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Críticas ordenadas por utilidad
9 de noviembre de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frequency es algo así como un pequeño clásico moderno. La película trata un tema bastante original (padre e hijo hablando desde una emisora de radioaficionado a través del tiempo) y supuso una sorpresa en el momento de su estreno, aunque la crítica estuvo dividida desde el principio.
Gregory Hoblit dirigió años atrás Las dos caras de la verdad, una película que a mí me encanta ver una y otra vez por la soberana actuación de Edward Norton pero que peca de lo mismo que Frequency: ambas están cogidas con pinzas (y ni eso). El guion de Frequency, obra de Toby Emmerich, tiene un buen planteamiento y un desarrollo bastante bueno (pese a sus convencionalismos), pero cae en la trampa de hacer una película de viajes en el tiempo (aunque esta no sea eso exactamente), que no es otra que la continua contradicción y la falta de rigor en los detalles, bien sea pasándolos por alto o bien escondiéndolos al espectador que, a poco que se fije, podrá ver claramente cómo están intentando venderle la moto con la finalidad de, eso debe quedar claro, obtener una obra muy entretenida y con algunas escenas realmente buenas. La labor de Hoblit en Frequency es acertada en cuanto a la dificultad que implica dar importancia a las dos historias por separado, pero falla al intentar sorprender continuamente, algo imposible de conseguir salvo para los grandes del oficio del cine.
El protagonista es un Jim Caviezel en estado de gracia que borda su papel de principio a fin a base de comprender a la perfección las situaciones a las que se enfrenta su personaje, tanto a nivel policíaco como a nivel personal. A su lado, a modo de pilar maestro, está Dennis Quaid, que si bien es cierto que no es un coloso del cine, también lo es que el actor de Houston siempre cumple en su trabajo y nunca representa el punto flaco de la película o serie en la que aparezca. Aquí su labor es muy completa. Es de admirar el trabajo de los dos protagonistas ya que lidian con personajes extremadamente parecidos y, además de representar sus papeles, deben intentar no alejarse el uno del otro en las formas, cosa que consiguen. Buen nivel también el que alcanza André Braugher, lo que a mí personalmente no me sorprende ya que en el registro que le es asignado en esta ocasión se siente muy cómodo. A modo de curiosidad, comentar la aparición de un jóven Michael Cera en su primera película para la gran pantalla.
Resumiendo, que es gerundio: Frequency no es una película maravillosa y tal vez no llegue ni a buena. No discutiría con alguien que dijese sobre ella que es regulera, pero sí le diría que, aunque no cumple su meta de ser grande, al menos es tremendamente entretenida, lo que suele ser difícil de entender para los encargados de realizar cine comercial del que simplemente entretiene. Una película de esas que necesitamos ver a veces a medias entre la calidad y el entretenimiento vacío.
Gregory Hoblit dirigió años atrás Las dos caras de la verdad, una película que a mí me encanta ver una y otra vez por la soberana actuación de Edward Norton pero que peca de lo mismo que Frequency: ambas están cogidas con pinzas (y ni eso). El guion de Frequency, obra de Toby Emmerich, tiene un buen planteamiento y un desarrollo bastante bueno (pese a sus convencionalismos), pero cae en la trampa de hacer una película de viajes en el tiempo (aunque esta no sea eso exactamente), que no es otra que la continua contradicción y la falta de rigor en los detalles, bien sea pasándolos por alto o bien escondiéndolos al espectador que, a poco que se fije, podrá ver claramente cómo están intentando venderle la moto con la finalidad de, eso debe quedar claro, obtener una obra muy entretenida y con algunas escenas realmente buenas. La labor de Hoblit en Frequency es acertada en cuanto a la dificultad que implica dar importancia a las dos historias por separado, pero falla al intentar sorprender continuamente, algo imposible de conseguir salvo para los grandes del oficio del cine.
El protagonista es un Jim Caviezel en estado de gracia que borda su papel de principio a fin a base de comprender a la perfección las situaciones a las que se enfrenta su personaje, tanto a nivel policíaco como a nivel personal. A su lado, a modo de pilar maestro, está Dennis Quaid, que si bien es cierto que no es un coloso del cine, también lo es que el actor de Houston siempre cumple en su trabajo y nunca representa el punto flaco de la película o serie en la que aparezca. Aquí su labor es muy completa. Es de admirar el trabajo de los dos protagonistas ya que lidian con personajes extremadamente parecidos y, además de representar sus papeles, deben intentar no alejarse el uno del otro en las formas, cosa que consiguen. Buen nivel también el que alcanza André Braugher, lo que a mí personalmente no me sorprende ya que en el registro que le es asignado en esta ocasión se siente muy cómodo. A modo de curiosidad, comentar la aparición de un jóven Michael Cera en su primera película para la gran pantalla.
Resumiendo, que es gerundio: Frequency no es una película maravillosa y tal vez no llegue ni a buena. No discutiría con alguien que dijese sobre ella que es regulera, pero sí le diría que, aunque no cumple su meta de ser grande, al menos es tremendamente entretenida, lo que suele ser difícil de entender para los encargados de realizar cine comercial del que simplemente entretiene. Una película de esas que necesitamos ver a veces a medias entre la calidad y el entretenimiento vacío.
20 de septiembre de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El exorcista 3 no es exactamente la segunda secuela de la obra maestra de William Friedkin, sino más bien un spin-off. Basada en la novela Legión de William Pete Blatty, (que dirige y guioniza, también), fue distribuida en principio por 20th Century Fox, aunque los derechos volvieron pronto a la Warner.
William Peter Blatty dirige su segundo (y, hasta la fecha, último) largometraje. El hombre, de buena fe, quiso que la película se titulara Legión, como la novela que adaptaba, pero los productores prefirieron aprovechar el nombre de la obra maestra de terror y confiar en que el público, al saber que era el escritor quien la dirigía, se olvidase de la horrenda El exorcista 2 y regresara en masa a las salas de cine. William Peter Blatty tiene detalles de talento en la película. Siendo un escritor de novelas cómicas en su mayoría, es asombroso lo que puede hacer tras las cámaras en una obra de terror. Blatty no se centra en sobresaltar al espectador, aunque a fe que en un par de ocasiones hará que te tenses. Su trabajo se centra más en construir un thriller policíaco con tintes paranormales que tienen cosas en común con la historia que se nos cuenta en El exorcista. Un buen desarrollo con 'Kinderman' (George C. Scott) como hilo conductor, sucede al Tubular Bells de Mike Oldfield que vuelve a sonar, en este caso al principio, hasta alcanzar un clímax un tanto ridículo, en el que la productora, en su afán monetario, obligó a meter muchísimos detalles que obligaron a Blatty a cambiar medio guión para no caer en el absurdo más grande que pensarse pueda, aunque no pudo evitarlo. Los geniales efectos visuales encuentran complicidad en el buen uso que les da el director, contribuyendo a crear un ambiente tétrico en algunas escenas que continúan el soberbio inicio, que levanta unas expectativas que más tarde no cumple.
George C. Scott (el primer actor que rechazó un Óscar, por Patton), debía servir de imán para el público. Sin embargo, aunque su trabajo es bastante bueno, el hecho de que su personaje fuese interpretado en la primera película por J. Lee Cobb pone el listón tan alto que Scott da la sensación de no alcanzar todo lo que su papel necesita. Ed Flanders está bastante flojo y, aunque su personaje (bastante gracioso a mi entender) es interesante, pierde fuelle con el paso de los minutos. Brad Dourif es el gran triunfador de la película, con un papel que es el que más lucimiento permite, y Dourif lo aprovecha. Jason Miller, que retorna a la "saga", está correcto, muy bien caracterizado y sin demasiado trabajo.
Resumiendo, que es gerundio: Considerar El exorcista 2 como una secuela de la obra maestra de Friedkin es lícito, pero es una estupidez. El exorcista 3, sin embargo, es un spin-off mucho más fiel a la original aunque se base en un novela distinta. William Peter Blatty hubiera conseguido hacer una muy buena película si los malditos productores no hubieran jodido el asunto con sus absurdas peticiones.
William Peter Blatty dirige su segundo (y, hasta la fecha, último) largometraje. El hombre, de buena fe, quiso que la película se titulara Legión, como la novela que adaptaba, pero los productores prefirieron aprovechar el nombre de la obra maestra de terror y confiar en que el público, al saber que era el escritor quien la dirigía, se olvidase de la horrenda El exorcista 2 y regresara en masa a las salas de cine. William Peter Blatty tiene detalles de talento en la película. Siendo un escritor de novelas cómicas en su mayoría, es asombroso lo que puede hacer tras las cámaras en una obra de terror. Blatty no se centra en sobresaltar al espectador, aunque a fe que en un par de ocasiones hará que te tenses. Su trabajo se centra más en construir un thriller policíaco con tintes paranormales que tienen cosas en común con la historia que se nos cuenta en El exorcista. Un buen desarrollo con 'Kinderman' (George C. Scott) como hilo conductor, sucede al Tubular Bells de Mike Oldfield que vuelve a sonar, en este caso al principio, hasta alcanzar un clímax un tanto ridículo, en el que la productora, en su afán monetario, obligó a meter muchísimos detalles que obligaron a Blatty a cambiar medio guión para no caer en el absurdo más grande que pensarse pueda, aunque no pudo evitarlo. Los geniales efectos visuales encuentran complicidad en el buen uso que les da el director, contribuyendo a crear un ambiente tétrico en algunas escenas que continúan el soberbio inicio, que levanta unas expectativas que más tarde no cumple.
George C. Scott (el primer actor que rechazó un Óscar, por Patton), debía servir de imán para el público. Sin embargo, aunque su trabajo es bastante bueno, el hecho de que su personaje fuese interpretado en la primera película por J. Lee Cobb pone el listón tan alto que Scott da la sensación de no alcanzar todo lo que su papel necesita. Ed Flanders está bastante flojo y, aunque su personaje (bastante gracioso a mi entender) es interesante, pierde fuelle con el paso de los minutos. Brad Dourif es el gran triunfador de la película, con un papel que es el que más lucimiento permite, y Dourif lo aprovecha. Jason Miller, que retorna a la "saga", está correcto, muy bien caracterizado y sin demasiado trabajo.
Resumiendo, que es gerundio: Considerar El exorcista 2 como una secuela de la obra maestra de Friedkin es lícito, pero es una estupidez. El exorcista 3, sin embargo, es un spin-off mucho más fiel a la original aunque se base en un novela distinta. William Peter Blatty hubiera conseguido hacer una muy buena película si los malditos productores no hubieran jodido el asunto con sus absurdas peticiones.
3 de junio de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Majestic es una de esas películas que, en la mayoría de casos, gustará a tus padres, a tu novia, a los amantes del cine e incluso a tu perro. Solo tiene un "pero", aunque es uno bastante importante.
Frank Darabont, un gran experto en contar historias humanas y llevarlas directas al alma del espectador, dirige The Majestic haciendo creíble lo increíble, algo que a estar alturas ya no sorprende a nadie viniendo de un director que fue capaz de convertir La milla verde en una obra maestra solamente dos años antes de la película que nos ocupa y, años atrás, nos presentó Cadena perpetua, uno de los mejores dramas carcelarios de todos los tiempos. Las dos películas nombradas fueron adaptaciones de relatos de Stephen King, pero aquí Darabont se encuentra el reto de trabajar con un guion nacido de la nada. Sin duda, el director nacido en Francia (aunque de origen húngaro y con nacionalidad estadounidense) es el hombre ideal para contar una historia de estas características. Darabont tiene como buena costumbre estructurar sus películas en tres actos perfectamente diferenciados, algo que aquí nos sirve para conocer a los personajes, conocer la historia y más tarde conocer la impronta que ha dejado una cosa en la otra. Gracias a una buena puesta en escena, a una acertada banda sonora y a una fotografía espléndida, se logra en el espectador el efecto deseado. El "pero" que sí se le puede poner a la película es que abusa de sus buenas intenciones, cayendo una y otra vez en escenas que buscan conmover de forma fácil, algo totalmente innecesario ya que el buen camino estaba emprendido cuando Darabont consigue hacer verídico lo surrealista.
Para quienes dicen que Jim Carrey es un mal actor y que solamente sabe hacer muecas, aquí está la enésima demostración de que el canadiense es un intérprete muy serio cuando hace falta y que lo único que necesita para consagrarse es un papel como el que aquí interpreta pero en una película más accesible para el gran público. Martin Landau, actor mayúsculo y ya inmortal en la historia del cine, hace un trabajo sencillamente espectacular. Laurie Holden está bastante irregular. Por momentos enamora al espectador y en otros, directamente, deja de ser creíble. Un contraste demasiado exagerado como para dos por buena su interpretación. David Ogden Stiers sí que rinde bastante bien en el personaje que es, posiblemente, el más cercano de la película.
Resumiendo, que es gerundio: The Majestic tiene mimbres para ser una película excelente y, de hecho, lo es en determinados momentos. La única pega que tiene es no conformarse con tocar la fibra del espectador y querer agarrar el corazón en sus manos, un fallo que hasta un genio como Frank Darabont puede cometer.
Frank Darabont, un gran experto en contar historias humanas y llevarlas directas al alma del espectador, dirige The Majestic haciendo creíble lo increíble, algo que a estar alturas ya no sorprende a nadie viniendo de un director que fue capaz de convertir La milla verde en una obra maestra solamente dos años antes de la película que nos ocupa y, años atrás, nos presentó Cadena perpetua, uno de los mejores dramas carcelarios de todos los tiempos. Las dos películas nombradas fueron adaptaciones de relatos de Stephen King, pero aquí Darabont se encuentra el reto de trabajar con un guion nacido de la nada. Sin duda, el director nacido en Francia (aunque de origen húngaro y con nacionalidad estadounidense) es el hombre ideal para contar una historia de estas características. Darabont tiene como buena costumbre estructurar sus películas en tres actos perfectamente diferenciados, algo que aquí nos sirve para conocer a los personajes, conocer la historia y más tarde conocer la impronta que ha dejado una cosa en la otra. Gracias a una buena puesta en escena, a una acertada banda sonora y a una fotografía espléndida, se logra en el espectador el efecto deseado. El "pero" que sí se le puede poner a la película es que abusa de sus buenas intenciones, cayendo una y otra vez en escenas que buscan conmover de forma fácil, algo totalmente innecesario ya que el buen camino estaba emprendido cuando Darabont consigue hacer verídico lo surrealista.
Para quienes dicen que Jim Carrey es un mal actor y que solamente sabe hacer muecas, aquí está la enésima demostración de que el canadiense es un intérprete muy serio cuando hace falta y que lo único que necesita para consagrarse es un papel como el que aquí interpreta pero en una película más accesible para el gran público. Martin Landau, actor mayúsculo y ya inmortal en la historia del cine, hace un trabajo sencillamente espectacular. Laurie Holden está bastante irregular. Por momentos enamora al espectador y en otros, directamente, deja de ser creíble. Un contraste demasiado exagerado como para dos por buena su interpretación. David Ogden Stiers sí que rinde bastante bien en el personaje que es, posiblemente, el más cercano de la película.
Resumiendo, que es gerundio: The Majestic tiene mimbres para ser una película excelente y, de hecho, lo es en determinados momentos. La única pega que tiene es no conformarse con tocar la fibra del espectador y querer agarrar el corazón en sus manos, un fallo que hasta un genio como Frank Darabont puede cometer.
28 de diciembre de 2010
21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda secuela que se precie de una película que se desarrolle en el campo, la selva o los verdes prados de Asturias, debe desarrollarse en la ciudad. Eso lo sabe todo Dios, por lo visto.
En esta ocasión, la película pretende introducir al depredador dentro de la jungla de cristal y de una lucha de bandas. Lo hace con poco acierto, la verdad.
Stephen Hopkins dirige con más efectismo que efectividad una película que podría haber sido mucho mejor. Los guionistas (increible que sean los mismos que en la primera 'Depredador') se endiosan y envían al bicho a la ciudad. En la primera, gran parte del encanto, era la caza real que se vivía en la selva. En la ciudad todo queda mucho más falso y se ven situaciones nada originales, pero que son las que se buscaban cuando decidieron ubicar la historia en suelo urbano. Los duelos entre jurisdicciones y otras gaitas, corresponden más a otro tipo de película. El cambio radical no siempre es malo, pero en este caso le sienta fatal a la obra. Por otra parte, el clímax es excesivamente largo y acaba haciéndose pesado, incidiendo en la constancia de Glover y en lo difícil de matar que es el monstruo.
Danny Glover, en su línea, es el policía que se huele algo y persigue el caso porque es un justiciero nato y hay algo que le cuadra. Otro estereotipo clásico de este tipo de películas, como el personaje de Gary Busey, quiere ser tan misterioso que al final te da un poco igual lo que quiera (en parte porque lo sabes desde el principio y el único que no se entera es el bueno de Glover). Las actuaciones de los dos están a la altura de la película. Ni bien ni mal. Simplemente están. Los secundarios (la poli dura, el compañero del protagonista desde hace años y el graciosete) importan más bien poco. Y la verdad es que no destacan precisamente por sus interpretaciones. Rubén Blades como colega de Glover, vale que le da un punto carismático, pero poco más.
Resumiendo, que es gerundio: podría haberse hecho una buena secuela teniendo en cuenta que los guionistas eran los mismos, pero se ve que se subieron a la parra y se crecieron, pensando que podían meter al bicho en la ciudad. La cagaron. Además, la película pierde la intriga de la primera, y con ella gran parte de su aliciente. El hecho de querer rizar el rizo tanto hace que la obra se pierda. Curiosamente, los responsables de 'Alien vs Predator' tropezaron en la misma piedra.
A pesar de todo lo malo, puede llegar a entretener, aunque le sobren unos cuantos minutos. Para la historia quedarán las míticas palabras del bicho: "hijo de puta" y "es una cabronada".
En esta ocasión, la película pretende introducir al depredador dentro de la jungla de cristal y de una lucha de bandas. Lo hace con poco acierto, la verdad.
Stephen Hopkins dirige con más efectismo que efectividad una película que podría haber sido mucho mejor. Los guionistas (increible que sean los mismos que en la primera 'Depredador') se endiosan y envían al bicho a la ciudad. En la primera, gran parte del encanto, era la caza real que se vivía en la selva. En la ciudad todo queda mucho más falso y se ven situaciones nada originales, pero que son las que se buscaban cuando decidieron ubicar la historia en suelo urbano. Los duelos entre jurisdicciones y otras gaitas, corresponden más a otro tipo de película. El cambio radical no siempre es malo, pero en este caso le sienta fatal a la obra. Por otra parte, el clímax es excesivamente largo y acaba haciéndose pesado, incidiendo en la constancia de Glover y en lo difícil de matar que es el monstruo.
Danny Glover, en su línea, es el policía que se huele algo y persigue el caso porque es un justiciero nato y hay algo que le cuadra. Otro estereotipo clásico de este tipo de películas, como el personaje de Gary Busey, quiere ser tan misterioso que al final te da un poco igual lo que quiera (en parte porque lo sabes desde el principio y el único que no se entera es el bueno de Glover). Las actuaciones de los dos están a la altura de la película. Ni bien ni mal. Simplemente están. Los secundarios (la poli dura, el compañero del protagonista desde hace años y el graciosete) importan más bien poco. Y la verdad es que no destacan precisamente por sus interpretaciones. Rubén Blades como colega de Glover, vale que le da un punto carismático, pero poco más.
Resumiendo, que es gerundio: podría haberse hecho una buena secuela teniendo en cuenta que los guionistas eran los mismos, pero se ve que se subieron a la parra y se crecieron, pensando que podían meter al bicho en la ciudad. La cagaron. Además, la película pierde la intriga de la primera, y con ella gran parte de su aliciente. El hecho de querer rizar el rizo tanto hace que la obra se pierda. Curiosamente, los responsables de 'Alien vs Predator' tropezaron en la misma piedra.
A pesar de todo lo malo, puede llegar a entretener, aunque le sobren unos cuantos minutos. Para la historia quedarán las míticas palabras del bicho: "hijo de puta" y "es una cabronada".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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11 de febrero de 2009
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es un enorme despliegue de efectos especiales tan solo equiparable a la bazofia que te cuenta y a cómo te la cuenta.
1 - El gran presidente americano, siempre dispuesto a todo por su país.
2 - El infravalorado (antenista en este caso) que acaba siendo un héroe.
3 - El capitán de los marines, increiblemente valiente.
4 - El veterano de guerra, con su vida echada a perder por el alcohol, que encuentra una segunda oportunidad para demostrar lo tremendamete válido que es para su gran país.
La história se centra tanto en darle valor emocional a los personajes en lo referente a su patriotismo, que deja de un lado toda coherencia. En ningún momento transmite inquietud y nunca llega a gustarte. Le doy un 5 por los efectos especiales. Y creo que me paso, porque para lo que costaron, tampoco se salen de madre.
1 - El gran presidente americano, siempre dispuesto a todo por su país.
2 - El infravalorado (antenista en este caso) que acaba siendo un héroe.
3 - El capitán de los marines, increiblemente valiente.
4 - El veterano de guerra, con su vida echada a perder por el alcohol, que encuentra una segunda oportunidad para demostrar lo tremendamete válido que es para su gran país.
La história se centra tanto en darle valor emocional a los personajes en lo referente a su patriotismo, que deja de un lado toda coherencia. En ningún momento transmite inquietud y nunca llega a gustarte. Le doy un 5 por los efectos especiales. Y creo que me paso, porque para lo que costaron, tampoco se salen de madre.
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