Un remake donde Ben Stiller se dirige a sí mismo como protagonista en un papel de oficinista que supera su vida gris mediante una serie de hazañas nada realistas como la de tirarse al agua desde un helicóptero en pleno mar de Groenlandia zafándose además de un tiburón asesino, subir a los Himalaya cruzando zona de guerrillas encarnizadas, y otras del estilo.

El film quiere transmitir fe en la humanidad y "buen rollismo", pero como tengamos que reafirmarnos y ganar autoestima siguiendo el método de Walter Mitty me parece que pocos vamos a lograrlo ni superar las pruebas que la película nos propone... menos mal que las imágenes de montañas y valles son espectaculares.

Una película muy en la onda Podemos: la casta ha huido de la tierra que es un gran estercolero, los Angeles está en manos de los chicanos (podrían ser venezolanos), y la gran diferencia entre los dos mundos -la Tierra parece bastante divertida a pesar de los pesares- es el acceso a la sanidad...

Un mix de ciencia ficción de Blade Runner (Tierra como suburbio) pero sobre todo Johnny Mnemonic (información trasportada en el cerebro, la figura del mercenario lleno de implantes, las ordas insurgentes medio mafias de barrio)...y mucha biónica que yo diría desfasa bastante con el tipo de robots que aparecen...

Una noche de una pareja de recién conocidos paseando por Viena mientras van conociéndose. Muy bien hilada la lógica de los amantes que al final parece que es universal, seguro que os sentís identificados... y la pregunta del millón: ese encanto del descubrimiento profundo del amor ¿puede ser para siempre?

Mi película favorita a los 17 años, aunque ahora me preocuparía que un hijo mio de esa edad la tuviera como tal. Misticismo pies negros con un toque existencial y celta: sin duda genial...El testamento que se lee al final de la película da para interesantes reflexiones, no lo dejéis pasar sin atención.

Una buena historia que plantea de forma más seria lo que aquellas otras películas de Regreso al Futuro o los 12 Monos. Basándose en alguna propiedad cuántica de la materia se plantea que con un cerebro en muerte clínica se pueden exprimir los últimos 8 minutos de otro cerebro muerto totalmente, en este caso el primero, el de un militar que asume la memoria de un pasajero muerto en un atentado a un vagón de cercanías de la ciudad de Chicago.

Una bonita reflexión de cómo el futuro puede modificar el pasado como ya insinuaron Bergson, Bloch y otros tantos, además siendo el amor el impulsor de este cambio retroactivo la cosa es todavía más verídica. Y en cualquier caso, una afirmación más del libre albedrío humano capaz de cambiar las cosas, en este caso de forma retrospectiva, aunque para mí no sea realmente el libre albedrío el "quid" de lo humano que de forma casi caprichosa decide lo que quiere hacer, sino el deseo, el de lo todavía-no-consciente de Bloch, el deseo de utopía que nos hace querer lo mejor para la especie, para el planeta o incluso para el universo, aunque no seamos nosotros los que elijamos... o ¿quizá sí?