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Colombia Colombia · Medellín
Críticas de César
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Críticas 11
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
30 de diciembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha encantado. Quienes hemos tenido la oportunidad de ver los largos documentales de Jerome Brunner con el pueblo Inuit esta película resulta un suave abstract acerca de la vida de este pueblo. Tiene de todo: cotidianidad, violencia, erotismo y excelente fotografía. Logramos empatizar con los personajes y las tres horas se pasan volando. Lo que más me ha gustado es reflexionar acerca la forma tan fácil con que podemos comprender las vivencias de otros pueblos. Finalmente no somos tan diferentes y tanto fanatismo por la diferencia cultural me parece una aspiración política más que una realidad. Finalmente el norte canadiense, desde Nanook, nos da buenas experiencias cinematográficas.
César
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3
30 de diciembre de 2009
23 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy recomendable si tienes pocas cosas que hacer con tu día. Absolutamente predecible, carente de emoción y se termina viendo sólo por pereza de quitarla. Sorpresas tontas y a excepción de Caine todos los personajes tienen poca fuerza. Los detectives son fatales. Una comunidad en la cual parece que sólo viven diez personas, de repente, ante la llegada de la policía, se arma una asonada multitudinaria. Son graciosos los dos junkies que abren la puerta a Caine y les muestra a él como follan, como cultivan hierba, como se inyectan y, todavía, le dan varias armas para que el señor escoja. El drogadicto principal, que parece más un mutante, es genial. Muy floja en general.
César
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8
10 de agosto de 2008
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abro seriamente el cuaderno Fassbinder, después de muchos años de haber visto El Matrimonio de María Braun. Esperar ver algún día la obra de Fassbinder es algo similar a saber que en algún momento uno se leerá alguna de las novelas de En busca del tiempo perdido de Proust o la Educación Sentimental de Flaubert. Es decir, algún día uno se enfrentará con seriedad y concentración a una gran obra, en este caso yo empiezo trasnochadamente con Rainer Werner Fassbinder.
Las amargas lágrimas de Petra Von Kant es un drama oscuro, clasicista, de una belleza perezosa y de unas psicologías magistralmente expuestas, con el necesario plus teatral para que los menos perspicaces entiendan de qué se trata (así luego se quejen pretenciosamente de sobreactuación de dos de las mejores actrices alemanas).

La historia da cuenta de cómo el amor a veces es una relación establecida sobre los huecos emocionales o las necesidades concretas (allí discutiríamos si se trata de amor), lo cual conllevará a la exacerbada ilusión o el devastador paisaje de la no correspondencia. En esta situación es posible caer en el desespero, la locura. El desamor arrastra avasallante todo el sentido de mundo que hemos construido dejándonos en el peor de los infiernos. Luego, en la desnudez, todo se aclara aparentemente y el viaje se reinicia, posible y aconsejablemente siendo otra persona. Hay otras que se resistirán, como el caso de Marlene.
En cuanto a la puesta en escena, pues magistral. Una película que no sale de una habitación - taller, pero tan ricamente decorada que Fassbinder se da el gusto de explorar encuadres y planos secuencia fascinantes. Una película que transcurre el 70% sobre una cama y la única escena de sexo es la protagonizada por dos estáticos maniquíes da cuenta de la riqueza textual y visual de la película.
Es una película obscuramente bella.
César
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9
7 de agosto de 2008
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rohmer y las contingencias.

Rohmer hace filosofía con los aspectos más sencillos, pero a su vez más determinantes en la vida de las personas. Se banaliza muchas veces el amor, los deseos de conquista, las dudas acerca del tipo de relación que se quiere, y más aún, asuntos como los clasificados para buscar pareja.

Rohmer, otra vez, me ha desestabilizado y me ha permitido unir unas cosas con otras. Se tiene la idea, o por lo menos yo, que quienes buscan una relación a través de los clasificados, son personas superficiales, fracasadas e incapaces socialmente. En Cuento de Otoño, la protagonista Magali, una solitaria e interesante vinicultora de cuarenta y cinco años, con vicios intelectuales, confiesa a su entrañable amiga Isabelle su deseo de encontrar a un hombre, aunque se siente incapaz de socializar, y mucho menos, de caer en el desespero de buscar a alguien por medio de un clasificado. Tanto Isabelle como Rosine (las eternas adolescentes de Rohmer, picaras que juegan con el mundo en sus manos) buscan como hallar el anhelado hombre a su amiga. Issabelle a través del clasificado y Rossine queriendo convertí a su ex amante, su profesor de filosofía, en la pareja de su amiga Magali.

Lo demás es el mago barajando posibilidades, encuentros y desencuentros. Rohmer juega aquí con varias ideas. Por un lado, como una decisión pueril, acudir a los clasificados románticos, puede develar un nuevo escenario, y de hecho, un escenario importante. Por el otro, nos pone a cuestionar ese asunto del destino, del encantamiento por primera vez. Entonces en Rohmer, esta vez, establece que el producir la contingencia, acelerar el hecho, incluso de una forma burda y poco delicada, puede dar lugar a un bello y esperado encuentro, lo que aún en nuestros discursos llamamos “destino”. Porque finalmente Magali pensaba que el hombre que esperaba llegaría por alguna situación a la puerta de su casa de campo. Sin embargo, el atrevimiento de Isabelle fue la llave para que el deseo de su amiga tuviese lugar.
Si en el Cuento de Invierno la clave era la apuesta en lo impensado, pienso que la clave del Cuento de Otoño es la apuesta a nuestra capacidad de construir un nuevo escenario. Apuesta que en este caso fue de la tercera persona, Isabelle.

Aquí todo lo he simplificado. Quedan muchas cosas, otras relaciones, otras posibilidades y de seguro está película contribuirá a mi insomnio cotidiano.

Como siempre Rohmer, insuperable, puro, vivo.
César
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9
7 de agosto de 2008
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una faceta de Rohmer desconcertante si uno se alinea del lado del racionalismo y es su lado metafísico, que había yo descubierto en Rayo Verde, Mi Noche con Maud y que ahora encuentro en este Cuento de Invierno de 1992.

Sin embargo esta faceta metafísica no se vislumbra a través de una trama grandilocuente o fantástica, sino, como es común en Rohmer, por medio de la casualidad y la cotidianidad de unos personajes sumamente veraces y cuya dirección, también como siempre, resulta magistral.

Y es que en Cuento de Invierno Rohmer decide darle un golpe a la razón, pues a partir de exhibir una Felice en apariencia caprichosa e inmadura, que pareciera jugar con los hombres (Maxence y Loic) a quienes quiere (pero no quiere tanto, o no quiere para vivir con ellos, o no quiere una milésima como quiso a Charles) poniendo al espectador masculino al borde de la misoginia, nos sorprende luego con una indulgencia para con Felice, pues al final premia el supuesto “capricho” con el cumplimiento de la premonición.

Entonces lo que parecía inmadurez e histerismo resultó “apuesta” en el sentido pascaliano del concepto, lo que parecía irresponsabilidad resultaron ser decisiones prudentes motivadas por el presentimiento, la intuición y un convencimiento para nada sustentado en hechos razonables.

De igual forma y como es inevitable en Rohmer entran a jugar los personajes de la cultura occidental como Platón, Pascal, la religión católica en contraste con las creencias de la llamada “nueva era”, traídos en medio de las visitas de los amigos o después de un Shakespeare al que asisten Felice y Loic. Si bien a algunos ven como pedantes estas puestas en escena tan propias de Rohmer, yo las encuentro útiles, porque un gesto en él es siempre relacionar la cotidianidad con problemas generales, pues finalmente muchas de nuestras posturas y decisiones en la vida se rigen a partir de las expectativas generales que tengamos, en términos de la política, la religión, la justicia, el orden trascendental o las contingencias.

Finalmente Rohmer en este cuento de invierno es indulgente ante la apuesta irracional de Felice. ¿Ella encontraría después de cinco años de incomunicación a su amor de verano, de quien tiene una hija que él ignora? ¿En caso de hallarlo él estaría libre de compromiso o acaso aún la amará?

Rohmer dice que en este caso sí, y Felice no era cabeza hueca sino que podía sentir lo que los otros no podían pensar, por eso no apostó por los hombres que quisieron darlo todo por ella, sino que apostó por quien ella siempre quiso sin importar lo casi imposible de la misma. Felice cree como lo hizo Platón en que la inmortalidad del alma se comprueba ante la existencia de ciertas ideas que no tienen piso necesario en el teatro de las acciones cotidianas. Felice creía en que había un único amor y triunfó, en esa película.

¿Apostar?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
César
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