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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3 333
Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de octubre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la mitología griega, Pigmalión era un notable escultor muy escéptico con el sexo femenino, razón por la cual rechazaba cualquier opción de comprometerse con muchacha alguna. Pero ocurrió que, un día, se dedicó a esculpir la figura de una doncella a la que dedicó tanto tiempo y esmero que se convirtió en la más bella imagen que hubiera realizado en su vida, y sin siquiera pensarlo, Pigmalión sintió de pronto que se había enamorado perdidamente de aquella inerte figura. Al observar el embeleso y la tristeza que manifestaba ante aquella mujer imposible, Venus, la diosa del amor, se compadeció del artista... y con un soplo la convirtió en una magnífica mujer de carne y hueso. Galatea, como la llamaría Pigmalión, se convierte entonces en su esposa… y el amor demuestra de nuevo que, para él, nada es imposible.

Esta es la historia que inspira al magnífico escritor, George Bernard Shaw, para escribir una versión moderna titulada “Pygmalion", que se vendería como el pan, triunfaría en Broadway en 1914, y desde 1935, sería llevada al cine en numerosas ocasiones. La versión de Anthony Asquith y Leslie Howard (tercera adaptación cinematográfica), tiene a su favor un guion escrito por el mismo Shaw, en el que los diálogos corrosivos y mordaces hacen las delicias de quien sepa degustarlos.

La historia está cargada de fe en los seres humanos y demuestra que, cuando conseguimos creer firme y sinceramente en los potenciales de una persona, la persona misma terminará creyendo en sus propias capacidades. De esta manera, se logrará que aflore lo mejor de su propia esencia, quedando abierto el camino para que se transforme en un ser nuevo y representativo. Siempre se puede, todo lo que hace falta es que, el amor y la fe, broten desde muy adentro porque, sólo entonces, habrá perseverancia e inspiración.

Como Henry Higgins, Leslie Howard logra un personaje tan encantador en sus resistencias, como fluido en sus afanes de transformar a la burda florista que lo busca para que la eduque con sus conocimientos de dicción. Su confianza en sí mismo y su atracción por Eliza están tan a punto, que enseguida acepta la apuesta que le hace su amigo, el capitán Hickering, según la cual este pagará la totalidad de los gastos causados por la muchacha, si antes de seis meses consigue hacerla pasar por una duquesa ante altas personalidades (para el caso, será la embajada de ¡Transilvania!) y como un guiño al ascendente de Howard-Higgins, “el gran sabueso” Carpatti, la confundirá con una princesa húngara.

“La diferencia entre una dama y una florista –dirá con sabiduría Eliza- no está en cómo se comporta sino en cómo la tratan los demás”. Exacto mensaje para entender que las personas casi siempre corresponden según como se las trate.

Con su tono divertido, desenfadado y pulcro, <<PIGMALIÓN>> se convierte en una historia muy agradable y digna de un grato recuerdo... y ya ustedes traerán a la memoria aquellos filmes posteriores que se han inspirado en éste.
Luis Guillermo Cardona
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8
19 de septiembre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un monumento a los caídos en combate durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) da cuenta “en una ciudad cualquiera de Europa” (¡París!) de que con la llegada, ahora, del ejército alemán, se repite aquella historia de violencia, atropellos, privaciones, injusticias, detenciones, desapariciones, torturas… y muerte. La libertad es otra vez pisoteada, la cultura arrasada, las instituciones mancilladas y la vida humana convertida en pieza de uso o de desuso.

Durante aquella invasión a París en la Segunda Guerra Mundial, conoceremos a Albert Lory, un temeroso profesor –todavía él mismo no sabe quien es realmente- a quien sus alumnos respetan muy poco y los bombardeos que amenazan su vida (o la de su dominante y temperamental madre) lo llenan de impotencia y de angustia. Lory, está “secretamente” enamorado de una adorable maestra llamada Louise Martin, cuyo hermano, Paul, aparenta amistad con los fascistas, pero luego sabremos que sus ideales son claros.

Este valiente, elocuente y esmerado filme, segundo de Jean Renoir en Hollywood, realizado en pleno conflicto bélico (1943), resultaba un oportuno alegato contra la guerra y las invasiones, una positiva invitación al compromiso ciudadano, y una acérrima defensa de los derechos humanos… pero, curiosamente, no se estrenó en Francia hasta el 10 de julio de 1946, cuando ya la guerra había terminado. En cambio, en EEUU, se estrenó de inmediato, el 7 de mayo de 1943. ¿Razones? Quizás con un poco de malicia indígena usted pueda atinarlas.

Resulta muy encomiable y aleccionadora, la manera como Renoir (basado en un guión del prolífico e irregular Dudley Nichols), va avanzando en el proceso de autoencuentro que vive el profesor Lory (magníficamente representado por Charles Laughton), hasta convertirse en un ser que da, al Valor, su verdadero y profundo significado. Y la secuencia del juicio se convertirá, sin duda, en un segmento cinematográfico perfecto.

Maureen O’Hara vuelve a reencontrarse con Laughton tras “Esmeralda, la zíngara", siendo esta vez, un tanto más generosa con el gordito que en aquella ocasión. De nuevo su rostro hace que resplandezca la pantalla y su rol, aunque inferior al de Laughton, da ejemplo de la solidaridad femenina y de la dignidad que debe imperar en los peores momentos.

Pese a sus pequeñas fallas (alemanes mostrados con demasiada tolerancia, algún anacronismo y dos o tres efectos de sonido muy imprecisos: Durante el desmantelamiento de la imprenta, el fusilamiento…), “ESTA TIERRA ES MÍA” perdurará como una aleccionadora historia de resistencia contra la tiranía y como reafirmación de que, cuando los pueblos se unen y cuando lo que se defiende es la justicia y la dignidad, no hay enemigo que pueda contra esa magna fuerza.
Luis Guillermo Cardona
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7
13 de junio de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde las primeras imágenes de una película, se puede muchas veces identificar el talento de un director. “EL BESO DEL ASESINO” comienza con Davey Gordon esperando en una estación de trenes, atormentado al recordar lo fácil que es para cualquiera meterse en un lío sin poder controlarlo. En flashback, nos contará entonces lo sucedido en los últimos tres días… y vemos una serie de posters anunciando la pelea de boxeo que tendrá lugar horas más tarde, entre él y Kid Rodriguez. Enseguida, vemos a Davey en su cuarto y diversas fotos nos enteran de su origen campesino y de sus seres queridos. Tras beber un poco de agua, busca una toalla para secarse, y a través de una ventana, vemos al fondo la silueta de una chica rubia quien, en ese momento, se arregla las cejas. Davey contempla los dos peces que tiene en su pecera... como si solo necesitara una pareja para sentirse bien. Echa un ligero vistazo a la chica y se dirige luego a su cama mientras el reloj marca 10 para las 7. Su manager le telefonea para decirle que se vean en el estadio, y en contracampo, vemos ahora a la chica mirando a través de su ventana mientras termina de beber algo. Cuando nota que Davey se dispone a salir poniéndose la chaqueta, ella toma su abrigo y su bolso, y sale a continuación. Ambos se cruzan en la salida de dos edificios ubicados uno frente al otro, y por un corredor se dirigen hasta la calle sin mirarse siquiera, siendo ella recibida por un hombre ya mayor que la espera en un auto, mientras Davey se encamina a la entrada del tren subterráneo desde donde echará una última mirada.

Con esta precisa secuencia, lograda tan solo con movimientos y miradas, Kubrick nos habla de la fuerte atracción, del deseo contenido que pugna por salir a flote, y de la dificultad de materializarse por el fuerte control que pesa sobre la chica. Después, la relevante secuencia en que interviene el Fatum para que su manager sea confundido con Davey. Y esa tercera brillante acción ejecutada en una bodega de maniquíes femeninos, nos indicará a la mujer como eje central de incontables conflictos entre hombres, mientras ellas son usadas, apaleadas, y en muchos casos, destruidas.

Estamos ante la segunda película de un principiante que, con créditos y aportes familiares, apenas pudo invertir en ella la modesta suma de ¡75 mil dólares! Para lograrlo, él mismo asumió cuanto pudo: escribió el guión, hizo la fotografía, editó, incorporó efectos de sonido y dirigió. Y con los actores… ¡comprendió cuanto pueden sacrificar muchos de ellos por la feliz ocasión de aparecer en una película!

No estamos ante una gran obra. El argumento es bastante modesto, algunos momentos de la actuación de Irene Kane resultan bastante rígidos… Pero el conjunto, permite presentir que estaba ahí el magnífico realizador que conoceríamos después. No por nada, este filme casi experimental, conseguiría después distribución mundial por parte de United Artists.

Título para Latinoamérica: “MARCADO PARA MORIR”
Luis Guillermo Cardona
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9
1 de junio de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, Selma Lagerlöf (1858-1940) es una insigne personalidad que honra al sexo femenino: Fue la primera mujer en obtener el premio Nobel de Literatura, en 1909, y fue también la primera dama en hacer parte de la Academia de la Lengua Sueca, en 1914. Tras un viaje que hizo a Palestina, entre 1900 y 1901, la señora Lagerlöf comprendió que, aquella enriquecedora y significativa experiencia daba para escribir una gran obra, y de inmediato, se dispuso a esta tarea publicándola en dos volúmenes con el título, “Jerusalem”, que, junto con, “La Saga de Gösta Berling” - y "El Carretero" -llevadas también al cine-, se ha convertido en su obra más representativa.

Sería el director danés, Bille August, quien asumiría la adaptación cinematográfica de, <<JERUSALÉN>>, logrando un estupendo filme sociológico, colmado de drama y de fuerza espiritual, donde describe, en forma muy sobria y respetuosa, pero no exenta de la necesaria crítica, los hechos que rodearon el surgimiento, en Dalecardia, Suecia, de la secta de los Hellgumianos entre los creyentes y esperanzados moradores que adoptaron, sin reserva alguna, las aspiraciones del pastor americano Hellgum, quien les hizo la promesa de crear una nueva Jerusalén y llevarlos luego a tierra santa como los elegidos para la salvación.

El filme contrasta, con sapiencia, las experiencias en aquella tierra liderada por los Ingmarsson, cuyo padre fallece pronto en un accidente, quedando en cabeza de su hija, Karin, las decisiones esenciales y a la espera de que crezca el pequeño Ingmar (entonces de 10 años) para seguir apoyando a aquella gente cuya fe en Dios se incrementa día tras día. Después, tendrá lugar el viaje a la tierra de Jesús, y allí comenzará el otro contraste que dará sentido a las inspiradas palabras del viejo, Hans, en el momento de la partida, quien comienza diciendo: “¿Pueden las colinas de Jerusalén ser más bellas que nuestros campos?”...

Fe, credulidad, renuncia, la búsqueda exterior de un tesoro que se lleva dentro, visiones, alucinaciones, esperanzas… y unas cuantas decepciones, se entremezclan en una historia cargada de bellas, profundas y encontradas emociones, en la que, Bille August, se luce con su equilibrada narrativa, su preciosa puesta en escena, y un estupendo conjunto de personajes pletóricos de vida y esperanza.

Para, Selma Lagerlöf, amor, bondad y trabajo responsable, son fuerzas muy poderosas en este mundo. Para, Bille August, actuar con conciencia es más importante que toda fe. Creo yo que, caminar por estos senderos, afianzaría sensiblemente nuestra vida en sociedad.
Luis Guillermo Cardona
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10
27 de mayo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente, carácter es lo que un hombre necesita para poder trasegar con firmeza por la vida. Un hombre debe saber lo que quiere; creer con decisión en lo que ha experimentado; y defender, contra todos, lo que tenga por Verdad. Probablemente, esto no le signifique muchos amigos, aplausos, ni prebendas… pero conservará algo que vale más que todo eso junto: el honor y la integridad. Se puede alcanzar cualquier éxito en la vida, se puede llegar a poseer el mundo entero, y se puede llegar a tener en el bolsillo dinero por montones… pero si no se ha logrado con transparencia y dignidad, jamás serás feliz aunque logres que los demás así lo crean; y esto por una sola y simple razón: porque tú lo sabes y sabes que Dios lo sabe.

Henrik Bergman, es un modesto ser humano que ha sufrido bastante. Huérfano de padre, junto a su madre pasó por todo tipo de necesidades, y ahora vive en un frío y pobre apartamento donde se esfuerza por adelantar sus estudios de teología. La presencia de su adinerado abuelo, rogándole que vaya a ver a su abuela moribunda, sólo despierta en Henrik viejos resquemores y deja ver con claridad la posición que asume -y asumirá en adelante- frente a cierta clase social. Su prometida, la camarera Frida Strandberg, es el único solaz de Henrik en algunas noches, pero la vida pronto lo llevará a conocer a Anna Akerblom… y una vida intensa, tampoco exenta de conflictos, pero con más brío y verdadero afecto, comienza a tener lugar en aquella Suecia de comienzos de siglo, donde la lucha de clases pesará más en su vida que el ejercicio religioso.

<<LAS MEJORES INTENCIONES>>, es un filme para escudriñar interiores; para ver al ser humano desde sus emociones más íntimas; para sentirlo con objetividad desde sus contradicciones... y para entender el brillante juego que nos propone la vida con los polos de luz y sombra que, indefectiblemente, nos animan a unos y a otros durante toda la existencia. Lo grande y ejemplar en, Henrik y Anna (finísima semblanza de los padres del renombrado cineasta, Ingmar Bergman, autor del magnífico guion), es su infinita capacidad para trascender los errores; para aceptarse el uno al otro con sus altas y bajas; y para seguirse amando por una razón bien relevante: ambos anhelan con fervor el bien común, y el uno con el otro, hacen un perfecto complemento.

El director, Bille August, resulta más que digno de la tarea encomendada, pues, <<LAS MEJORES INTENCIONES>>, brilla admirablemente por donde se la mire. A un guion magníficamente estructurado, se suma una efectiva puesta en escena (véase la precisa conjunción entre relieves vivenciales y clima); una fotografía digna de enmarcar; una banda sonora fulgurante (Stefan Nilsson tan magistral como en, “Pelle el conquistador”)… y un conjunto actoral sobresaliente. Para, Pernilla August, Ghita Norby y Samuel Fröler, mis mayores manifestaciones de aprecio.
Luis Guillermo Cardona
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