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Críticas de Lafuente Estefanía
Críticas 1 732
Críticas ordenadas por utilidad
4
20 de mayo de 2023
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que ver la afición que tienen las dictaduras por el oro de los demás. Cuando los nazis invaden Noruega en 1940, de las primeras cosas que buscan son las reservas de su Banco Central.
Menos mal que allí tenían un puñado de patriotas dispuestos a jugarse la vida para evitarlo, mientras en España durante la guerra civil el Partido Comunista se llevaba calentito a Rusia las enormes reservas de oro que se guardaban en el Banco de España.
Nazis y soviets, todos por un igual.
Película histórica de acción rodada en preciosos paisajes nórdicos, rigurosamente ambientada con ferrocarriles, coches, camiones, barcazas, vestuario, etc.
Guion sin embargo poco creíble. Tal como se presentan las cosas los alemanes se pintan como auténticos idiotas. Dominando el aire y las carreteras no puede creerse que sean incapaces de detener un tren o unas camionetas cargadas de oro. ¡Herr capitan, tire usted un par de bombas que revienten la vía férrea o la carretera delante del convoy para que se pare!
Bien el protagonista Fredrik Haslund (Oigarden), un oscuro secretario bancario con ideas claras, riguroso y metódico para controlar y poner a buen recaudo los lingotes y monedas de 52 toneladas de oro.
Bien también la pareja que forman el prudente oficinista (Boyum) y el desenfadado camionero (Nordin), que ponen un poco el contrapunto divertido.
Demasiado caricaturescas las imágenes del Mayor Bjorn Sunde (Sander), de la "intrépida" y poco convincente Nini Haslund (Broch) y especialmente del oficial alemán Otto Stoltmann (Taubman), un malvado de tebeo.
Destacar como curiosidad la formalidad de los soldados y civiles noruegos por cuyas manos pasa tan cantidad de oro sin experimentar la menor tentación de distraer algún que otro lingote en medio de aquel caos. Nada que ver con los "Doce del patíbulo" y otros soldados americanos que nos presenta el cine de la II Guerra Mundial que no habrían dejado pasar semejante oportunidad de hacerse con una fortuna.
Película que no pasa de regular pero que permite pasar un rato distraído.
Lafuente Estefanía
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4
17 de abril de 2021
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque rubicundos un tanto oxigenados y de ojos azules son los dos principales protagonistas de la cinta. De una parte un político "ambicioso, violento y sin escrúpulos", David Barry (Frank), y de otra el traicionado Django (Hill) que, reconvertido en verdugo, debe buscar en los ajusticiados apoyo para su venganza. Como secundario merece destacarse la presencia de Horacio (Ardia), un curioso telegrafista, telefonista y simpático ornitólogo.
Presentación muy pop, complicado argumento, guion flojo, lo mismo que la dirección. Personajes atormentados pero de personalidad plana del todo.
Largos silencios característicos del western mediterráneo, robos abundantes, matonismo de saloon, persecuciones, tiros y más tiros hasta la apoteosis de la ametralladora sepultada tan característica del personaje.
Y poco más. Regular a secas.
Lafuente Estefanía
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7
8 de abril de 2021
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la larga presentación de la cinta queda ya bien claro que el tema va del racismo, destacando la nula atención que el western ha prestado al "vaquero negro". Algo que últimamente parece estar corrigiéndose de la mano de obras como "Django encadenado" (Tarantino, 2012), con la que presenta algunas similitudes la que aquí nos ocupa.
Estamos en Fort Smith (Arkansas) en 1875 y el juez federal Isaac Parker (Intirayimi) duda sobre nombrar marshall a un eficaz ayudante, Bass Reeves (Gyasi). Por analfabeto, "Su dueño le enseñó a disparar pero se negó a enseñarle a leer y a escribir, porque podría ser peligroso", pero sobre todo por su raza "Los negros están listos para ser libres, pero ¿y para ser líderes?" En esos momentos no pueden poseer tierras, ni siquiera subir a un estrado para testificar.
Por eso, para demostrar su capacidad, Bass, con esposa y seis hijos, no tendrá otra alternativa que aceptar el encargo de capturar a un sanguinario forajido, Bob Dozier (Grillo) que ha asesinado ya a varios marshals. Nadie quiere aceptar acompañarle, excepto un viejo presidiario borracho, Charly Storn (Perlman), que sin malicia alguna lo trata al principio de "mono", "Es lo que me han enseñado. No significa nada para mí". Este es el argumento de la obra.
La idea es buena, el guion correcto pero la realización demasiado lenta. Se recrea a menudo en fruslerías.
Paisajes fotografiados con gran contraste y excelente ambientación. Acaso destacar el abuso de las escenas nocturnas muy débilmente iluminadas con hogueras, velas o quinqués, que dificultan el seguimiento de los protagonistas. Ya hemos dicho el color de la piel del principal de ellos.
Interpretaciones correctas con notable para Gyasi y Perlman. Buenas escenas de tiroteos, algunas acciones inverosímiles, "Cuarenta contra tres", pero juegan con la valentía y el factor sorpresa, pues "El que llama a las puertas del infierno, ya sabe lo que le espera".
En la clínica de un doctor se muestra la mesa de operaciones con el cubo de desperdicios y la vitrina de los medicamentos. Cuando el malvado Dozier repasa su vida mientras se coloca las gafas de lectura, te enteras que perdió a su familia en una epidemia de fiebre amarilla.
Pese a la lentitud y a la nocturnidad de muchas escenas escasamente iluminadas, se trata de una buena película que no está tan lejos de los westerns de Tarantino.
Lafuente Estefanía
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3
9 de agosto de 2020
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wyoming, 1876, grandes paisajes bien fotografiados, excelente ambientación. Una especie de ángel de la guarda en la persona de un rudo vaquero, Con Valiant (el televisivo Sam Elliot), que ayuda y protege a una familia de colonos que quieren instalarse en el Oeste. Irresistiblemente atraído por la bella esposa, Susan (Capshaw), va eliminando uno a uno a los miembros de una patética banda de forajidos que los persigue. El esposo, Duncan Macasker (Conti), contempla impotente el flirteo entre el protector y Susan, que también se siente atraída hacia Con. Hay también un niño, ávido lector de cuentos de pistoleros: el Oeste dentro del Oeste.
El desenlace del triángulo se produce en una escena de fuerte contenido erótico, en el baño de una pequeña cascada. Cuando parece que por fin va a rendir la plaza, Con, caballeroso y prudente, inicia una lenta retirada del asedio.
El planteamiento lo hemos visto ya en muchos westerns. La familia de pioneros que marcha con su carreta y enseres hacia el Oeste desconociendo los peligros que deberán arrostrar. El padre, con la mejor voluntad del mundo, no está a la altura, la bella esposa hace lo que puede y el inevitable niño complica más la situación. Llega entonces el pistolero solitario que los ayuda pero, claro, se enamora de la señora. Desenlaces luego para todos los gustos. En este caso va a ser bastante original, pues Duncan, un antiguo maestro de escuela, lejos de apocarse ante la figura omnipresente y dominadora de Con, poco a poco va mostrando su personalidad frente a los cobardes perseguidores y ante el propio Con. Son muy significativas las palabras que el niño dirige a este en un momento dado: "Señor, no vuelva a dejar mal a mi padre delante de mi madre".
Esta rehabilitación moral del padre culmina cuando consigue extraer con éxito una bala del abdomen de Con. Ya se sabe cuchillo pasado por el fuego, licor de maíz de Kentucky de altísima graduación alcohólica como anestésico, completa inmovilización del herido que muerde un palo para soportar el dolor, gritos y cauterización final con un hierro al rojo vivo. Por cierto, la familia marchaba en solitario pues la caravana en la que iban fue diezmada por el cólera durante el viaje.
El desenlace de la persecución de los bandidos tiene lugar ya en lo que parece un anticipo del rancho de la Casa de la Pradera, donde sin duda la bella Susan fabricará abundantes botes de mermelada y tendrá su jardín con flores. Con, caballero al fin, hace mutis por el foro. "Lo salvaje nunca crece bien en los jardines. Lo salvaje es libre".
En cualquier caso, una película muy flojita que sin duda gustará a los seguidores de la famosa serie televisiva de la familia de Charles Ingalls (Michael Landon) de los años 70 del pasado siglo.
Lafuente Estefanía
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4
8 de enero de 2024
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el sabor de "La balada de Cable Hogue” todavía en los labios, asistimos al estreno de "Perros". En aquel entonces la defendimos por ser de quien era. Que si era un análisis sobre la violencia de la sociedad, que si una obra de culto ... ¿De culto? Después de verla al cabo de los años más nos parece de "bulto". Casi, casi, desmerece dentro de su filmografía.
Un joven matrimonio deja EEUU para volver al pueblo de ella, Amy (George), en la Inglaterra profunda, cavernaria. Unas cuantas casas y un pub donde abrevan todos. Gentuza, deshechos de tienta, sobre todo la cuadrilla de Charlie (Henney), antiguo novio de Amy. Una panda de gilipollas, salidos y violentos que "trabajan" para el matrimonio en su casa en medio del monte, trastornados con las minifaldas y los pechos que ella luce con exhibicionismo más o menos consciente y provocativo.
"El hombre es fuego, la mujer estopa, llega el diablo y sopla". Y más si el marido, David (Hoffman), hace el papel de casi siempre. En este caso un "Pequeño gran astrofísico", un "Graduado" con la cabeza llena de números binarios que no las ve venir aunque le caiga el meteorito en la cabeza.
Una historia forzada, forzadísima, que dedica tres cuartas partes del guion para explicar algo que se ve venir al cuarto de hora, y un desenlace violento y desproporcionado. Y ni siquiera lo hace por venganza, que motivos tiene de sobra, sino por defender al débil. ¡Toma ya!
Realización que se detiene y le da al "replay" en las escenas eróticas, pero que descuida explicar mínimamente el carácter del matrimonio protagonista.
Vale, hasta los personajes de Dustin en un momento dado pueden enfadarse con todos y con todo, pero, ¿es esto todo el mensaje? Pues para este viaje no hacían falta alforjas.
Buena su interpretación, que lo cortés no quita lo valiente.
Cinta floja sin paliativos, recomendable si acaso a los que están haciendo una tesis doctoral sobre la violencia y el erotismo en el cine o sobre las obras menores de Peckinpah. Prescindible para el resto.
Lafuente Estefanía
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