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España España · Madrid
Críticas de OsitoF
Críticas 2 086
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de agosto de 2020
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si ves dos veces una película de dos horas y pico y la disfrutas o valoras más, es que o la primera vez la viste sin la atención debida o que la película tiene algo realmente especial. O un poco de las dos cosas, claro. Me queda claro, ahora, que en su momento no pasé de la superficie de una película curiosa que, siendo una producción americana recreaba un caso policial en la Unión Soviética profunda durante la Guerra Fría. Quitando lo pintoresco que resultaba ver lo arcaico de los métodos de investigación de la época y el lugar, me pareció la película pasaba por los lugares comunes del cine policíaco adornado por el trasfondo de la historia trágico-romántica de los protagonistas.

Ahora veo que no. Por suerte, este verano de COVID las televisiones generalistas están emitiendo un peliculón cada noche y me dan la oportunidad de repasar películas que puntué en su momento, lo que me viene dando la oportunidad de ajustar cuentas y corregir errores. Para empezar, “El niño 44” es una película tipo río que fluye a lo largo de varias etapas vitales de Leo Demidov desde que alza la bandera roja en la cúpula del Reichstag el dos de Mayo de 1945 y se convierte en una rutilante estrella dentro del KGB, con privilegios al alcance de pocos en el paraíso socialista, hasta que cae en desgracia y es degradado y desterrado a un remoto paraje de Ucrania, donde se enfrenta a un claro caso de asesinatos en serie del que el régimen no quiere hacerse cargos, porque “eso solo pasa en el decadente Occidente”.

Al margen de lo bien recreada que está, de cómo reconstruye la época (mediados de los cincuenta) y los lugares (la majestuosidad de los edificios oficiales de Moscú y la miseria del campo ucraniano), es muy destacable lo bien que hace vivir el claustrofóbico y opresivo ambiente de la época donde todo el mundo es un posible delator y donde una simple denuncia anónima te podía conducir al Gulag. Las torturas, detenciones preventivas, las falsas confesiones arrancadas a la fuerza… y sobre todo la arbitrariedad de un régimen donde un día eres un privilegiado y al siguiente un paria. Donde el peligro viene de arriba, de unos jefes a los que hay que tener permanentemente contentos y de abajo, donde supuestos amigos envidian tu puesto. Comunismo en todo su esplendor.

Luego está la parte épica de elementos indomables peleando contra viento y marea por hacer justicia y encontrar al asesino con mecanismos rudimentarios (esa búsqueda en archivos llenos de papeles desordenados roidos por ratas) y contra los más miserables oportunistas que siempre medran en esa clase de totalitarismos. Aunque sean totalitarismos en nombre del pueblo.

Fascinante. Instructiva. Didáctica. A su manera, trepidante. Sorprendente. Brillante.
OsitoF
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4
5 de septiembre de 2014
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ciencia ficción no tiene más límites que la vergüenza ajena: ese es el principal problema de esta R.I.P.D., que es vergonzante, capaz de cargarse la sobremesa de una velada familiar y de que te miren con cara de decepción. -«¿Y para que nos pongas esta patochada te hemos pagado la universidad? », parecen decir sus ojos acusadores.

A la película no le falta imaginación, ni efectos especiales, ni un ben reparto… lo que le falta es un poco de perspectiva para darse cuenta que una mezcolanza sin más de “Cazafantasmas”, “Ghost”, “Little Nicky” y “Men in black” es demasiado batiburrillo como para soportarlo más allá de la media hora que tardas en darte cuenta de que la película es un petardo. Y es que R.I.P.D. nace como una comedia romántica de acción fantástica (o sea, ya de entrada un absoluto batiburrillo conceptual de libro) en la que un honrado agente de policía es asesinado a traición y a su espíritu lo nombran agente de policía en el más allá para devolver al infierno a las almas que se escapan, tarea que compaginará con intentar arreglar las cosas con su viuda e impedir un apocalipsis en la Tierra… buff, si es que la sinopsis lo dice todo, demasiada traca para tan poca película.

El problema de base de la película es que parece asumir que la ciencia-ficción, en sí misma, es divertida, interesante y entrenida cuando, error, es más bien al contrario: a las películas que son divertidas, interesantes y entretenidas se les perdona que sean ciencia-ficción en un mundo dominado por la cruda realidad, más dado a la prosa que a la lírico. Y qué queréis que os diga. Lo más bonito que puedo decir es que la historia de una policía del más allá que atrapa almas gamberras con coches mágicos y armas estrambóticas ya lo he visto en “Men in black” y lo menos bonito que es una payasada. Los efectos especiales son abundantes pero ni sorprendentes ni impactantes, mucha pólvora pero ya pasada de moda; la mascletá final me recuerda a los pobres cazafantasmas. Romance, poco y mal y gracia, la justa tirando a nada.

Un auténtico ful de Estambul... para el valiente que sea capaz de aguantar despierto o para seguidores del Astrocanal TV.
OsitoF
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3
8 de agosto de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En lo puramente artístico, producto rústico, simplón y de andar por casa: un guion frío con tan poca lírica como la columna de sucesos de un periódico de provincias, una realización funcionalmente tosca y unos personajes caricaturizados y sin más perfil que malos (la Guardia Civil y el Estado Español), buenos el conjunto de la sociedad vasca) y neutros (el resto de España). “Lasa y Zabala” pone el foco en uno de los episodios más oscuros y vergonzosos de la historia reciente de nuestro país, lo documenta con rigor forense y le exprime hasta la última gota de rédito político financiado por el Gobierno de las Vascongadas. No le niego cierto interés documental, aunque sí cuestiono que en las casi dos horas de victimismo sesgado que dura, te puedes leer un artículo de Wikipedia o similares con el mismo nivel informativo y te queda tiempo para profundizar en conceptos como los tiros en la nuca a los que no comulgaban con el independentismo vasco, las bombas lapa, los coches bomba, la constante intimidación personal, el vandalismo callejero, las coacciones a políticos no nacionalistas, el impuesto revolucionario y tantos otros matices de la lucha contra ETA en los que a “Lasa y Zabala” no le da tiempo a entrar.

Ni siquiera trata de dar algo de contexto a los GAL, una historia de chapuza nacional en consonancia con los intereses del film porque eso implicaría hablar necesariamente de ETA y, no nos engañemos. “Lasa y Zabala” no tiene intenciones artísticas sino el mismo afán propagandístico que otros productos financiados por el los diferentes Gobiernos de la Paz o, no sé qué es peor, elaborados altruistamente por indocumentados hipersensibles con la violencia que se lamentan con la misma intensidad del dolor de los que han perdido a un familiar en un atentado que de la incomodidad de viajar a otra provincia (cuando aún había una política penitenciaria decente) a ver a un asesino preso. Así que si un marciano hubiese aterrizado en el Pais Vasco en 2014 y hubiese asistido a alguna de las salas en las que estaba obligado proyectar la cinta para cogerse a la correspondiente subvención, llegaría a la conclusión de que Lasa y Zabala fueron dos alevines de la Real Sociedad secuestrados y asesinados porque sí por una secta clandestina de psicópatas dentro del ejército de ocupación español.
OsitoF
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6
6 de diciembre de 2022
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que Enola Holmes está empeñada en no dejarme indiferente y sorprenderme a cada momento, a veces para bien, a veces para mal y a veces para muy mal. De entrada, hay que destacar que no es un producto que viene a vivir del éxito de su predecesora y lleva las tramas a un punto más de madurez, acorde con la evolución física de sus personajes. No se empeña en congelar el tiempo y a la pobre Enola, sino que nuevamente considera que el espectador es suficientemente inteligente como para aceptar que la vida sigue y la gente cambia. Enola ya no es la niña tutelada por sus hermanos que buscaba a su madre y resolvía misterios infantiles, sino que ha creado una agencia de detectives con la que trata de ganarse la vida independientemente de su hermano. La película maneja bien la transición con una introducción convincente y sólida.

Poco a poco, “Enola Holmes 2” va convenciendo a propios y extraños de que es un producto con personalidad propia, ni simple relleno del catálogo de Netflix ni una rutinaria secuela. La película se muestra más redonda, puliendo defectos y reforzando las fortalezas. Desaparece el personaje desaprovechado de Mylock y el Sherlock de Henry Cavill recibe más minutaje, lo que debería dejar a todos contentos, sin que ello eclipse las tramas de la propia Enola. Libre de la tarea de presentar personajes, tenemos tramas más profundas y con más giros, generalmente afortunados.

Por un momento, “Enola Holmes 2” es capaz de convencernos de que va a ser capaz de equilibrar el compromiso woke de la productora con el sentido común. De hecho, la película lleva brillantemente el foco de la acción hacia las condiciones laborales de las mujeres en la Inglaterra de la Revolución Industrial, sin rezumar la habitual ideología de género o revanchismo de clases, dejando simplemente que la combinación de una intriga detectivesca plenamente integrada sobre ese trasfondo histórico, visibilicen el mensaje que la película quiere transmitir sin resultar cargante o anticlimática. En otras palabras, integra su mensaje dentro del entretenimiento generalizado que proporcionan diálogos chispeantes, montajes ingeniosos y acción bien rodada al que pocas pegas se pueden poner. El personaje de Enola, por su lado, muestra un empoderamiento objetivo e inapelable de lo que es el feminismo en su acepción más básica:igualdad de derechos y oportunidades.

Naturalmente, la campana wokstractora - ese runrún mental equivalente al ruido que hace la campana extractora de la cocina cuando te la dejas encendida que interfiere en el disfrute de una película cuando ésta sacrifica el ritmo o la narración para incrustar doctrina de género, raza u orientación sexual - está presente, pero de una forma diferente a su predecesora. Es como si en esta segunda parte, hubiesen cambiado el planteamiento y decidido poner la campana menos veces, pero a todo trapo. Yo creo que se agradece, se disfruta mejor de la parte 'limpia' del metraje, aunque el destrozo termina siendo similar: La primera vez no pasa nada, es una persecución a caballo ridícula que no tiene demasiado sentido ni impacto. La segunda influye en el impacto de una de las grandes revelaciones de la película, que puede ser descifrada aplicando descartes por cuestiones de género y raza… pero no es decisiva e, incluso, se puede considerar interesante. El gran problema, el gran destrozo capaz de hundir la película dos puntos como mínimo, lo provoca la tercera decisión. Consejo de buena fe: esperad a que salgan los primeros créditos y cambiad de canal. NO, repito NO, esperéis a las escenas postcrédito BAJO NINGÚN CONCEPTO.

En fin. Yo creo que tiene arreglo y es de las pocas veces que osaré decir que un autor tiene que enmendar su material: corten ese final. Hoy en día se puede: la película está en una plataforma digital, por lo que se puede ingestar en la cartelera la nueva versión y que todo quede como un mal sueño de los que ya nos lo hemos tragado.
OsitoF
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9
24 de enero de 2022
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conozco la trayectoria de Stan Lee más allá de algunos de sus cómics y de los personajes de las películas que se han puesto de moda, así que lo mismo digo algo incierto o inexacto, pero hasta donde sé, me parece que crear el personaje de Black Panther en los sesenta, una época donde el racismo estaba institucionalizado, tuvo muchísimo mérito. Un superhéroe negro en una sociedad dividida y en la que existía una segregación real representó auténtico compromiso con las libertades civiles, porque se arriesgó a boicots reales y fracasos económicos reales. O cosas peores. Además creo que, en un momento histórico donde el activismo de Starbucks se ha afianzado en muchos estamentos vitales y sociales, “Black Panther” representa el camino a seguir para alcanzar la igualdad y la diversidad de la que tanto se habla. El camino de la excelencia y la creatividad: pensar un personaje y TRABAJARLO para que encarne los valores que quieres predicar o visibilizar, atractivo para el público, con habilidades específicas y hacerle vivir aventuras y experiencias que resulten entretenidas al espectador.

Por supuesto, es más sencillo escribir tuits reclamando que Thor sea mujer, Iron man gay o Harry Potter un trans. O reclamar compañeros inclusivos para ellos. O estupideces como que el doblaje tiene que ser realizado por personas con la misma raza u orientación sexual. Pero, joder, si alguien quiere ver reflejada en pantalla su ideología, que se arremangue y lo trabaje. No soy tan ingenuo como para pensar que si Marvel ha dado a “Black Panther” el peso que le ha dado en el UCM no ha sido también para cubrir ciertas cuotas y blindarse ante críticas por ese lado. Pero el personaje en sí mismo es auténtico y su intrahistoria, su contexto histórico, le conceden credibilidad y autenticidad. i

Luego, además, la película es una pasada. La idea de una ciudad ultratecnológica en mitad de la jungla, además de seductora, representa todo un mundo de posibilidades en cuanto al arte conceptual a la hora de desarrollar una arquitectura, armamento, poderes, historia y mitología propias. Y Marvel, que rara vez desaprovecha una oportunidad, plasma en pantalla ese mundo con una propuesta casi onírica. En lo que se refiere a los sentidos, “Black Panther” es para sumergirse en ese mundo verde y futurista y no salir, descubriendo a cada momento detalles de la nueva civilización. En lo argumental, también las tramas se han trabajado bastante y ha terminado siendo la película más shakesperiana del UCM, reyes, herederos, aspirantes, golpes de estado, inseguridades, lealtades cambiantes, deslealtades y más introspecciones y búsquedas interiores de lo habitual.

Es verdad que hay momentos que, a nivel subconsciente, la película recuerda al Rey León, pero son pasajes puntuales. En la forma y en el fondo es una película cien por cien de superhéroes, aunque no siga el esquema típico de un episodio cero. Todo en la película funciona: los protagonistas, el entorno, los efectos, los giros dramáticos conforman un todo enormemente sólido. Sólo espero que en las inevitables secuelas, Marvel mantenga este rumbo y esta firmeza en los criterios.
OsitoF
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