con mucho estilo, primando el buen gusto que atesora su director, y en el que su visceralidad casi poética en los tiroteos, el tórrido calor, el carisma de los protagonistas y ese árido pueblo fronterizo en mitad de la nada desértica en el que impera la ley del más fuerte, hace las delicias de cualquier amante del Western que se precie.
La Taverna del Mastí
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8
27 de septiembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras maravillarnos con sus dos películas anteriores, "Once (Una vez)" y "Begin Again", el cineasta irlandés John Carney vuelve a la carga con un nuevo largometraje, titulado "Sing Street"; y como no podía ser de otra manera, relacionado también con la música y su proceso creativo. Podríamos afirmar que Carney es un verdadero especialista en contar siempre la misma historia, pero con matices distintos... y es que en lo que se refiere a la música, sabe y mucho; de hecho, él es músico desde hace muchos años, ya que fue bajista del grupo de rock irlandés The Frames, liderado por Glenn Hansard, protagonista de "Once".

En esta ocasión, "Sing Street" nos sumerge en plena década de los ochenta, en una ciudad de Dublín completamente decadente, golpeada por la crisis financiera y por la emigración masiva hacia las islas británicas. Conor, un adolescente quinceañero, se ve obligado a abandonar la comodidad de la escuela privada en la que estudiaba, para sobrevivir en la escuela pública del centro de la ciudad, donde el clima es mucho más tenso. Allí encontrará un rayo de esperanza en la chica misteriosa y cool Raphina, y con el objetivo de conquistarla, le invita a ser la estrella en los videoclips de la banda que quiere formar. Ella accede, y ahora Conor debe cumplir su palabra. Se cambia el nombre a "Cosmo" y se mete de lleno en las vibrantes tendencias de la música new wave y synth pop del momento, componiendo canciones y grabando curiosos videoclips.

La película ofrece una perspectiva honesta y emotiva sobre los peligros y maravillas de la vida adolescente. Nuestro protagonista Ferdia Walsh-Peelo es todo un descubrimiento, ya que es el alma mater del filme. Cantante, músico, irlandés, adolescente,... esas son algunas de las cualidades que caracterizan al carismático y melancólico Conor (alias Cosmo); que además de tener que lidiar con los problemas que acarrea la búsqueda de su personalidad, tiene que sufrir las complejidades del convulso matrimonio de sus padres. Cabe recordar que en aquellos años el divorcio no estaba permitido en Irlanda; asimismo, no se podían tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, haciendo que los padres se casaran demasiado pronto por razones equivocadas, y llegado el momento, no había posibilidad de separación porque el divorcio estaba considerado tabú. Lo único que se podía hacer era vivir separados en la misma casa, creándose una atmósfera tóxica en el ámbito familiar, que repercutía irremediablemente en los hijos.

Destaca también Lucy Boynton que encarna a Raphina, una joven hermosa y sofisticada, que vive la vida siguiendo sus propios instintos... algo que la convierte en el contrapunto perfecto de Conor, que aún está formándose como persona. Juntos tienen una historia de amor interesante y más bien inocente, ya que en realidad no se consuma de una manera real. Por otro lado, Mark McKenna que encarna a Eamon, es el contrapunto musical de Conor. El director nos muestra a ambos en la gestación de las canciones del grupo, de igual modo como lo hicieron los más grandes, John Lennon y Paul McCartney en The Beatles; el pelo al estilo escarabajo de Ferdia y las gafas de Mark no son casualidad. Asimismo, me ha gustado el conjunto de chavales que forman el grupo... todos ellos muy simpáticos, divertidos y entrañables. Merece una mención especial los padres de Conor, interpretados por los televisivos Aidan Gillen y Maria Doyle Kennedy, conocidos por las series "Juego de Tronos" y "Orphan black" respectivamente; de igual modo que Jack Reynor, que da vida a Brendan, hermano mayor de Conor, siendo su instructor musical y gran apoyo en el tenso ambiente familiar.

Cómo en todas las películas de Carney, la música juega un papel muy importante. Aquí podemos encontrar grandes canciones de Motörhead, Duran Duran, Starship, The Clash, Hall & Oates, Joe Jackson o The Cure, entre otros... que se entremezclan con los maravillosos temas que ha compuesto John Carney para la banda sonora, junto con Gary Clark (integrante de la banda Danny Wilson), Glenn Hansard (que ya trabajó en "Once") o Adam Levine (líder de la banda Maroon Five, que ya trabajó con Carney en "Begin Again").

En definitiva, "Sing Street" es una película notable, repleta de buenas intenciones y gran corazón, que disfrutaran mucho todos aquellos que han crecido en los ochenta, les guste la música de la new wave o hayan sido integrantes de una banda en su juventud... Todo esto y mucho más lo encontraréis en la película musical de este año 2016.
La Taverna del Mastí
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8
22 de enero de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante varios siglos, la homosexualidad y transexualidad han sido consideradas unas enfermedades mentales en la cultura occidental. En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), con la publicación de la 3ª edición de su manual de diagnóstico de enfermedades mentales DSM-III pasó a llamarse "perturbaciones de la orientación sexual" (todo un eufemismo), que finalmente sería eliminado en 1984 en la revisión de la misma. El motivo que había para justificar la homosexualidad como enfermedad mental era el hecho de que los homosexuales presentaban debido a su orientación sexual un "malestar subjetivo y deterioro en el funcionamiento social". Curiosamente este malestar dependía del rechazo de los otros hacia el homosexual y no de la homosexualidad en si misma, es decir, la sociedad le hacia enfermo mental al no aceptarlos. La película que nos concierne, "La chica danesa", es un drama basado en la verdadera historia Einar Wegener, un artista danés de considerable éxito que fue la primera persona conocida en ser la destinataria de una cirugía de cambio de sexo.

La cinta se centra en el matrimonio formado por Einar y Gerda Wegener, que vivieron en Dinamarca a finales del siglo XIX, el cual dio un giro cuando Einar sustituyó a la modelo femenina que su mujer, Gerda, tenía que pintar. Cuando los retratos resultan ser un éxito, ella anima a su marido a adoptar una apariencia femenina. Lo que comenzó como un juego llevó a Einar a una metamorfosis, convirtiéndose en una mujer llamada Lili Elbe, hecho que cambió su vida para siempre y puso en riesgo el amor de su esposa.

Para llevar a la gran pantalla esta asombrosa historia, han contado con el director británico Tom Hooper, un excelente realizador que en estos últimos años ha demostrado todo el talento que atesora, con películas tan geniales como la oscarizada "El discurso del rey" (The King's Speech, 2010) que trataba el problema de tartamudez del rey de Inglaterra Jorge VI , o "Los miserables" (Les Misérables, 2012) que adaptaba el famoso musical basado en la novela de Victor Hugo. En la película que nos concierne, "La chica danesa", el director británico otorga una factura técnica impecable, en el que Hooper da una lección magistral de buen cine, con una puesta en escena y dirección de actores impresionante, destacando unos planos estáticos prácticamente simétricos que quitan el hipo, y unos estupendos travellings que le aportan dinamismo al filme. Merece una mención especial el gran trabajo desempeñado por el español Paco Delgado en el maquillaje y peluquería del filme, que potencia las magníficas interpretaciones (aún más si cabe).

Podría afirmar que no tengo suficientes calificativos para describir tanto talento abrumador; y es que Eddie Redmayne y Alicia Vikander están verdaderamente impresionantes, y cabe decir que no sorprenden para nada sus sendas nominaciones a los Oscar. Tanto Redmayne como Vikander ya nos demostraron de que pasta están hechos con sus largometrajes anteriores, él llevándose la preciada estatuilla dorada por la encarnación del afamado astrofísico Stephen Hawking en "La teoría del todo" (James Marsh, 2014), y ella deslumbrando como el androide bello e inquietante (a partes iguales) en la maravillosa opera prima de Alex Garland "Ex Machina" (Id., 2015).

Los finos rasgos fisionómicos de Redmayne, junto con su talento interpretativo, ayudan muchísimo a que el actor británico construya un personaje verosímil, hasta el punto que dejamos de ver un actor y solamente quede dicho personaje, es impresionante la credibilidad con la que dota a ese hombre, en el que sin previo aviso y control, despierta en su interior el sentimiento de 'sentirse' mujer; y acentuado más aún si cabe por la época en la que vive, en el que los prejuicios hacia los homosexuales y transexuales eran muy elevados (basta con ver la escena de la paliza, sirviendo como un claro ejemplo de ello); asimismo, es necesario indicar la valentía que tiene el personaje de no renunciar a sus sentimientos y luchar por ellos. Por otro lado, Vikander es posiblemente la mejor del reparto (imposible de creer tras ver la increíble transformación de Redmayne); sin embargo, a ella no le hace falta ningún tipo de maquillaje o vestuario para construir su personaje. Transmite tanto a través de sus ojos que sientes su dolor, esa procesión que se mueve por dentro. Como todos sabéis la interpretación se basa en fingir las emociones, en transformarse en otra persona que no eres tu; así que partiendo de esta base, cuando el personaje siente alegría, sorpresa o pena, es el actor quien finge todo eso. Llegados a este punto, que un actor (en esta caso actriz) pueda llegar a fingir tal dolor a través de sus ojos (en el que hay que recordar que son el espejo del alma), solamente por eso, ya merece todos los elogios, ya que es brutal lo bien que lo hace, y por ese motivo pienso que Vikander realiza la mejor interpretación del filme (y posiblemente de su carrera), siendo una firme candidata a obtener el premio Oscar este año 2016. Su Gerda Wegener tiene que lidiar con el sentir del hombre que ama, y el hecho de que renuncie a su felicidad personal para ayudarlo en tal propósito demuestra su amor incondicional que sentía por él; y es que se podría considerar este filme como una historia de amor verdadero, además de superación personal.

En síntesis, "La chica danesa" me ha parecido una película notable y muy recomendable, con una historia fascinante que está abordada de manera impecable, con dos portentosas interpretaciones que confirman tanto a Eddie Redmayne como a Alicia Vikander como dos de los mejores actores del panorama cinematográfico actual; así como a su director, Tom Hooper, como uno de los más destacados del cine británico, el cual muchos cineastas jóvenes actuales deberían de tomar buena nota de como encuadrar, así dejarían de "marearnos" con esos torpes movimientos de cámara que tan de moda está últimamente.
La Taverna del Mastí
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7
10 de noviembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director bilbaino Alex de la Iglesia siempre ha tenido la cualidad innata para rescatar de alguna manera artistas o actores caídos prácticamente en el olvido; algo bastante parejo a lo que hizo Quentin Tarantino con John Travolta (en Pulp Fiction) o David Carradine (en Kill Bill Vol. 2). Podríamos destacar de De la Iglesia el de Carmen Maura en "La Comunidad", Sancho Gracia en "800 Balas" o Raphael en la película que nos concierne, titulada "Mi gran noche".

Un nuevo filme, que al igual que su anterior largometraje "Las brujas de Zugarramurdi", nos vuelve a presentar una comedia descacharrante y alocada. En esta ocasión, deja de lado el fantástico mundo de las brujas para trasladarnos al mundo de la televisión, situado en un pabellón industrial de las afueras de Madrid, el cual cientos de figurantes llevan semana y media encerrados y desesperados mientras fingen celebrar con alegría la falsa venida del Año Nuevo. Alphonso, la estrella musical, es capaz de todo para asegurarse que su actuación tendrá la máxima audiencia. Adanne, su antagonista, joven cantante latino, es acosado por las fans que quieren chantajearle. Los presentadores del programa se odian y compiten entre sí para ganarse la confianza del productor. Pero lo que nadie sabe es que la vida de Alphonso corre peligro.

Con "Mi gran noche", Alex de la Iglesia nos realiza una mordaz crítica a la mentira e hipocresía que se esconde detrás de los programas televisivos, en el que como en el "amor" y en la "guerra" todo vale; asimismo, también trata de soslayo el tema de los famosos ERE, en el que es inevitable que no recuerde al propio vivido en el desaparecido Canal 9 valenciano. Para llevarla cabo, De la Iglesia se ha arropado en un impresionante reparto coral, compuesto por una multitud de rostros de sobra conocidos, como los televisivos (valga la redundancia) Mario Casas, Pepón Nieto, Carlos Areces, Carmen Machi, Santiago Segura, Enrique Villén, Hugo Silva, Blanca Suárez y Carolina Bang; además de la gran Terele Pávez. Aunque de todos ellos, el que sobresale por encima de todos es el célebre cantante Raphael, que vuelve a la interpretación casi 40 años después de su última película. Ya en "Balada triste de trompeta" el director de "El día de la bestia" realizaba un sentido homenaje al mítico cantante, pero con ésta el reivindicativo es total, erigiéndose como lo más destacado de una película ácida, desenfrenada y divertidísima a partes iguales. No sería de extrañar si el cantante se llevara algún Goya por esta interpretación, porque verdaderamente está genial, siendo el alma en la que rota el filme. Sus escenas con Carlos Areces (uno de los mejores cómicos de nuestro país, salido de ese magnífico programa televisivo "Muchachada Nui") son maravillosas... un puro deleite festivo; algo semejante ocurre con Blanca Suárez, de moda gracias a sus últimas exitosas películas, que interpreta a una risueña gafe muy divertida; y sin olvidarnos de esos caricaturescos presentadores de televisión, interpretados por Carolina Bang y Hugo Silva, tan odiosos como patéticos, los cuales serían capaces de "vender" a su abuela por tener la exclusiva o presentar cualquier programa líder de audiencia. También me ha encantado la parodia que De la Iglesia realiza a esos cantantes latinos "prefabricados", con Adanne, que entremezcla un David Bisbal con las canciones de Chayanne... sin alma y con la personalidad de un mosquito.

En definitiva, "Mi gran noche" es una comedia notable y totalmente desternillante, con un Raphael impresionante que vuelve a la gran pantalla de forma espectacular, y en el que además, contiene esa aguda crítica al universo de la televisión, donde todo es maravillosamente falso.
La Taverna del Mastí
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