Una chica ve como el hijo de una familia yakuza mata a su hermano. A partir de entonces, decide que su único propósito en la vida es vengar a su hermano. Vamos, algo así como Kill Bill pero mucho más estomagante y mucho más cutre.

La película está llena de las típicas incohrencias argumentales del cine gore-samurai japonés. Gente atornillada, miembros cortados, brazos quemados en aceite hirviendo... cualquier forma que se les ocurra en las que se puede desangrar a una persona está presente en esta película. Eso sí, misteriosamente los personajes aguantan eso y mucho más. Lejos de esas licencias, tipicas del tipo de cine que tenemos en frente, vemos una película carente de argumento y con unas actitudes de los personajes nada creíbles y sacadas del mundo del manga japonés. Todo eso adornado con unos efectos de sangre exagerados y vestidos de colegiala.

El ahora conocido por su adaptación del comic "Spiderman" a la gran pantalla, hizo su debut cinematográfico con una de las películas de terror que iniciaron el género de "gente con poco cerebro encerrados en sitios abandonados junto a una maléfica fuerza sobrenatural". Esta película, sentaría las bases de este sub-género del terror. Personajes planos tomando decisiones que ninguna persona con cierto cerebro tomaría, un elemento sobrenatural invencible, un sitio cerrado de donde no se puede escapar...

El caso es que en esta ocasión tendremos a cinco jóvenes que llamados por el turismo rural más absoluto deciden alquilar durante unos dias una cabaña en mitad de la nada. Allí, mientras están cenando una misteriosa trampilla se abre desatando una desagradable sorpresa.

Dejando a un lado el que, efectivamente, fue una película innovadora, ésta vale bastante poco. Para empezar, por las típicas debilidades del este sub-género comentadas anteriormente. Para seguir por un guión poco desarrollado y que no consigue dar miedo. Para terminar, por alguna que otra situación ilógica.

Sin embargo, hay que entender que gran parte de esos defectos se deben a su bajo presupuesto, y reconcoer que tiene un muy buen uso de la cámara y alguna que otra escena muy buena como la escena de la violación.

Última (hasta ahora) incursión en el cine del mitad hombre - mitad robot defensor de Detroit ante los capitalistas más repulsivos y despiadados.

Como viene siendo habitual, un megamagnate forrado hasta las pestañas de billetitos verdes, intentará ante la mirada impotente de los miembros de la comisaría local fastidiarle la vida a unos pobres ciudadanos con tal de ver su sueño capitalista cumplido. Por suerte para ellos, nuestro cuasi-robótico personaje acudirá tanto en su ayuda, como la de de sus amigos, y se enfrentará tanto a las trampas del vil empresario como al robot maligno de turno.

La película sigue la pauta de sus predecesoras en cuanto a su fuerte crítica hacia el capitalismo, mostrándo las consecuencias negativas de una sociedad 100 % capitalista. Sin embargo, en su afán de llegar a un público más amplio se infantiliza en exceso, eliminando violencia explícita, introduciendo los personajes de la niña y el robot ninja, y creando unos malos demasiado tontos. Si bien, eso pudiere aumentar los beneficios de la recaudación (algo que no ocurrió), esos cambios restan credibilidad a una crítica basada en un importante fundamento.

En cuanto a los actores, no se hecha de menos a un Peter Weller cuyas dotes de interpretación no estaban para nada explotadas.

¿Qué harían ustedes si les dejaran ser el presidente de los EEUU durante unos dias? ¿Dejarían todo como está o tratarían de solucionar los aspectos que no les gustan? En esa tesitura transcurre esta deliciosa comedia de mediados de los 90. Dave es un tipo corriente con buen corazón que por culpa de su gran precido físico al presidente de los EEUU, es contratado por los servicios especiales para suplantar a éste durante una enfermedad. Poco a poco irá comprendiendo las peculiaridades de su "nuevo" trabajo, conociendo los tejemanejes de poder relacionados, y trantando de entender los puntos oscuros de su antedecesor. Finalmente, las circunstancias le obligarán a tomar unas medidas que contentarán a unos y enfurecerán a otros.

Tenemos delante una película con un humor sencillo y con fuertes elementos críticos hacia la corrupción y el mal uso del poder. Así vemos como Dave tiene que hacer frente a un presidente mujeriego, corrupto y que poco le importan los problemas de los demás. También hace referencia a una figura poco dada a salir en los grandes medios, pero que resulta un cancer en cualquier organización o actividad en la que están presentes varias personas: el manipulador sin escrúpulos. Cada una de las actividades ilícitas o amorales del presidente tiene por detrás las acciones del jefe de su gabinete.

Todo eso se nos es contado a través de un guión que sin hacer grandes aspavientos consigue hacernos llegar el mensaje que encierra. A pesar de toda la corrupción existente en la película, el guión da pie a la esperanza: políticos como el vicepresidente o el jefe de prensa se salvan de la quema. Dicho esto, recalcar que la mejor virtud del guión es la exactitud con la que ha sido capaz de retratar la maldad oculta de personajes del corte del interpretado por Frank Langella.

En cuanto a las actuaciones decir que todas están muy bien con un Kevin Kline a la cabeza que, como es havitual en él saca a relucir todo su repertorio de muecas y cánticos. Pero no se asusten los detractores de Robbin Williams o Jim Carrey que éste es más sosegado.

Eran los años treinta cuando un mono gigante se le ocurrió trepar a lo alto del Empire State Building. Hace unos años, ese mismo mono, pero más coloreado volvió a repetir tal hazaña. Lo más sorprendente de todo es que no lo hizo porque existiera una banana gigante en la cima del famoso edificio; sino porque estaba enamorado de Ann Darrow, una rubia muy mona. Este guión tan real como la vida misma se caracteriza por pertenecer al selecto grupo de las mejores películas de todos los tiempos. ¡Espero que no hayan sido los que critican al cine moderno de ser demasiado irreal los culpables de eso!

Dejando a un lado a los críticos con su extraña percepción del cine, adentrémonos en lo que nos importa: tanto la película del año 33 como la moderna son un verdadero tostón. Algunos directores se creen que el espectador es gilipollas; por lo tanto cuentan algo de mil maneras diferentes transformando lo que sería una buena película en una película repetitiva y falta de ritmo. En este caso ni hace falta profundizar de esa manera la relación entre los protagonistas de carne y hueso, ni hace falta un número de claquet para saber que la bestia se ha enamorado de la bella.

Peter Jackson aprovechó el tirón del Señor de los Anillos para rodar a su gusto esta película. Bien es cierto que cometió los mismos fallos que su predecesora; pero utilizó las nuevas tecnologías de una manera brillante. Los paisajes son realmente impresionantes, la gigantesca puerta está muy bien lograda, los nativos de la isla dan auténtico miedo, la coreografía de la pelea con los dinosaurios es muy ocurrente ... Sin embargo a la hora y media de película la gente sólo piensa en una sola cosa ... ¡Que se muera de una vez el puto mono!