El eterno duelo de los familares, muy religiosos, resta calidad a la serie recordando en muchos momentos a un telefilm cualquiera de domingo al mediodía. La historia la hemos visto mil veces en otros tantos films norteamericanos. Ni el argumento ni la forma de tratarlo aportan nada nuevo. La mujer policía, alcohólica y con una vida ingrata (como no) es de lo poco que de vez en cuando brilla con luz propia. Serie totalmente prescindible y automáticamente olvidable.

El ser humano es diverso y por tanto las mujeres lo son. Aquí tenemos dos chicas que reivindican desde el feminismo su derecho a ser ambiciosas, egoístas y poco o nada empáticas sin ser juzgadas ya que es algo que siempre se ha visto con otros ojos si es un hombre el que quiere comerse el mundo porque se considera lo más.
No digo que esté de acuerdo. Particularmente me desagrada ese tipo de personas sean hombres o mujeres pero creo entender el “mensaje”. Son dos chicas desagradables con las tonterías y las neuras típicas de la edad acrecentadas por estos tiempos de redes sociales dictatoriales pero, como he dicho, reivindican su derecho a serlo.
Es una serie irreverente y desde luego no aburre. Las críticas negativas son una reacción defensiva de macho alfa que se siente atacado, es normal. Ellas lo ponen fácil. No son personajes simpáticos. Tienen derecho a no serlo.