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Reino Unido Reino Unido · Edimburgo
Críticas de Tania
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
10
6 de octubre de 2009
46 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
A principios de los 80, un grupo de actores y amigos (Reiner, Guest, McKean y Shearer) se unió para escribir un guión que narraba las peripecias de una banda ficticia de hard rock: Spinal Tap... Desde aquí puedo oír las carcajadas que se escucharon en las primeras lecturas en grupo de aquel guión, cuando sólo era papel y tinta. Sus ecos aún llegan, resuenan en las paredes de la habitación donde escribo, 25 años después.

Pienso en la primera vez que lo vi materializado en la pantalla de mi portátil, hace unos tres años, y no comprendo cómo sobreviví a la experiencia: creía que reírse a pulmón abierto, casi ininterrumpidamente durante 80 minutos iba más allá de la resistencia de cualquier humano. Fijo que más de uno habrá necesitado reanimación cardiovascular al ver la escena en que el bajista se queda atrapado, en plena actuación, dentro de una especie de placenta de dos metros de alto.

Uniendo una capacidad de observación sobrehumana, una exquisita inteligencia y toneladas de buen humor consiguieron crear una sátira REDONDA que no se queda en la mera sucesión de gags y tópicos. Desde el inicio hasta el final (¡grandiosos créditos!), no descuidaron ni el más mínimo detalle: hasta se unieron a la curiosa inclinación de las bandas de la época a colocar umlauts en sus nombres (Blue Öyster Cult, Motörhead...), en este caso sobre la “n” (¡consonante!) de “spinal”. Aquí todos los elementos están cohesionados como en una mágica alineación planetaria, de esas que sólo se producen una vez cada 300.000 años: hasta el aire que comparten los personajes está impregnado de comicidad.

Las interpretaciones son de matrícula de honor, especialmente las del trío protagonista: tres actores americanos BORDANDO personajes británicos (acento, pose, actitud...). Especial mención merecen Christopher Guest (Nigel), que volvería a colaborar con Reiner en La princesa prometida, encarnando al hombre de los seis dedos, el malvado Conde Rugen, y la corta pero brillante aparición de Fred Willard (Best in Show, Waiting for Guffman...) como el teniente de la base aérea militar.

[Sigue en spoiler, sin destripe]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tania
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9
10 de mayo de 2007
43 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia sencilla y entrañable. Banda sonora de 10. Cuando se acabó me quedé como con cara de gili, con una sonrisa de oreja a oreja y con una sensación muy agradable recorriéndome por dentro.
Si preferimos racanear con el calificativo de “genio”, podemos tirar mano de otros términos y afirmar que Takeshi Kitano es un artista polifacético, accesible, honesto, humilde, cachondo y tremendamente humano (que cunda su ejemplo). Más o menos como su personaje: un salvaje gracioso, brusco, sencillo, maleducado, inocente y al mismo tiempo pícaro, aparentemente apático... pero esconde una sensibilidad enorme, ajena a cursilerías, que sólo aflora sutil e inteligentemente en la discreción de las pequeñas cosas que hacen que la vida merezca la pena. Persona y personaje se confunden y ya no sé de quién hablo exactamente...
Como curiosidad, la escena del pedo en la parada de autobús. Tuve que interrumpir la película para rebobinar y volver a verla unas 15 veces (no exagero), me dio un ataque de risa larguísimo. No podía creer lo que veía, y me refiero concretamente a la reacción de Kitano... ¿Es una toma falsa no eliminada? Sin duda... ¡tiene que serlo! El tío está serio (como durante toda la película), empieza a hablar, se le escapa la risa durante dos segundos (una risa completamente espontánea), de repente disimula y se vuelve a poner serio, sigue hablando y la escena continúa como si aquí nada hubiera pasado. Después se la puse a mis compañeras de piso y no les pareció la gran cosa, pero no sé... a mí me parece tremenda.
Tania
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10
18 de marzo de 2007
76 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí: es cutre, desagradable, grosera, absurda, soez, disparatada, caótica, enfermiza, corrosiva, demente, áspera, insana y psicotrópica.
Y a la vez: desternillante, desvergonzada, fascinante, original, catártica, apasionante, burlona, atrevida, fresca y sumamente divertida.
El cine de Miike raramente deja indiferente: o lo amas o lo detestas. Y yo, aunque soy una humilde iniciada, desde luego me incluyo en el primer grupo, casi a ciegas, e intuyo que pronto me rendiré a sus pies.
Si aún no la habéis visto, os digo desde ya que podéis esperar aberraciones a mansalva. Pero sin especial crudeza… que de eso ya se encargan otro tipo de genios como Park Chan-Wook o Pasolini (e incluso, en esferas más comerciales, paletos como el pesao del Mel Gibson).
La concepción de un superhéroe voayer, pajillero y llorón, al que cada vez que le da una pataleta arde Troya, y de un villano totalmente desquiciado, al que cada vez que fuma le sale el humo hasta por las patillas (y aun así no desiste), es de una frescura y genialidad incuestionables.
Consejo: No la veáis con unas cervezas de más… en la escena en la que a Kakihara se le descuelga la mandíbula poco me faltó para orinarme encima de la risa.
Tania
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When You're Strange
Documental
Estados Unidos2009
7,5
4 208
7
27 de septiembre de 2010
37 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de “When You’re Strange” es que, al contrario de lo que ocurre con otros documentales sobre música de estilo biográfico como “The Devil and Daniel Johnston” o “Los EE.UU. contra John Lennon” (¡grandiosos!), le sobra sensacionalismo y, lo peor de todo, le falta alma.

Digo que le sobra sensacionalismo porque emplear casi la mitad del metraje en contar (y reiterar y reiterar y reiterar...) que Jim Morrison le daba al trago o a la farina y que no estaba en lo que había que estar en los estudios de grabación, es desaprovechar un tiempo valiosísimo que podría haber dado mucho de sí.

Y digo que le falta alma porque hasta el gran Johnny Depp (que hace de narrador) suena monótono, como poseído por el espíritu BBC, cosa que no resulta extraña ante el aluvión de datos sin sustancia que le toca recitar. Porque está bien hablar de pistas de grabación, tipos de mezclas, cifras de ventas y charts, pero siempre que se haga sin saturar y, sobre todo, sin dejar de lado la poesía y la magia. De lo contrario se corre el riesgo de pasar del status de documental cinematográfico con encanto al de mero extra de DVD.

Un amigo me decía que, en su opinión, para alguien que no conociera mucho a la banda sería más recomendable acercarse a The Doors a través de este documental (por ser tan informativo) que, por ejemplo, a través del biopic de Oliver Stone. Pues bien, yo me pregunto: si ese fuera mi caso, ¿seguiría sintiendo curiosidad por el grupo después de ver “When You’re Strange”? ¿Seguiría indagando en su música y en su historia... o me invadiría la indiferencia? La verdad es que no tengo muy clara la respuesta. Y eso, hablando de un grupazo como este, es casi denunciable...

Dicho esto tengo que reconocer, por contradictorio que suene, que “When You’re Strange” no me parece en absoluto una mala película y que, de hecho, tiene un primer tramo bastante bueno y, cómo no, una banda sonora antológica. Pero me queda la sensación de que esta no es ni de lejos la película “definitiva” sobre The Doors. Así que espero que lleguen más y mejores... y que mis ojos las vean.
Tania
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7
13 de diciembre de 2009
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y que haya quien diga que la adolescencia es la peor etapa de la vida... ¡Inconcebible! Cuando acaba el instituto ya nada es igual, ni la amistad, ni las pasiones, ni el idealismo, ni los porros, ni las letras de las canciones...

¿La película? Una grandísima sorpresa. Ni cursi, ni superficial, ni estúpida... Los cinco personajes, que en clase o en el patio estarían condenados a ignorarse, no tienen más remedio que compartir cuatro paredes durante 9 horas en el aula de castigo un sábado, con el instituto vacío y la única “supervisión” de un profesor autoritario, un imbécil frustrado que abusa de su autoridad amenazando a niños, y el bedel, que también es de traca, pero en otro sentido. ¿Quieres vacilarle? Prueba, prueba...

Los cinco no sólo comparten castigo, sino también prejuicios, confesiones, un mundo que se reduce a su núcleo familiar, al instituto y a futuro incierto en el que volcar mil sueños y esperanzas, y también miedos. Miedo a cambiar o, peor aún, a convertirse en sus padres. Y qué razón tienen... Entre ellos se formarán unos lazos bastante más fuertes que los que podrían encontrar en el club de lucha, de matemáticas, o de debate.

También contiene elementos propios del género y, sobre todo, de la época, como la persecución por los pasillos del instituto o los momentos musicales ochenteros de rigor, con sus bailecitos frenéticos, que para nada molestan. Además, el perdonavidas mazado de Eduardo Manostijeras hace de modélico megapardillo (!)... y está soberbio.

Que no les cambien los años. Que nada mate sus espíritus.
Tania
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