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España España · Madrid
Críticas de Charles
Críticas 1 065
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de marzo de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que, bien mirado, es extraño que a nadie se le haya ocurrido que encerrarse en una jaula no puede ser una buena idea.
Pero supongo también que así somos, buscamos impulsos viscerales, terroríficos, que borren con su impacto las dificultades diarias.
Por eso nos metemos en jaulas, que bajan en medio del mar hasta quién sabe dónde, rodeados de tiburones carniceros como experiencia de vacaciones.

'47 Meters Down' es efectiva porque, tal cual, saca terror de una situación cotidiana, y tan comúnmente aceptada que nunca te plantearías sus posibles dificultades. Al fin y al cabo, siempre te bajan profesionales al gran mar azul, ¿verdad?
Algo parecido les ocurre a Lisa y Kate cuando les ofrecen una inmersión clandestina y barata cerca de la costa, deslumbradas por lo excitante de unas vacaciones entre hermanas y, en el caso de Lisa, resuelta a demostrarse a sí misma que puede atreverse con cualquier cosa.
Sobra decir que todo lo que podría ser sospechoso es sospechoso, y todo lo que podría salir mal sale mal.

Pese a todo, donde parecería que la historia tiene más papeletas de seguir un patrón, la sorpresa está en que decide no hacerlo (o, como mínimo, se aparta lo suficiente de los caminos de siempre).
Lisa y Kate son bajadas al abismo en un ascensor infernal, y una vez allí la dificultad no está en la profundidad o los tiburones (que también) sino en los pequeños detalles que permiten la supervivencia en un medio tan bello como hostil: ecualizar adecuadamente el oxígeno en sangre, no perder la calma ante la inmensidad que se extiende en todas direcciones, evitar consumir la bombona de la máscara respiratoria... por si fuera poco la cámara explora el espacio, gira alrededor del inquietante foco de luz en la oscuridad marina, despertando inquietudes inciertas ante la posibilidad de un depredador misterioso.
Además, se suman los habituales roces que salen a la luz en situaciones extremas, como Lisa confesando a Kate que nunca pudo competir con su extroversión y aparente facilidad para dirigir su vida, una pequeña decepción personal más mortal que nunca en un entorno en que debes mantener la cabeza fría.

Por eso supongo que existe cierta satisfacción en esta historia, que te hace sufrir más ante la posibilidad de que salga mal: porque no hay dos hermanas resentidas, sino una mujer que intenta crecerse ante la situación, pese a todas las penurias, para concederse una más que merecida segunda oportunidad.
La jaula varada en las profundidades quizá era el necesario purgatorio para darse cuenta de que puede aspirar a algo más, y la inmensidad submarina un adecuado reto para su fracturada psique.

Es probable que no vuelvas a ver las jaulas para avistar tiburones de la misma forma.
Un merecido privilegio que consiguen lugares comunes, en apariencia inofensivos, cuando se ha visto una impactante historia personal en ellos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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7
9 de diciembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué agradecidas suelen ser las películas episódicas.
¿No te gusta uno de sus relatos? Tranquilo, en unos minutos tendrás otra oportunidad.
¿Ves una historia que aprovecha como ninguna la brevedad de su idea? Genial, otras tantas oportunidades tienes para ver algo similar.

'Holidays' no es nada especial, pero da lo que promete: otra mirada, más tenebrosa y perversa, de la que solemos dedicar a esas festividades que asoman como oasis en el calendario, dispuestas a rescatarnos de los insípidos días restantes.
Por el camino, descubre que ni deberíamos estar tan agradecidos ni tan dispuestos a celebrarlas:

- San Valentín: El amor a veces busca curiosos caminos para expresarse. Que no engañe la sencillez de este episodio, pues bajo él late un cariño adolescente tan puro como disfrutable, con el rencor y el odio como inesperados compañeros de viaje. Al fin y al cabo, ¿qué sería de nosotros si el amor no pudiera transformar (o mejor, "adaptar") hasta esas dos emociones?

- San Patricio: Probablemente el mejor de todos los episodios, capturando en un eficaz montaje el hastío vital sin objetivo, proclive a buscar fantasmas donde no los hay. ¿Pero y si los hubiera? En un surrealista cóctel, una maestra pierde las bragas en el día de los gorros verdes, y a partir de entonces empieza a soñar con reptiles dentro de su barriga de nueve meses, mientras el resto del mundo parece aceptar su inesperada maternidad. El tono no puede ser más natural y chiflado: los mejores aliados del terror inesperado.

- Pascua: Reconozcámoslo, todo el mundo quería levantarse y pillar a Papá Noel con las manos en la masa. ¿Pero nadie se ha parado a pensar en lo que pasaría tras eso? ¿A lo mejor el voluntario ocultamiento de las figuras que traen regalos en la oscuridad es por algo, no? Una niña duda de la resurrección de Jesús, y la existencia del conejito de Pascua. Gran noche para resolver ese par de misterios, entonces.

- Día de la Madre: Con diferencia el capítulo más flojo, quizá porque pierde demasiado tiempo en la preparación de su idea y se olvida de pasárselo bien con ella. Una abortista por deporte se propondrá tener un hijo por primera vez, y para ello se internará en un retiro espiritual y sensual al desierto, donde le esperan otras madres frustradas que veneran la fertilidad y lo femenino. Lástima de ambientación y punto de partida, gastados en mala sugerencia.

- Día del Padre: Lo que empieza como una carta cariñosamente recitada a una hija se convierte en una búsqueda del tesoro, uno sin monedas ni plata, traído expresamente del pasado. La voz cálida y amable de un hombre nos va llevando tanto como a su hija a lugares siniestros y abandonados, donde cualquier cosa puede haber estado esperando en la oscuridad. ¿Qué pasaría si el escudo de voz decidiera dejarnos solos en esa oscuridad, perdidos en la duda de la posibilidad? Las respuestas no hacen falta, cuando la tensión está tan bien sostenida.

- Halloween: El capítulo que más se podría haber prestado a la temática terrorífica es, sorprendentemente, el menos excesivo, el más sobrio. Apenas un trío de chicas, y un pringoso con ansias de controlarlas. Pero no debería ser así: antes, las mujeres en la Festividad de todos los Santos podrían ser terroríficas criaturas de nariz curva montadas en su escoba, que inspiraban temor en el corazón de los hombres. Parece entonces una buena oportunidad para recuperar esos ecos de la tradición pasada.

- Navidad: Este capítulo se abre con una terrible decisión moral, del tipo que te mantendría despierto durante noches. La Nochebuena no pasa lo suficientemente rápida cuando se toman esas decisiones, menos aún si un extraño juguete te la pone todo el rato delante de las narices, mostrándote lo retorcido que eres en realidad. ¿No iba el 25 de diciembre de hacer balance del año y sacar nuestra mejor versión? Es que a veces nuestra mejor versión tiene mucho que ver con la que un inoportuno juguetito nos muestra.

- Fin de Año: La noche que nadie quiere pasar solo, en tiempos en los que vendemos nuestra soledad al mejor postor en apps de citas. Mucho ojo con los besos bajo el muérdago a toda costa, que las uvas se te pueden atragantar.

Y tras todo lo pasado, se mira con otros ojos el calendario.
Quizás deseando que las festividades no nos dejen más historias macabras que los días de diario.
Charles
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10
1 de noviembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede que Brazil sea la película más inclasificable que ha hecho nunca Terry Gilliam?
Puede, lo es, y no podría haberse hecho de otra manera.
Mitad relato de un futuro probable, mitad cuento surrealista con toques de comedia satírica y cine negro, 'Brazil' es la clase de película que aparece una vez cada varios años.

Un prodigio de técnica y nervio narrativo (porque si algo tiene Gilliam, es que va a muerte con sus ideas) que desemboca en una versión muy libre, y por qué no, mejor que el '1984' de Orwell.
La película guarda sus detalles más interesantes en la reconstrucción de un futuro burocrático y asfixiante hasta limites extremos, con un festival de interminables procesos y papeleo en que cada uno que atiende es más idiota que el anterior. La superficialidad campa a sus anchas en detalles como los retoques de cirugía plástica y la descripción de esa población cerrada en si misma, esquiva incluso a cruentos atentados.
Sin quererlo, acaba por retratar más fielmente el espíritu 'orwelliano' que otras, y traza una delgada línea maestra entre el humor absurdo y el horror que se desprende de esas situaciones.

Sin embargo, el corazón de la historia no es ese, es la excusa. Lo que verdaderamente Gilliam quiere contar es la odisea personal de Sam Lowry en busca de la chica de sus sueños, nunca mejor dicho, mientras trata de superar los obstáculos que dicho entorno pone entre ambos.
Una relación que se desarrolla a través de escenas alejadas de la realidad con Sam como improbable héroe plateado en lucha contra perturbadoras criaturas, metáforas de sus monstruos en la vida real.
La realidad y la ficción se confunden con un Gilliam enamorado de este hilo de la historia, propenso a sus fantasías, y con un mensaje de bandera en segundas lecturas: la sociedad odia la realización del individuo, sobre todo si este es diferente, por eso debes luchar por tu propia felicidad en un mundo que no te dejará conseguirla. Bravo, solo se puede decir.

Nunca nadie pensaría en Jonathan Pryce como el príncipe azul, y de ahí el poder de esta fábula (el hombre medio enfrentado al mundo), aparte de que su vis cómica es inigualable.
Kim Greist apenas tiene desarrollo como fantasía hecha realidad de Lawry, pero... ¿acaso no es mejor soñar un ideal perfecto e inacabable?
Atentos a los actores de peso que recorren la cinta y elevan la sátira hasta el extremo, como un IMPAGABLE Robert DeNiro, un brillante Ian Holm y un Bob Hoskins de premio en su tontería.

Con un final impactante, pero coherente con toda la historia, 'Brazil' es una obra inabarcable, poética, humorística, grandilocuente, surrealista... que tiene en sus mensajes entre líneas sus mejores razones de existir.
Una obra maestra atemporal e inclasificable, capital de los soñadores sin descanso.
Charles
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7
30 de agosto de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Last Shift' da la sensación de haber sido construida con más ganas que ingenio.
Los fantasmas y demonios que se ven a lo largo de su metraje son espeluznantes y respiran amenaza, pero por alguna razón no se sienten "orgánicos", no cuajan del todo en la historia. Están más basados en una imagen de lo que puede dar miedo generalmente que de lo que da miedo en esta historia concreta.
Y aún así, todos esos entes diabólicos consiguen su función: que empecemos a perder pie con la realidad una vez que queda claro que este turno en la comisaría va a ser un infierno.

Jessica Loren es la "afortunada" oficial que se enfrenta a dicho turno, y consigue caer bien casi sin esfuerzo.
Su mezcla de vulnerabilidad, dureza y predisposición la sitúan en ese agradecido lugar de protagonista lo suficientemente bien construida como para que te preocupes por ella, pero a la vez tienes la sensación de que su "cocción" como policía no está a punto: desde luego que no, como le enseña el curtido jefe que la recibe al principio de la noche.
A partir de ahí, todas las energías de la historia van dirigidas primero a contarte un buen relato de terror, y segundo a curtir a Jessica con recuerdos pasados no demasiado bien curados.

Años atrás, en dicha comisaría sucedieron una serie de sangrientas muertes tristemente recordadas, a cargo de un lunático llamado John Michael Paymon.
Los ecos residuales de esas barbaridades serán la pesadilla de Jessica: sangrientos encapuchados embozados en capuchas, niñas a coro cantando ajenas al peligro, terroríficas apariciones de víctimas putrefactas... todo un muestrario horrible de seres que aparecen sin previo aviso en esos blancos pasillos mortecinos para acosar a la novata, brillantes la mayoría en truculencia y crueldad.
El talón de Aquiles de estos sustazos llega pronto, porque como ya he dicho, parecen hechas por el simple hecho de que a alguien se le ocurrieron, y no porque vayan especialmente relacionadas con lo que se cuenta. Aunque no se puede negar que son prodigios del maquillaje, y asustan bastante.

Además, el director tiene el buen gusto de no repetirse demasiado y alternar tensión, apariciones repentinas o siniestras revelaciones cuando toca.
Así que se podría considerar esto como una especie de remix espectral con un ojo puesto en la acción y otro en el género policíaco: la cosa va más de "resistir" en el puesto que de "averiguar" algo relativo al misterio.

Lástima que más de una vez parezca repetirse a si mismo (ahora me paseo por los cuartos, ahora me siento, ahora vuelta a empezar...) cayendo ligeramente en el tedio, pero solo por su simpática protagonista y la efectividad de sus terrores merece la pena verse.
Una noche atrapado en el mejor tren de la bruja en forma de comisaría que has visto. Nada más, pero nada menos también.
Charles
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4
14 de julio de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece increíble, y a la vez es de lo más lógico.
Que una historia como la del Terminator, el asesino que llegó del futuro, rodada en su momento con la escasez de medios más absoluta, haya evolucionado hasta el espectáculo (y expectación) de masas seguro que dice mucho del Hollywood actual, esa canibalizadora de propuestas que siempre encuentra la imagen perfecta que captura la imaginación del público.
En este caso, solo hacía falta un esqueleto metálico, una sonrisa inquietante de una calavera entre las llamas, y un futuro apocalíptico como metáfora del miedo a lo inevitable, para no querer parar de volver una y otra vez.

Pero nada dura eternamente, y menos lo que se hace a desgana.
'Terminator Génesis' arrastra problemas gravísimos, como es la total falta de coherencia interna con cada entrega de su padre y de su madre, cambios de actores constantes aparte, y, simple y llanamente, una historia que ya no da para más.
¿Solución? La carambola temporal como motor y elemento argumental, todo vuelve a cambiar para que todo vuelva a ser igual, pero con cada nuevo giro la credibilidad y las ganas son menos, hasta el punto de que este enésimo replanteamiento dentro de la propia saga choca contra su propia trampa: muy bueno tendrá que ser el viaje para no lamentar haberlo iniciado.

Empieza fuerte, retomando aquel Terminator de 1984 y truncando su destino. Ya está, Sarah Connor nunca será perseguida por un asesino cibernético en los 80, y no solo eso, sino que ha sido ella junto a su propio Terminator, casi un padre de reemplazo para ella. Kyle Reese a su vez huye de una nueva forma máquina exterminadora, un T-1.000 de metal líquido que amenaza su supervivencia en búsqueda de Sarah.
No es el pasado que conocíamos, tampoco dará el futuro que esperábamos, y ya solo por intentarlo hay que alabar que hayan tenido las agallas de reescribir lo que bien hizo James Cameron, cosa que nos deja por el camino un duelo entre T-800s tan espectacular como, en el fondo y pese a todo, hueco.

Es esa sensación la que se acaba trasladando al salto al año 2017: ni la confesión de Kyle Reese sobre la mujer fuerte de la que se enamoró sin conocerla (una blanda, en todos los sentidos, Emilia Clarke) ni la revelación de John Connor como una esperanza de la Humanidad, ahora corrupta por Skynet, logran ocultar que en el fondo se están dando palos de ciego queriendo encontrar algún tipo de ancla emocional.
El único hallazgo sería ese sutil descubrimiento del arraigo emocional en un Terminator, simbolizado por unos dibujos de niña pequeña, quizá más mérito de un Arnold Schwarzenegger que comprende perfectamente su lugar y legado en una franquicia que probablemente tenga en él su verdadero corazón. Y ojo a Jason Clarke, que obligado a ser un villano unidimensional y pelín sobreactuado, encuentra tiempo para dejar escapar cierto dolor de que sus padres no hayan querido seguirle.

El juego temporal se convierte en lío enrevesado, la persecución en tedio y meter a J.K. Simmons como extra con frase ya da la clave de que la cosa va sin frenos: hemos matado y reactualizado el Terminator del 84, pero eso tampoco funciona.
Sería imposible que en este Hollywood de culto a las franquicias dejaran, de una vez, en paz a Terminator, que ya se ha levantado más veces de las que permitía su armazón.

Pero en el fondo da igual, porque esta entrega se encarga de sepultarle.
Donde pudo haber inteligente ciencia ficción solo quedan fuegos artificiales, y donde había una calavera métalica que soñaba con el juicio final solo queda un artefacto anacrónico del pasado.
Charles
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