Exagerada, hiperbólica, provocadora y con el inconfundible sabor de película americana para adolescentes, K. Smith presenta su historia con impecable formato cinematográfico y dominio absoluto de sus secretos.
La comedia ofrece situaciones chocantes, confusiones graciosas y posee un indudable encanto pero a base de reiteraciones va perdiendo interés una vez pasado el impacto inicial.
La inspiración muestra altibajos y su ritmo es irregular aunque siempre resulta distendida desinhibida.
Pero su argumento parece que tiende a la claudicación cuando expone su extemporánea moraleja.

Intensa y emocional historia realizada en Alemania en el periodo entre guerras y protagonizada por un E. Jannings que brinda una sobria pero rutilante actuación, seguramente una las mejores de su carrera.
La película se muestra parca en acción pero posee un dinamismo extraordinario, una capacidad narrativa excelente y un sentido del ritmo que cautiva por su dominio de los tiempos y por el ajuste y coordinación de todos sus elementos.
Al interés intrínseco de la trama se une una factura cinematográfica admirable gracias al guión -G. Hauptmann y H. Bratt- y a la labor de dirección -V. Harlan- que capta perfectamente el sentido de la trama y pone muy alto el nivel.
Melodrama cargado de significados psicológicos y sociales en un contexto de brillantez descriptiva y lucidez formal

Disparate cómico para un argumento que posee un punto de dramatismo y se adorna con un sentido del humor deliberadamente macabro.
Moderno sainete o entremés que enseguida despierta la curiosidad por su original planteamiento y cautiva por su diabólico desarrollo, espléndido e inesperado.
Su capacidad narrativa roza la perfección, su expresividad ofrece destellos mágicos y la atmósfera de cotidianidad que trasmite convierte la pieza en un ejemplo muy meritorio de realismo rotundo y fatal.

El argumento posee algo de ficticio que no conviene a su credibilidad y su desarrollo, por momentos, sugiere escasa naturalidad pero la historia va saliendo adelante gracias a un barniz suave y delicado que permite a los conceptos deslizarse envueltos en una preciosa fotografía paisajista.
Su propuesta lírica a veces resulta sutil pero también aflora en ella la vena cursi agazapada tras los fotogramas.
La película funciona como un mosaico de emociones, de actitudes, de sentimientos y de sensaciones que perfilan la variopinta psicología de personajes atormentados por sus propios fantasmas personales.
Incluso llega a dar la impresión de que ellos mismos se han convertido en fantasmas.

Sencilla comedia de ámbito rural desarrollada en Francia, a mediados del siglo XX, en la que J. Boyer propone una historia tierna, inocente con su moraleja incorporada y gran dosis de sentido del humor.
La factura cinematográfica es ingenua y mantiene una línea narrativa directa y natural para que la incertidumbre del argumento vaya desgranando su mensaje con un ritmo adecuado.
Y para que el interés no decaiga en ningún momento, introduce pequeñas anécdotas subsidiarias, bien traídas a colación, que enriquecen la trama y le proporcionan mayor entidad.
El largometraje permite disfrutar, además, de una magnífica interpretación de Bourvil y la oportunidad de asistir a una de las primeras apariciones de B. Bardot en la pantalla grande.