Pretende Alex de la Iglesia en esta comedia loca ofrecer un gran espectáculo de diversión, a la altura de los especiales de fin de año televisivos. Y para ello hace uso de un notable reparto coral. Las situaciones divertidas se suceden, algunas más logradas que otras, pero la realización es brillante y el logrado ritmo, frenético. Podemos ver a casi todos los actores habituales del cineasta, para mi gusto destaca Jaime Ordóñez, pese al exceso, y me pareció pobre el papel de Blanca Suárez, que ella no se cree.
Ahora bien, las situaciones hilarantes son muchas, pero no todas, y no pudiendo evitar la comparación con las comedias de Wilder/Diamond, se echa en falta un guión más trabajado, menos previsible, y que cambiara un poco de exceso por otro poco de inteligencia.

¿una serie con elementos de Breaking Bad y Fargo? Así la vendían, a priori interesante, pero no. Ya lo intuía la presencia de Jason Bateman, mediocre actor, que mejor hubiera hecho en quedarse en labores de producción sólo. Y si la elección de Laura Linney parecía buena, no cuadra su edad, 5 años mayor que Jason, para que fuera esposa del mismo.

Quince capítulos de más de una hora en antena3, veintidós capítulos de menor duración por netfflix.
Vi el primer capítulo en septiembre de 2018 animado por el fenómeno mundial. La verdad es que no suelo ver series españolas, me parecen deplorables la mayoría, y los críticos no son francos con ellas, la crítica suele apoyar al producto español, muchas veces inmerecidamente. Pero me enganchó desde el primer capítulo y desde entonces sólo quería saber cómo iba a terminar todo. Y la verdad es que capítulo a captitulo se va forjando un afecto hacia los atracadores que nos lleva a querer, a anhelar que se salgan con la suya. La trama es elaborada, muy elaborada, en la senda de los atracos perfectos. Pero dicho esto el guión comienza a hacer aguas importantes en aras del espectáculo y del suspense. ¿Qué cojones les pasaba por la cabeza a los guionistas cuando idearon algunos giros absolutamente increíbles y situaciones totalmente incoherentes? Yo me alegro muchísimo del éxito internacional de una serie española, muchísimo, pero es una pena que este éxito no sea absolutamente merecido. A ver, está la suspensión de la incredulidad, ya se sabe, pero no se puede ser tan crédulo, no soy tan tonto, aprecio la inteligencia. Esta serie hace parecer a los guionistas de "Dark" premios Nobel de Física y Matemáticas.
En cuanto a los actores, deplorable el papel de la vasca que hace de policía al mando, no se lo cree ni ella. El magnetismo de Ursula Corberó nos inicia en la historia, pero es la fantástica interpretación de Pedro Alonso la que sostiene la trama. También está muy bien Alba Flores, y la verdad es que no la conocía y me ha convencido.
Qué pena, qué pena, todo echado a perder en aras del espectáculo, la parafernalia, los (buenos) efectos especiales, los fuegos artificiales, los disparos y el suspense infinito. Ojalá se hubiera reducido la trama, se hubieren evitado los giros absurdos y se hubiera quedado en diez capítulos. Qué pena, qué pena.
Siempre estaré agradecido a esta serie por haberme dado a conocer la canción Bella Ciao, que además le da mucha riqueza a la historia, al introducir el elemento de la reivindicación social, otra vez una pena que esto no llegara hasta el final y que no se haya incidido en el tema. Ay, qué pena.
Aviso, la zona spoiler es muy spoiler.

Atomic Monster, la productora del certero James Wan, está detrás de esta serie que reivindica el misterio y el terror sin los jump scares habituales. ¿Te enganchará? Seguro. ¿Qué magia hay detrás del footage que permite ver y sentir a personas que hace mucho que desaparecieron? ¿Acaso capturan algo del alma del sujeto grabado? ¿No se vive de alguna manera a través de las imágenes que se posee de alguien fallecido? ¿Le extraña a alguien que entre las culturas primitivas las imágenes causen fascinación y terror al mismo tiempo?
Esa fascinación por las imágenes es la que nos lleva a ver series como ésta. Ver la realidad o una realidad inventada que se nos hace real o que queremos que lo sea, en la que nos sumergimos. El espectador convertido en partícipe. El sujeto pasivo que pasa a ser sujeto activo, que se implica en la historia que ve para transformarla y para transformarse. ¿Acaso no es eso el fin último del cine?

Tengo que decirlo de entrada, no soy proselitista de Oriol Paulo, no apruebo su cine ni sus conceptos, esto es, intriga, tensión dramática, suspense. Sus filmes y serie beben todos de las mismas fuentes, viven de guiones milimétricos y se justifican en historias muy trenzadas en las que un trabajado guión es su origen pero, ay, también su meta.
No puedo dejar de reconocer que la serie te engancha, te mantiene en vilo, pero igualmente debo decir que resultan difíciles de seguir sus tramas, sus giros, sus motivaciones, resulta cansina y hay momentos en los que uno desconecta o no se cree bien lo que ve. Y eso porque, y para mí ahí está el problema, no hay nada más allá de la historia, de una sucesión frenética de hechos, no hay elaboración de los personajes, no hay poesía, no hay ingenio en la escenografía ni en el montaje, por no haber no hay diálogos bien construidos más allá de lo previsible. Lástima, porque el esfuerzo de los actores lo hubiera merecido, de una Aura Garrido, por ejemplo, fuera de sus papeles habituales.