La película se resume en grupo de estadounidenses jóvenes y descarados que salvan -one more time!- a nuestro mundo de una invasión alienígena malvada que, casualidades de la life, han aterrizado en territorio del Tío Sam.

En esta ocasión, los afables protas -que son marines, para que la historia vaya cogiendo algo de forma- se unen a otros valerosos marines japoneses, en una especie de reedición de Pearl Harbor, esta vez en modo cooperativo contra los malotes del outspace.

Estos mendas, que nos tienen que caer bien a la fuerza -of course, oh yeah!- tienen una habilidad tremenda para manejar los destructores y cargárselo todo, todo, todo.

Cuando está acabando la peli, momento en el que los marineritos se ponen a celebrar todos contentos la victoria, te dan ganas de que salga un alienígena por detrás y le de un tortazo a cada uno de ellos! Pero no sucede... sin embargo, y por fortuna, la película ya se acaba para siempre.

Me gustaría destacar los efectos sonoros como única faceta salvable de la cinta; sobre todo cuando una rueda con pinchos se carga sin ninguna dificultad unos pilares de hormigón y luego tiene problemillas con una simple puerta de metal.

La película muestra cada uno de los estereotipos de personas que forman cualquier sociedad mundial, en busca de la ansiada felicidad. Pero, ¿en qué consiste la felicidad?

Parece una pregunta obvia, pero no cabe duda de que es muy relativa según para quién. Cada uno de los personajes la busca a su manera, sin éxito.

No obstante, se tratan también temas importantes de la especie humana como son la innegable llegada de la madurez (el cuidado de los hijos, la monotonía del trabajo, la rutina en el hogar), el vacío existencial (preguntándonos contínuamente cuál es nuestro lugar en el mundo y qué se espera de nosotros) y la idea de ir contra el orden sociológico establecido (paradójicamente, en estos momentos es cuando los personajes se sienten más libres y, consecuentemente, más felices). ¿Será libertad sinónimo de felicidad? Al más puro estilo Mendes de American Beauty, nadie es quien aparenta ser.

Ayuda a que sea una grandísima cinta la soberbia interpretación de todos.

24 es la mejor serie que he visto. De las 6 temporadas que se han emitido, he vibrado, temido, enrabietado e incluso llorado... en cada uno de los 24 capítulos de cada entrega. ¡Y es que esta serie lo tiene todo!

Desde el primer capítulo te enganchas terriblemente; el argumento es sencillamente soberbio, los personajes, cada uno en su rol, fantásticos, las escenas de acción, apabullantes y las de relaciones personales, emocionantes.

Espero con ansias la última temporada que va a emitir en breve Antena 3.

Acción a raudales mezclada con pensamientos filosóficos coetáneos a los tiempos actuales; el uso de la informática, a la larga, inconscientemente aplicada en perjuicio de sus vulnerables creadores: la raza humana. Ciencia ficción ahora... quizás no en un futuro próximo. Los mejores y más eficaces efectos especiales aplicados nunca.

He de reconocer que tuve que verla tres veces para entender todos sus matices; pero cada vez me gustaba más aún. Lástima de sus dos secuelas claramente comerciales.

Esta serie de producción nacional me encanta. Nací en el 77, en plena democracia, pero me apasiona documentarme de lo que ocurrió pocos años atrás. Y la manera más divertida que encuentro es viendo las magníficas interpretaciones de estos enormes actores...