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Argentina Argentina · S.A. de Padua
Críticas de Vespasiano
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de septiembre de 2008
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo me gustaba esta película de adolescente: simplemente buscaba que la repitieran en el cable una y otra vez para volver a disfrutarla. Una película que nos habla de un pasado trágico que se les adosa a los hijos de Hirsch y Lahti: Phoenix y Abry. El ya difunto River Phoenix hace, en esta película, un papel tremendamente complejo. Es el joven misterioso de la escuela, el reservado que ama la música clásica, y que al mismo tiempo tiene con su padre una relación muy difícil de amor y odio. Una familia que vive cambiando su identidad cada seis meses para burlar a la ley. El tema del desarraigo, la ruptura de los lazos familiares y la melancolía del genial Beethoven, que revive en las manos del River Phoenix genera en la película un efecto halo. Algo, más allá de la historia, nos golpea y nos atrapa cada vez que la vemos.
Ah, me olvidaba. Muchas gracias Lumet, una vez más.
Vespasiano
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8
7 de septiembre de 2008
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo notable del cine de Lumet es que nunca defrauda: siempre que vemos una película suya, nos sentimos un poco en deuda con él. Lo que se propone lo consigue. Esta película es notable por muchas cosas:
1º) Nos muestra, de múltiples maneras, ya sea con la historia personal del protagonista, con sus defectos personales del presente, y con el increíble poder del Stablishment, que la Justicia es una ilusión: sólo apta para las propias redes del poder; sin embargo, a veces se hace presente.
2º) La justicia le cuesta al pobre, al débil, mucho más que a los poderosos. No somos tan iguales ante la ley (como podría sugerir muy bien un Franz Kafka, por ejemplo).
3º) Si uno no "madura" a tiempo, la puede pasar muy mal en su vejez.

El trabajo de Paul Newman es brillante, creíble, sentido y sincero. La cinta nos muestra cómo el poder se crea su propio radio de acción, su hábitat para "mantener sus hilos" y no perecer por "errores humanos" que comente el propio poder; sin embargo, el perdedor puede llegar a tener una mínima oportunidad de ganar si hace las cosas de manera "impecable": y sólo así podrá tener una chance. El propio Galvin (P. Newman) es muy consciente de ello en su madurez, y lo expresa en una charla de café con Laura (Charlote Rampling)
No se trata solamente de remar contra la corriente como lo haría un adolescente desafiando al poder que lo frene, se trata de "buscar una satisfacción personal" (una suerte de revancha) contra el propio destino. Si la parte demandante no está dispuesta a tomar el caso de "forma personal", las probabilidades de ganar serán nulas. Lumet nos muestra que el destino juega a los dados con nosotros, y uno puede ser un perdedor más si no es capaz de advertir la perversidad del sistema y del ambiente que nos rodea, por más méritos que acompañen a nuestro Curriculum Vitae, siempre habrá alguien que nos tienda una trampa.
James Mason, en la película, encarna mejor que nadie el papel "abogado del Diablo". Su pesonaje nos asusta, precisamente, porque lo juzgamos verosímil.
Como ya sea ha dicho en otros comentarios: sólo Véanla.
Gracias Lumet, una vez más.
Vespasiano
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5
23 de enero de 2009
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los norteamericanos tienen una fascinación morbosa por el "mal sexual" porque son el producto generacional y residual de una arcaica mentalidad puritana, que ha llevado la represión libidal a extremos insospechables; que me parece, los europeos y latinoamericanos, no llegamos a entender del todo. No hay película de terror, ni thriller psicológico en donde cobre vida algún monstruo o alguna especie de fantasma punitorio del deseo: pienso en el famoso personaje de Jason de "Viernes 13" y de películas similares, que mataban a sus víctimas antes de "hacer esa chanchada innombrable". Como regla general podríamos decir que, cuanto mayor es la represión social sobre el deseo sexual mayores son las demonios y las perversiones que ella produce. La producción artística está supeditada a ese cerco imaginario generado en una sociedad. Este tipo de películas no funcionarían -o no podrían hacerse en latinoamericana, por ejemplo- porque la represión sexual sobre los adolescentes es mucho menor; y porque no existe un grado tal de beatificación ni de idealización angelical sobre las adolescentes, como más de una vez hemos visto en infinidad de películas o a través de conversaciones con norteamericanos.
Esta película ha creado uno de los mayores monstruos del cine contemporáneo de los adolescentes: LA NIÑA MALVADA obsesionada SEXUALMENTE por los pobres hombres mayores de edad. Es curioso que en esta película, el protagonista "cobre la razón" sólo cuando comprende de que está ante una menor de edad... y del peligro que esa relación conllevaría. Las inverosimilitudes de las acciones llevadas a cabo por Alicia Silverstone, en esta película, hace que la misma caiga en su puntuación, pues de un arranque muy prometedor y bastante bien planteado, se llega finalmente a un desenlace completamente ridículo... y hasta risible.
Sólo le faltó a Alicia Silverstone hacer conjuros, invocar al diablo y ser acusada por la Santa Inquisición de organizar orgías diabólicas bajo la pena de ser quemada en la hoguera.
Vespasiano
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9
28 de agosto de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, quiero agraceder a Konchalovsky y a los productores que se atrevieron a hacer la remake de una obra (la del '68) que, por desgracia aún no he podido ver, pero que sé bien es una joyita del cine, porque en estos días no abunda este tipo de películas. A qué me estoy refieriendo con ésto, pues sencillamente a obras que son más para el teatro que para la pantalla chica. Películas que son vistas por muy pocas personas (como puede verse en la poca cantidad de usuarios de Filmaffinity que la han visto). Las actuaciones son increíbles, en especial las de Glenn Close, Patrick Steward (que por momentos, me hizo recordar al Sejano de Yo, Claudio), John Light y Jonathan Rhys-Meyers; pero creo que la película es excesivamente larga, tiene momentos en que se hace aburrida. Los ciclotímicos Steward y Close, por momentos nos confunden, pues sus estados emocionales no sólo parecen sobreactuados, sino que son demenciales. Luego de una crisis terrible de nervios, Close, por ejemplo, es capaz de guiñar un ojo y regalarnos una sonrisa histérica y cómplice. Uno queda, sencillamente, descolocado ante la rapidez de esas fluctuaciones del ánimo, aunque creo, que son parte de la caracterización mórbida de los personajes, pero también creo que no resultan del todo creíbles. Por otro lado, el hecho de poder asistir a este tipo de obras, donde las cuestiones del poder se presentan con una ferocidad completamente irracionales, incluso entre parientes, como en este caso, constituyen un regalo que no debería perdérselo ningún humanista, politólogo, psicólogo social o cinéfilo empedernido.
No se la pierdan, en especial, para poder contemplar esa delgada línea que separa la razón de la sinrazón en los poderosos, por el desprecio que demuestran por sus semejantes, por sus amigos, amantes y parientes.
Unas palabras finales sobre la actuación de Jonathan Ryys-Meyer. Este muchacho es momumental interpretando papeles donde la doblez, la hipocresía, la frialdad y el desprecio absoluto por los sentimientos del prójimo se erigen como fruto de una particular sensibibilidad aristocrátizante. No pude dejar de pensar en su papel en la película Match Point, y en esa falta de sanguinidad del protagonista, que le hace anteponer el deber de"su misión" por sobre sus propios sentimientos.
Vespasiano
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10
28 de enero de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No podríamos pensar en la modernidad sin una posición social destacada de la mujer, en la necesidad de vivir bajo la luz que nos brinda la razón y en el poder de la risa, para aliviar las penas que la vida nos otorga.
"El nombre de la rosa" es un testimonio más que fidedigno y veraz de la forma en que la mentalidad de la Baja Edad Media osó acapararlo todo: y ciertamente, y por momentos lo logró. De ese modo actuaba la Santa Inquisición, de esa manera elaboraba sus argumentaciones para condenar en la hoguera a los "sospechosos" de herejía o de brujería: términos que conllevan una intención de control absoluto sobre las actividades y el pensamiento de los laicos. Es interesante ver en esta película, cómo la mujer es descrita por Sean Connery como "...Más amarga que la muerte..." (citando un pasaje del texto bíblico). La sexofobia de raíz oriental judeo-cristiana -también propia del mazdeísmo, por ejemplo- y que es ajena a la mentalidad greco-romana) ha dejado sus huellas en nuestra mentalidad moderna, que no concibe aún "contactos sexuales" entre los seres humanos sin una connotación peligrosa por la unión más íntima y hermosa que puede establecerse entre los hombres y las mujeres.
La película nos muestra también el sadismo (una perversión sexual) contenida en las torturas realizadas por los inquisidores y en las autoflagelaciones que se provocan "las almas pecadoras" de los clérigos.
Película más que recomendable por el cuadro total que logra establecer sobre la falta de higiene en la Edad Media y la reconstrucción perfecta que hace de las actividades de los clérigos en la Abadía.
Vespasiano
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