Desde casi al principio me hizo recordar a Cisne Negro (deterioro emocional/mental de la protagonista) así que ya supuse que las cosas iban a ser muy simbólicas (metáfora abstracta de ciertos sentimientos humanos, o algo por el estilo) y no interpreté nada de forma literal. La tensión va in crescendo y todo apunta bien. Entonces llega ese último tramo de la película. Hasta entonces resulta rara pero creíble, pero cuando aparecen todos esos fans enloquecidos la cosa se convierte en un despropósito. Cuando sobrevives a 15 minutos de primeros planos de Jennifer Lawrence histérica corriendo todo el rato por la casa y la mujer da a luz por fin al bebé, piensas que ahí la película va a terminar, y ese habría sido el momento idóneo. Pero Aronofsky ha venido a jugar y esto no será como Cisne Negro, así que prepara un último giro dramático. Alarga innecesariamente el metraje porque sí. Bardem se lleva el bebé y la secta lo descuartiza. Mientras se lo comen a bocados Lawrence sigue interpretando rigurosamente su papel con gran realismo, y ese contraste entre una interpretación tan dramática con una situación tan absurda e inverosímil hace que la escena resulte cómica. Entonces me da la risa y en esos últimos 10 minutos todo se va al carajo. Tal vez lo ideal hubiera sido rematar la escalada de tensión de los primeros dos tercios de una forma también rara y caótica, pero que fuera creíble, o hacer que la protagonista no se tomara a sí misma tan en serio para adaptarse mejor al sinsentido final. O tal vez lo que Aronofsky quería era dar un toque cómico en plan Shyamalan a la historia. No lo sé. Pero da igual, al final el director hace lo que le da la gana a sabiendas de que algunos le dirán de todo. Eso me parece respetable, así que yo haré lo mismo y le pondré un 7 porque hay que ver qué guapa mi Yeni.