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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5 255
Críticas ordenadas por utilidad
7
11 de diciembre de 2016
49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
238/07(07/12/16) Buen y sugestivo film del coreano Park Chan-wook, turbador relato mezcla el thriller erótico, misterio, romance, y todo en equilibrio narrativo, apoyado en fascinante ambientación, de una elegancia exquisita, y apoyándose en un cuarteto protagónico vibrante, sobre todo en el apartado femenino, las deliciosas Min-hee Kim y Tae-ri Kim. El sinuoso guión del propio director y de Seo-Kyung Chung (“Sympathy for lady Vengeance”) adapta la novela “Figersmith” de la galesa Sarah Waters, cambiando de la época victoriana en que acontece el libro a la corea bajo la ocupación japonés en el SXX. Relato de tintes psicológicos que analiza las complejas relaciones humanas que se pueden dar en condiciones extremas, ahondando en las perversiones sexuales y en como el amor puede ser arbitrario.

Relato triangular, visto desde tres puntos: Primero será el de la doncella, Sooke-Tamako, la conoceremos, asistiremos a como gradualmente crece su relación con la Sra.; Segunda parte los hechos desde Hideko, conoceremos su infancia, seremos testigos de su posible futuro en manos de su tío, mediante perturbadores flash-backs, de cómo este utilizó a su tía (So-ri Moon) como su monitora sexual, cómo esta era una singular narradora de relatos eróticos ante una audiencia de élite; Tercer y último segmento se unirán las dos visiones para avanzar a un potente clímax final.

La cinta explora con bisturí envenenado a las clases altas, su hedonismo, su hipocresía, su corrupción moral, su arrogancia clasista, y esto es desarrollado por el realizador con un sentido lírico-visual exacerbado, brotando de cada fotograma un sentido estético sibarita, con momentos que manan sensualidad escalofriante, ello enmarcado en sugerentes juegos de seducción, de inteligencias, de manipulación de poder, de sometimiento, de dominación, de intentos de emancipación, donde los sentimientos son retorcidos en aras de verdades y medias mentiras, traiciones y lealtades de conveniencia, ello salpicado de intriga, misterio, y giros de guión desconcertantes, gracias ello a un hábil libreto, que deconstruye mordazmente las obsesiones sexuales, auscultando el amor que nace de la lujuria, de la complicidad, sabiendo el director puntear la narración de humor oscuro, en una evolución que te atrapa en sus malsanas redes, con un ritmo sereno pero fluido, donde lo imprevisible te hace estar alerta y no desconectar. Esto se produce desde su potente arranque, donde nos sentiremos Sooke, como ella nos inquietaremos por este universo extraño en el que entra, una mansión decadente extraña, de fachada victoriana y de interiores japoneses, nos sentiremos intrigados por este perturbador escenario, y a medida que avanza la trama nos sentiremos un tanto desconcertados por las sorpresas que encierra este “caramelo”. El realizador crea un microuniverso potente en su energía: Mansiones decadentes victorianas, turbadores marionetas sexuales, psiquiátricos mugrientos, guantes negros fetichistas, dedales dentales, tintero, pañuelo, libros eróticos, para el pelo, corsés, bolas chinas, cerezo del ahorcada; todo esto incrustado en una historia con efluvios sadomasoquistas, donde las fantasías sexuales priman sobre la realidad.

Filmando con una elegancia y sofisticación estremecedora (por momentos), experimentando en cierto modo sobre una idea similar a la “Rashomon” (1950) de Kurosawa, encarando una historia desde distintos prismas de los protagonistas, pero en este caso no son versiones filtradas por los narradores, en este caso no son versiones, es poner la cámara en un lado u otro de la verdad y de este modo los hechos tienen diferentes acomodos. Al contarnos la historia desde diferentes lados hace que la cámara casi se comporte cuasi-acariciando a los personajes, esto hace que nos sintamos en cierto modo muy cerca de la piel desnuda de las protagonistas, asimismo juega con recursos que me recuerdan a “Memento” (2000) de Nolan, por lo de gotear elementos inquietantes por el metraje como la soga en el árbol, y que después nos enteramos su significado.

Curioso ver como hay quien ha visto un ejercicio de machismo, esto apoyándose en el modo exquisito de rodar las escenas de sexo entre las dos amantes, recurriendo a clichés fantasiosos masculinos. Pero esto solo es una percha esteta, cuando en realidad (bajo mi modesto ver) todo es una oda a la libertad femenina, a sus ansias de emancipación del yugo hetero-patriarcal, de cómo la mujer puede ser más inteligente que el hombre, de cómo puede escoger a quien amar, sin ser esclava de las normas sociales impuestas, donde los hombres son unos pervertidos misóginos autoritarios, y donde la mujer es la única capaz de disfrutar de su cuerpo, del sexo. Park edifica un microuniverso regido por hombres dominantes, que usan a la mujer como objeto sexual, sin atender a sus sentimientos, y donde este darwinismo de roles será socavado por estas dos féminas, dos valientes que han decidido destrozar estas imposiciones para apartar a los hombres de su camino, derivando en un canto al amor puro, a la libertad y a la emancipación sexual.

Todo esto lo bueno, pero la cinta peca de cierta irregularidad que le impide elevarse más. Empezando por un metraje desmedido, para un relato que no da para tanto, esto hace que sea difícil mantener el nivel de atención, sobre todo cuando hay bastante redundancia, regodeo, cuando en muchos tramos el envoltorio estético devora a la historia, provocando inevitables bajones de ritmo, no hay recursos narrativos para tanta duración, lo cual implica que haya remansos que se hacen densos, esto se hace notorio en su tramo final, en que no alcanza a magnetizar al espectador, por la saturación de efectismo visual. Tampoco ayudan unas situaciones un tanto forzadas en su desarrollo orgánico, manipuladoras y tramposillas, a las que hay que darle licencia de corso para seguir con el disfrute de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5
4 de enero de 2016
75 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
213/16(28/12/15) Fallida cinta de Quentin Tarantino, teniendo en cuenta la mido por lo que se espera de él, un western atípico, pues el género solo parece un McGuffin, el imán en el que enganchar al espectador, pues más bien parece una especie de obra de teatro versionando un libro de Agatha Christie, por supuesto con un misterio por desvelar. Posee un arranque atractivo, con ese marco incomparable de un vasto territorio de montaña nevado y surcado por una diligencia de seis caballos, con esa presentación del personaje de Samuel L. Jackson, la de Kurt Russell, la de Jennifer Jason Leigh y el posterior de Walton Goggins, tras este inicio se cambia de registro para que el ochenta por ciento del metraje suceda en una gran habitación, donde se suman más personajes, la tensión está latente pero a fuerza de hablar y hablar comienza a caerse, ello también por culpa de unos personajes bastante adustos, grises, que hacen de la amoralidad su modo de ser, esto nos aleja de la trama, cayendo por momentos en lo peor, el aburrimiento, algo que debía ser sacrilegio para QT, y es que mi es que es una historia sin fuerza, sin ambigüedades, sin complejidades, todos son malos, detestables, agrios, y lo que es peor lo que te cuentan carece de profundidad, de poder de sugestión, hablan y se matan, y entre medio nada de sustancia. A lo que se suman actores desaprovechados, un ritmo que discurre a trompicones, con una duración megaexcesiva para lo poco que cuenta, la síntesis no es el fuerte QT, una violencia extemporánea, con un gore que da grima, nada aporta más allá del impacto visual, dando munición a aquellos que piensan que hace apología de la violencia, pues aquí adolece de justificación.

La historia acontece poco después de acabada la Guerra Civil USA, en el centro del relato está una parada de diligencias, Minnie´s Haberdashery, en Wyoming de camino a la población de Red Rock, al que van a parar un puñado de personajes durante una gran tormenta de nieve que les impide continuar su camino. Allí llega un cazarecompensas, John Ruth (Kurt Rusell), con su presa, Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), otro cazarecompensas es el mayor unionista Marquis Warren (Samuel L. Jackson), con 3 muertos, un hombre que dice ser el próximo sheriff de Red Rock, Chris Mannix (Walton Goggins), el general confederado Sandy Smithers (Bruce Dern), el hombre que dice ser el verdugo de Red Rock, Oswaldo Mobray (Tim Roth), un mexicano, Bob (Demian Bichir) y Joe Gage (Michael Madsen), un pistolero.

Parece QT inspirarse en sí mismo para la premisa del relato, lo de encerrar a un grupo de tipos duros en un lugar, como ya hizo en su debut en cine con “Reservoir Dogs” (1992), y recurre a los flash-backs para juguetear con los tiempos, como ha hecho en la mayor parte de su filmografía. Nos habla del racismo, de la delgada línea que separa la justicia del linchamiento, de la hipocresía de las leyes, de las huellas que dejan las guerras acabadas (oficialmente, pero no entre las personas), y sobre todo de la delgada franja que separa el bien del mal. QT hace una alegoría con la posada Minnie, la hace una especie de limbo-purgatorio donde deben van a parar un puñado de tipos malos de diferentes condiciones sociales y razas antes de ir al Averno. Un cineasta que admira a Sergio Leone es paradójico, que al contrario que el italiano que dotaba de laconismo taciturno a sus protagonistas, QT les dé una labia incansable, y lo peor aquí es que resulta cansino, pues cae en la redundancia, en un bucle inacabable, de situaciones repetitivas, lo cual repercute en su ritmo, provocando que cuando llegue el clímax final el espectador (por lo menos yo) este alejado de la historia y le dé igual lo que les pase a los personajes, si mueren, viven o son mediopensionistas, la duración se alarga hasta parecer infinita, pues se atranca. QT se sirve del contexto del tiempo, la reciente post-Guerra Civil para mostrarnos las grietas aún existentes entre vencedores y vencidos, y sobre todo entre negros y confederados del sur, esto estaría bien y si lo manejara con sutilidad, pero es mostrado con brocha gorda, con trazo grueso, coronado por la historia que cuenta Marquis sobre el hijo del General confederado y el mismo, sobre como lo hizo andar por el monte nevado desnudo para acabar obligándole a punta de pistola a .., lo siento, pero yo a esto lo llamo vulgaridad y mal gusto, no tiene gracia, asimismo parece que QT tiene fijación por los penes de los negros, como ya demostró en “Django encadenado”. Todo esto coronado por un final anticlimático y tosco, pareciendo una glorificación de la violencia, de tomarse la justicia por tu mano. También se puede hablar de su narcisismo y endiosamiento en el que parece haber caído, como esos adanistas créditos iníciales en los que remarca que es su octavo largometraje, un acto de pedantería, a lo que se añade su voz en off en el último tercio, sin sentido alguno, sin razón orgánica para ponerla, solo parece tener el sentido pretencioso de incluirse él en la acción, esta voz aparece en un flash-back que resulta tan innecesario como la voz, aporta de poco a nada, un artificio que se siente metido con calzador.

Tarantino como es habitual en él cuela en sus obras homenajes a su cinefilia, como a Sergio Leone, con esa imagen del principio con la cámara tras una cruz, inspirada en “Por un puñado de dólares” (1964), o planos subjetivos en primera persona influenciados por “El Bueno, el Feo y el Malo” (1966), o a “Centauros del desierto” (1966) de John Ford, en la toma desde el establo enmarcando el exterior por las puertas, e incluso bebe de “Carrie” de Brian de Palma (1976), por una de los rostros que se le quedan a uno de los protagonistas. (sigue en spoiler)
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TOM REGAN
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8
22 de julio de 2009
43 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
265/32(21/07/09) Excelente obra del excelente Joseph Losey, para obsequiarnos con el mejor trabajo de Alain Delon (también productor) como actor, hasta él lo apunta así. Un trabajo que recuerda a "El proceso" de Kafka y con un toque Berthold Brecht en su moraleja de que no te importan los demás hasta que vienen por ti y ya no hay quién te pueda ayudar. El argumento se centra en Robert Klein (Alain Delon) un anticuario que vive en el París ocupado por los nazis, reside en un piso de lujo, rodeado de obras de arte, le compra a judíos cuadros a precios bajos aprovechando que tienen que huir, Klein es un tipo apolítico que no le afecta lo que pasa a su alrededor hasta que recibe una publicación sionista al confundirle con otro Sr. Klein que es hebreo, la policía comienza a hostigarle por ello y él empieza a investigar quién es este misterioso individuo, estas indagaciones le llevan a un callejón sin salida donde todo resulta kafkiano. La historia es un maravilloso retrato de lo que aconteció en Francia durante estos oscuros años, años en que hubo gente que se aprovecho de las desgracias de otros para su enriquecimiento, otros que les resulto indiferente y otros fueron los que sufrieron representado de forma colosal en la última escena en el velódromo. Su puesta en escena es un gran acierto transmitiendo en todo momento el grado de intriga necesario, en el que la tensión se puede mascar, traspasa la pantalla, ayudado por la gran interpretación de Alain Delon que en todo instante el grado de desorientación, nos sentimos como el perdidos en un proceso monstruoso en el que la única salida parece ser encontrar al verdadero Sr. Klein pero que cuanto más cree acercarse a su homónimo más se siente reflejado en él. El film está rodeado de una atmósfera asfixiante apoyado en la gran fotografía de Gerry Fisher, de tonos apagados que nos sumerge en la dramática narración. En el guión se nota la mano del combativo Costa Gavras, luchador en contra de los totalitarismos y experto en la denuncia social. Recomendable a los que gusten de films que no dejan indiferente, de calado, te hará pensar, que está de más. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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10
13 de septiembre de 2013
44 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
151/18(27/08/13) Stanley Kubrick con esta Obra Maestra tocó la cima del sibaritismo, clásico imperecedero, hito fílmico incomparable con nada hecho hasta entonces. Influyente como todo el cine de SK, el mayor fresco de la época jamás filmado, épica que sigue los avatares de Redmond Barry como vehículo transmisor de la superficialidad y decadencia de este microcosmos, son lienzos de una belleza pictórica Icónica en el Cine, adornado por un repertorio de música clásica apabullante. Fue el mayor fracaso comercial de SK, con grandes pérdidas para la Warner, el tiempo, juez imperturbable la ha colocado en el Olimpo que se merece.

Seguimos a un buscavidas del SXVII, al comienzo es un inocente idealista, movido por el amor puro, pasan los años y se torna en ambicioso y codicioso, buscará hacerse sitio entre la nobleza, tendrá una odisea vital de subidas y bajadas, intentará aprovechar sus oportunidades, tendrá duelos, estará en el ejército inglés, combatirá en Europa en la Guerra de los 7 años franco-prusiana, desertará, estará en el ejército prusiano, será espía, jugador de fortuna, se casará con una viuda rica, y más, mostrándonos un mosaico de esta fútil época.

SK ofrece un MAGNO fresco de un tiempo decadente, una puesta en escena refulgente, muchas escenas son contemplativas, reflejan una sociedad que se relame en su opulencia vacía, rebosante de hipocresía, inundada de nada, microcosmos retratado por SK con cinismo y mordacidad. Arremete contra varios elementos que considera el cáncer de la Humanidad, el despotismo y los privilegios de los poderosos, la manipulación del estado, la violencia como forma de entendimiento entre las personas, las luchas de clases. Rodado con un mimo y delicadeza que abruman, habiendo tramos en que la pausa ha de cultivarse para disfrutar con la belleza exquisita que nos ofrecen. La voz del narrador en off (Michael Horden, en español José Luis López Vázquez), consigue un efecto de frialdad cuasi-etéreo, esto lo hace para que no nos impliquemos emocionalmente con ellos y podamos sentir su fatuidad, este narrador llega a adelantar acontecimientos, pero traducidas sus palabras en imágenes consigue un efecto mágico de un poderío inmenso.

‘La Suerte De Barry Lyndon’(1844) de William Makepeace Thackeray, de los escritores más reputados de la época victoriana, se inspiró en un cazafortunas irlandés, Andrew Robinson Stoney, se casó y divorció de la Condesa de Strathmore, Maria Leonor Bowes, conocida como ‘La Condesa Infeliz’. SK lo guionizó incorporando elementos que cambian y enriquecen la obra, la novela es narrada en primera persona por Barry, siendo parcial y poco fiable, en el film es un narrado en tercera persona, ajena a los hechos y objetivo, Thackeray baña el libro de un aire picaresco-cómico, Kubrick dota a su historia de un halo trágico, con un patinado bastante crítico. Añade el espléndido duelo final, no presente en el libro, siendo de este modo el argumento circular, comienza con el duelo del padre de Barry, por un duelo comienzan sus desventuras, Barry se hace especialista en duelos, y acaba en un duelo que es la catarsis final del protagonista. SK suprime una de las grandes motivaciones de Barry de la novela, con la muerte de su padre la familia perdió su fortuna y él aspira a recuperar la buena posición que tuvieron. Hay algunos cambios más, como que Kubrick acaba antes que el libro. SK divide la Obra en dos actos, en el primero somos testigos de las aventuras de Barry por Europa, caídas y subidas, el ritmo es más rápido por momentos trepidante en el segundo, no para de haber giros, se suceden escenas bélicas, huidas, hermosas partidas de póker, hasta que consigue el preciado premio de una esposa rica y de nobleza, logra el título de Lyndon, y llega el segundo acto el ritmo decae, el vacío existencial es reflejado por SK de modo descomunal, la ociosidad y la degradación moral llevan a Barry a una caída anunciada.

SK se apoya en unos magnos artistas, fue fotógrafo antes que cineasta y se nota, el fotógrafo es el gran John Alcott (tiene un cameo en la escena en que Lord Bullingdon va al Club de hombres a retar a Barry, es el hombre dormido en una silla de ruedas) que compone lienzos epicúreos encuadrados de modo cuasi-hipnótico, inspirándose en pintores del SXVIII como los galos Antoine Watteau, Jean Simeon Chardin, los ingleses Thomas Gainsborough, Joshua Reynolds, William Hogarth, George Stubbs o John Constable, crea pinturas rebosantes de detalles, te hacen no despegar la vista bajo el ‘Síndrome de Stendhall’, nos sentimos como si entráramos en la Catedral de Notre Dame, nos empequeñecemos. Sublimes en secuencias exteriores de gran beldad natural, ensalzando los paisajes, excelsos en interiores rodándose casi sin luz natural, pues aunque se diga que fue rodada sin iluminación artificial es cierto a medias, se utilizo la mínima posible, aunque la escena antológica de cientos de velas no se usó. Para alcanzar este efecto cuasi-onírico Alcott trabajó con lentes Zeiss-16 (utilizada exclusivamente en misiones lunares del Apolo) prestadas de la NASA, la apertura del diafragma era enorme, dio lugar a antológicos zooms en retroceso, recogían con delicadeza los colores de modo natural. Ayudado del gran diseño de producción de Ken Adam y la dirección artística de Roy Walker, nos paseamos palacios, castillos, jardines, barrocas salas, lagos, ríos, campos de batalla, extraordinario, sumado a uno de los trabajos de vestuario más protagonistas y sobresalientes de la Historia del Cine, el de Milena Canonero junto a Ulla-Britt Söderlund, 65 sastres estuvieron trabajando seis meses según modelos originales, a esto se le añade el magnífico maquillaje y peluquería.

Y está el soberbio repertorio de música clásica, adaptado y dirigida por Leonard Rosenman, suenan Juan Sebastian Bach, Vivaldi, Paisiello (‘El Barbero De Sevilla’), Mozart, Schubert, el ‘Piano Trio’ leit motive de Lady Lyndon,… (continua en spoiler por falta de espacio)
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TOM REGAN
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10
25 de septiembre de 2009
43 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
323/30(24/09/09) Una Obra Maestra del séptimo arte, comienza en las antípodas de donde va a culminar, discurre en medio de un clima jovial, de vitalidad, como tomándose la guerra por algo banal, guerra que no vemos hasta su última media hora, pero es que en esa última media hora es antológica, donde el cine consigue que nuestras sentimientos estallen, derivando en un final en el que serás de piedra si no te emocionas, uno de los más grandes finales de la Historia del Cine, Homérico. El Gran Peter Weir nos regala uno de los más grandes alegatos antibélicos que se hayan realizado jamás en cine, recuerda bastante a "Senderos de gloria" por la forma tan insignificante con la que los altos mandos tratan a los soldados, aprovechándose de su inocencia los llevan a lugares de los que nunca han oído hablar para luchar por no se sabe qué motivos y para morir no se sabe con qué objetivo, esto nos lo explica muy bien un diálogo que tienen los amigos con un tipo mayor que no sabe que hay conflicto, que encuentran por el desierto australiano que pondré como epílogo en el spoiler y que es una radiografía brutal de lo que son las guerras. El film es la épica historia de amistad entre dos muchachos australianos en 1.915, en pleno conflicto de Gran Guerra, corredores de atletismo, que se encuentran por casualidad en una carrera en el Oeste de Australia, uno tiene 18 años, Archy Hamilton (Mark Lee), es un idealista que quiere unirse al ejército para luchar en la contienda, el otro, Frank Dunne (Mel Gibson) es un pragmático que es reacio a unirse a una guerra en la que no cree, le queda muy lejos, aunque después los acontecimientos le empujan a ello, los dos después de una parada en El Cairo van a parar a la península de Gallipoli donde se estaba llevando a cabo una de las más sangrientas batallas de toda la guerra. La química que se establece entre los dos personajes es colosal, transmite amor fraternal, realizan tanto Gibson como Lee unos trabajos soberbios, Gibson demuestra que es un enorme actor que irradia carisma, una personalidad brutal, liderazgo, sublime, traspasa la pantalla, utiliza el lenguaje corporal de forma antológica, descomunal, Lee no le va a la zaga y nunca mejor dicho para dos corredores, brilla en su rol de idealista que piensa que no es malo morir por tu Patria, transmite pasión, simpatía, se empatiza con él fácilmente nos alegramos con él y sufrimos con él, asimismo destaca Bill Hunter en su papel de Major Barton.
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TOM REGAN
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