Los paises comunistas siempre fueron reacios a cualquier cosa que proviniese del exterior; Hungría en los años 60 no era una excepción. Según nos cuentan en el film, cuando todo el mundo quería huir de Hungría, una familia emprende el viaje inverso y después de vivir en EEUU vuelve a su tierra natal. El hijo del matrimonio, acostumbrado ya a la vida sin preguntas de América, colisiona desde el primer día con el estado magiar. En los años 60 los jóvenes húngaros son modernos a su manera y escuchan la música que llega de EEUU en la medida de sus posibilidades. El joven que regresa revolucionará a sus antiguos amigos creando un aura de esperanza de cambio y libertad.
Esta mezcla entre Regreso al Futuro y Grease nos presenta la vida de la juventud húngara con divertidos números músicales en los que abundan los primeros planos de muslos femeninos con medias y liguero que se contonean lascivos. Ansias de juerga, libertad y Rock 'n' Roll con unos, cada vez más apolillados Lenin y Marx de fondo.
Una comedia facil con alguna que otra subida de tono sexual, que no provoca carcajadas pero hace mantener la sonrisa.

Una comedia simpática de producción italiana que aunque discreta tiene momentos divertidos como las soflamas cinematográficas de Akim Tamiroff y el siempre impecable Chevalier vestido de monja con cornete a la carrera.
Aunque con un guión muy simple y previsible se pasa un rato entretenido entre las canciones de Chevalier, los modelitos Jayne Mansfield y los jugosos besos que le administra al caballero que la pretende; todo ello ambientado entre las bellas tomas de una Italia que desgraciadamente ya no existe.

Un película con toque propagandístico propio de la época; justo cuando Hitler se andaba haciendo fotos delante de la Torre Eiffel.
Como documento de aquel momento resulta muy interesante, aunque cinematográficamente vale más bien poco. Cuando se habla de masonería siempre se habla de conspiración y en sentido peyorativo se dice conspiranoico, como si fuera cosa de locos. Pues no, queridos aficionados, la conspiración es parte inseparable de la historia y ocurre a diario en todos los países; otra cosa es que anden ustedes en el fútbol o en el bar y no se enteren. ¿Les parece poca conspiración este fósil cinematográfico?
Aunque en realidad no sé para qué suelto el rollo, especialmente cuando sé que no lo va a leer casi nadie, porque casi nadie verá ni oirá jamás hablar de esta película y menos leerá las críticas de intrépidos aficionados que precisamente les gusta el cine porque no es el mundo real.
El cine, ese atentado contra la realidad; esa conspiración continuada contra nuestras entendederas; esa capacidad cerebral para cambiar la mentalidad y entrar en el juego de lo que nos proyectan en la pantalla y aceptar como verdadero un absoluto engaño que acaba cuando se enciende la sala.

Esta película es de las que si les dices a los cinéfilos que te parece un tostón te juegas la vida, pero en realidad es un tostón en el que aparece Bela Lugosi y por eso se queda uno a mirar.
Quizá en 1953 podía llamar la atención porque no se hablaba tanto de estas cosas; sin embargo la cinta tiene algo muy bueno y es que nos enseña que no eran exclusiva de la España franquista los reparos sexuales y se puede comprobar como en todas partes cocían habas. No parece que en los países democráticos se pensara muy diferente de España en relación a esto del travestismo.
Cabe destacar de la película esos minutillos de erótismo fetichista voluptuoso y de dominación al estilo Bettie Page con señoras de gran generosidad carnal que son atadas y azotadas mientras gesticulan y se mueven como actrices de cine mudo.
Algún día sabremos por qué Bela Lugosi aceptó ese papel que lo único que parecía pretender era que la gente entrara en el cine al ver su nombre.

La película empieza mal. Los uniformes confederados pareciera que fueron repartidos en algún tipo de rifa y actores y figurantes se pusieron lo que Dios les dio a entender.
La arenga del coronel (o lo que sea) resulta rídicula ante una tropa que parece salida del desecho de tienta de "Perros Callejeros" Sin duda el Torete y el Vaquilla podrían haberse unido al reparto.
El ataque al poblado indio está tan mal hecho que parece una parodia sin pretenderlo. Las pelucas son tan evidentes que junto al griterio y a los ademanes tan afectados al espectador no le queda más remedio que reirse.
Un bodrio infecto para el que se necesitan afianzados redaños si alguien pretende tragárselo entero.