Fiel a su cita bi-anual, Tarantino nos ofrece un nuevo exabrupto (uno más) al servicio de su vanidad. Su objetivo en esta ocasión es demostrar que es versátil, abordando un sub-género exprimido hasta la saciedad. Para ello no duda en prostituir la historia, empeñandose una vez más en demostrar a partidarios y detractores su espíritu transgresor.

Dado el nivel de creatividad e improvisación del cine contemporáneo, basta con un poco de 'ketchup', algún que otro letrero en amarillo chillón y unos dialogos de patio de colegio para causar sensación entre la chavalería.

A excepción de Christoph Waltz (sobresaliente), el resto de interpretaciones son de las menos memorables que recuerdo, y eso a pesar de que (al igual que Quentin) estoy bastante más que acostumbrado a bucear en el cine de serie-B.

En mi modesta opinión, la travesuras cinematográficas de Tarantno exigen un profundo estudio psicológico del individuo, mientras que 'Malditos Bastardos' no supone más que un nuevo pastiche al servicio de sus reiterativas "inquietudes"

Aftermath se recrea en las perversiones de un médico forense, agárrense que vienen curvas...
La extrema escabrosidad de este enfermizo y realista cortometraje español sobre la necrofilia hace que sus treinta minutos mal contados puedan convertirse en eternos para la inmensa mayoría de espectadores. Sólo para estómagos blindados.

Jane Fonda luce palmito en este clásico de la estética 'camp' (característico de la ciencia ficción sesentera), dirigido por Roger Vadim (especialista del cine erótico y pareja de la actriz en aquel entonces)

A día de hoy, el visionado de este psicodélico sub-producto motiva un lento debate interno entre la incredulidad y la vergüenza ajena.