Pero que grande es Ozu.

No conozco a otro director que consiga expresar de una manera tan natural la cotidianidad del pasar de los días, y justamente eso que es tan complicado el lo domina a la perfección.

Su cine no es de grandes artificios, tampoco tiene bruscos giros de guión, su cine es puro como la vida misma. Repleto de esos planos perfectos a nivel del suelo tan característicos.

Bajo la sencilla apariencia de sus historias siempre encontramos una posición crítica frente a la sociedad expuesta de una manera muy sutil.

Esos personajes tan dignos que se sacrifican por los demás sabiendo perfectamente que acabarán solos me recuerdan a los de las películas de mi querido Chaplin. Dos grandes humanistas.

Si para Tarkovsky era el agua, para Ozu son los trenes, ese elemento simbólico y poético que se reitera en sus films.

Sin duda, uno de los mayores genios de la historia del cine.

Una muy buena película acerca de la infancia de un niño (Sanya) de 6 años en la Rusia de la posguerra tras la 2ª Guerra Mundial, el cual sólo tiene a su madre ya que su padre murió seis meses antes de que el naciera cuando llegó herido de la guerra. Un día un oficial uniformado (Tolyan) entra en el tren donde viajan el niño y la madre (Katya), y rapidamente se enamora de la madre. A partir de aqui se inicia una relación en la que el niño no parece aceptar a su nuevo padre, bien sea por la dureza del mismo, bien sea por que constantemente se imagina a su verdadero padre. Pronto se descubrirá toda la verdad...
¿Cual es? jejeje tendreis que ver la película.


Me ha encantado esta película, las actuaciones son muy buenas, especialmente la de Sanya (Misha Filipchuk) que con pocos años de edad hace una actuación memorable, y la de Tolyan (Vladímir Mashkov); tambien destaca la magnifica narración, un cuidado guión y una fotografía y diseño de decorados impresionantes.

Paralelamente a la historia de la infancia de Sanya, vamos viendo la Rusia sovietica de los años 50, "el paraiso terrenal" que no lo es tanto. Una escena muy significativa sobre la alienación del pueblo es cuando en una celebración brindan con agua por Stalin.

Gran película y muy recomendable

Combinando fotos fijas con la acción real, este documental nos transporta al mundo de la vejez, dando protagonismo a ancianos solitarios y olvidados por los suyos y por la sociedad, viviendo la mayoría de ellos en el campo, con rostros arrugados por el tiempo, manos rotas por el trabajo y un carácter curtido en miserias. Tienen libertad total para expresar lo que deseen ante la cámara, únicamente en varias ocasiones el documentalista introduce algunas de las preguntas básicas que siempre se ha hecho el ser humano.

Por la pantalla se van sucediendo historias y personas inolvidables. Hay quien piensa, dado que sólo ha trabajado en esta vida, que debe seguir haciéndolo o morirá; otro mantiene sus ganas de vivir gracias a su pasión por los viajes al espacio, recordando cientos de datos y coleccionando multitud de recortes de prensa que siempre guarda en su raída gabardina, junto con una gran lupa para poder leer la letra pequeña; otro vive en un antiguo remolque en mitad del campo, tocando su gaita cuando pastorea sus ovejas y cogiendo una borrachera de vez en cuando, ya que opina que en la naturaleza todo lo seco está muerto; otro, cuando la cámara está grabando como duerme y una voz en off cuenta su historia, de pronto se despierta y con una intensa mirada dice a cámara que aun está vivo; otro que se traslada arrastrándose por el suelo, ya que un carro de dos toneladas le rompió las piernas, nos muestra como es autosuficiente para llevar toda su granja y como poco a poco sube las escaleras para poner comida en su abarrotado acuario de peces; otro le pregunta al monte negro cuando le devolverá a su esposa... Y así multitud de experiencias vividas.

Algunas reflexiones son dignas de un filósofo y tan bellas que parecen creadas por un poeta. Sin lugar a dudas son verdades absolutas.

Y casi todos pese a su soledad, pese a su miseria, están contentos con su vida. Como dice uno de ellos: "El que tiene algo, quiere más. El que no tiene nada, lo pasa bien."

Toda una lección de humildad.

Polémica, incomoda, impactante, excesiva, cruda, genial...un drama sobre el amor puro. El amor puede con todo y con todos. En un estricta comunidad puritana de escocia una joven ingenua y bastante "especial" hara frente a esta sociedad cerrada con su matrimonio con un hombre de fuera de la comunidad que lógicamente no es bien recibido. A partir de aqui empieza el dramón, la joven no soporta estar lejos de su amado que trabaja en una plataforma petrolifera y sufre diversos ataques de ansiedad, para calmarse cuando tiene dudas hace uso de su supuesto don, Dios se puede comunicar con ella. Poco a poco se complica la situación hasta que un día ocurre la tragedia y la jovén perderá la cabeza por el amor. A destacar la genial actuación de Emily Watson, la acertadísima BSO (el momento de Life On Mars de David Bowie es muy emocionante) y como no el gran final, que sera pretencioso para muchos pero para mi es magnífico. Una película que no deja indiferente a nadie (como es habitual en Trier) e inolvidable.

Adaptación de una serie de poemas de Vazha-Pshavela en un intento de preservar las ricas tradiciones culturales de su país frente a la censura soviética. Un cine cercano al de Sergei Parajanov.

Con fuerte presencia de lo religioso, nos muestra la historia del heroico guerrero Aludá en pleno conflicto religioso entre musulmanes y cristianos, el cual al sentir compasión por su enemigo y no continuar la tradición de cortarle la mano en señal de triunfo, y al realizar sacrificios en honor a la valentía mostrada por él, es acusado de traición y desterrado por los suyos.

Y es que en ocasiones no se puede buscar la compasión y la unión entre los hombres, sin importar religión o ideología, en un mundo hostil e intransigente en el que la clemencia es signo de debilidad y traición.

Técnicamente roza la perfección, grandes primeros planos y planos secuencia, y una fotografía sublime, de una belleza tal que resulta hipnótica el algunos momentos.