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España España · Madrid
Críticas de SyckBoy
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de octubre de 2018
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquella noche me perdí la fiesta de Gaspar Noé porque tenía que asistir a mi primera película de terror del festival: May the devil take you, del tailandés Timo Tjahjanto. Mereció la pena. Se trata de un oscuro drama familiar que remite claramente a Evil Dead, pero con una maestría en la dirección que ya le habría gustado a Sam Raimi en los 80. Supuso mi primera experiencia total en Sitges. En la proyección de Clímax el público había permanecido en un respetuoso silencio. Aquí el aluvión de posesiones y gore fue recibido con eufóricas ovaciones. La catarata de horrores que ofrece Tjahjanto es demencial. El cine Retiro parecía venirse abajo. A pesar de algún problemilla de ritmo, la película regala un montón de escenas memorables para cualquier amante del género. El guión es sorprendentemente sólido y su protagonista (una Chelsea Islan en estado de gracia) es un personaje antológico. Sería por el cansancio acumulado, pero para cuando terminó la proyección había sudado tanto que me chorreaba la frente. Yo juraría que se pierde peso viendo May the devil take you. Es puro terror físico. Y sobre todo es muy divertida. La película perfecta para un festival como Sitges (se llevó el premio Midnight Xtreme a la mejor película proyectada de madrugada).
Cuando salí del cine Retiro eran las 3 de la mañana y llevaba casi 24 horas despierto, a pesar de lo cuál me costó dormir esa noche con tanta posesión y tanta adrenalina encima. Al día siguiente tenía una cita a las 11 de la mañana con el mismo director, Timo Tjahjanto, para ver The night comes for us. Palabras mayores.

(Extracto del artículo "5 días en Sitges", dentro del blog "Antes de parpadear" https://robergcuesta.wixsite.com/antesde)
SyckBoy
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7
16 de febrero de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una voz en off nos introduce en el relato mientras la cámara se acerca lentamente a una imagen oscura y desenfocada. Una imagen que se vuelve cada vez más nítida -bajo los copos de una intensa nevada- y que articulará y dará sentido a toda la narración. Un comienzo tan simple como hermoso. Y es que aquí los Coen se mueven más que nunca en el terreno del clasicismo. Estamos lejos de los mundos de Barton Fink o El hombre que nunca estuvo allí. Valor de ley, sin ser un western convencional, parece reivindicar la pervivencia de las formas clásicas, sin dejar de saltarse ciertas normas no escritas en el retrato de los personajes.
Los hermanos le dan el protagonismo de la historia a una mujer (como hizo Ray con la maravillosa Viena de Johnny Guitar o los propios Coen en Fargo) o mejor dicho, a una niña (admirable trabajo de la debutante Hailee Steinfeld) que se mueve por el salvaje Oeste como pez en agua, enfrentándose cara a cara con la peor calaña de lugar, movida más por una impetuosa inconsciencia que por un verdadero valor. Así el film se convierte en un relato de iniciación, un prematuro paso al otro lado del espejo, a un mundo oscuro e invernal, el reverso oscuro de la infancia, el mundo de los adultos. Desde el prisma de la protagonista vemos al viejo Cogburn (un Bridges monumental) y al patilludo LaBoeuf (un Damon muy pasable), antagónicos defensores de la ley, como parodias de los arquetipos tradicionales del western. Ahí es donde entra en juego el característico humor socarrón marca de la casa y el elemento desmitificador, cercano al western crepuscular de los años 60. Ni rastro de épica, ni rastro de leyenda. Ni siquiera el malo de turno es tan temible, ni es realmente importante. Aquí lo esencial es contar la relación entre ese viejo y rudo Marshall, con la ley de ojo por ojo como única moral y que se expresa con sonidos guturales, y esa extraña niña para la que hace de guía y sustituto paterno. Ese es para mí el gran acierto del guión, la profundamente humana descripción de esa relación. Esa terrible caminata bajo las estrellas. Y ese epílogo. Los hermanos Coen siguen en plena forma.
SyckBoy
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8
18 de octubre de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sitges, día 3.

La tercera película del día en el Auditori fue toda una revelación. La italiana Lazzaro Felice comienza su relato con un tono de puro realismo rural, al estilo de los hermanos Taviani, dibujando una sociedad muy cerrada y aislada que remite a épocas pretéritas en las que el feudalismo aún regía las vidas de los campesinos. Desde el comienzo el personaje de Lazzaro está rodeado de un aura especial. Todos parecen aprovecharse del inocente y laborioso chaval, como si del tonto del pueblo se tratara, pero está claro que en Lazzaro hay algo único. A partir aquí poco más se puede contar salvo que la película adquiere una cualidad mutante, que justifica plenamente su presencia en un festival como Sitges. Por aquí circularán los Rocco y sus hermanos de Visconti, el Milagro en Milán de Vittorio de Sica e incluso Los olvidados de Luis Buñuel. Todo mezclado con un tono cercano a lo milagroso, que funciona de forma totalmente orgánica, a pesar de que pudiera parecer imposible a priori. Los dos grandes giros de guión que hacen mutar el relato entran de forma tan fluida, tan alejados de cualquier aspaviento, que parecen algo natural, irremediable. Es de esas pocas veces en la que la etiqueta de obra maestra es inevitable y nada exagerada. Se llevó merecidamente el premio de la crítica del festival.

(Extracto del artículo "5 días en Sitges", dentro del blog "Antes de parpadear" https://robergcuesta.wixsite.com/antesde)
SyckBoy
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7
15 de octubre de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas horas después de mi primera proyección en el festival de Sitges ya me encontraba haciendo cola para ver otra peli. La gente comentaba en la cola que “la peli era muy chunga” o que “con este tío a saber que nos espera”. Este tío, de nombre Gaspar Noé, estaba en la sala. El director argentino presentó su película sin darse demasiada importancia: “Clímax es un película pequeña que rodamos muy rápido, sin mucho dinero y sin actores profesionales. Si alguna vez os habéis fumado un porrito y ello os ha dejado algo confusos e incluso os ha dado algo de paranoia, sabréis de que va esta historia. Nada más, quiero que la película hable por si misma, os espero la salida”. Qué cabrón el tío. Qué grande.
Clímax tiene dos partes muy diferenciadas. La primera mitad es la virtuosa coreografía de una danza, el ensayo final de una obra que se ha de representar próximamente. Y esto Noé lo filma con un virtuosismo al alcance de muy pocos. Su habitual uso del plano secuencia aquí es deslumbrante. Aunque todo esto no es más que un calentamiento para la segunda mitad. Nos espera una fiesta que supone un absoluto descenso sensorial a los infiernos. Sientes que tu mente y tu cuerpo acompañan a los bailarines en su involuntario aquelarre. En los últimos 15 minutos el film roza lo insoportable. Se vuelve extenuante. Yo me debatía entre dos sensaciones contrapuestas: por un lado no podía aguantar la desazón y la angustia que me provocaban las imágenes y por otro me era imposible apartar la mirada de la pantalla. Esto pasa muy pocas veces, al menos a este nivel. Muchos dirán que Noé tira de golpes bajos, efectismo fácil e que incluso cae en el ridículo en algunas ocasiones. Y tendrán parte de razón. También dirán aquello de que “es un película vacía”. Lo cuál es un poco absurdo. Pero con todos sus defectos e imperfecciones, Clímax es algo único que merece sin duda todos los premios que el festival le otorgó a posteriori. El cine Retiro rugía de gusto cuando llegaron los títulos de crédito y yo sentía que empezaba a volverme loco con este festival.
Después de la proyección hubo una fiesta en la que el director y los actores ofrecieron a todos los presentes una sangría fresquita, como la de la peli. Toda una meta-party vaya.

(Extracto del artículo "5 días en Sitges", dentro del blog "Antes de parpadear" https://robergcuesta.wixsite.com/antesde)
SyckBoy
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6
30 de diciembre de 2008
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Difuminados salvajes, planos a cámara lenta, una banda sonora que se funde a la perfección con las imágenes, tristísimas historias de amor, planos que nos muestran a los personajes a traves de cristales, colores vivos... "My Blueberry nights" no decepciona porque es puro Wong Kar-Wai.
Tal vez no tenga la maestría de "In the mood for love" o el encanto de "Chungking express", tal vez tenga momentos que se ven un tanto forzados (las narices sangrantes compartidas, por ejemplo), tal vez haya historias en las que cuesta un poco entrar, tal vez abuse de ciertos recursos estilísticos... pero está tan por encima de la media del cine actual que es un auténtico crimen el prolongado retraso de su estreno en nuestros cines.
La debutante Nora Jones se erige como sensual protagonista cumpliendo con creces en un papel no demasiado exigente. La cantante está arropadada por un elenco de actores consagrados entre los que destaca un formidable Jud Law y decepciona una floja Natalie Portman. Con todos sus defectos esta falsa road movie dividida en capítulos sobre una mujer en busca de si misma es de imprescindible visionado para todo aquél que haya disfrutado en algún momento del cine de Wong Kar-Wai y supone una forma ideal de descubrirlo (para aquellos desafortunados que lo hayan hecho aún).
SyckBoy
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