Otro clásico que no había visto. Hasta hoy. Y creo que será un clásico que no volveré a ver.

Le reconozco sus méritos: las interpretaciones (magnífico Marcello Mastroiani), la fotografía, ese aire que desprende, mitad moderno, mitad caduco.

Pero hay algo que hace que la película no pase del 5: me ha aburrido enormemente. Será por su duración tan larga (eso no ayuda, desde luego), será porque no hay una línea argumental, será que ha envejecido mal, ...

No sé, pero creo que falla en lo principal de una película: que entretenga, y en mi caso no lo ha conseguido

... y ha dejado los restos solamente. Eso sí, los restos están envueltos en papel de regalo.
Esos restos son los que nos hemos tragado los espectadores: una película plomiza, incomprensible a mis básicos ojos, desagradable y, sobre todo, y es lo peor, aburrida.
Dicen que esta película es pretenciosa. No lo sé, para eso habría que saber qué pretendía Cronenberg; en mi opinión, simplemente es un truño.
Y el papel de regalo: las correctas y esforzadas interpretaciones de Paul Weller y Judy Davis, la fotografía y la estética de película de cine negro clásico y poco más. Ni siquiera las extrañas imágenes consiguen sorprender o turbar (como suele ocurrir con David Lynch, por ejemplo) más allá de los primeros minutos.
En resumen, que a pesar de mi admiración por David Cronenberg ("Promesas del Este" me parece de lo mejorcito de los últimos años) no remiendo esta película a nadie.

Creo que, en contra de muchas de las opiniones aquí vertidas, esta película no engaña a nadie (ya lo dicen, “del mundo de Cars”) y no es ninguna maravilla pero tampoco es un bazofia.
Creo que es una muestra muy digna de cine de animación para niños, recordemos, para niños. El problema fundamental que tiene es que el nivel de estas películas es tan alto (Cars está muy arriba para estos aviones y aún más, otras como Monstruos, S.A. o Buscando a Nemo o Toy Story) que cualquier película palidece en la comparación y no solo en la animación.
La principal pega que le pongo a la película es que falta el humor, sutil y fino, que tenían las otras películas. El guion y la historia son simplones y los diálogos tienen poca imaginación y muy poco humor, incluso para los niños (fui a verla con mi hijo)
Entre los aciertos, los siempre estupendos valores que se transmiten y los maravillosos paisajes que recrean, al igual que las escenas de acción, son espectaculares.
Recomendable, sobre todo para los niños, para todo aquel que quiera ver la película sin compararla continuamente con sus primas-hermanas.

Mi satisfacción con esta película ha sido como un tobogán, menos mal que al final el gusto que me ha dejado ha sido magnífico. Me puse a ver la película con mucho interés dada la fama que la precedía. Al de un rato de la película estaba casi dando cabezadas, la exposición de los personajes estaba siendo demasiado extensa y la película se me estaba haciendo aburrida, muy aburrida.
Hasta que empieza el meollo del asunto y la película, como los camiones, (dos protagonistas más, que curiosamente me recordaban a la película del "Diablo sobre ruedas" de Spielberg) empieza a arrancar. La emoción va creciendo y mi interés también hasta convertirse en un peículón, con dialogos memorables, actuaciones extraordinarias y una fotografía con un realismo que te deja atado a la silla.
La recomiendo para todo el mundo, pero que nadie desespere si al principio le pasa como a mí y se aburre, que luego la cosa arranca y acelera, acelera.

Floja comedia de uno de los grandes, que arranca bien, con un punto de partida y un argumento prometedor pero que a medida que avanza languidece, aburre, y lo peor, no divierte en ningún momento.

Quizá en su día tenía su chispa, su aquel, pero hoy en día yo al menos no lo encuentro, el humor de tan blanco que es ni se le ve, las situaciones (por ejemplo, la pelea final) son simplonas y carentes de gracia, quizá aptas para mi hijo de 3 años.

Y mira que en un principio lo tiene todo: grandísimo director, buenos intérpretes, guión de Billy Wilder y ese aroma añejo que tan buen gusto deja. Pero a la hora de la verdad, decepción total.

En definitiva, se echa de menos que la bola de fuego eche un poquito de humo negro, el que echa es tan blanco que ni se ve ni se siente.