"Centurión" es una castaña pero la he puntuado con un "interesante" por dos razones:

La película vale para los que necesitamos pasar un rato entretenido y desconectar del "trabajo, los niños y mi marido" al llegar a casa por la noche o una tarde floja de domingo. Con un nivel cerebral bajo no te puedes tragar "Memorias de África", ni una película iraní subtitulada con muchos premios en el festival de Chikitistán, ni una truculencia subvencionada de cine patrio sobre la Guerra Civil (que debe ser la única historia que hemos tenido en España). Me apetece ver una comedia, mamporros, unos extraterrestres... o algo de gore, género divertido de verdad. "Centurión" entra en este apartado y, es más, crea un subgénero: el "gore histórico". Excepto "Acción mutante", obra maestra del cine español que se ambienta en el futuro, las películas gore se desarrollan en un tiempo presente: motosierras, casquería, arrancamientos y demás elementos básicos del género. Pero ver tantas cabezas dando botes, brazos volando y hectómetros cúbicos de sangre salpicándolo todo en un escenario de hace 2.000 años tiene su originalidad.

La otra razón es que me emociona como europeo que hagamos un cine de consumo chusco tan digno o más que el norteamericano. Por cierto, en nuestras antípodas se hacen pelis muy interesantes hablando de desmembramientos. Os recomiendo "Ovejas asesinas" (neozelandesa, graciosa de lo cutre que es) y "Wolf Creek" (australiana, en la que la gente ya sabe actuar).

Ya sé que no había que pensar al ver esta película, pero me parece vergonzoso que ni siquiera hayan escrito su sencillo guión en una servilleta de bar, para ver la andanada de incongruencias con las que me han adormecido. Las pedradas emotivas son las peores, patéticas.

Fui al cine porque uno de los muchos señores que hablan de cine en la radio dijo que estaba bien y que valía la pena, que era una comedia inglesa del tipo "Cuatro bodas..." o "Love actually", entretenida, pasas el rato y olvidas la matraca lamentable a la que nos tienen sometidos periodistas y políticos españoles desde hace un año.

La comedia en sí es una castaña, con una historia personal muy vista y absolutamente previsible, pero está unida —no sé si bien fundida— con una idea peculiar, novedosa y muy bien articulada cuyo centro son Los Beatles, y aquí es donde a mí me tocaron el corazón. Un grupo de espectadores (de mis 55 años para arriba) nos quedamos hasta el final, hasta que terminó la última canción; tarareábamos en lugar de leer los créditos. Y salimos del cine emocionados pensando que, si los Beatles no hubiesen existido habría que inventarlos.

Imagino que al condicionante de nuestra edad se une el panorama musical actual en el que están enfangados nuestros hijos: después de un viaje en coche desde Miranda de Ebro a Málaga escuchando infinitos mp3 de pésima calidad con "reguetón" o mierdas similares que salen de un teléfono del asiento trasero y sodomizan sin miramientos el acceso inalámbrico del autorradio, pones un CD con cualquier canción... ¡cualquiera!... de los Beatles y tienes la sensación de que se abre el cielo y aparece el Cid Campeador repartiendo hostias a dos manos rebanando cabezas de gilipollas con flequillo y cresta kiriki mientras sus cadenas doradas caen al suelo haciendo "clinc-clinc”.

Resumiendo, una comedia pasable, apta para toda la familia (hace años que no veo una película sin escenas de sexo, aunque no se vea un sólo pezón, o en la que de 10 palabras 13 sean tacos) y muy recomendable para los devotos del cuarteto de Liverpool.

Es tarde y no me he leído todas las críticas, así que habrá alguien que ya haya escrito lo que creo. Es cierto que la película es floja, no tiene tensión y desde el primer momento te recuerda a "2001" (no sólo por Bowman), a "Alien" (el body de la Moss recuerda a la joven y sugerente teniente Ripley)... y a "Space chimps". Lo que se ve de la peli es una andanada de gilipolleces que ya ha comentado algún usuario: llevan una tecnología de pelotas que no les informa de las características del aire exterior; a la mascota le da el pronto y se marcha por ahí a trotar, a su bola; el chulito empieza a insultar a un tío inestable estando al borde de un precipicio; no llevan una jodía mochilita con unas almendras y una cantimplora para ir de excursión...

Pero lo importante es lo que no se ve. Después del marrón que se ha comido la una en la nave y el otro de paseo por el secarral, esos 6 meses de regreso a la Tierra con toda la nave para ti sólo... son el anhelo de cualquier humano. Pensad en Carrie-Anne corriendo sin neoprenos por el pasillo central gravitatorio que lleva al ordenador central mientras Val Kilmer cuenta hasta 10 para salir en su busca, o en las duchas con agua isopolimerizada, o los desayunos con mermelada liofilizada en esa pedazo de mesa de reuniones... ¡Qué gran director, cómo juega con la sugerencia, qué sutil! Por eso le pongo un 3, por lo que hay en la película después de finalizar.

No veo mucha diferencia entre esta película y "Lock & Stock" (1998), del mismo director y guionista pero realizada dos años antes y con un reparto menos estelar. La película está bien, es dinámica y entretiene, con un estilo muy personal, diferente. Si no la has visto todavía, alquila antes la que te indico, "Lock & Stock": lo mismo pero contado con más frescura.