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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2 032
Críticas ordenadas por utilidad
9
28 de octubre de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el primer largometraje de Jacques Tati (1907-1982) en solitario como director. Los productores franceses fueron reticentes con esta película, a pesar de que ya se había estrenado con éxito en Londres en marzo de 1949. Finalmente la cinta se convierte en un gran éxito de público en Francia. Sin embargo, la crítica no fue muy entusiasta al principio. A pesar de todo, la obra recibe el Grand Prix del cine francés en 1950.

En esta película se narra la gran fiesta del pueblo de Saint Sévère en Francia. Todas las calles están preparadas para el acontecimiento adornadas con banderas y guirnaldas. Todo preparado para el baile en la terraza del café de la localidad, un baile al que asistirán todos los parroquianos y señoras.

François, el cartero, quiere ayudar a los feriantes a montar la cucaña, lo cual que solo provoca un desaguisado tras otro; y todo, mientras reparte el correo. A todo esto, François asiste en la carpa de cine a un documental donde observa con atención y pasmo, las nuevas maneras de repartir el correo en los EE.UU., donde utilizan helicópteros y se lanzan en paracaídas los carteros para ser lo más diligentes y efectivos posibles. Entonces, François decide ponerse al día en las nuevas técnicas.

Encantadora y entrañable obra. Tati, que se inició en el cine mudo, es heredero de una cohorte de personajes cumbre de este cine como Charles Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd, con lo cual, aun siendo su cine sonoro, recupera empero en sus producciones la tradición mímica y las piruetas y expresiones corporales del cine silente.

La dirección de Jacques Tati en esta película es realmente soberbia, con una dinámica narrativa de primer orden, en la que los gags visuales se suceden a ritmo de vértigo, y en un tono hilarante a más no poder. Tati le imprime al film una fuerza cómica tremenda. Magnífico el guión de Jacques Tati junto a Henri Marquet, Jacques Mercaton y Jacques Sauvageot, que no da lugar al respiro. Preciosa música de Jean Yatove y una excelente fotografía en blanco y negro de Jacques Sauvageot.

El reparto es ante todo y sobre todo la espigada y ágil figura de Tati que está genial, es un digno sucesor de los Chaplin, etc., pero con su propio estilo. Tati perfecciona hasta el mínimo detalle este cartero que es sin duda uno de sus personajes estrella.

La película tiene escenas múltiples de gran comicidad, como cuando la feria ambulante entra al pueblo y un plano muestra los caballitos de tío vivo; o cuando el insecto volador invisible incordia al cartero François y a un campesino perezoso; o el tablero que se agrieta y que, al producir el mismo sonido que emitió el poste que casi chafa a François, le lleva a éste a entrar de nuevo en la cantina, con bici y todo, etc.

Yo sé y lo he comprobado, que Tati no es para todo el mundo. Pero yo soy un enamorado de de este gran director y actor francés.

Esta película, como otras, es sencillamente maravillosa. Además, Tati aprovecha para satirizar y reírse del progreso y la modernidad.

Si puedes, si te pica la curiosidad al leer estas líneas, aunque seas joven y creas que lo antiguo no vale o es obsoleto o no tiene efectos especiales o etc., yo te recomiendo que veas esta obra donde la magia inunda la pantalla.
Kikivall
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6
28 de octubre de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me dejó buen sabor de boca la película. No sé si a Spielberg le ha faltado ingenio o fuerza, pero esta entrega sobre la tan manida guerra fría, tema recurrente sobre el que se han hecho docenas de películas muy buenas, no aporta nada nuevo y ni siquiera resulta interesante.

Como digo, no creo que Spielberg, al que nadie le niega capacidad narrativa o dominio del ritmo, amén de otras virtudes que en un personaje de su talla ya casi nadie discute, sin embargo, en esta obra no apasiona y en mi modo de ver, resulta incluso tediosa. No hay mucho que objetar a un guión encargado nada menos que a Matt Charman, Ethan Coen y Joel Coen, que tiene incluso su pizca de humor; aunque algo sí me gustaría decir de negativo sobre el mismo: es bueno en lo formal pero no es brillante.

Spielberg hace dos películas. En la primera parte una película de juicios, tema que a mí me gusta mucho en el cine. Pero en esta primera mitad el aburrimiento inunda las secuencias, privando a estas escenas de jueces, imputados y abogados, del interés o la intriga de otros procesos judiciales que en el cine hay a paladas y muy buenos.

Luego viene la segunda parte, más hitchcockiana, algo mejor, con espías por todos lados y un Hanks que sabe mucho y se camela por su cuenta hasta al mismísimo KGB, la cual faena remata en una charlita informal con un jovenzuelo que pasaba por allí y que para más inri maneja la lengua inglesa, pues raro sería que un yanqui manejara el alemán, obvio. Total, que al final la cosa sale bien y todo quisque queda libre.

No está mal la música de Thomas Newman, y la fotografía de Janusz Kaminski es ante todo meritoria, junto con la puesta en escena, pues debe andar a saltos entre el mundo y el entorno capitalista y el comunista, que como sabemos, son bien diferentes en todo sentido.

En el reparto, Tom Hanks sabe mantener el tipo, ya también mayorcete, pero aguanta bien el tirón con un trabajo impecable; un espléndido Mark Rylance hace desde mi modo de ver el mejor papel del film metido en el cuero del hierático y cabal espía soviético. Y el resto del reparto acordes y en sintonía con el film.

Al final, Spielberg, tan anclado en su época, en su mundo, decide quiénes fueron vencedores y quiénes perdedores en aquella ya mítica guerra fría de los cincuenta y sesenta, y lo hace con la mirada de Hanks en el metro camino al trabajo y ensalzando al protagonista como un gran negociador, no sólo con los prisioneros de la ex URSS, sino incluso en la Cuba de Castro y otros similares.

A Spielberg, un GRANDE ya, con este film le ha dado la llorona yanqui, se ha puesto un poquito pesado. O sea, ha hecho una especie de sumario cuasi redondo de su carrera como director, intentando ser amable y confortable con el espectador, y sorteando de forma simple los retos técnicos y cinematográficos, que es al fin de lo que va la cosa del cine.
Kikivall
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5
19 de mayo de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Girard dirige de nuevo la vieja historia del niño marginado pero con un gran talento, pero que tiene que enfrentarse a su trágica vida personal. En este caso, Stet es un niño indisciplinado pero de voz divina que llama la atención de Carvell, un afamado profesor de música coral.

El director François Gerard, el canadiense enamorado de la música, en este film adolece de valentía y podría haberse desmelenado un poco más. Es decir, Gerard hace un planteamiento convencional que aporta poco o nada con su sensiblera película. El guión de Ben Ripley es manido e insustancial, lleno de tópicos y despropósitos y al que se le ven los entresijos casi desde el principio. Lo que quiere decir que es una historia sin mucha emoción, previsible. La música de Brian Byrne va intercalando piezas de Händel, Benjamin Britten, Gabriel Fauré y Thomas Tallis, entre otros, lo cual es un valor sustancial en este film. Buena fotografía de David Franco, una fotografía de tenue luz, perfecta para los ambientes próximos a lo místico que retrata, lo cual que ilumina el relato: ¡estupendo!

En cuanto al reparto tenemos a un jovencísimo actor, un efebo muy bello que es Garrett Wareing y que hace un meritorio papel en la obra, con solvencia, honestidad actoral a pesar de su juventud y aguantando su nivel ante un as de la escena como Hoffman; este joven es probable que dé que hablar en el futuro. Luego tenemos a Dustin Hoffman que no está mal, más contenido que otras veces o tal vez más mayor, resulta muy aceptable su trabajo. Y acompaña un elenco de primera calidad con Kathy Bates (excelente como la directora del Centro, Eddie Izzard (muy bien como el eterno segundón), Kevin McHale (gran papel de profesor ayudante que sobresale entre las dos principales figuras Wareing y Hoffman), Josh Lucas (bien, como padre arrepentido), Debra Winger (siempre en su sitio), River Alexander, Erica Piccininni, Grant Venable, Mackenzie Wareing y Jordan Fango.

En fin, creo que la película tiene buenas trazas en lo que corresponde a la excelente puesta en escena, obra de su director Girard. También nos habla de la superación familiar, social y artística plan moralina que a alguien le puede servir (sobre todo el esfuerzo y la vocación que supone la actividad musical). Y lo que más se agradece es la música: el oído del espectador se engrandece con cada nota de las bellas partituras corales.

Película correcta en su ejecución, con sus errores y desvaríos, pero de fácil digestión. Y con un final apoteósico: en un bello marco catedralicio, suena el Mesías de Händel nada menos!!
Kikivall
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10
8 de mayo de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en plena época feudal del Japón y la obra retrata muy bien el estilo de vida y las circunstancias en esa época. De hecho, los siete protagonistas son representativos del gran número de samuráis sin empleo (ronin) que vagabundeaban por el país, después de haberse acabado el periodo de las grandes guerras.

La épica que tiene impresa toda la película es sin duda su gran fuerte, pero distinguiendo siempre a los diferentes personajes y por lo común en orden a su jerarquía. Cada samurái tiene sus rincones oscuros, sus cualidades, sus puntos de interés. Sabemos de su pasado, de su presente, de su proyección de futuro con apenas breves pero sustanciosos diálogos. No son personajes estereotipados ni planos, todo lo contrario, individuos con su propio drama, con una vida singular, sus preocupaciones, y que se conducen por su código bushido, marcado por el honor, el valor y el respeto. Tampoco olvida Kurosawa a los campesinos, a los cuales analiza personalmente y como grupo. Y al final, unas escenas de guerra que parecen rodadas por el mismo Ford, escenas reales, nada de alardes ni malabarismos, samuráis espada en mano o campesinos con cañas convertidas en lanzas frente a un tropel de despiadados malhechores.

Dirigida con una maestría única por Akira Kurosawa, esta obra es considerada la mejor película japonesa de todos los tiempos, un hito de la cinematografía mundial y una de las películas más influyentes de la Historia del cine. Por lo tanto, cuanto diga de la dirección de Kurosawa es sobrante ante el apabullante número de críticas elogiosas, que sólo se pueden captar en su amplitud viendo la película, saboreando los 205 minutos que dura el film, y cómo te das cuenta que esas casi tres horas y media se han pasado en un suspiro de estética, drama y el bien hacer de un Kurosawa único.

El reparto es de absoluto lujo, aunque en occidente desconozcamos a los actores japoneses en gran medida. Kurosawa quiso tener para esta cinta a uno de sus actores fetiche, el gran Toshirô Mifune. Mas no le van a la zaga un reparto de estrellas de primer orden como Takashi Shimura (grande también), Yoshio Inaba, Seiji Miyaguchi, y otros. Todo un alarde de interpretaciones en perfecta conjunción y un auténtico valor del film.

Hay quien dice que Kurosawa, al abordar esta película realizó el primer homenaje al western que ha dado el cine, bajo una perspectiva personal y desde una cultura diametralmente opuesta a la estadounidense. De hecho, la sobriedad y el extremo realismo de las secuencias de acción, provocado por el estatismo de la cámara y la utilización de un ágil montaje, casan con el cine de John Ford y con las posibilidades representativas propias del género western. De hecho, el argumento de esta película generó otros western, entre otros el archiconocido “Los siete magníficos” de John Sturges (1960).

Es un film donde se puede respirar la tragedia diminuta, terrible y cotidiana que acecha a cada ser humano, desde los campesinos hasta los guerreros samuráis. Nunca da la impresión de que la mayoría de los personajes que luchan sean figurantes, pues Kurosawa hace que todos los personajes tengan su propia alma.
Kikivall
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6
17 de abril de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dirección y el guión son obra del inclasificable Boaz Yakin, que dirige con un increíble pulso y tensión este thriller de acción, persecución, disparos por doquier, golpes, peleas y en el medio la pobre y atemorizada niña china. Y lo hace de forma que, la verdad, te mantiene atento a la pantalla con un gran fervor y centrado para no perderte detalle. El quid de la cuestión es, creo yo, cortes rápidos, energía sin límite y ausencia de sentimentalismo.
El reparto es ante todo Jason Statham, que es quien lleva el peso del film. Statham se ha convertido en el duro por antonomasia de nuestra época, un Bronson (actual) al que quizá ha superado en los aspectos técnicos de la violencia y de preparación física. Bronson era un duro de rostro impenetrable y moral entrañable, que hizo todo tipo de filmes; y Statham es hoy un actor más monotema, un auténtico seguro para para los amantes del cine de acción, pues teniéndolo a él en pantalla hay garantías de sentirse cómodo y con la sensación de que las cosas van a estar en su sitio sin dramas, amoríos ni monsergas, y que la peli acabará bien y el espectador complacido. Aunque la verdad, a mí me puede la añoranza del desaparecido Bronson, y me atrevo a decir que este film es como las películas de Charles Bronson de los ochenta, pero sin tanta gracia; o sea, que las cosas no son tan sencillas y no creo que podamos calificar por encima a Statham así como así..
De manera que si tuviera que concluir algunas ideas sobre este film, diría que es una peli que acelera el ritmo del corazón porque ella misma es taquicárdica, una ultraviolenta parábola de acción y… también de perdón. Película sangrienta sin florituras ni adornos, con un mero Statham matando y golpeando sin piedad y sin tregua, a fin de salvar a la niña china Mei y a la vez, redimirse y salvarse él mismo. Es, así, un film más de acción que de intriga. ¿Y a fin de cuentas, qué? Pues que la película no da nada que sugiera en ningún momento una mejora en el nivel medio de calidad que la preside.
Kikivall
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