Es una lástima que en una época en donde las buenas ideas escasean éstas no puedan llevarse a cabo de la mejor forma posible, ya sea por falta de presupuesto, por falta de talento o por otros factores.

Partimos de una trama más propia del thriller policíaco que del terror en la que personajes del gobierno argentino (empezando por su presidente) podrían estar supuestamente relacionados con una secta satánica y la brujería.

Quién irá desvelando los entresijos de esta conspiración es un programa de televisión de investigación al que nada más le queda un programa para ser cancelado debido a presiones institucionales. Estamos en la Argentina de los años 80, en la Argentina de la televisión en blanco y negro, como la fotografía y el juego con el aspect ratio (bien escogidos) nos quiere hacer partícipes.

La película empieza y avanza con cierta intriga, mostrando poco a poco lo que está ocurriendo, intentando ofrecer detalles que nos vayan sumergiendo en la historia. Nos muestra tanto lo que ocurre durante la retransmisión del último programa como lo que sucede con el grupo que se encarga de la investigación, escondido por miedo a represalias (tanto naturales como sobrenaturales).

El guion no es demasiado sutil y de vez en cuando avanza a trompicones, amén de tener un par de escenas demasiado crípticas. Quizá no sea el tipo de película que deba recurrir a esto. Las actuaciones, en general, dejan demasiado que desear y le restan calidad al producto sacándote de la inmersión en bastantes momentos. En mi opinión faltan elementos de terror o más referencias (visuales) a lo que se está investigando. Aún así se ve con cierto interés gracias a la potencia de la trama.

Parece obvio que el presupuesto fue muy ajustado. Será interesante ver de qué es capaz este director con uno mayor.

No tiene mucha historia. El argumento es la sinopsis y no hay más, el guion son varias frases vacías y cuatro diálogos de besugos. Los actores, en general, incluso para los estándares de sobreactuación oriental, son bastante malos. Algunas escenas, como la del presidente y el general hablándole a la nación, dan vergüenza ajena, pero...

Pero todo esto da igual, sería demasiado bueno para ser verdad si alguna de las anteriores afirmaciones no fuese cierta. Si hubiese un par de escenas creíbles de gestión del virus por parte del gobierno o si el guion hubiese estado más trabajado. El ritmo frenético, la inmensa cantidad de litros de "sangre" utilizada y salvajadas varias harán disfrutar de lo lindo a cualquier aficionado al gore, incluso a los más exigentes. Las escenas sangrientas están muy bien hechas y parece bastante artesanal todo, lo que le da un plus, en mi opinión, de verosimilitud. La única pega que le pongo a esta orgía de sangre y vísceras es que quizá va un poco de más a menos, pero tiene momentos realmente cañeros que harán las delicias de los mayores fans de este subgénero.

Esta segunda parte supera en pulso cinematográfico a la primera. El director demuestra más pericia en el guion (porque el tipo también escribe), la dirección de actores, en el montaje y la música escogida; el apartado sonoro también es bastante bueno. En mi opinión, también supera a "Impetigore".

La historia es una continuación de la primera en un ambiente totalmente distinto lo que hace que no sea imprescindible ver la primera parte aunque sí recomendable por aportar cierta información.

Los momentos de tensión y horror están logrados, los diálogos son buenos y permiten fomentar la química entre los numerosos protagonistas, el ritmo está bien medido y los sustos están bien metidos, no son excesivos y sí son los suficiente escalofriantes para construir un buen acabado, para mí los mejores momentos de la película junto con su inicio y parte del final.

El grandísimo "pero" que le pongo es su exceso y abuso de planos demasiados oscuros por momentos y de luces intermitentes, llega a ser un poco frustrante. Aún así es un producto perfectamente disfrutable para quienes están un poco cansados del cine de terror occidental y sus convencionalismos.

El argumento se centra en que el protagonista tiene que hacer una vigilia nocturna durante cinco horas a un muerto reciente en una casa siniestra habitada por la esposa del fallecido, la cual es una mujer demenciada. Ya tenemos unos cuantos topicazos en este breve resumen.

Obviamente empiezan a suceder situaciones sobrenaturales y, para cualquiera que ya tengamos cierto bagaje en este tipo de cine, no va a haber realmente nada que nos sorprenda excepto el apartado sonoro, que es magnífico.

Todo lo demás es un encuentro de lugares comunes y situaciones vistas unas cuantas veces, la única novedad que destacaría es que el transfondo religioso se base en creencias judías. Aunque existe filmografía al respecto, incluso algún reconocido clásico del terror, es bastante escasa comparada con el resto de religiones.

La película está bien rodada en general, pero el montaje, en ocasiones, alarga demasiado las escenas de suspense sobrapasando con creces esos picos donde es necesario mostrar el desenlace. Aún así es una película corta y es que no hay mucho que contar. Es un digno intento, pero no sorprenderá a nadie que tenga un mínimo recorrido en el cine de terror sobrenatural.

Un monstruito que viaja a través de la luz y las pantallas (y se hace llamar Larry, típico nombre de monstruo) quiere ser amigo de nuestro pequeño protagonista autista (mini-spoiler: a ninguno de los dos se les da bien hacer amigos).

El terror consiste básicamente en: luces intermitentes que se apagan, muebles que se mueven y puertas que se cierran solas. También en subidas de volumen cuando, de repente, aparece algo. Larry es un CGI bastante cutre.

Guion sin tensión, personajes totalmente planos excepto el niño protagonista cuyo pequeño actor no lo hace mal y es lo único salvable junto con la parte sentimental del final, que, aunque predecible, sí consigue algo química.

No merece la pena.