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España España · Barcelona
Críticas de marcato
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
7
10 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dario Argento es el Sergio Leone del terror, siempre haciendo equilibrismos entre lo ridículo y lo sublime, incluso en una misma escena, conviviendo ambos mundos con naturalidad, sin vergüenza, con honestidad.

Siendo así podríamos ver El gato de las nueve colas por su lado sublime o por el del ridículo, o incluso dejarse llevar por ambos, tal y como está construída es lo que sugiere: disfruta de lo ridículo y sublímalo.

Lo que ya nunca es ridículo en Argento son sus asesinos, sus presentaciones a cámara subjetiva, el alma del asesino que describe siempre Argento, su manera de mirar, de pensar, de ver visualmente qué piensa un asesino... En eso no hay mejor maestro que Dario Argento.

Si te va el Giallo encontrarás aquí uno de sus mejores exponentes, si no, probablemente te parezca una película ridícula y no sepas encontrar su lado sublime.
marcato
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9
10 de diciembre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil conseguir profundizar tanto sobre prácticamente 30 personajes, sin aburrir en absoluto, sin efectismos excesivos, dejar que los personajes fluyan naturalmente y se presenten por sí mismos en esa búsqueda del instante en su memoria, del sentido que ha tenido su vida y su trascendencia o lo contrario.

Una pieza amoral que no da lecciones a nadie, tan profunda como uno quiera dejar que sea (porque uno mismo al verla forzosamente se plantea a su vez cuál sería su postura en esta historia).

A mi juicio, una maravilla: sobria, elegante y con cierta frialdad estilística. Hay que disfrutarla y gozar de su propio tempo, dejarnos fecundar por su ausencia de moral o de absurdas moralejas.
marcato
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Pianomanía
Documental
Austria2009
--
Documental
10
25 de enero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una verdadera lástima que este documental no haya sido distribuido en nuestro país, que lo descubriera gracias a una amiga que pensó acertadamente que podía gustarme, que ella lo tenía en una versión subtitulada en inglés, que ni siquiera se pueda encontrar subtitulado al castellano, que sumándolo todo podamos deducir que sólo cuatro gatos ibéricos hayan podido gozar de este retrato de una obsesión, de la profesionalidad hecha arte, el de Stefan Knüpfer, buscando el sonido perfecto, buscando aquello inasible que sus clientes le piden con metáforas, gestos y todo tipo de lenguaje cifrado. Una lástima española, sin duda.

Con la excusa del pianismo, se nos abre una reflexión musical, un debate pianístico-bachiano también. El alma y colorismo del clave (y toda esa corriente "moderna" historicista en torno a la música barroca) y la —en su contraposición— inhumanidad del piano (porque hablamos de un monstruo que necesita de por lo menos tres seres humanos para ser desplazado). Y sí, todo ese debate se fecunda en torno al prácticamente making-off que viene a ser Pianomania de las grabaciones de El arte de la fuga de Pierre-Laurent Aimard, de Stefan Knüpfer ejerciendo de alquimista en la investigación de la sonoridad de un piano, de un hombre que es capaz de sentir en un piano aquello etéreo que han dejado los pianistas que tocaron en él, como si el instrumento se impregnara por el modo en que los virtuosos lo tocaron.

Propongo a cualquier alma sensible que intente hacerse con esta joya del modo que sea, que sin duda será plenamente recompensado por la aventura y esfuerzo. Ah, y acepto reclamaciones.
marcato
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2
25 de enero de 2013
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como dice el título de mi crítica, "respondo" a la hilarante crítica del usuario Macarrones, que además de hacerme reír coincide plenamente con mi propia opinión al respecto del bodrio ministerialmente financiado que nos ocupa: El silencio antes de Bach.

Portabella, como siempre, a costa —esta vez— de Bach nos regala una pedante reflexión del sentido que tiene pagar con dinero público esta amenarada aproximación al genio —al de Bach me refiero— insultando su obra con la falsa excusa (aprovechando que consiguió para tal infame propósito la suficiente recaudación pública) de que la música del genio respira en la cultura y las entrañas de nuestra vieja Europa (en metro nada menos), que corre por las venas o autopistas de nuestro continente incluso a lomos de un camión, silbada por un camionero. En definitiva, disfrazándose con un envoltorio edificante nos mete bien doblada una aburrida cornucopia o dicho de otro modo, un tacto rectal cinematográfico.

Lo mejor de este falso (por no decir deshonesto, ridículo y difamador) homenaje es que la mayoría del público habrá dormido la mayor parte de su insufrible metraje. Y quisiera hacer constar que pongo dos estrellas a este artefacto fílmico por Bach solamente, que Bach sí demuestra en este film que su música es capaz incluso de resistir el peor de los maltratos. Donde Portabella se hunde —si es que Portabella puede hundirse más aún— Bach amanece.
marcato
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1
1 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya no hay un verdadero Cary Grant actualizado a los días de hoy para crear con él un propio género entre la comedia glamurosa, la intriga, el misterio, un galán de esa altura y magnetismo (¿George Clooney? Por Dios: no). Tampoco hay recambios para un Humphrey Bogart, o una Audrey Hepburn, Jane Greer, David Niven, Lauren Bacall, Laurence Olivier, Marlon Brando, Charles Laughton, Robert Mitchum, Alec Guinness o Charlton Heston (dejándome tantos, sin duda). Allí donde pretendas buscar comparaciones entre el pasado y sus émulos actuales la competición se convierte en una farsa. Unos tienen alma mientras los otros parecen títeres inanimados. Actores que salvavan escenas con una mirada, con su mera presencia, con una mueca o un gesto propio, se ven gigantes que aplastan con la misma soltura a actores que sólo saben obedecer las órdenes de directores mediocres. La industria cinematográfica actual abomina de apostar por la magia de un gran actor, o eso o que misteriosamente han dejado de nacer personas tocadas por ese don —ojalá que sea lo primero y no lo segundo—.

Pero claro, aquí se trata del asunto de uno de mis actores favoritos. Quién tuvo la mala idea de revisitar La pantera rosa sin resucitar a Peter Sellers, no lo sé. Digo yo que el infame Shawn Levy no fue más que la cabeza de turco de esa decisión, un director tan malo que aceptó un encargo tan bochornoso e insultante.

Peter Sellers era un género en sí mismo y La pantera rosa giraba a su alrededor porque Blake Edwards entendió igual que Kubrick en Teléfono rojo, que a Peter Sellers debías dárselo todo. Es innegociable su protagonismo, que veas la comedia construirse a su alrededor, porque el actor la desprende casi sin hacer nada, sin esfuerzo. Sólo un genio como el que fue Peter Sellers hubiera podido "salvar" un despropósito tan enorme como una comedia que no causa la menor hilaridad (y eso Sellers lo demostró en varias chapuzas de la saga, que siendo chapuzas la mera presencia de Peter Sellers las hizo flotar).

En definitiva, qué malos tiempos nos ha tocado vivir, y cuánto echo de menos a Peter Sellers.

P.S. Y no quisiera dejar de mencionar un hecho. Steve Martin insultó al género cómico aceptando este trabajo —esta patochada— sin otro fin que un afán de lucro desmedido e infinitamente lejos de homenajear el trabajo de Peter Sellers (que si eso se respirara en esta película, seguro que menos insoportable u odiosa hubiera sido). Su Inspector Clouseau es una ofensa a los matices que Sellers consiguió dar a este personaje. Como bien han apuntado algunos críticos aquí, alguien ha querido suplir la genialidad de Peter Sellers con el esperpento de Martin, y claro, gloriosa deducción, Clouseau que sublimaba la torpeza poniéndola a la altura del surrealismo aquí se nos pretende vender que Clouseau es un vulgar idiota (y rebajar al espectador que ría con ello: no hay derecho...). Lamentable, triste...
marcato
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