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Críticas de Juan Marey
Críticas 631
Críticas ordenadas por utilidad
9
1 de noviembre de 2023
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“La leyenda de Gösta Berling” se basa en una novela de Selma Lagerlöf, la primera mujer que ganó el Nobel de Literatura y que fue publicada en 1891, hablamos de “La saga de Gösta Berling”. Estamos ante una gran producción que significó la cima de la industria cinematográfica sueca, pero también el comienzo de su declive. Con la partida a América en 1925, al año siguiente del estreno del film, de su director Mauritz Stiller acompañado de Greta Garbo, la actriz lanzada al estrellato por esta película, y del otro director principal del cine de aquel país, Victor Sjöström (que cambiaría su nombre a Seastrom), el cine sueco perdió el puesto conseguido a nivel internacional desde la Primera Guerra Mundial. Regresará a la vanguardia internacional después de la Segunda Guerra Mundial con Ingmar Bergman, mientras que Greta Garbo se convirtió en una gran estrella en Hollywood, donde realizó con éxito su transición a las películas sonoras, mientras Mauritz Stiller tuvo dificultades para hacer frente al sistema de estudios estadounidenses y regresó a Suecia en 1927.

Stiller se propuso realizar la “gran” película escandinava, que superara todo lo que él y su compatriota Sjöström habían realizado antes, y para ello ¿qué mejor que adaptar la primera novela de la escritora más célebre del país, Selma Lagerlöf, que había proporcionado el material de base para los filmes más destacados de Stiller y Sjöström? De modo que desde su concepción la película estuvo pensada como una obra épica de gran presupuesto. En su producción la película sufrió numerosos retrasos, alguno de los motivos fueron las reticencias de la escritora Selma Lagerlöf a la hora de permitir que Stiller adaptara su novela después de las innumerables libertades que se había permitido con otras obras suyas en el pasado (y más en contraste con las adaptaciones generalmente más respetuosas de su compatriota Victor Sjöström), al final aceptó permitir la película a cambio del firme compromiso de Stiller de ceñirse a un primer guion que era muy fiel al libro, una condición que por descontado el director no respetó en absoluto. Cabe reconocer de entrada que “La Saga de Gösta Berling” era una novela difícil de adaptar al incluir multitud de pequeños episodios dedicados a personajes secundarios alejados de la trama principal, pero lo que debió indignar a Lagerlöf no fue tanto eso como las numerosas licencias que se permitió Stiller a la hora de adaptar la trama principal, para Lagerlöf lo importante es la forma como se redimen todos los personajes después de pasar por su particular calvario, mientras que Stiller piensa la trama en términos más cinematográficos, es como si el cineasta hubiera cogido todos los elementos del libro (los personajes, el entorno y las diferentes situaciones) y los hubiera combinado a su antojo, dando más énfasis a unos y dejando otros totalmente de lado dando como resultado una película que indudablemente se parece a la obra original por contener los mismos ingredientes pero que tiene un sabor distinto.

Una de las grandes obras del cine mudo escandinavo, un largometraje que no en vano es considerado referencial, un clásico del cine mudo nórdico, patrimonio del arte cinematográfico. Una película que sabe alternar momentos íntimos de gran sensibilidad (donde Lars Hanson brilla con luz propia) con otros más espectaculares, como la emocionante persecución de los lobos a los protagonistas a bordo de un trineo o la célebre escena del incendio de Ekeby, que Stiller se sacó un poco de la manga para filmar una secuencia espectacular en la que el pobre Hanson acabó quejándose en vano al director de que temía peligrar su integridad física si seguía haciendo más tomas. Curiosamente la película no causó una gran impresión en Suecia, pero sí en el extranjero, allanando el camino a Stiller como uno de los grandes directores del mundo, capaz de hacer películas tan espectaculares como prestigiosas.
Juan Marey
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9
16 de octubre de 2023
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Estrenada sólo tres años después del intento de matanza sistemática de toda una raza, “Daleká cesta” fue una de las primeras películas que abordó directamente los horrores del Holocausto, como película es una obra de arte notable, como testimonio histórico, es una muestra de valentía conmovedora que debe ser admirada y venerada a lo largo de los siglos. La compleja narrativa de la película sigue la lenta marea de antisemitismo que invadió Praga a finales de los años 30 y principios de los 40, vemos la evolución de la sociedad checa a través del punto de vista de Hana Kaufmannová, una judía, y su marido ario, Toník, al principio el antisemitismo es esporádico y casual, pero pronto a Hana se le prohíbe practicar la medicina, luego se le prohíbe asistir al teatro y otros eventos culturales, después vienen las órdenes de “reubicación”, y aquí comienza el núcleo desgarrador de la película: el transporte de judíos a campos de concentración. En lugar de ser enviada inmediatamente a un campo de exterminio, Hana, junto con varios miles de judíos más, es enviada a un campo "especial" llamado “Terezín”, este campo en particular fue un lugar donde los nazis encarcelaron a miles de judíos para exhibirlos ante las autoridades internacionales, pero esta ciudad fue a la vez una bendición y una maldición, por un lado, los nazis les dieron un autogobierno limitado y les permitieron mantener ciertas costumbres judías, pero, por otro lado, seguía siendo un campo de concentración nazi, las condiciones eran horribles, 35000 judíos murieron en este campo.

Difícilmente se puede contar la historia de “Daleká cesta” sin narrar la vida de su director, Alfréd Radok, aunque era sólo mitad judío, perdió a gran parte de su familia en el Holocausto, Radok también fue encarcelado en un campo cerca de Wrocław, pero logró escapar. Después terminada la guerra, comenzó la producción de la película, su primer proyecto cinematográfico, gran parte se rodó en Terezín, donde, casualmente, fueron asesinados tanto su padre como su abuelo. Cuando terminó de rodarla los comunistas se habían apoderado de la Checoslovaquia de posguerra, “Daleká cesta” fue una de las últimas películas que se hicieron antes de que la censura comunista tomara medidas drásticas contra la industria cinematográfica, posteriormente estuvo prohibida durante más de cuarenta años.

La película permaneció en el olvido hasta que se mostró en televisión en 1991, inmediatamente fue considerada como una auténtica obra maestra. Es fácil entender por qué la película fue aclamada con tanto entusiasmo al ser visionada, se utilizaron técnicas de filmación altamente expresionistas, con momentos de gran simbolismo, hay varias escenas que parecen sacadas directamente de una película muda, todo un potente ejemplo narración visual, con unos ángulos de cámara muy inusuales, con un uso impresionante de la banda sonora y una gran variedad de objetos simbólicos. Radok utilizó también otra excelente técnica en la construcción de la película, la inclusión de material documental de fuentes como “El triunfo de la voluntad” (1935), varias veces utiliza un fotograma congelado y luego lo reduce hasta la esquina inferior derecha de la pantalla, esta visión de la imagen dentro de la imagen permitió a Radok yuxtaponer la realidad con la reconstrucción de la misma. Utilizó también valientemente imágenes de cadáveres asesinados en los campos de concentración, algo que muchas películas sobre el Holocausto se negaron a utilizar, el uso de este material documental crea un extraño efecto de distanciamiento, estamos apegados emocionalmente a los personajes, pero nos vemos obligados a abordar la verdad sobre el Holocausto de manera objetiva.

En ocasiones puede resultar difícil de ver, su uso de material documental puede resultar incómodo, la narrativa de Radok puede resultar difícil de seguir cuando el director se basa demasiado en la sugerencia y el simbolismo, pero con todo es sin duda una gran película, una película devastadora de gran importancia histórica que dio vida a una de las peores tragedias de la historia de la humanidad.
Juan Marey
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8
6 de octubre de 2023
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Dramaturgo, periodista, crítico literario y director cinematográfico francés, Louis Delluc se dio a conocer por una serie de trabajos periodísticos juveniles sobre el cine, a partir de 1917 se convirtió en uno de los principales analistas teóricos de las primeras películas francesas, y quedó encuadrado en el grupo generacional de jóvenes cineastas formado por algunos nombres tan relevantes como Abel Gance, Marcel L’Herbier, Jean Epstein o Germaine Dulac. Autor de varias obras y libretos teatrales de desigual interés, Louis Delluc transformó algunas de estas obras en material cinematográfico, es recordado por algunos ejercicios de estilo tan interesantes como los filmes titulados “Le silence” (El silencio, 1920) y “La femme de Nulle Part” (La mujer de Ninguna Parte, 1922), así como por el drama psicológico “Fièvre” (Fiebre, 1921), que desde su estreno fue considerado como una de las obras más representativas del naturalismo en el cine francés, en 1924 estrenó otra estupenda película, “L'inondation” (La inundación, 1924), la película que hoy nos ocupa.

Marcel L'Herbier propuso a Delluc la adaptación de “L'Inondation”, drama del escritor André Corthis. Delluc aprovecha estupendamente esta historia que aborda sus temas favoritos: el pasado que resurge – aquí a través de la aparición de Germaine (Ève Francis), una vez arrancada de los brazos de su padre (Edmond van Daële) por una madre frívola –, el engaño, la rivalidad y la desilusión romántica, el sentimiento de abandono y venganza. El rodaje tuvo lugar en los estudios de Boulogne-sur-Seine, situados a orillas del Ródano, muy turbulento en aquella época debido a la crecida del Durance, las llanuras estaban inundadas de agua, lo que encaja perfectamente con las exigencias de la película, pero el frío invernal y la humedad constante degradaron la ya frágil salud de Delluc. La presentación fue un gran éxito y Abel Gance escribió a Delluc: “L'Inondation no está lejos de ser una especie de obra maestra. de hecho, hay un estilo tan personal, tal homogeneidad en el juego y en la acción, tal calidad en su atmósfera, que no puedo resistir el placer de escribirte mi impresión. Esta película está salpicada de silencios que son puros sollozos, y la angustia es tan plena y pesada que nuestras lágrimas, sin caer, regresan de donde vinieron para que el dolor quede más enterrado y más imborrable”, parece que al bueno de Abel Gance le gustó un poco la película. Delluc no asistió a su estreno el 9 de mayo de 1924, murió el 22 de marzo.

Una excelente obra de todo un visionario, uno más de esos directores que permitieron desarrollar el arte de hacer películas, muchas de sus ideas se fueron confirmando en las décadas posteriores y permanecen con nosotros hasta el día de hoy como piedra de toque de lo que el Séptimo Arte puede y debe ofrecer.
Juan Marey
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8
18 de septiembre de 2023
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Prestigiosa, hipnótica y muy influyente película dirigida por el maestro Jean Epstein, película en la que se nota el influjo que posteriormente tendría en Jean Vigo y Jean Renoir. Epstein se regocija en sus obsesiones: fundidos, primeros planos, poesía y el río/mar como símbolo vital, narrándonos la historia del propietario de la barcaza “La Belle Nivernaise”, Louveau, que encuentra a un niño abandonado y lo lleva a bordo, Victor, que es así como se llama el muchacho, se convertirá años más tarde, en el segundo al mando de Louveau y en amigo íntimo de Clara, la hija de los Louveau, pero surgen sus problemillas porque esto no le conviene para nada a “L'Équipage”, el que fuera durante mucho tiempo el segundo al mando del Louveau.

Esta película, una de las primeras dirigidas por Jean Epstein, se desarrolla en gran parte en una barcaza, rodar numerosas escenas al aire libre le permite a este joven casi principiante de 26 años, brillante teórico, pero también cineasta con instintos ya seguros, liberarse a menudo de la literalidad del largo cuento de Alphonse Daudet, “La Belle Nivernaise”, historia de un viejo barco y su tripulación, publicado por Marpon et Flammarion en 1886. Epstein respeta escrupulosamente la trama original, modernizándola ciertamente, pero sin pretender borrar los aspectos más convencionales de la caracterización de los personajes y los giros dramáticos, ni el sentimentalismo del texto y su humor bonachón. Pero es el potencial cinéfilo del proyecto lo que estimula sobre todo su talento, Epstein hace sentir la presencia del río (el Sena) dejándose llevar por el siempre variado juego de lo quieto y lo en movimiento, observando el paisaje que pasa desde el barco o, cuando tiene lugar una acción dramática en la cubierta del barco amarrado en el muelle, haciendo pasar otra barcaza a toda velocidad, como indiferente, al fondo; sabe dar profundidad a cada escena dando vida al escenario y componiendo magníficos planos amplios que respiran, pero también hace un amplio uso de primeros planos de rostros que le ayudan a dar a los personajes una humanidad que va más allá de la caricatura, incluso en el caso del villano de la historia.

En definitiva, un gran cine, vivo y atemporal, la verdad es que Epstein nunca decepciona, además, pienso que ver sus trabajos primerizos te hace apreciar mucho más sus obras maestras posteriores.
Juan Marey
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8
24 de mayo de 2023
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El 26 de Enero de 1974 se reunió a varios bailarines de Broadway para que contaran en una especie de terapia conjunta, el motivo por el que quisieron dedicarse al baile y las experiencias que habían tenido en sus comienzos, las sesiones fueron grabadas, parece ser que sin saber muy bien en qué acabaría aquella iniciativa, la idea fue presentada por los bailarines Michon Peacock y Tony Stevens, que manifestaron a los participantes que de allí podría brotar la raíz para crear una academia de baile, la base para un libro o un proyecto teatral o musical, el conocido coreógrafo y director Michael Bennett fue invitado a asistir a las sesiones en calidad de observador, aunque bien pronto su colaboración se volvió muy activa en lo referente a las actuaciones de los intérpretes. Las diferentes experiencias relatadas se entregaron a James Kirwood y Nicholas Dante, que confeccionaron el libreto de lo que se terminó convirtiendo en “A CHORUS LINE”, dándose la circunstancia que de los bailarines que colaboraron en el experimento, ocho terminaron finalmente formando parte del reparto original que estrenó la obra en Broadway. Hubieron varios intentos de convertirla en película, aunque algunos directores no veían claro su paso a la gran pantalla, finalmente Richard Attenborough se encargó de dirigirla, dándole el papel protagonista al actor Michael Douglas como director de la obra, aunque el verdadero protagonista del musical es el anónimo bailarín que pasa de prueba en prueba dejándose los sueños y alma en cada audición.

Pienso que todo aquel que alguna vez haya asistido a un casting, incluso (permítaseme la licencia) todos aquellos que alguna vez han ido a una entrevista de trabajo o se han presentado a algún examen en el que te juegas todo a una carta, conocen la sensación de tener el futuro en manos de otros, esa terrible sensación de, ¿qué es lo que esperan de mí? ¿qué necesitan exactamente? ¿importa algo mi experiencia, mi trayectoria o mi formación? ¿tengo alguna posibilidad?… esa incertidumbre es mortal de necesidad, cuando tienes un alquiler que pagar, unas facturas, comida que comprar e incluso, en algún caso, bocas a tu cargo que alimentar, la sensación de "me están examinando y de lo que extraigan de este examen depende mi futuro" es una de las peores sensaciones que se pueden tener. Bien pues, imaginad una profesión donde esto sucede constantemente, donde tener trabajo ahora no te garantiza tenerlo dentro de cuatro meses, donde no importa lo bien que trabajes o la experiencia que tengas, un trabajo en el cual se te examina constantemente por personas ante las cuales sólo representas un número. Y, sin embargo, parafraseando a uno de los personajes de la película, ¿alguien en su sano juicio querría ser otra cosa que no fuese bailarín? Ese es el tema principal de ésta película, esa pasión que sobrepasa la lógica e incluso el sentimiento de autoprotección al elegir una vida que te aboca irremisiblemente al desarraigo, al desequilibrio, que hará de ti un asiduo de habitaciones de hotel, pensiones y apartamentos compartidos, que convertirá tu vida personal en una colección interminable de relaciones rotas, pruebas duras, crueles casi, semanas de ensayos, meses de gira fuera de tu hogar... todo para ser una presencia en el coro, alguien que se mueve rítmicamente varios metros atrás de la estrella principal y cuyo principal objetivo es no destacar, hacerlo bonito pero que nadie se fije en ti.

Por eso creo que la producción original tuvo tanto éxito, del Off-Broadway al circuito principal en apenas unos meses y, acto seguido, a encabezar la lista de nominaciones en los premios Tony de 1975, con 12 candidaturas de las cuales, nueve se convirtieron en premio. El espectáculo funciona porque muestra tripas, corazón y bilis del “show-business”, apaga las luces brillantes que tanto deslumbran para mostrar lo otro, las sombras, los corazones rotos de los bailarines, de los artistas, que soportan crítica tras crítica de directores, profesores o coreógrafos, de extraños que no conocen su historia, sus circunstancias, sus porqués. Dramas personales como la bailarina entrada en años que, sin embargo, no puede dejar de bailar porque es lo único que sabe hacer y que se ve incapaz de aconsejar a su hija que no sea bailarina también, o el muchacho que entra en el mundo del espectáculo por la puerta de atrás, por el lado más sórdido y decadente de la profesión, o el camarero que siente que traiciona a su familia llegando tarde a su trabajo por estar en la audición arriesgándose a ser despedido una vez más.

Uno de los grandes musicales de su momento, un espectáculo puro y duro, un musical que transmite emoción, con bellas canciones y mucho pero que mucho ritmo.
Juan Marey
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