Entretenido drama político. Sarah Palin es elegida para acompañar a John Maccain como Vicepresidenta en las elecciones presidenciales de 2008. Luego de una aparente buena partida, la Gobernadora de Alaska comenzará a defraudar a sus asesores no sólo con su falta de experiencia sino con el casi nulo conocimiento de la realidad política, social y cultural.

La trama está bastante bien llevada y se siente la frustración de sus asesores, la angustia de la protagonista y su deseo por mejorar. Sin embargo, dos cosas:

1º Sus reales habilidades no son tan relevantes para el sobrevalorado cargo de Vicepresidenta: ahí tienen a Hillary dando bote; y si Palin fue ridiculizada por Tina Fey, la esposa de Clinton se las ve peor en la serie Veep, donde ponen de manifiesto su nulo poder decisorio ("¿Ha llamado el Presidente?..." "No.")

2º Hay un intento de “culpar” a Sarah Palin por la no elección de Maccain, como queriendo decir que si hubiera sido otra persona y no ella, habrían ganado, y eso –todos lo saben– no es efectivo, porque tenían a un oponente imbatible: el primer afroamericano en el poder. De hecho, aún con toda la novedad y carisma, Obama no tuvo mayor votación que en otras elecciones con otros candidatos, con sobre el 51% de la votación total…

Y lo otro que me gustó fue que Sarah Palin muestra esa faceta del que ha probado el dulce sabor del poder: querer aún más. Yo por mi parte no la podría culpar. Fue duramente criticada, se preparó mejor y salió airosa en su última entrevista. Es el vivo ejemplo de la superación personal.

Todo parece falso y panfletario. Se nota un esfuerzo exagerado por transmitir angustia y tortura psicológica donde no la hubo. Comen bien, reciben cartas, tienen abrigo, se la pasan de vagos todo el día haciendo dibujos... hasta tienen agua caliente, y debemos creer que sufren al son de un violín insoportable. Malos actores (no hay caso con la sobreactuación), personajes caricaturescos (mal endémico del cine izquierdista) y en general una historia que no daba para película.

Sin duda, la mejor sorpresa de esta serie fue descubrir que aquí estaba el espíritu de 24, el mismo ritmo, la misma música (Sean Callery), y aun cuando llegué a pensar que una mujer repartiendo patadas sería una decepción, la increíble Maggie Q en el rol de Hannah Wells, la agente del FBI que corre tras el complot que pretende derribar al mismísimo gobierno de los Estados Unidos, no decepciona ni por un segundo. Con un arranque increíble, una mid-season con un ligero bajón y un tercio final trepidante, es todo lo que los fans de 24, decepcionados con 24:Legacy, están buscando.

La película original tenía a dos protagonistas, padre-hijo, pero por una razón que no me explico, al tratarse de series policíacas está de moda poner de protagonista a una mujer, al estilo The Fall, The Killing, Broen, Happy Valley, etc. que -sigo creyendo- tendrían mucho más credibilidad y audiencia si fueran interpretadas por hombres. Aquí la serie cambia a padre-hija, con la marimacha que tiene que dar patadas, hablar como hombre, ir al bar y esas cosas.

El problema esencial de esta serie es que la gran motivación de la película era poder hacer contacto con el padre fallecido y salvarlo, con todo el sentimiento de nostalgia y amor por la pérdida. Pero aquí en la serie, tenemos a una protagonista increíblemente antipática, que ya en los primeros contactos radiales está a punto de mandar a su padre al carajo, y que, a pesar de descubrir la verdad que lo exonera, a ella le da lo mismo, jamás demuestra amor, no le pide perdón por creerlo un corrupto, en casi todas las conversaciones usa con él un lenguaje duro, es decir, no existe una relación padre-hija, muy distinto a la alegría que le hinchaba el corazón a Jim Caviezel cuando se comunicaba con Dennis Quaid.

La diferencia es que, mientras en la película el hijo nunca superó la muerte del padre, en la serie eligieron a una hija resentida que aprovecha ese gran "milagro" para vomitar su resentimiento.

Por otra parte, la historia es casi la misma, con relleno medianamente decente, aunque ese conflicto del policía que por trabajo nunca está para su hija pequeña ya está demasiado trillado.

En resumen, serie sin el carisma de la original.

PD. Duró una temporada. La cancelaron.

En la década de los 80, el Chile hacía frente a una crisis económica que sólo declinaría en la segunda mitad de la década. Los opositores al gobierno, dirigidos por sectores de izquierda conservadores y exttemistss, se organizaban a la espera del plebiscito de 1988 que, a la postre, posibilitó la salida del General Pinochet de manera pacífica. El combate a los grupos subversivos, que se valieron del terrorismo, la bomba y el asesinato político, eran diezmados a duras penas por el gobierno. Esta serie, adaptación de la serie Cuéntame Cómo Pasó, de España, recoge las vivencias de una familia clase media durante aquella década, con una visión políticamente identificada con la izquierda, por lo que no es posible tener una visión imparcial de la sociedad chilena, pero sí habrá identificación con las costumbres de la época, la ambientación, y los dramas familiares.