Se nos deja claro que Bale no solo odia a los indios, sino que es muy bueno matándolos. El conflicto inicial que plantea la película es que sus superiores le obligan a escoltar a un jefe indio hasta otro Estado, para que muera en paz, y Bale, coherentemente, se niega. Para él el jefe indio representa sus camaradas muertos. Esto nos lo repiten varias veces, para que quede claro. Pedirle a Bale que escolte al indio para que muera en paz es como pedirle que escupa en la tumba de sus amigos y queme una bandera americana. Es pedirle que traicione todo por lo que ha luchado durante décadas.

Hasta ahí, bien, el conflicto es interesante. El problema es que a Bale todo este odio y resentimiento... se le pasa. Un día lo siente profundamente, unos días después ya no tanto, y, para cuando llegan al final del viaje, ha dado un giro de 180º. Pero sin que la trama lo justifique o explique. Simplemente ocurre, porque viajan juntos, al parecer.

Igual que la mujer empieza traumatizada (como es normal) después de que unos indios masacren a su familia, pero simplemente... se le pasa. Su reacción al ver a los indios prisioneros es gritar, pero al poco tiempo se le ha pasado el trauma y para cuando acaba el viaje son como familia. ¿El motivo de este giro radical? Que una de las indias le regala una manta para su bebé muerto. Al final hasta se enamora de Bale, parece ser. Final bonito metido a calzador.

Por cierto, menudo imbécil el marido: en vez de disparar desde una ventana, bien cubierto, sale a por ellos para hacerles el trabajo lo más fácil posible. Pero en fin, cosas de hollywood, y es solo una escena. El problema de esta peli es que el arco argumental no se desarrolla en la pantalla. Simplemente pasamos de un status quo a otro, sin solución de continuidad. Y eso que metraje no le falta.