Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Críticas de Maximillian
<< 1 20 23 24 25 26 >>
Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
8
30 de octubre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de cualquier argumentación indignada por haber cometido la osadía de realizar esta adaptación de la excelente novela gótica de Daphne du Maurier, debemos aclarar que esto no supone un plagio a la inigualable obra maestra de Alfred Hitchcock, que también adaptó esta novela en su primer film estadounidense producido por David O. Selznick, y que le supuso ser premiado con un merecidísimo óscar y con el eterno reconocimiento de sus admiradores y de todos los amantes del cine.

Para los autores de esta adaptación resultaría arrogante pretender sustituir la inolvidable y fantasmagórica iluminación de Manderley, fotografiada por George Barnes, la evocadora banda sonora de Franz Waxman, el porte y la distinción del misterioso y torturado Maxim de Winter, interpretado magistralmente por Sir Laurence Olivier, el desamparo e inocencia de la nueva y joven Sra. de Winter, acentuado por ser una protagonista sin nombre, un papel que borda una joven Joan Fontaine de 22 años, la perversidad y la oscuridad del alma de la celosa sacerdotisa del culto a Rebecca, la siniestra Sra. Dambers, un papel inolvidable que marcó para siempre la carrera de Judith Anderson, pero sobre todo, la omnipresencia del personaje que da nombre a la película, Rebecca, dominando todo y a todos, sin que jamás llegue a aparecer en pantalla.

Ante la imposibilidad de conseguir emular los logros de esta obra maestra, el remake sólo tiene sentido si se plantea desde una óptica de revisitación, actualización, reelaboración o reenfoque para conseguir nuevas lecturas de un mismo material original.

La BBC ya había estrenado en 1979 una mini-serie que adaptaba con bastante fidelidad el texto de Dahne du Maurier, interpretada por unos ajustados Jeremy Brett, Joanna David y Anna Massey, incorporando aspectos no explorados de la novela, sobre todo representando el final original, que se había tenido que ocultar en la versión de Alfred Hitchcock por la aplicación del tristemente célebre Código Hays de censura. Visto con los ojos actuales, el resultado fue excesivamente frío y teatral, como suele suceder en las series británicas de esa época.

Por esa razón, cuando la ITV abordó la producción de una nueva mini-serie en 1997, mantuvo la fidelidad al texto original pero con un ritmo mucho más dinámico, con unos brillantes exteriores en los segmentos de la Costa Azul y una brumosa fotografía en la misteriosa mansión de Manderley.

Uno de los aspectos por los que más brilla esta adaptación es por la excelencia de su reparto.

Charles Dance, está perfecto como el torturado viudo Maximillian de Winter, destacando con absoluta fidelidad a la novela, la diferencia de edad con su joven esposa, y sabiendo expresar las aristas de su personaje, mostrando un lado tierno y seductor, pero también su vertiente arisca, cruel e iracunda, así como deliberadamente ambigua, como corresponde a quien es dueño de un terrible secreto que pudiera cambiar su vida y la de sus seres queridos.

Diana Rigg, fue ganadora de un Emmy por su brillante interpretación de la Sra. Dambers, misteriosa, amenazante, maquiavélica y perversa sacerdotisa del culto a su diosa por la que siente una obsesiva pasión y cuyo espíritu mora en el ala oeste de la mansión, la omnipresente Rebecca.

La debutante Emilia Fox fue una perfecta segunda señora de Winter, como curiosidad debe destacarse, que es hija del famoso actor británico, Edward Fox y de Joanna David, que había interpretado el mismo papel en la versión televisiva de 1979. Emilia compuso un tierno y vulnerable personaje, que supo reflejar perfectamente la fascinación reverente que sentía por su esposo y los celos que le despertaban el constante recuerdo de su rival muerta.

Faye Duneway, compuso en esta versión el papel de una simpática y egoísta Sra. Van Hopper. La millonaria extravagante que viaja por la Costa Azul y que pierde la compostura al reconocer en Monte-Carlo al viudo más codiciado de la alta sociedad de la época.

El gran pecado de esta adaptación no es haber pretendido emular la obra maestra de un genio, sino haber cometido el sacrilegio de mostrar, aunque fuera en planos parciales y apariciones fugaces, a la auténtica protagonista de la novela, Rebecca, ausente durante toda la historia, pero condicionando, aún muerta, las vidas de todos los personajes.

A pesar de esta herejía, los logros de esta adaptación ensombrecen las dos adaptaciones que se realizaron con posterioridad, ni la versión italiana de la RAI en 2008, ni la última versión de Netflix en 2020, aportan ninguna novedad destacable, salvo la de su excelente guion, que proviene a su vez de la magia del texto original de la novela de Daphne du Maurier que, al igual que Rebecca, ya es eterna.
Maximillian
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
30 de junio de 2023
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá no era necesaria, aunque tras su última incursión, se imponía una más digna despedida, quizá sea excesivamente larga en algunos tramos, a pesar de que no está carente de ritmo, quizá incluso la edad de Harrison Ford fuera merecedora de otro tipo de envites, pero varias generaciones de espectadores aman al personaje, Spielberg ama a su personaje y, en una confluencia de intereses y amores cruzados, aparece esta secuela que pretende poner un broche de oro a la saga del Dr. Jones y cerrar un ciclo que se abrió hace 42 años.

Y lo hace recobrando el espíritu de la saga original, plena de aventura y excesos. con absoluta fisicidad, cargada de ironía, pero evitando los aspectos paródicos, con un nuevo personaje femenino que derrocha ingenio y encanto, excelente Phoebe Waller-Bridge, dando el contrapunto pragmático, moderno y descreído a un altruista Dr. Jones, que aún conserva algunos sueños de juventud, que la trama le permitirá realizar a pesar de estar inmerso en la jubilosa etapa de la jubilación.

Como guinda final el guion también se preocupa de cerrar las posibles tramas que la saga se ha encargado de ir abriendo, todo toma sentido en la última aventura del Dr. Jones, desde la relación con la mejor compañera de su vida o con el triste destino del hijo de ambos, al final de una vida entregada a la aventura, cobra importacia la ternura de una caricia y la melancolía de un recuerdo compartido.

Pero sin dejarnos llevar por la nostalgia, en el último minuto, los acordes de la partitura de Williams y el icónico sombrero "Fedora", nos recuerdan que mientras Indy siga en pie, nadie volverá a usar el sombrero del Dr. Jones.
Maximillian
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
14 de mayo de 2023
14 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin el cine puede exponer una adaptación de la inmortal novela de Alexandre Dumas publicada en 1844, digna del genio de su autor.

A falta del visionado de la segunda parte que se estrenará el próximo mes de diciembre, esta primera parte ya ha superado el principal problema de casi todas las adaptaciones anteriores que consideraban el argumento como un relato de aventuras dirigido a niños y, por consiguiente, cuajado de infantilismos o susceptible de ser tomado con ironía, enfatizando componentes bufonescos y paródicos inexistentes en la historia original, como hiciera Richard Lester en su díptico rodado en España entre 1973 y 1974, o la propia cinematografía francesa en las versiones de André Hunnebelle de 1953 o de Bernard Borderie de 1961.

También resultan cuestionables la primera versión sonora de 1935 por su alejamiento del guion original, o la versión rodada por los estudios Disney en 1993, que contó con un excelente reparto y un guion infumable, o la versión de Peter Hyams en 2001, con su despliegue de artes marciales en la Francia del S.XVII, y por último, para rizar el rizo, la modernización de Paul W.S. Anderson en 2011 que convirtió el clásico texto de Dumas en un impersonal y aparatoso videojuego de acción de infausto recuerdo.

De tal forma que las mejores versiones hasta la fecha siguen siendo la versión silente de Fred Niblo de 1921, interpretada por Douglas Fairbanks y la dinámica versión dirigida por George Sidney en 1948 con Gene Kelly en el papel protagonista, concebido con acierto como un musical sin números musicales.

En este panorama esta nueva versión tiene la virtud de partir de un guion que se ha tomado en serio el espíritu de la novela original, que es un relato de aventuras de capa y espada ambientado en la turbulenta corte francesa del siglo XVII, con unos personajes dotados de cierta complejidad psicológica en una narración muy dinámica que no elude los aspectos dramáticos cercanos a la tragedia.

La trama se mantiene fiel al espíritu de la obra original, si bien introduce subtramas para acentuar la presencia de algunos personajes o aumentar la emoción de ciertas escenas, pero el resultado final es absolutamente respetuoso con el texto de Dumas.

Su mayor acierto radica en el despliegue actoral con lo más granado del cine francés y europeo actual, desde Eva Green, que incrementa su galería de malvadas, componiendo una desatada Milady de Winter, auténtica encarnación del mal, que entra de lleno en la galería de villanas fascinantes de la historia del cine, con el permiso de sus predecesoras, Lana Turner, Faye Duneway, Mylène Demongeot, Rebecca de Mornay o Milla Jovovich, hasta Vincent Cassel, cuyo torturado Athos, resulta más oscuro y cansado que en anteriores versiones, en las que destacaron Van Heflin y Oliver Reed, pasando por la pareja real, unos convincentes Louis Garret y Vicky Krieps, cuyas brillantes apariciones en pantalla capitalizan la atención del espectador, o la espléndida pareja protagonista, un aguerrido François Civil y la encantadora Lyna Koudry en el papel de la dulce y abnegada Constance.

Quizá se echa de menos una mayor participación de la intrigante figura del cardenal Richilieu, interpretado por Eric Ruf, aspecto que probablemente quede corregido en la segunda parte del film dedicada a Milady, ya que siguen siendo memorables en la retina del espectador, las imponentes aposturas de Vincent Price y Charlton Heston en ese carismático papel.

La localización de los exteriores en escenarios reales franceses adquiere papel protagonista, Île-de-France, les Invalides, el patio del Louvre, la catedral de Meaux y los castillos de Fontainebleau, Chantilly y Compiègne, lucen espléndidos al recrear su glorioso pasado en la corte borbónica.

De la dirección de Martin Bourboulon, conviene destacar el gusto por el detalle, los colores terrosos y en sombras de la fotografía, la delicada dirección de actores y el voluntario alejamiento de las luchas de espadachines coreografiadas, como suele ser habitual, para bajar la cámara al nivel de los combatientes y hacer sentirse al espectador, inmerso en la lucha.

Por todo ello, hemos de felicitarnos por poder disfrutar de esta atractiva muestra del cine de capa y espada de corte clásico y porque, desde el seno de la cinematografía francesa, se haya hecho justicia por fin a la obra inmortal de Alexandre Dumas.
Maximillian
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
16 de julio de 2023
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptima entrega de la saga que, salvando el pinchazo de la 2ª parte, desde su tercera entrega, dirigida por J.J.Abrams, no ha hecho más que crecer y desarrollarse armoniosamente. Esta tercera entrega, que cuenta con uno de los mejores villanos de la saga interpretado por Philip Seymour Hoffman, es fundamental en la evolución de la franquicia, ya que el director corrigió el desfase de la segunda entrega, humanizando al agente Hunt con una historia de amor y devolviendo protagonismo al resto de miembros de la FMI, en detrimento de su protagonista y en consonancia con el espíritu de la serie televisiva original.

J.J.Abrams se mantendría como productor desde entonces, junto a Tom Cruise, pero la dirección de la cuarta entrega sería encomendada a Brad Bird que había demostrado sus capacidades para el cine de acción en el divertidísimo film animado de “Los increíbles”.

Sería en la quinta entrega cuando Christopher McQuarrie se haría cargo de la dirección, manteniéndose en esa posición hasta hoy y dotando a los últimos episodios de una unidad de estilo y acción que consolidan las siguientes señas de identidad:

Misiones resueltas por todo el equipo de FMI en el que van variando sus componentes, presumiblemente por la dificultad de completar los castings en el momento de iniciar cada rodaje.

Escenas de acción trepidante conscientemente desmesuradas en las que su protagonista tiene una participación excepcional.

Tramas internacionales y complejas propuestas a través de diferentes artefactos que Hunt deberá aceptar al inicio de cada misión, exonerando al gobierno de cualquier responsabilidad.

Las misiones serán resueltas mediante la acción, el engaño y el escamoteo, resultando capitales las máscaras, que usarán indistintamente todos los agentes.

Villanos megalomaníacos, sádicos, codiciosos y desalmados, con una misión que suele atentar contra la existencia o los valores de Occidente.

Tema musical recurrente basado en la composición original de Lalo Schifrin para la serie de TV, que suena en los momentos específicos de la trama para puntear las escenas de acción.

Esta séptima entrega vuelve a servir el menú acostumbrado, esta vez con notables variaciones sobre los anteriores films de la saga, como son un mayor desarrollo vital de personajes, especialmente los de Hayley Atwell y Pom Klementieff, un mayor contenido dramático con visos de tragedia y una nueva vuelta de tuerca a las escenas de acción interpretadas heroicamente “sin dobles” por un esforzado y empecinado Tom Cruise.

En definitiva, los ingredientes vuelven a estar sabiamente dosificados por productores y director para dejar satisfechos a los fieles seguidores de la franquicia y a aquellos que se acerquen a disfrutar de un cine de acción desprejuiciado y espectacular.
Maximillian
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
2 de noviembre de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dado que fueron rodadas simultáneamente en 1966, "El tigre de los siete mares" ("Surcouf, l'eroe dei sette mari ") y "Tormenta sobre el Pacífico" ("Il grande colpo di Surcouf") puede considerarse que ambos son un mismo film dividido en dos partes.

La historia que, a pesar de adscribise al género de aventuras marítimas, característica de los años 60, tiene una insólita pretensión biográfica, aborda la historia de Robert Surcouf, corsario francés al servicio de Napoleón I, que llegó a ser uno de los hombres más temidos de la Armada Real Británica, y que debe su fama a haberse enfrentado con éxito al bloqueo continental británico en el océano Índico y a numerosos navíos británicos a los que saqueó con éxito.

Ambos films se rodaron en régimen de co-producción italo-franco-española con un presupuesto desmesurado para su época, siendo dirigidos con eficacia por Roy Rowland (según declaraciones de Gerard Barray, Sergio Begonzelli no rodó ni una sola toma, pero su nombre fue utilizado por acuerdos de coproducción).

Las interpretaciones de Gerard Barray en el papel de Robert Surcouf y de Terence Morgan, como Lord Blackwood, su antagonista, destacan favorablemente en el conjunto del film que se ve con agrado por el propio interés de su historia y por representar un género que gozó de un considerable éxito en su época, las "películas de piratas", que dejaron un hueco que la saga de los "Piratas del Caribe" no ha sido capaz de cubrir.
Maximillian
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 20 23 24 25 26 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow