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Críticas de Filiûs de Fructüs
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
9
5 de febrero de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Tree of Knowledge, Nils Malmros, director danés discreto y padre de un cine de escasa visibilidad fuera de las fronteras de su país, parece filmar un milagro, haciendo casi tangibles las emociones de unos prepúberes en su tránsito (entre incómodo, maravilloso e inolvidable) hacia la adolescencia.

Malmros nos sitúa en Aarhus, segunda ciudad más grande de Dinamarca, allá por los años 50. Y, como en esa autobiografía mayúscula que es su filmografía (toda ella basada en sucesos que vivió en primera persona), el realizador danés se ocupa de forma sutil, con un estilo casi documental, a relatarnos dos años en la vida de unos adolescentes. Hasta aquí no encontramos nada que parezca suponer que estemos ante un film distinto.

Pero, mágicamente o no, resulta inevitable sumergirnos en esta cálida disección de la adolescencia, tan repleta de errores, temores, indecisiones, pero también de amistad, de primeros amores. Malmros se sirve de una historia coral para, a través de la mirada de varios adolescentes, tejer una trama a partir de detalles: un niño guiñando el ojo en clase, un amor platónico cogido de la mano con otra persona, una sonrisa tímida…

De alguna manera, el director danés cuenta una historia universal con la que es imposible no empatizar y no sentirse representado por muchas de las situaciones que se presentan. Además, anticipando el metarrelato linklateriano, Malmros filmó esta pequeña joya a lo largo de dos años, para realzar el verismo de su historia tanto psicológica como visualmente (se presiente un leve cambio en la fisonomía y cuerpo de los protagonistas).

Pero todo ello, y como buena representante del subgénero ‹coming of age›, Tree of Knowledge se presenta como una pérdida de la inocencia inevitable. En ese proceso indeterminado que es el paso de la infancia a la adolescencia, los cuerpos tanto masculinos como femeninos van tomando forma, nacen diversas voluptuosidades y, con ellas, el despertar sexual y la curiosidad por lo desconocido.

El director danés nos describe el doloroso proceso (más para unos que otros) de ver cómo el mundo cambia a nuestro alrededor y no lo terminamos de comprender: ahí surgen los distanciamientos entre los alumnos, la plena conciencia de los juegos de roles y los clichés a los que estos están sujetos. Y Malmros lo filma a la perfección, con una veracidad y un talento que elevan la película hasta cotas insospechables (más aún si tenemos en cuenta su invisibilidad, incluso entre los cinéfilos que buscan cines más marginales).

No olvidemos mencionar, para concluir, que gran parte del encanto de la película reside en la elección de los carismáticos protagonistas y en la espontaneidad de sus interpretaciones. Es por ello que resulta tremendamente fácil conectar con sus temores, con sus deseos y con su forma de afrontar sucesos para ellos aún desconcertantes y confusos como son el amor, el sexo, la incomunicación o la soledad. Ya sabrán que para nosotros, ya adultos, siguen siendo temas igual de misteriosos e indescifrables.
Filiûs de Fructüs
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El Chico Mancha (Stainboy) (Miniserie de TV)
MediometrajeMiniserieAnimación
Estados Unidos2000
6,2
2 379
Animación
2
12 de enero de 2010
21 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tim, tú si que tienes seguidores fieles macho; puedes estar seguro que el día en que grabes un contrapicado de un individuo echando un zurullo en la taza de un váter ahí estaran todos tus fans, exponiendo en sus críticas su ferviente admiración hacia un mundo tan personal, en dónde podemos ver la alienación de la mierda, la soledad de las tazas de váter y la melancolía que desprenden los rollos de papel. Porque de no ser así, explícame tú si puedes, como haciendo tal aborto en el mundo de la animación consigues que la nota media sea de un 6.5.

Antes que nada te diré que intento ser objetivo con todos sus trabajos y puedes estar seguro que lo soy. Desde luego no te admiro como el que más, pero sé apreciar cuándo has hecho un buen film ('Eduardo Manostijeras' o'Ed Wood') o cuándo has querido pasarte de raya con la mediocridad ('El planeta de los simios' siempre te remordirá la conciencia, espero). Pasaré a comentar el porqué de mi nota, para que no os enfadéis, fanboys:

Capítulo 1: 'La chica mirona'

Nos encontramos por primera vez al intento de ser despótico y sin alma, con personalidad propia y gracioso hasta las muelas cuál sargento Hartman (un personaje bastante idiota) que nos empezará a introducir en todos los capítulos la absurda historia que Stainboy protagonizará. La cuestión es que debe ir a la casa dónde nadie se atreve a entrar porque allí mora la chica mirona, una chica que no para de mirarse en el espejo y en caso de ver a alguien, no para de mirarlo tampoco. Bueno, finalmente le cae a la chica mirona una lámpara encima y vemos como no quedan más que sus intestinos, llenando de sangre la casa. Una genialidad desde luego, aunque servidor no consiga captarla.

Capítulo 2: 'El chico tóxico'

Otra vez el poli malote encomendándole una misión a Stanboy, se ve que un leproso social que gusta de beberse los mataratas y matacaracoles intoxicando al vecindario debe ser eliminado. Acaba con él con un ambientador de coche. El perro del intoxicador prueba un bocado de su ex-amo y palma al instante. Fin del segundo capítulo.
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Filiûs de Fructüs
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7
15 de febrero de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El primer largometraje documental de Margarida Cordeiro y António Reis —recordemos que dos años antes habían realizado el mediometraje Jaime— tiende a inscribirse en el movimiento del Novo Cinema portugués —no confundir con el Cinema Novo brasileño—, una corriente cinematográfica que militaba en los márgenes, tanto por sus modestos instrumentos de producción como por la ruptura narrativa que suponía con el establishment fílmico del país. En ese sentido, después del visionado de Trás-os-montes nos quedamos con la sensación que el filme de estos dos intelectuales portugueses pretende ir más allá de las etiquetas, y es que podemos percibirlo como un cine con vocación pura de desplazarse hasta las fronteras, tanto narrativas como territoriales —no por casualidad, la acción, si es que esta existe, se sitúa en el punto geográfico más alejado de Lisboa, capital portuguesa.

Hay que entender esta docuficción etnográfica en el contexto determinado postrevolucionario en que se llevó a cabo: Portugal acababa de liberarse de la dictadura europea más longeva del siglo XX —el Estado Novo— gracias al levantamiento militar de la Revolución de los Claveles. El progreso de la industria había provocado que la población que habitaba en zonas rurales se viera forzada a emigrar a zonas urbanas, aparentemente más ricas y con más oportunidades. Para construir su filme, sin embargo, Cordeiro y Reis emprenden el viaje en la dirección contraria. No les interesa captar las turbulencias político-sociales que se vivían en las urbes, sino representar su incidencia en el medio rural. A grandes rasgos, más que una oda a la naturaleza —que también—, la obra de Cordeiro y Reis se nos antoja como una elegía de un pueblo que desaparece, en ese tema central que entronca Trás-os-Montes: la fuga, la pérdida, la anulación.

Las lecturas que pueden obtenerse del visionado de un film tan complejo y anárquico —narrativamente hablando— son diversas y numerosas y, sin embargo, no siempre resulta fácil descifrarlas. A lo largo del metraje, quizá sin que seamos conscientes, el tiempo viene y va, se entrelaza, se aleja y se fusiona. El tiempo mítico y el tiempo presente se imbrican en el relato. Aparentemente la posición de observadores que detentan Cordeiro y Reis fluye en el tiempo presente, sin que ello sea obstáculo para introducir, en pequeñas proporciones, dosis de momentos pasados —el folclore, las vestimentas, los rituales— y anticipándose a períodos futuros —sorprendente la escena en que unos niños charlan con unos señores mayores que resultan ser su descendencia de varias generaciones. Así, en Trás-os-Montes lo cotidiano deviene sobrenatural, posición dónde los autores asumen autoconscientemente un papel que va más allá del simple espectador.

Así, se establece una dialéctica particular en el estudio que nos proyectan Cordeiro y Reis. Su obra se construye a través de la oposición: entre el observador y el observado, entre la realidad y la imaginación, entre lo político y lo íntimo, entre el nacimiento y la muerte. A lo largo del metraje somos espectadores de una forma de vida secular, que encuentra en sus raíces la clásica lucha entre el ser humano y la naturaleza, lo que no es óbice para la presencia de la magia en determinados momentos del relato. Vemos también la pobreza contra la que luchan constantemente los habitantes trasmontanos, convertida en problemática social, lo que no les impide, sin embargo, relacionarse íntimamente con sus congéneres y establecer vínculos personales, humanos.

Decíamos que la temática central de la película es la fuga, la lenta pero inexorable desaparición de un pueblo, de una cultura. Los trasmontanos se resisten, y es aquí donde presenciamos cómo Cordeiro y Reis construyen su representación del medio rural —el paisaje, las costumbres, sus gentes— como un guardián de la tradición. Sin embargo, ni el más hermético y lejano de los reductos es capaz de resistir los embates del mundo moderno y revolucionario. Las fábricas y las minas están vacías, abandonadas. El último plano con el humo de un tren que se marcha nos sugiere la idea que esta pequeña localidad, Trás-os-montes, se desvanece.

Reseñada en www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Filiûs de Fructüs
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7
24 de julio de 2010
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahí reside la gran fuerza de 'Grupo Salvaje'. Bueno, no, también reside en muchos otros aspectos: en el reparto de auténtico lujo, un grupo de puros profesionales que no interpretan, simplemente ahí están, apoderándose de sus personajes y dotándoles de una vida que no desean. También uno puede fijarse en la tremenda BSO, especialmente en la escena en la que los habitantes de Agua Verde, quizá conscientes del futuro del grupo de Pike, les cantan como adiós 'La golondrina'. ¿Qué más se puede pedir? Ya que estamos una buena historia, y 'Grupo Salvaje' la tiene. Guión, fotografía, montaje, interpretaciones, dirección, todo está a un altísimo nivel, haciendo de 'Grupo Salvaje' uno de los westerns con más fuerza de la historia. Y uno de los más atípicos. La dirección y el montaje, ahí quería dirigirme. Sobria, elegantísima, la cámara de Peckinpah está en buenas manos. Pero lo que de verdad impresiona es su montaje. El montaje definitivo. Y para comprobarlo podemos visionar cualquier tiroteo de la película y, sencillamente, disfrutar. El final es antológico, un prodigio, uno no tiene palabras para explicar lo que está viendo. ¡Qué dominio!¡Qué bien llevado está! Lo dicho, el tiroteo final me parece de lo mejorcito que he visto nunca en cuando al montaje del mismo.

Pero ciñéndonos a la historia, que es lo que nos importa. Al principio del film, y a modo de presentación actoral, vemos como el grupo de forajidos con el que acabaremos empatizando llegan a un pueblecito. Pasan por delante de unos niños. Ellos ríen, parece que realmente son felices, que disfrutan. Peckinpah nos acerca un poco más hacia esos niños, de mirada inocente, casi angelical. El pasatiempo que vemos es desgarrador, se dedican a lanzar escorpiones a un nido de hormigas. Los escorpiones son grandes, y mucho más fuertes, pero nada pueden hacer al final con una enorme multitud de hormigas (1). Al final los niños queman lo que queda de escorpiones y hormigas. Después del primer tiroteo y con nuestro grupo salvaje ya lejos del lugar del suceso, los niños vuelven con tranquilidad a la calle, juegan a que se disparan, nos disparan a nostros, a los espectadores. Esos niños beben de la violencia, la ven como un juego. ¿Y cuando crezcan? Pike y su grupo también fueron niños. Y puedo apostarme lo que sea que también mamaron de la violencia de su infancia. Por eso ahora no entienden otro modo de vivir la vida.

Sigue en spoiler:
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Filiûs de Fructüs
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6
17 de febrero de 2010
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Renoir, un director considerado de corte realista a partir de estandartes tales como la magnífica 'Esta tierra es mía' o la también notable 'La gran ilusión', también tuvo en sus primeros compases de una carrera prolífica cierta tendencia a la fantasía y al onirismo. Lo demuestra en sus primeros cortometrajes ('Charleston') y mediometrajes ('La hija del agua' o la que nos ocupa), con sus juegos de luces y sombras, sus superposiciones, sus rebobinaciones -baste ver cómo saltan los jinetes encima de sus caballos- o sus juegos en dónde realidad y ficción se dan la mano.

'La cerillera' reside en ésa fase experimental de Renoir dónde, a pesar de realzarse ya su gusto realista lo conjuga perfectamente con el ficticio. Éste mediometraje, basada en un cuento infantil homónimo de Hans Christian Andersen, si bien no llega al nivel del cuento infantil, es una buena muestra de que en poco metraje puede contarse una historia conmovedora.

Es Noche Vieja y una pobre niña -realmente era la mujer y musa de Renoir- sale en la fría noche a vender cajitas de fósforos para ganarse el pan, ya que ella y su padre son muy pobres y no tienen dónde caerse muertos. Un joven apuesto está a punto de comprarle una cajita, pero se mete en una casa con prisas, pues es la hora de cenar. La pobre muchachita mira hacia el interior de la casa, en dónde el joven y su familia disfrutan de una sabrosa y exuberante cena de final de año ¡lo que daría ella por tener algo que llevarse al estómago! Poco después un bondadoso policía se cruza con ella y junto observan un escaparate dónde hay montones de juguetes, ella los mira con ilusión, aún sabiendo que jamás podrá jugar con ellos. El policía se va y la muchachita se queda sola. Cansada ya de vagar sin poder vender ni una triste cajita intenta calentarse con la llama de un fósforo, y, presa de la hambruna y el frío empieza a tener alucinaciones y se queda agonizando en la fría calle.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Filiûs de Fructüs
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