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España España · Málaga
Críticas de Kaori
Críticas 2 119
Críticas ordenadas por utilidad
10
31 de mayo de 2014
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que aún no somos conscientes del valor que posee «Lo que el viento se llevó». Esta película es de 1939. A mi me parece imposible. Su molde apareció y desapareció. Un milagro. Obra fuera del tiempo y del espacio. No exagero, no. Este trabajo no tiene, en realidad, fecha, caducidad, ni pasado ni futuro. Es eterna.

La épica de la derrota, del ser humano y de sus pasiones se ve retratada aquí a través de la vida de una jovencita sureña que vive en el reino del idílico Sur norteamericano. Comentan que las actrices de la época se mataron por el papel de Escarlata O’Hara, y tenían motivos para ello. Quizá previeron que el personaje era un caramelo de sabor fuerte y delicioso que les daría la oportunidad de brillar en los cines de todo el mundo. Escribe Margaret Mitchell en la primera línea de su libro que Escarlata no es una mujer hermosa, pero viendo a esta Escarlata de ojos verdes y cejas altivas, rostro afilado y sonrisa de niña caprichosa, lo ponemos en duda. Leigh está bellísima, y además dueña absoluta y sin contestaciones de un personaje tan complejo y difícil como Escarlata, que se basa en emociones sutiles e intensas, en sueños dentro de la niebla, en miedo y arrojo. Odiarla o amarla es lo mismo. Porque la odiamos y la amamos admirándola y volviéndonos cómplices de su existencia. Por mucho que se la critique, esta mujer de una pieza, inteligente y de una fuerza que protege y sostiene, hace justo lo que tiene que hacer por ella y los suyos, por sobrevivir a la miseria y la guerra. Bravo por ti, Escarlata.

El cuadro de personajes es uno de los muchos aciertos de la película, y no sólo por Escarlata. La Melanie Hamilton de Olivia de Havilland, con una cara de buena que enternece de por sí, conforma una mujer con otra clase de fortaleza y un conocimiento del ser humano que se revelará a lo largo de toda la película como el más atinado y sensible. Clark Gable es él. El galán por antonomasia. El caballero que no quiere serlo pero lo es, sudista o norteño, él lo abarca todo, está por encima de causas, perfiles y épocas, porque sus valores son atemporales. Rhett Butler será desencadenante de algunas de las grandes escenas de la película y el coprotagonista de unas las tramas románticas más impresionantes del Cine. La primera declaración de amor en colores rosas y rojos, ese beso medio robado, medio entregado; el momento puerta y vaso de coñac, o ese ataque llevándola por las escaleras; y vaya escaleras, parecen surrealistas. Sencillamente maravilloso, mítico.

La guerra como viento huracanado que revolverá las conciencias, hará resurgir lo peor y lo mejor del ser humano y transformará la sociedad en una corriente de aires nuevos donde algunos se adaptan, otros mueres y algunos quedan anclados al pasado glorioso; entre estos últimos, un Ashley Wilkes del que siempre nos ha parecido imposible que ilusione así a la extraordinaria Escarlata. Guión que no pierde dinamismo, historia que te hace reír y llorar; intimista y grandiosa a la vez, diálogos para el recuerdo y Steiner poniéndole sonido a la nostalgia.

Un lenguaje cinematográfico poderoso, innovador, diferente a todo lo que se había visto, se estaba viendo y se vería durante años; un paso de gigante en la concepción del Séptimo Arte y uno de sus referentes indiscutibles por el tema, el tono, la forma y el fondo; icono imprescindible de la memoria occidental, clásico por derecho propio a setenta y cinco años de su estreno. Dentro de veinticinco tendrá un siglo. Cien años que no pasan por ella. No pasarán nunca porque, insisto, se hizo para la eternidad.

«Lo que el viento se llevó» es el Cine mismo.
Kaori
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4
4 de febrero de 2023
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy directa a comentar los ocho episodios de «El gabinete de las curiosidades de Guillermo del Toro». Podría ordenarlos de peor a mejor…, pero eso sería mucho esfuerzo.

Ep. 1: El trastero 36

Te da ciertas esperanzas al principio, pero finalmente se descubre que en este trastero no vas a encontrar ningún tesoro. Es más, no hay por dónde coger esta historia se satanismo en la que la intervención de una inmigrante mejicana será clave para que se desmorone la trama. Un inicio a modo de introducción innecesario, un ritual que no se explica, un comportamiento de los personajes absurdo… Dinero perdido.

Ep. 2: Ratas de cementerio

En mi ranking personal, posiblemente estaría como el primer o el segundo mejor capítulo. Con ambiente decimonónico y basado en un relato de los Mitos de Cthulhu, esta historia claustrofóbica nos lleva bajo tierra de la mano de un personaje, el señor Masson, francamente simpático. Eso sí: ¿no es excesivo dos monstruos para una duración de treinta y cinco minutos? Sí, lo es. Sencillez, por favor.

Ep. 3: La autopsia.

Admito que no terminó de convencerme una vez visto, pero en comparación con el resto, sí, es de los mejores y estaría en pugna con el capítulo dos. La narración es reiterativa sin necesidad, no me gustó la forma de introducir la trama, pero la historia termina siendo algo casi excéntrico, con un magnífico gore, un héroe con una admirable sangre fría y un antagónico cuanto menos curioso. El escenario nocturno dentro de una morgue es uno de sus puntos fuerte.

Ep. 4: La apariencia.

Un desastre. Se huele que es una historia moderna con preocupaciones modernas incapaz de crear un universo interesante con conflictos interesantes. Nulo misterio o terror. La historia de una pirada arrastrada cuya máxima aspiración en la vida, a pesar y encima de estar casada con un señor que la adora, es ser como esas imbéciles que hacen chistes groseros sobre consoladores. Hay que ser mamarracha, en serio. Hombre, quítale los potingues, imponte, leche.

Ep. 5: El modelo de Pickman

Volvemos a Lovecraft, y esta vez de forma directa con la adaptación de uno de sus relatos. Lovecraft tiene lo que no tiene este capítulo: la capacidad de evocar y la de imantar lo cotidiano con lo fantástico. Una ciudad cargada de terrores cósmicos en plena costa norteamericana… que en el capítulo no se ve. Prefieren perder el tiempo con la mujer y el niño, y el trabajo en la galería. Qué prosaicos.

Ep. 6. Sueños en la casa de la bruja

Lovecraft again. El 90% de capítulo es inventado y no tiene nada que ver con la obra escrita, y esto es uno de sus grandes problemas. Matemáticas y dimensiones desconocidas desaparecen a favor del drama de un hermano llorón y la típica bruja que te quiere dar el susto. Anda, y vete a tu casa.

Ep. 7. La visita

El más raro y el más bello, probablemente. El uso del color, las luces y las sombras es muy llamativo. Durante más de media hora no tienes ni idea de lo que va la cosa, porque en realidad esta historia no tiene trama, no hay guion. Es un capricho. Luego se llegará al quid de la cuestión y, bueno, es una tontería si lo piensas. ¿Qué puede hacer un productor de música en el asunto, señor Lassiter? El millonario yo creo que chochea con tanta droga.

Ep. 8: El murmullo

El peor. Lo más aburrido que puedas imaginar. Lo más intrascendente que uno pueda sentarse a escribir. ¿Terror? ¿Misterio? Es que te da igual lo que pase o pueda llegar a pasar, es un tostón gigantesco, una cursilada, un rollo… Y encima es de los más largos. Eso sí que es para tirarse por una ventana.

Conclusión: amena como concepto, regular en los detalles.
Kaori
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4
28 de enero de 2017
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto me mosquea. En serio que sí.

¿Será envidia cochina lo que me entra cuando presencio estas historias de amor tan... extrañas? Primero que nada, que a estas alturas del partido una chica no entienda que si un hombre quiere ser su amigo, su amigo íntimo, es que en realidad está loco por ella, no deja de ser preocupante. Pero a falta de un amigo, aquí tenemos dos. Olé tú. Dos mejores amigos con los que Makoto se ríe, juega, canta, come, estudia... aquí lo dejo. Pero a falta de dos mejores amigos, encima son los más populares del instituto, los más guapos, los más atractivos, los de más alto valor. Olé tú. ¿Cómo lo has hecho, Makoto? A ver, cuenta, querida mía, y dinos si es que el secreto de tu éxito es tu aspecto masculino; si es tu pelo corto, si es tu silueta escuálida, si es tu carácter medio loco, medio irreverente, con un toque chillón. Estás hecha una conquistadora nata, amiga mía.

De acuerdo, es envidia cochina. Lo acepto con resignación, pero, venga, aceptad vosotros que «La chica que saltaba a través del tiempo» es una especie de fanservice disimulado para las chicas que están viendo la peli y quieren vivir una aventura como esta que no se la cree nadie, y no por la temática de viajes en el tiempo sino por su contenido personal y amoroso. Sea como sea, nuestra mujer alfa Makoto, que es la protagonista, obtendrá el don de saltar a través del tiempo y, claro, se lo pasará pipa. Aquí entra lo que considero que es lo mejor de la historia: el paso a la madurez y a la edad adulta que supone esta experiencia para Makoto. Así que ella se lo pasará pipa de una forma bastante irresponsable y luego vendrán las consecuencias. Hay un giro de guion totalmente inesperado que podría dar lugar, o podría haber dado lugar, a una hermosísima historia de amor, pero que, entre las incoherencias, la falta de carisma absoluto de Makoto y el desenlace tan..., tan... incomprensible y tristón, pues no nos despierta grandes ilusiones.

Desaprovechada, la verdad. Teorías y comentarios en Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kaori
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6
14 de abril de 2013
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Caine nominado a los Premios Razzie como peor actor... Ya he visto todo lo que tenía que ver en el mundo del Cine.

Vale, Brian de Palma se inspira en Hitchcock y en «Psicosis», pero eso no le impide hacer una película con su propio sello y bien diferenciada de las demás, consiguiendo un thriller turbio, laberíntico y desequilibrado en el sentido psicológico y cinematográfico. Secuencias potentísimas, como la del ascensor (pura «depalmaniana»), se mezclan con otras un tanto chabacanas, como las de los desnudos femeninos, que a muchos les parecerán estupendos, pero que en los personal creo que no vienen demasiado a cuento. Un pelín menos de regodeo carnal hubiera quedado mejor. De hecho, en la escena más fascinante erótica, estilística y emocionalmente hablando no sale ningún pecho: la secuencia en el psiquiátrico. Hipnótica.

Película de sexualidad latente, sexo pecaminoso, sexo por dinero, sexo prohibido, sexo imaginario y sexo confundido. Una sospechosa involuntaria, un psiquiatra que sabe más de lo que dice, llamadas esclarecedoras y una víctima que desencadenará una investigación que lleva a un final doble, o incluso triple según se mire.

Entretenida e interesante. Bien.
Kaori
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5
8 de julio de 2012
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no sé de verdad qué clase de demonios tendría Tennessee Williams para escribir dramas tan raros como «La noche de la iguana». A lo mejor el fallo de mi incomprensión es mío y mi psique no es tan finamente compleja como la que retrata él en sus múltiples personajes, casi siempre cortados por un mismo patrón de mucha sexualidad y poco sentido común.

Lo malo es que nos quiere dar a todos una lección de humanidad y psicología profunda, cuando, por más que se mire, las reflexiones son superfluas y el grupo bastante histriónico, con problemas vulgares y corrientes que ellos se toman a la tremenda y, por qué no decirlo, con gran inmadurez. A parte de que sus fobias, manías, deseos e inquietudes son a veces de lo más rebuscadas; por ejemplo el gusto del reverendo Shanon por las jovencitas, o el lesbianismo de la profesora de la bella Charlotte. También me pregunto la conclusión que debemos sacar del hecho de que, de nuevo, la mujer homosexual se presente como fanática religiosa y en extremo reprimida.

Con todo, a mi quien más me inquieta es el personaje de Deborah Kerr, la verdad. Parece inhumano por algún motivo extraño. Eso sí, el reparto de actores merece una notaza, así como la dirección, magnífica, de John Huston, demostrando una calidad fuera de toda duda. Ava Gardner, Richard Burton y Deborah Kerr están espectaculares. Llenan la pantalla con una presencia, unas risas, un sudor, unas miradas de auténtica maestría.

Suerte que había antes: si no había una buena historia, siempre se podía contar con los actores para convertir lo regular en aceptable. He aquí un ejemplo.
Kaori
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