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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2 004
Críticas ordenadas por utilidad
3
22 de abril de 2014
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este film de acción y mucha violencia, dos hermanos gemelos se encuentran tras veinticinco años separados, pues al nacer sus padres fueron asesinados por unos criminales de la mafia china por intereses económicos. Uno de ellos, Chad, fue criado en París con un tutor, y Alex vivió en Hong Kong donde hace robos de tres al cuarto, de coches de lujo, etc. El asunto es que ambos desconocían la existencia del otro y coincidentemente, ambos se han convertido en expertos luchadores de karate y otras artes marciales en el tiempo que estuvieron separados. Por lo tanto no sólo son iguales físicamente, sino que ambos pueden golpear a diestro y siniestro con toda la técnica del mundo, tal vez por eso se llama “doble impacto” (Double Impact).

Se trata de una más que mediocre película dirigida por Sheldon Lettich, con pésimo guión del propio Lettich junto al actor de la cinta Jean-Claude Van Damme. Música ad hoc de Arthur Kempel y una fotografía decente de Richard H. Kline.

La película carga sobre las espaldas del atlético pero mal actor, Jean-Claude Van Damme, quien por ser de Bruselas (Bélgica) y por su físico es apodado como "The Muscles from Brussels" (Los Músculos de Bruselas). Se trata por tanto de un actor atlético, experto en kárate y ballet, etc., y que triunfó como estrella de acción con Frank Dux en “Contacto sangriento” de 1988. Y siempre hizo este tipo de cintas de golpes a troche y moche. Entonces lo que cabe decir es que si alguien quiere pasar casi dos horas de mamporrazos, tiros sin fin, alguna escenita de sexo y autos triturados, amén de ganar los buenos y quedar los malos hechos papilla, pues está en su derecho. Yo confieso que la vi entera; pero llegando al final, tuve una sensación un tanto oscura de haber estado perdiendo el tiempo soberanamente, pues que a mí me gusta el cine, siempre y cuando sea de cierta calidad.
Kikivall
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6
9 de junio de 2013
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película cuenta la historia de Jon, un adolescente rebelde e intratable que es expulsado del colegio y al que su madre (Maribel Verdú) envía a vivir con su abuelo Max (Fernando Valverde) a un pueblo de costa, para procurar al joven un modelo masculino que le ponga en vereda.

La película es correcta en su dirección a cargo de Gracia Querejeta, con una música muy apropiada, buena fotografía, pero sobre todo cuenta con la excelente interpretación de Maribel Verdú que es la que hace más creíble la historia, y tampoco está mal Fernando Valverde.

El guión es un poco cortito y algo forzado, sobre todo al final, pero sabe tocar los puntos principales de una trama de familias, con madre viuda, abuelo ex-militar que ha abandonado a su señora, novia policía del abuelo con su propia conflictiva conyugal y familiar, la problemática habitual de un adolescente sin padre (éste se suicidó cuando él era niño); en fin, filias, fobias, temores, conflictos cruzados en una película de buena factura pero sin grandeza. Correcta, pero sin la suficiente altura. No obsta para que yo la recomiende, sobre todo a los padres que tienen hijos adolescentes, y a los propios adolescentes.

Quiero decir por último, que esta película se quedaría a medias si no fuera por el convincente papel en la misma de Maribel Verdú. Y a propósito de este extremo, debatía yo con una amiga a la salida de la sala, que nunca entenderé la fama y la proyección de una actriz como Penélope Cruz, que para mi gusto es un “paquete”, y la escasa relevancia, por comparación, y el escaso peso en la cinematografía de una actriz de bandera como es Maribel Verdú. Y es que como se dice en la película, “la vida no es siempre justa”.
Kikivall
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7
3 de septiembre de 2021
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los videojuegos son eje central del actual entretenimiento, sobre todo entre niños y jóvenes. Es una manera principal de matar el tiempo, mientras la industria cinematográfica se arrima a ellos para sacar partido. La unión de ambos medios es un hecho incontestable y tiene trazas de crecer exponencialmente, teniendo en cuenta las cifras que se manejan en ambas maneras de distracción.

El director de cine y productor canadiense Shawn Levy es considerado un artesano, una especie de autor para rellenar la industria de Hollywood. Pero en esta aventura digital que ahora comento se hace notar, sobresale, una cinta donde los personajes secundarios y prescindibles (por ser entre otras de ficción), toman conciencia de su identidad, de sus valores y de sus afectos. Una especie de humanización.

Cierto es que “Free Guy” va a ser definida, con condescendencia, como el Ready Player One, conclusión buenista y tranquilizadora, donde "la realidad es lo único real", porque es el único sitio donde se puede comer y amar sin trajes hápticos (o virtuales) que valgan. En el fondo, el filme representa “El Show de Truman” de esta nueva realidad de bytes y confusión que vivimos, que hace confusa la diferencia entre lo que es verdad (¿qué sabe nadie?) y lo que no.

El mar, lo que hay más allá de él, es en el filme de Levy, como en el de Peter Weir, un muro donde choca la fe, donde acaba el engaño o Dios se desvanece. No es azaroso que el Guy a quien Ryan Reynolds dota de gran inocencia y humor, se pregunte también por Dios y piense que la bondad sea una vía para entenderlo.

La cosa es así. Guy (Reynolds) trabaja como cajero de un banco; es un tipo cordial y a la vez solitario, siempre optimista y buscando el lado positivo de las cosas. Incluso cuando es utilizado como rehén durante un atraco a su banco, Guy no pierde el humor y sonríe como si nada ocurriera. Pero un día descubre asombrado que, en realidad, es un personaje secundario de “Free City”, un popular videojuego.

En este juego los jugadores pueden hacer lo que quieran, apuntándose al lado salvaje de la vida: cometer actos criminales sin coto, disparar a diestro y siniestro, y otros similares. Reina al caos absoluto, la desolación y la irracionalidad. En este loco escenario, Guy conoce a Molotovgirl, a quien interpreta la genial Jodie Comer, como psicópata glamurosa.

Entonces hace su aparición el amor y el funcionario bancario despierta de sopetón pues cuando descubre que es un producto virtual, llegan la acción y el enredo, con todo un encadenamiento de efectos visuales apabullantes.

Dirige el cotarro Shawn Levy y como el mismo director aclara: «”Free Guy” es en gran medida el viaje de un hombre que solo ha existido en un mundo falso y compartimentado y que tiene la candidez y la bondad de espíritu de un inocente (…) Como resultado, la película ofrece ese humor que tanto nos gusta en personajes como este, pero también tenemos a un protagonista con el que es fácil identificarse, un héroe que admiramos, cuyas luchas sentimos visceralmente, y cuyos triunfos finales celebramos con gran pasión».

Es una peli muy entretenida, a ratos tontorrona, que saca el jugo al lenguaje de los videojuegos.

El reparto es muy bueno y eficaz y los actores se entregan totalmente a la causa, especialmente sobresale Ryan Reynolds, autoconsciente a la vez que empática, interpretación. Le secundan intérpretes de reparto como la bonita Comer (el amor de Guy), Joe Keery, Lil Rel Howery, Taika Waititi, Leah Pocito o Utkarsh Ambudkar, entre otros. Todos conjuntados y muy bien.

Con una buena música de Christophe Beck y esplendente fotografía de George Richmond, la película es una comedia de acción romántica que entretiene, repleta de gags pensados para los amantes de los videojuegos y los superhéroes.
Kikivall
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2
16 de febrero de 2018
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Horible película canadiense del debutante Max Adams con nefasta dirección. El guión del propio Adams junto a Paul V. Seetachitt es un auténtico sancocho sin pies ni cabeza que compensa sus deficiencias con secuencias de terror y el cebo-Willis que no sé si no anda escaso de recursos para hacer este tipo de cine y cobrar el cheque.

El reparto, pues, es de risa por no decir de llanto, con pésimos actores como el rubio Mark- Paul Gosselaar interpretando un personaje plano y sin carisma. Le secunda Claire Forlani. Y para que den auténticas ganas de llorar vemos de actor muy secundario que hace de villano muy malo, una vez más, al pesadito de Bruce Willis.

El guión es una porquería, los actores son muy malos, en especial el rubito, la acción simple y típica de un telefilm, con mucho tiro sin sentido y mal rodada, lo único bueno es su duración cortita. Música anodina de James Edward Barker y Tim Despic, y una fotografía muy normalita de Brandon Cox.

En resumen, pretende ser una película para que se luzca Goselaar, aunque parezca mentira, y es la clase de película que algún día estará cogiendo polvo en la estantería de un videoclub cualquiera, si tal cosa todavía existe.
Kikivall
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4
30 de septiembre de 2017
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando han pasado ya treinta años tras la última pelea de McGuigan y Razor, Dante Slate Jr., un promotor de boxeo, ve la oportunidad de ganar dinero y les hace una oferta que no pueden rechazar: volver a la lona y ajustar las cuentas del pasado.

Comedia para hacer cash dirigida por Peter Segal, un director experto en el género que resuelve de la mejor manera posible una cinta que hacía presagiar desastre, pero que finalmente se salva por la campana, nunca mejor dicho.

El guión de Guión Doug Ellin, Tim Kelleher y Bill Gerber es irregular y sin mucho lustre, si bien salvan la historia sobre todo en su primera mitad, con momentos de estimable comicidad y un puñado de réplicas brillantes. Música Trevor Rabin normalita y fotografía adecuada de Dean Semler.

El reparto cuenta con actores y actrices taquilleros, encabezado por Robert De Niro y Sylvester Stallone, quienes interpretan a los dos boxeadoras, junto a Kim Basinger, que intenta mediar entre ambos.

Yo diría que es una película con su “puntito” de distracción PERO con agujeros enormes y mensaje moral.

Pienso que quizá lo mejor de este film impersonal de Segal es su parte dramática. Las escenas con un veterano Stallone mirando el mundo moderno con temor, como el de recuperar el amor de Kim Basinger. Es sin duda la parte más memorable (aunque sin alardes). También funciona para mantener el vuelo del film, el combate final, propio del subgénero boxístico.
Kikivall
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