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Seychelles Seychelles · Monchópolis
Críticas de Monchita
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Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
6
1 de mayo de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ben ha suspendido el práctico del carnet del coche. Su madre le dará clases para que aprenda a conducir... su vida. Porque su estricta, agobiante, ultrareligiosa e hipócrita madre es la que decide sobre él, la que le obliga a buscarse un trabajo. Un trabajo que, afortunadamente, marcará su devenir. Y así le facilitará el tránsito de la adolescencia a la madurez. Vamos, una historia novedosa.
El cara-panoli de Rupert Grint (¡ojo!, no me meto con él; es el personaje quien requiere de un actor con esta "característica") encarna a un adolescente confundido, sin cabida en este mundo, que entabla amistad con una pizpireta anciana. ¿A qué recuerda esto? Sí, a 'Harold y Maude'. Pero ni Ben es Harold ni Evie es Maude. Ni 'Driving Lessons' destila esa maravillosa mezcla de humor negro y drama que emana de la peli americana.
De hecho, 'Driving Lessons' resulta más simple y colorista; con personajes poco carismáticos, no funciona el intento de meter a un secundario gracioso y la relación entre Ben y Evie no cuaja ni cala en el espectador a pesar de que los actores cumplan con sus roles. A la historia le falta más fuerza y empaque para ser más que interesante.
Monchita
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7
1 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no es el fin del mundo... aún. Por desgracia, sí es el fin de una divertidísima trilogía británica. Tres películas cuyo lema es hacer reír al espectador de manera irreverente y mezclar géneros cinematográficos de forma fantástica. Se le conoce extraoficialmente como la trilogía del Cornetto porque cada una de las películas está “representada” por un sabor de este tipo de helados. Todo comenzó en 2004 con el de fresa sangre en Zombies Party, continuó en 2007 con el original Cornetto azul policial en Arma fatal y este año concluye con Bienvenidos al fin del mundo y el Cornetto de menta alien en una magistral comedia de ciencia ficción donde vuelven a brillar sus dos máximos protagonistas.

La unión Edgar Wright - Simon Pegg – Nick Frost es sinónimo de garantía y muchas risas. Orientada a ser obra de culto generacional como las otras obras de Wright, Bienvenidos al fin del mundo nos propone un mundo apocalíptico con el epicentro en un pequeño pueblo británico. Cuando eran unos adolescentes, un grupo de cinco amigos capitaneados por el intrépido Gary King (Pegg) se propusieron recorrer la Milla Dorada: durante una noche, en doce pubs, se beberían una pinta en cada uno de ellos. No obstante, su odisea quedó truncada antes de visitar los doce bares por el pedo que pillaron. Veintitantos años después, Gary reúne a sus colegas para acabar el trabajo pendiente y conseguir, esta vez, llegar a 'El fin del mundo', nombre del último pub de la ruta. El objetivo se complica cuando descubren que muchos habitantes del pueblo han sido poseídos por una especie de raza extraterrestre que ahora quiere acabar con el quinteto de amigos.

El protagonismo recae en Pegg, quien interpreta a un cuarentón alcohólico e inmaduro cuyo sueño es completar la Milla Dorada. Pegg nos ofrece una divertida y emotiva actuación sin caer en histrionismos. Su pareja de baile vuelve a ser su gran amigo Frost, quien le da el contrapunto y nos regala alguno de los momentos más emblemáticos de la película. Si Pegg y Frost no nos decepcionan en sus papeles, cabe remarcar lo bien arropados que se encuentran de un elenco de secundarios portentoso donde destacan Martin Freeman, Paddy Considine, Rosamund Pike o Pierce Brosnan, en un breve papel.

La trama de Bienvenidos al fin del mundo se ve salpicada de momentos brillantes y profundos de sátira social. Rezuma una grandiosa crítica a la sociedad de consumo actual, tan enfrascada en sus teléfonos inteligentes e incapaz de vivir sin la tecnología. Los alienígenas invasores encarnan esa silenciosa amenaza con la cual nuestros cinco amigos se ven obligados a luchar. Por otro lado, también hay tiempo para ponerse nostálgico con los recuerdos de la amistad adolescente y a la reflexión con esa parte final (demasiado moñas para nuestro gusto; hubiéramos acabado la película unos minutos antes para que fuera perfecta).

El último punto que vamos a resaltar de la película, y más a modo de curiosidad, es el doble juego de los nombres de los bares. Al ya conocido The world's end, el bar meta de los protagonistas y al que Gary se empeñará en llegar a pesar de los extraterrestres, se le unen los nombres de todos los demás que, si tienen ese orden concreto y no otro, es porque se encaja como un puzzle en el significado del devenir de la historia. Si no os habéis dado cuenta, permaneced atentos en un segundo visionado. Bien merece la pena esta frenética y apocalíptica película tan maltratada en la cartelera española (se ha estrenado en menos de 30 salas).
Monchita
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6
1 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A busca, el debut en el largometraje de Luciano Moura, no podría estar mejor apadrinada. Producida por Fernando Meirelles (director de la archiconocida Ciudad de Dios) y protagonizada por una gran estrella del cine brasileño, el actor Wagner Moura (protagonista de las dos partes de Tropa de Élite), se presentó en la edición del año pasado de Sundance. A pesar de estos inmejorables precedentes, el resultado final de la ópera prima de Moura es flojo, poco arriesgado.

La película nos cuenta la historia de una familia desestructurada. Los padres del adolescente Pedro (Brás Antunes) están divorciados. Tras una fuerte discusión motivada poque el abuelo paterno le ha regalado una silla artesanal a su nieto, Pedro se marcha de casa a pasar unos días con un amigo. Cuando no vuelve a casa, su padre empezará a buscarle por todo Brasil. La desaparición sirve como excusa para esta convencional road movie de autodescubrimiento en la que un padre se conocerá a sí mismo y, cuando llegue al destino junto a su propio hijo, podrá mitigar algún error de su pasado.

La idea central de una relación padre-hijo rota le sobrevino al director y también guionista por el afán sobreprotector, por el miedo que todo padre tiene a que su hijo crezca y viva su propia vida. En la película, el padre antepone su carrera a todo lo demás. Las relaciones interfamiliares se van a pique y él reacciona tratando de controlar todo. La desaparición de su hijo le hará entender que no puedes cambiar la vida como quieres si no cambias tú mismo de raíz.

Por los estados del interior de Brasil, un poco perdido Wagner Moura - quien a pesar del empeño no puede salvar la película de la simpleza del guion -, va encontrándose personajes típicos de esas zonas quienes, a su vez, han conocido a su paso al adolescente. Esto sirve a los espectadores para conocer la idiosincrasia de las zonas rurales brasileñas, desde gente abierta a ayudar a los demás al típico viejo egoista de pueblo. Nada nuevo bajo el sol nos ofrece esta honesta y sencilla película brasileña. Tan fácil de ver como de olvidar, para su desgracia.
Monchita
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6
13 de abril de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras 'La celda', a Tarsem Singh se le colocó el sambenito de hacer películas de tendencia preciosista y sin alma. Esa falta de profundidad se le ha achacado también a su segundo largo 'The fall: el sueño de Alexandria'. Sin embargo, esta última afirmación es discutible. Es cierto que, de nuevo, la historia subyace a la imagen en toda la parte fantasiosa. Pero, cuando se vuelve a la realidad, nos encontramos con un emotivo drama sobre dos personas con poco en común que acaban creando un vínculo.

'The fall' nos presenta por un lado a Alexandria, una niña india, huérfana de padre, internada en un hospital por haberse roto un brazo. Por otro lado, tenemos a Roy, un especialista de cine que se ha quedado inválido; su novia le ha dejado y ahora sólo quiere suicidarse. Éste utilizará la inocencia de la niña para sus propios fines. Por ello, cada día le narra un pedacito de un épico cuento sobre venganzas, amor y redenciones. Y es este cuento lo que Singh usa como excusa para plasmar toda su capacidad creativa (de hecho, no son decorados. Se tardaron cuatro años en rodar la película usando, como escenario, 28 países distintos). Es un despliegue visual impresionante, llamativo e impactante.

Ahora bien, el embelesamiento producido por el apartado visual no es suficiente para considerar la película de notable. El drama humano con esa historia de culpabilidad y redención, en la parte real, es más interesante que toda la inventiva pues parece que esta última sólo está incluida para embellecer – en su acepción más básica – el relato. Se podría afirmar que están muy débilmente cohesionadas la realidad y la imaginación. Además, la parte final se resuelve atropelladamente.

Así pues, 'The fall' queda como un ejercicio interesante en el apartado visual pero vacío; es en el drama de la realidad donde reside el alma de la película pero casi parece independiente de la otra historia. Y eso es como si estuviéramos viendo dos películas en una.
Monchita
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2
7 de septiembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya lo dije en otra crítica y tengo que mantenerlo: la curiosidad es una compañera muy peligrosa. Es la que te lleva a rebuscar en los parajes más inhóspitos de Filmaffinity. Es la que te hace creer que en medio de la inmundicia más apestosa pueden crecer florecillas. Es la que te empuja a rescatar posibles princesas de las zarpas del dragón perverso. Y la puñetera se equivoca siempre.
Con tan pocos votos en FA, un 4 de media no es una nota fiable. Sobre todo si tenemos en cuenta que este tipo de productos se enfocan a un público de corte "friki". Y a los que de por sí no disfrutamos con ellos, nos escudamos en la cinefagia curiosa para llegar a ver semejante disparate, amparándonos en que es un casi aprobado. Podría merecer la pena, quién sabe. Craso error.
Hay que reconocer que como comedia, al más puro estilo "Hot Shots" o "Scary Movie", por el tipo de humor absurdo y cuasi paródico que emplea, podría tener su gancho. Es una película hecha a coña y está fundamentada en muchos gags y sucesos delirantes, a cual más estúpido que el anterior: colas de gatos maulladoras, bebés zombies karatekas, salto de las 'dagas voladoras'...
Quien conecte con ellos, podrá pasar un rato ameno, al menos. Los que no, intentaremos disfrutar de las muertes, de los zombies avampirados y, cómo no, de lo que posiblemente es lo único rescatable de la película: las escenas de dibujos animados en plan cómic.
Monchita
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