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España España · Sevilla
Críticas de Lemmytico
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de octubre de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante, por mucho que digan Spielberg es uno de los mejores cineastas de su generación y uno de los grandes de todos los tiempos, sobre todo en lo que a cine comercial se refiere. Ahora bien, si algunas de sus grandes virtudes vienen de mantenerse fiel a los principios básicos del entertainment, también sus mayores defectos se derivan de esa fidelidad militante a la comercialidad.

Según se ha ido haciendo mayor Spielberg ha ido haciéndose más crítico, una saludable tendencia inversa a la habitual. Ahora bien, en lugar de dedicarse sólo a hacer dramones, como otros muchos, ha tendido a compaginar su visión crítica con una narrativa entretenida y comercial: enfatizando la estructura y el ritmo, describiendo personajes más bien sencillotes y bien delimitados, tendencia a la narración fabulística, explotando al máximo la técnica, compaginando -cuando no privilegiando- la dimensión lúdica con la expresiva... vamos, lo que viene siendo la tradición fuerte del cine hollywoodiense.

Y claro, esto puede dar lugar a pelis excelentes o a bodrios almibarados. Spielberg suele quedarse a mitad de los dos extremos. "Minorty Report" es otro ejemplo más, aunque también podían serlo "La Terminal" o "Salvar al Soldado Ryan", estando "Munich" más cerca del polo de excelencia e "Inteligencia Artificial" del bodrio.

A ver si me explico. Me gusta ver a Spielberg criticando el control social, la hiperdependencia de la tecnología y la deshumanización progresiva de nuestras sociedades. Me gusta mucho que lo haga con una peli plena de acción, intriga y aventuras. No me gusta que todo tenga que terminar bien por narices y que el malo siempre pague por su crimen, especialmente si para ello hay que recurrir a pegotes narrativos que restan credibilidad a la historia. Por ejemplo, y me contengo para no desvelar spoilers, que una persona normal y corriente se introduzca en una instalación gubernamental hipersecreta que unos minutos antes el superentrenado policía protagonista había considerado como virtualmente inexpugnable.

En fin, Spielberg: casi nunca defraudas, pero casi nunca eres capaz de llenarnos por completo. Y lo que más rabia da es saber que si quisieras podrías.
Lemmytico
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4
22 de marzo de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como amante de la literatura fantástica, la saga de Geralt de Rivia del polaco Andrzej Sapkowski era una de esas cuentas pendientes que sabes que en algún momento tienes que saldar. Además, haceos cargo, un tío con melena gris que reparte espadazos es algo en lo que definitivamente estoy interesado, aunque solo sea para poder hacer luego poses en el espejo. Así que cuando empezó la fanfarria en torno a la adaptación a serie, y cómo Netflix la consideraba su propio "Juego de Tronos", supe que era ahora o nunca. Así que me zampé los dos primeros libros ("El Último Deseo" y "La Espada del Destino") compuestos por los primerísimos relatos escritos por Sapkowski, en los que empezó a dar forma a su personaje más famoso y su mundo. Antes de que le diese los mismos aires de grandeza que a todos los escritores de fantasía que consiguen más de tres lectores y se lanzara a transformarla en una macrosaga de tropecientos volúmenes de setecientas páginas. Uno de los grandes vicios de este bendito género literario.

Otro de los grandes problemas de la literatura fantástica es que en general tiende a ser toda igual. Se tocan siempre los mismos temas, se utilizan siempre los mismos tropos y arquetipos, que si dragones, que si corrupción, que si el mundo de los hombres que se va imponiendo al mundo mágico, una y otra vez. Se saquea constantemente la mitología tradicional, la historia (te miro a ti George RR Martin) y, con mucha frecuencia, a otros autores. Así que en realidad lo que diferencia a un libro de fantasía de otro es el enfoque, que le dé un giro interesante a los eternos topicazos, además claro de lo bien escrito que esté. Lo que mola de la saga de The Witcher es que a lo mismo de siempre le da un tono sucio, que a veces recuerda al noir y hasta al spaguetti western por la cosa decadente y sudorosa. Hay sangre, palabrotas, cinismo y mala uva. Ahora es casi moneda común en la literatura fantástica, pero no a principios de los 90, cuando Sapkowski empezó a publicar. Junto a Martin y, algo después, Abercrombie, es el gran introductor de este rollo grim en la fantasía heroica. Bueno, en realidad eso ya lo hacía Robert E. Howard con Conan en los años 30, pero aceptemos que The Witcher no es Tolkien, ni incluso Moorcock.

Y bueno, la cosa está bien pero tampoco me ha frito la sesera. Al menos no lo suficiente para meterme entre pecho y espalda los otros siete libros con sus cientos de páginas. Entre otras razones porque el propio Geralt, la verdad, no cae nada bien. Es bastante niñato y un amargatti de manual. El rollo amores tormentosos me parece una cosa muy de adolescentes a estas alturas de mi vida.

Y así de bien documentadito me puse a ver la serie. Que es un desastre y una bazofia. La verdad, si esta era la apuesta de Netflix por atraerse a los fans de GOT me parece que han fracasado estrepitosamente. El material de partida es casi irreconocible, cogen los relatos pero luego los cambian, mutilan y deforman, y siempre, siempre, para peor. Parece como si lo hubiesen hecho a posta. A veces piensas que lo han hecho por darle las cosas masticaditas al espectador, vamos por considerar que el espectador medio es tonto y se lía enseguida si no le explicas todo como a un niño. Pero la mitad de las veces lo complican todo más y me extrañaría que nadie que no se haya leído los libros sea capaz de seguir tanto la trama principal como algunos de los capítulos, con líneas temporales superpuestas, extraños saltos narrativos, escenas que parecen faltar y otras estar añadidas sin que aporten gran cosa. Igualmente, a veces crees que rebajan el contenido original para no asustar a nadie, y luego te ponen algo mucho más escatológico o explícito sin venir a cuento. La verdad, no sé qué pretendían, pero seguro que les ha salido fatal.

Y luego, bueno, uno se acostumbra a que en las adaptaciones a la gran pantalla todo el mundo parezca más joven y guapo que en los libros. Pero lo de esta serie no es un fallo de casting, sino una auténtica hecatombe. Cavill se esfuerza, pero es de los que piensan que la intensidad emocional es poner cara de estreñido y voz de tener laringitis, como el Batman de Nolan, ese engañabobos. Eso sí, en comparación con los demás, un titán. Calanthe sin ninguna majestad, y del pobre Jaskier, convertido en un youtuber medieval, mejor ni hablamos.

Para colmo ni siquiera parece que le hayan puesto demasiada pasta. Los efectos especiales y la ambientación muy discretos y por momentos hasta me atrevería a decir que bastante cutres.

En fin, un auténtico fracaso tanto como adaptación como ficción por sí misma. Dicen que es la serie más vista en la historia de Netflix, pero me apuesto el tesoro de un dragón a que en la segunda temporada no queda ni la mitad de la gente. Yo entre ellos.
Lemmytico
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8
3 de abril de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo es el único juez fiable para valorar una obra de arte, también las pelis. Una comedia debe hacer reír, un drama emocionar y una peli de miedo asustar. Si después de décadas de haber sido concebida, una comedia sigue haciendo reír, un drama sigue emocionando y una peli de miedo sigue asustando, entonces podemos decir que nos encontramos ante un clásico.

"La maldición de Frankenstein" es exactamente eso: un clásico. Porque en 2011, cuando escribo esta crítica, sigue inquietando, repugnando, enganchando y asustando tanto como en 1957, cuando se estrenó. Tanto es así que mi mujer, que supera ampliamente la treintena, me ha dicho que teme tener pesadillas esta noche. Fabuloso.

La ambientación es espléndida, con una dirección artística que merece un aplauso. Una duración ajustadísima, donde no sobra (quizá hasta falta) ni un minuto.

Mención aparte, claro, para la absolutamente brillante actuación de Cushing, que merecidamente catapultó su carrera hasta el estrellato y, con el tiempo, hacia la leyenda. Su fabulosa interpretación es sin duda la clave de la peli, haciéndola subir muchos puntos en cuanto a credibilidad y calidad se refiere.

Cuanto debemos, en fin, a ese magnífico artesano que fue Terence Fisher. Uno de esos directores que se consideraban más currantes que artistas, que sabían darle a los estudios lo que pedían y hacerlo con el mimo y la precisión de quien le gusta hacer bien su trabajo. De esos que han pavimentado la historia del cine, a pesar de que raramente aparezcan en los manuales o en los libros especializados.

Gracias señor Fisher y gracias a la Hammer, por habernos dado tantísima diversión y entretenimiento, por tantísimo miedo. Por haber renovado los grandes mitos del terror, por haber constituido, junto a las pelis de la Universal de los 30 y 40, el mejor ciclo de cine de miedo.
Lemmytico
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6
27 de marzo de 2020
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de lo mucho que nos podamos quejar, yo incluido, es innegable que del machismo no se libra nadie. Por ejemplo, en cuanto vi que el año pasado le daban un premio a Michael Douglas por "El Método Kominski" me lancé a verla como un loco. Y mientras tanto, "Grace & Frankie" que trata de lo mismo, tiene también viejas glorias abriendo el cartel y ha sido igualmente nominada a tropecientos premios (y se ha llevado unos pocos), la tenía completamente fuera del radar. ¿Es porque está protagonizada por mujeres? Pues pudiera ser, para qué nos vamos a engañar. Pero, sin ser la octava maravilla, como relato del esfuerzo por llevar con dignidad los últimos años de la vida "Grace & Frankie" le da mil vueltas a las aventuras de pollavieja del hijo de Kirk. Es bastante más sensible, tiene muchas más cargas de profundidad y es bastante más rica y compleja.

A ver, es una sitcom. No busquéis "A Dos Metros Bajo Tierra" porque no es la misma liga y probablemente ni siquiera el mismo deporte. "Grace & Frankie" es amable, blandita, fantástica, comercial. Tienes que entrar a su juego. Pero dentro del género al que pertenece, se defiende con soltura. No es "Community", pero tampoco "Madres Forzosas". Y sí, "Las Chicas de Oro" hicieron lo mismo hace ya treinta años. Y sí, es "La Extraña Pareja" de viejos, pero en femenino. Pero y qué, ni que no se hubieran hecho pocas series de polis o abogados como para que nos hagamos cruces porque haya más de una de mujeres tratando de mantenerse en pie mientras su cuerpo deja de responderles.

Y bueno, a nadie se le escapa que el gran fuerte está en las dos protas. Ambas están fantásticas. Lily Tomlin es la que entra primero, con la que empatizas fácil. Porque su personaje es el pensado para lucirse, el gracioso. Es Phoebe de "Friends"*, ya de ancianita. Pero amigos, Jane Fonda está imperial también. Haciendo un poco de sí misma, claro, pero lo hace fantásticamente bien. Desprende sensualidad y poder, pero también fragilidad y flaqueza cuando el personaje se ve progresivamente derrotado por su propia vejez. Su personaje es el que aporta matices y riqueza a la serie, y se complementa estupendamente con el huracán humorístico que es Tomlin.

Los secundarios, eso sí, algo irregulares. Martin Sheen y Sam Waterston bien, claro, nadie podía esperar otra cosa. June Diane Raphael también muy divertida. El resto, pshe. No logras que te importen lo suficiente, la verdad. Pero tampoco molestan en exceso.

Otro punto fuerte es que no tiene demasiados altibajos. Cada temporada te plantea un escenario pero tampoco se producen giros narrativos bruscos, ni grandes saltos de tiburón. No tienes la impresión, cada día más habitual, de que la están alargando un poco artificialmente. Todo lo contrario: parece que Netflix le ha señalado ya la puerta de salida en 2021 con la que será su séptima temporada, y yo ya las estoy echando de menos. Te da la sensación de que todavía tienen muchas cosas que contar.

En definitiva, que si buscas un ratito de entretenimiento agradable con ocasionales cargas de algo más, esta serie es una buena opción.

*: La creadora de la serie es Marta Kauffman, una de las mentes tras la propia "Friends". Se nota.
Lemmytico
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9
21 de marzo de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película, injustamente olvidada a mi entender, que puede presumir de esa rara virtud que pocos consiguen: sublimar perfectamente el espíritu de su tiempo y, a la vez, resultar imperecedera. Lo cual la eleva a estatus de clásico.

Estamos en 1976, momento en el que el neoliberalismo (en sentido no sólo económico, sino también civilizatorio) empieza a asomar la cabeza, alzándose sobre dos derrumbes: el de las ilusiones revolucionarias de los 60 y principios de los 70 por un lado, y el del viejo capitalismo corporativo y paternalista por otro. La peli refleja maravillosamente cómo una nueva generación de tiburones mandarán a paseo todos los escrúpulos, la moralidad, la ley y todo lo que es bueno o simplemente humano, sacrificándolo en los altares del éxito y el dinero. El desprecio por el pasado, por las creencias y las ideologías, el énfasis en el aquí y ahora, en la urgencia desmemoriada... todos los polvos de los que vienen los actuales lodos en su misma génesis.

No obstante, también es una película sobre los derrotados del nuevo sistema: los ya mencionados rivales del capitalismo fordista y los revolucionarios de los 60, quienes son incapaces de resistir el empuje de los jóvenes neoliberales y que, de hecho, no pueden evitar verse arrastrados, e incluso literalmente seducidos por el nuevo orden. Pero también los propios jóvenes depredadores, que se revelan como víctimas del sistema que han contribuido a crear.

El reparto está simplemente colosal. Poco más se puede añadir, salvo resaltar la que quizá sea la mejor actuación de Faye Dunaway, que personalmente me gustó más aún que en "Bonnie y Clyde".

En fin, puro cine de la gran generación norteamericana de los 70, que con tanto éxito consiguiera mezclar atrevimiento rupturista, aprendizaje bien asimilado de los clásicos y crítica social no lacrimógena. Que pena que un director de tanto talento como Lumet (y otros muchos de su generación, como Pollack) vendieran su alma a partir de los 80. También es esto la película es premonitoria.
Lemmytico
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