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España España · Barcelona
Críticas de Sémele
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de diciembre de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los dramas de Richard Eyre, entre los que se cuenta "Iris", "Diario de un escándalo" y "Crónica de un engaño", tienen algo de cotidiano que, poco a poco, va creciendo en interés. De la historia de amor de más de cuarenta años entre la filósofa Iris Murdoch y su marido John Bayley, pasando por el escándalo sexual que vive la profesora de arte Sheba con su joven alumno y por la relación extramatrimonial de Lisa a espaldas de su marido Peter, llegamos a "El veredicto (La ley del menor)", en la que, nuevamente, un drama (o melodrama) cotidiano se transforma en algo grande y transcendente.

Aquí una jueza del tribunal superior de Londres, Fiona Maye (excelente Emma Thompson), experta en derecho familiar debe mediar entre un hospital y unos padres desolados. Para "engrandecer" el drama, se añade los graves problemas matrimoniales que atraviesa Fiona con su marido (un testimonial Stanley Tucci) y, sobre todo, un dilema con ecos morales y religiosos, pues la jueza debe dilucidar si da la razón o no a los médicos del hospital que piden hacerle una transfusión de sangre a Adam (sobresaliente Fionn Whitehead), un chico de diecisiete años enfermo de leucemia, que se niega a someterse a dicha transfusión, con el apoyo de sus padres, al ser testigo de Jehová, cuyos perceptos impiden recibir sangre de otra persona.

Se trata de una película de personajes, concretamente de dos personajes, aunque el punto de vista dominante es el de Fiona. La película va más allá, por suerte, de los dilemas o creencias religiosas que, aunque son totalmente respetables y hasta cierto punto comprensibles, si pueden ayudar al prójimo en su vida cotidiana, chocan de lleno cuando se trata de poner en riesgo una vida humana, tema del que va la primera parte de la película.

En resumen, es un melodrama que parte de un hecho cotidiano e impactante (dicha mediación) y que va derivando en algo mucho más complejo y profundo, como la pérdida de la identidad o la necesidad de hallar un camino en la vida, cuando dejamos atrás aquello en lo que creíamos. Dichos temas acaban por dar a la película un cariz distinto al que veíamos inicialmente en el tráiler y ahí es cuando cautiva. La aparición de Adam, con una interpretación conmovedora de Fionn Whitehead, es el contrapunto perfecto para Fiona, la jueza de convicciones firmes, fría y distante, puesto que se está enfrentando a un caso donde la cercanía y, por tanto, la vulnerabilidad están acechando a marchas forzadas.

Se trata de un notable drama, recomendable por las interpretaciones y la historia que va atrapando. Nada de esto sería posible sin la aportación enorme de Emma Thompson, cuya interpretación es lo mejor de la película, junto con la del joven actor. Se agradece, en todo caso, ese esfuerzo en transcender de lo meramente cotidiano a lo universal, haciendo más interesante un filme que, ya de por sí, tiene muchos alicientes para quedarnos a verlo.

Por lo demás, es una propuesta muy sobria y correcta, rodada con la eficacia habitual del director. Chapeau por los secundarios, entre los que destacan un anecdótico Stanley Tucci y Jason Watkins, con interpretaciones que aportan algo de humor en momentos puntuales. También el trabajo del escritor Ian McEwan, autor de la novela en la que se basa la película, que hace las funciones de guionista aquí, construyendo unos diálogos precisos que logran capturar el drama de la historia. Y la música de Stephen Warbeck, muy sutil y delicada.
Sémele
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9
31 de octubre de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 'remake' norteamericano de la peli sueca 'Déjame entrar' es, en todo momento, y casi que sirva de precedente, un 'remake' altamente sugerente e hipnótico, y por asombroso que pueda parecer funciona a la perfección como complemento de la primera versión y, hasta cierto punto, se podría decir que la mejora en algunos sentidos. A la anterior le puse en su momento un 9 y repito el 9 para su versión norteamericana.

Me considero fan de la versión sueca, y también de la novela en la que se basa (todo hay que decirlo: mucho más compleja de lo que se acaba relatando en la película), sin embargo, lo que puedo decir de esta versión norteamericana es que, en ningún momento, incomoda ni te hace pensar que anteriormente se contó mejor.

La historia, prácticamente calcada de la original, ofrece esta vez una relectura en la que vemos todo a través de los ojos del chico protagonista, Owen, y, por tanto, asistimos a su drama personal (desde el desdén con el que es tratado por sus padres hasta las putadas en crescendo a las que es sometido por parte de tres compañeros de clase). Aunque no hay nada nuevo en el horizonte (todo esto ya estaba presente en la anterior), ese distinto punto de vista, y la inestimable interpretación de este gran actor que es Kodi Smit-McPhee, dan un giro radical a la historia. Es la misma historia contada desde un perspectiva nueva.

Lo mismo ocurre con el personaje de Abby, interpretada por otro gran talento del cine actual como Chloe Moretz, la niña extraña que aterriza junto con su 'padre' en Los Alamos, un pequeño pueblo perdido en Nuevo México, sepultado entre la nieve, microcosmo que ya veíamos en su versión sueca y que, acertadamente, encaja como un guante en la Norteamérica de principios de los 80. Tal y como ocurría con la primera versión, la niña resulta a partes iguales de una candidez sorprendente y de una crueldad desmesurada.

Unos sugerentes flashbacks dan paso a una historia de amor con un trasfondo vampírico, mientras paralelamente se cuenta la trama de varios asesinatos y la consecuente investigación policial. Las aportaciones de los actores adultos (caso especial de Richard Jenkins y Elias Koteas) son simplemente soberbias. Sin embargo, nada comparable a las interpretaciones de los jóvenes protagonistas, especialmente del chaval, que logran mejorar lo que en su momento hicieron sus antecesores y atesoran con su entrega la intensidad y la fuerza que merece esta historia.

La peli exhala mucho respeto al original, de ahí que se le pueda retraer algunas escenas prácticamente iguales a la anterior. Sin embargo, se aprecia una cierta intención de innovación en algunas escenas (como la del accidente de coche visto desde el interior del coche o la muerte de la mujer infectada en la cama del hospital). Me chirriaron un poco algunos efectos digitales, como cuando la niña se sube a un árbol, que creo no está del todo logrado, sin embargo, la historia resulta tan intensa y conmovedora que se le perdonan.
Sémele
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5
18 de julio de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranque prometedor que va desvaneciéndose... hasta una resolución demasiado rocambolesca.

Vayamos por partes: 5 hombres casados empujados por uno de ellos deciden compartir un loft donde llevar a sus amantes y ligues ocasionales. Está el ligón Vincent (Karl Urban), el guaperas Chris (James Marsden), el raro Luke (Wentworth Miller), el gordo Marty (Eric Stonestreet) y el violento Philip (un Matthias Schoenaerts, que me sorprendió muchísimo ver en este berenjenal). El caso es que Vincent,, el instigador de tanta infidelidad, no parece tener límites: incluso tienta al más angelito de todos ellos, el guapo Chris, para que también caiga en la trampa.

El arranque, como he dicho, me parece prometedor. El rarito Luke (Wentworth Miller) descubre el cadáver de una mujer (Isabel Lucas, una supermodelo con una sorprendente melena rubio oxigenada acompañada de unas cejas kilométricas más negras que el alma de satán). A partir de ahí, los cinco hombres, reunidos en el loft, tratan de esclarecer los hechos. Diversos flasbacks nos ayudan a comprender el contexto: la relación con sus respectivas esposas, sus infidelidades, sus ligues... A la par que asistimos a los interrogatorios de la policía que trata de esclarecer el macabro crimen.

Hasta cierto punto despierta el interés... y se deja ver bien. Hasta cierto punto, claro. Luego hay demasiados giros, que acaban por resultar excesivamente forzados, como si el guión se hubiera escrito y reescrito por alguien cuya coherencia estuviera de vacaciones. Creo que habría funcionado mejor si se hubiera seguido una línea argumental, aunque fuera un tanto predecible; meter sorpresas con calzador, como sucede cada cierto tiempo, no le hace ningún favor: provoca alejamiento y hasta una sonrisita malintencionada en el espectador.

Aún así, hay momentos apreciables que funcionan: el "voyeurismo" de unos de los personajes (algo previsible) da bastante juego, como el de la prostituta.

Debo reconocer que me enganchó porque quería saber qué sucedía al final, pero pienso que no hacía falta ese segundo final, demasiado rocambolesco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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7
13 de octubre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he visto 'Wall Street', y seguramente si la hubiera visto le encontraría más de una pega a esta segunda parte, rodada, todo hay que decirlo, en un momento muy idóneo, es decir, justo ahora que vivimos inmersos en la crisis financiera y/o económica más grande desde el crack del 29. Es fácil, por tanto, seguir con más o menos atención una trama de la que se pueden extraer algunas ideas claras de lo que está pasando hoy en día.

Pero, valorando la película en sí, vemos que esta continuación de las andanzas del 'bróker' Gordon Gekko, un tiburón de Wall Street que, al parecer, chingó a diestro y siniestro para lograr una suma estratosférica y jorobar por el camino a algunos tipos y que, finalmente, tuvo que rendir cuentas ante un tribunal, con la consiguiente condena en prisión, está rodada con el suficiente interés para que cualquier no iniciado en este mundo pueda entender de qué va la cosa. Oliver Stone se toma la libertad de hacer más accesible este mundo bursátil (con gráficos y todo) en el que no se deja de tener la sensación de que, en realidad, lo que se vende es humo.

Así, a partir de este crack, asistimos a la caída libre de los mercados y a las consiguientes consecuencias de un mercado centrado en la pura especulación. Atrapados más o menos en la trama, Gekko, en un papel que se ha convertido en secundario, trata de recuperar a la única hija que le queda. Y, paralelamente, esta hija (Carey Mulligan), que no quiere saber nada de su padre, tiene de pareja a otro 'bróker' de Wall Street (Shia LaBouf), algo (casi)incomprensible para mí, puesto que parece más que escarmentada por la difícil infancia vivida junto a su conflictivo padre. El caso es que el chico, un poco idealista, siente cierto interés por el padre de su chica y, a sus espaldas, empieza a hacer pequeñas transacciones con él...

La película funciona bien, entretiene, resulta comprensible y atrayente en ciertos momentos. Mezcla con acierto el drama familiar con la trama truculenta que envuelve estos 'asuntos' cargados de arribismos, traiciones, suicidios, falta de escrúpulos, etc. En el plantel, con actores veteranos (Michael Douglas, Frank Langella, Susan Sarandon, Josh Brolin) y jóvenes promesas (Carey Mulligan, Shia LaBeouf), no hay ninguna fisura: todos responden de manera perfecta. Tal vez, se le puede recriminar cierto sentimentalismo... pero la peli nos gustó. La soledad del 'bróker', visto aquí como un ser sin escrúpulos, ambicioso y traidor, acaba contrastando con la estampa familiar: lo que, aunque recurso fácil, es ante todo previsible. Puede que la primera parte estuviera mucho mejor, pero ésta me ha parecido interesantísima.

Grata sorpresa el descubrimiento de Shia LaBeouf, del que no había visto nada hasta la fecha. Me parece un actor muy entregado que aguanta muy bien el tipo en sus refriegas con Josh Brolin, Douglas o Langella.
Sémele
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6
26 de enero de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un principio tiene la apariencia de esas películas de estudiantes, que viven en un castillo que se transforma en su escuela y en su hogar, que reciben conocimientos -aquí las "verdades absolutas" de la Alemania nazi, en plena segunda Guerra Mundial- y entrenamientos durísimos para prepararse ante la gran batalla que han de librar. Es más. Vemos unos cuantos estereotipos entre los chicos: el fuerte, el listillo, el gordo, el poeta, el meón... Todos envueltos en un contexto que provoca que estas similitudes con las películas de "aprendizaje" se vuelvan una anécdota casi irrisoria. En esta historia es mejor olvidar lo aprendido, aunque no haya mucho 'chance' para hacerlo.

Lo que empieza siendo un juego (vestirse con uniformes, el 'compadreo' con los compañeros, entonar un himno, asistir a clases, aprender a cargar y descargar armas de fuego, etc.) acaba convirtiéndose en una pesadilla muy jodida. En el momento en que un instructor, bastante mamonazo, les da instrucciones para que ellos, unos completos críos, aprendan a tirar una granada la película da un vuelco de 180º. Lo que parecía una gran oportunidad para Friedrich, el chico que boxea, una posibilidad de escapar de su destino en una fábrica, se convierte en una especie de ratonera, de la que toma conciencia mientras está cubierto por los 'sesos' de uno de sus compañeros. Y para no mencionar a su amigo Albrecht, un muchacho con gran sensibilidad, al que le horroriza todo lo que le rodea y al que le espera un futuro negrísimo.

La película logra transmitir la opresión y el miedo de los chicos, y se sigue con interés creciente, aunque en algunos momentos intuyes lo que va a venir. Sin embargo, resulta interesante saber cómo adoctrinaban y cómo se entrenaban los cachorros del Führer.
Sémele
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