Entiendo que Galcerán, autor del texto original, se sintiera profundamente contrariado por el trato sufrido por el mismo, en su traspaso a guión cinematográfico. Quién, como yo, haya visto previamente su representación tetral econtrará en la película muchas cosas a faltar... a pesar de que hayan aumentado los personajes. Falta el aderezo levemente humorístico, falta intensidad en algunas partes del desarrollo y falta reflexión en el desenlace.

Claro que, si evitamos esa inevitable comparación, la película se deja ver bien, presentando correctamente un tema de actualidad y mostrando, sin laguna alguna, la extraordinaria capacidad interpretativa de todas sus actrices y actores.

Reconozco que no he leído la tan laureada novela de Bernardo Atxaga y quizá por ello mi comentario esté ausente del necesario fundamento. La película es interesante y muestra con habilidad esa magia que nos define la entremezcla del pasado y el futuro, centrado en unos personajes en apariencia cripticos y misteriosos. Sin embargo, quizá falte alguna curva a esas ochenta y siete que nos sitúan en el lugar adecuado, puesto que la historia tiene algunos bajones, tanto en el guión, (el personaje que interpreta Eduard Fernández queda algo descolgado del conjunto), como en la interpretación, (falta autenticidad en algunos de los protagonistas adolescentes).

Resulta complicado aunar intereses en ambos sentidos. Una crónica política, que pretende sin éxito, presentarse sin tendencias, no propicia casi nunca un buen ejercicio cinematográfico. En este caso, ni la interpretación, ni el guión, ni la ambientación, están a la altura de lo que puede considerarse exigible. Sin embargo, el simple relato de los hechos puede ayudar a recordar, o a conocer, un capítulo de la historia que ha quedado injustamente olvidado.

A los hermanos Taviani no les hacía falta desprestigiar su carrera con esta película. A la causa armenia, tampoco. Una historia sin pies ni cabeza, con un guión constantemente absurdo, una interpretaciones lamentables y ni una sola escena que pueda salvarse. No hacía falta gastarse el dinero en esta película. Y sinceramente, no hace falta ir a verla.

No hay para tanto. Los hechos pueden haber sido reales, pero la película... lineal, absurda en su desarrollo, repetitiva, en fin, una historia clásica con tufillo americanoide, que no llega más allá de la pantalla. Es cierto que Will Smith hace un buen trabajo, pero esta valoración tiene como referencia lo mal que lo había hecho hasta ahora, o sea que el mérito no es tanto y por supuesto, nunca merecedor de un Oscar. ¡Con la cantidad de buenos actores que permanecen en el anonimato!

En fin, siento contradecir a la mayoría de compañeras/os de esta web, pero a mí la historia ni me enterneció, ni me emocionó, ni me pareció dramática, sino aburrida, reiterativa y tan plana como pesada. Será que mi escepticismo ante este tipo de películas, es indomable y excesivo.