Que el poder corrompe es una realidad mil veces verificada a lo largo de la Historia desde que el mundo es mundo y el ser humano puso el pie en él.
Conociéndolo así, el hombre ha tratado siempre de contrarrestar el abuso de poder de un sistema o colectivo otorgando, a su vez, poder a otros mecanismos que puedan protegerle de sus desmanes y garanticen sus derechos.
Los sindicatos obreros han sido la salvaguarda del currante ante el poder de los empresarios y sin ellos, los hombres estarían todavía, prácticamente, en régimen de semiesclavitud.
Pero como cualquier otro sistema susceptible de corrupción, el exceso de poder lo termina pudriendo y todos hemos conocido casos vergonzantes, algunos muy recientes, en su seno.
Esta es la historia de uno de esos casos. Mickey Rooney ( podéis verdaderamente asustaros con él en esta peli), dirige un potente sindicato pero hace ya mucho tiempo que olvidó que debía servir al trabajador y se ha convertido en un tiranozuelo chulo, prepotente y pagado de sí mismo que sólo trabaja para sus intereses y, convenientemente arropado por sus matones, emplea métodos que harían palidecer al mismísimo Al Capone.
Con varias causas pendientes en el tribunal que lo juzga, no permitirá que nadie se interponga en su camino, ni mucho menos, que a ningún " soplón" se le ocurra testificar contra él. Sólo él sabe lo que los trabajadores necesitan aunque para ello tenga que enfrentarse a los propios trabajadores.
Una magnífica película, de esas que se consideran neonoir, de estilo sobrio y áspero, donde ya vemos reflejada grandes dosis de violencia más explícita que las anteriores de su estilo y cuyo tono en la mayor parte del metraje nos provoca angustia y desazón.
Charles F. Haas, el director, apenas nos permite descansar de la rabia y la crueldad que transmite el film excepto cuando visitamos el hogar de uno de esos trabajadores ( Steve Cochran, se nos muestra encantador aquí) , involuntario testigo ocular, honrado trabajador y amante esposo y padre de familia que nos regalará, junto con su esposa y su hijo, los momentos más amables del film y también los más angustiosos.
Mickey Rooney nos indigna, nos exaspera, nos angustia con sus métodos y su prepotencia y así vemos la película: rabiosos, indignados, escandalizados y angustiados.
Sin embargo quiero dejar para el spoiler un comentario sobre el último cuarto final con el que no he podido evitar quedar sorprendido.
Una cinta magnífica y desconocida que, lamentablemente, creo que seguirá así al no tener el crédito de un director reconocido. Pues ustedes se lo pierden.

La peli abre oscura en la noche. Nos presenta una pequeña población con sus callejuelas y edificios serenos y silenciosos excepto la música y la algarabía procedente del saloon. Unos bandidos aprovechan la quietud y, sigilosos, se dirigen al banco. Van a volar la caja fuerte.
En los siguientes fotogramas, ya tenemos perfectamente definidos a todos los personajes de esta historia. Conoceremos a Cal ( Anne Baxter). acompañante de los forajidos, a quien por la expresión de su rostro ya nos hacen comprender que no está por su voluntad en esa empresa. En otro barrido de la cámara vemos a la Duquesa, arreglándose el vestido antes de pasar al saloon en un ejercicio inútil de coquetería para quien ha conocido tiempos mejores. Al borracho del pueblo intentando birlar la botella a un inconsciente que duerme la mona y al jugador ( Dale Robertson) a través de la ventana del saloon en su rutinaria partida de póker. No necesitamos saber mucho más. ! Ah, bueno sí!. Ryker, ( Cameron Mitchell), el bandido, también queda perfectamente retratado en cuanto vemos los trucos que utiliza para deshacerse de sus compañeros.
Se ve obligado a irse de la ciudad no sin antes haberle dado a Cal el producto de su robo, citándose con ella en otro lugar, algo que ignoran los indignados habitantes del pueblo que ante la frustración de haber dejado escapar al malhechor con el dinero deciden hacer " limpia" de sus manzanas podridas para consolarse del disgusto.
- " Si hay algo que me remueve el estómago es la respetabilidad", afirma en una genial frase la Duquesa cuando se ve a lomos de un caballo en las afueras de la ciudad junto a sus indeseables y marginales compañeros viéndose obligada a aceptar la " amable" invitación a abandonarla.
Pero ese poblacho está en medio de ninguna parte, sólo les han dejado provisiones para dos días y se avecina un temporal de nieve que hace peligrar sus vidas. Afortunadamente, encuentran una cabaña en la que refugiarse y en la que poder modelar sus planes de una nueva vida cuando pase la tormenta y consigan salir de allí.
¿ A que parece que os he contado la película entera?.
Pues no. Esto no es más que la presentación. Pero ya estamos sumergidos en las vidas de estos perdedores y para cuando llegan a la cabaña yo necesito saber qué va a hacer Cal con su miedo y desesperanza, qué va a hacer la Duquesa con su amargura y su pasado, el borracho al que vemos renacer al verse dueño de un caballo, al jugador que no sabemos si es un lobo solitario o tiene alma de equipo y, en fin, qué va a acontecer cuando Ryke aparezca en medio del temporal para estrujar, aún más, a esos seres pisoteados por la vida.
Así hacían las cosas. Una perfecta narración clara, concisa y ordenada. Buenos personajes bien definidos con algunos diálogos memorables. Una cabaña, tres habitaciones ( importantes para sostener la tensión de la película), dos chimeneas muy protagonistas y un terrorífico temporal que se deja sentir como barrera infranqueable...Otro " pequeño" western sin ínfulas ni pretensiones, claro, sencillo y directo. Como dice Cal en un momento dado en la película " Es un mal hábito". Discúlpenme ustedes.

La única pega que yo le pongo a esta película es al personaje de la embarazada que es al único al que no le sacan ningún partido. Una pena porque podría haber dado mucho juego.

Estamos en 1944, en lo más crudo de la II Guerra Mundial y toda la nación y Hollywood se esforzaban en aportar su granito de arena para la causa.
Podemos afirmar que no hay un sólo director de esta época que no tenga en su haber una película hecha para tratar de dar aliento a la población sumergida en ese terrible drama...La guerra.
Y hay que ver con qué sensibilidad y gusto plasma Bacon la tragedia de los seres que se van y los que se quedan. Los que luchan en el frente y los que luchan desde sus casas contra la pobreza, la inflación y la falta de recursos y han de sacar una familia adelante.
Porque aquí no vemos la guerra ni de refilón. Pero sí sus consecuencias y es extraordinaria la destreza de Bacon que impregna de humanidad y dulzura, llena de tacto, la cotidianeidad de una de esas familias sumidas en la pobreza pero plena de afectos y sueños compartidos.
Anne Baxter, excelente actriz, es Tessa, una joven tempranamente obligada a asumir las responsabilidades de cabeza de familia debido a la muerte de sus padres por accidente. Con tres hermanos pequeños y un abuelo tempranamente retirado con una mísera pensión, no se resigna y lucha. Ellos también van a contribuir a la causa y, al igual que sus convecinos, envían una tarjeta de invitación al soldado desconocido para prepararle un almuerzo. Solo que esa tarjeta no llegará a su destino.
Con escenas encantadoras en su sencillez y buen gusto, un guion que no olvida meter ningún drama o conflicto interno...la sutilidad de la mano de Bacon nos va a regalar con momentos verdaderamente arrebatadores.
Quien no escuche la música de orquesta del viejo hotel o no se preocupe de llevar suficiente propina para el maitre, no tiene, en realidad, nada que ofrecer.

Simpatiquísima, me ha resultado esta película que mezcla el western con la farsa y que a mí me ha parecido muy bien llevada de principio a fin.
No sé, quizá es porque ya estaba avisado con respecto a lo que iba a ver, no iba en blanco y ya estaba predispuesto a buscar la parodia pero a mí me parece que Marshall va introduciéndonos en la historia y va dosificando los elementos paródicos con mucha sabiduría de menos a más sin que en ningún momento llegue a resultar grotesco ni exagerado.
Es más, diría que destila un humor muy refinado que acompaña en todo momento con gusto la sencillez del argumento típico del Oeste al que salpica en determinados momentos, con escenas explosivas que arrancan la carcajada.( spoiler)
Por lo demás, la historia es ágil y entretenida, nada nuevo bajo el sol en el valle del sol, pero con interés en sí mismo. Si a ello unimos las estupendas interpretaciones de todos los integrantes, todos en su tono justo y adecuado a mi parecer, el resultado es una gratísima comedia con la que se van a reír un buen rato. Palabra.

Comedia elegante muy característica de la época y una de las primeras de Blake Edwards, trata con desenfado y mucha sutilidad la posibilidad del amor entre dos personas con una diferencia de edad muy acusada.
Con grandes intérpretes, aún en el papel más pequeño, una trama fluida, buenos momentos humorísticos ( sobre todo a cargo de Estelle Winwood, magnífica como criada borracha), un guion trabajado que no deja un sólo tema por tocar y buenos diálogos, se diría que lo tiene todo para resultar redonda.
Y mientras trato de decidir por qué no me resulta redonda voy con el argumento.
Un actor de éxito, a su llegada a la madurez, le va entrando el pánico por la vida a medida que ve llegar a su profesión a la nueva savia en forma de muchachos fuertes y atractivos con los que se ve incapaz de competir, así como cada vez le resulta más difícil adaptarse a los cambios que las nuevas corrientes escénicas ofrecen. Por lo tanto, antes que conocer la humillación de un fracaso, decide retirarse plácidamente del mundanal ruido a una vida en el campo como criador de caballos.
Pero todo eso cambiará cuando conozca a una joven y preciosa muchacha de la cual se enamorará y, lo que es más importante, se verá correspondido.
Creo que más que una peli sobre la diferencia de edad en el amor, ( que vale, tendrá que sortear las habladurías y superar ciertos prejuicios y pudores), es una peli sobre la recuperación de la ilusión perdida, la aceptación de uno mismo e incluso el sacrificio en aras del amor verdadero pero, no sé, no me termina de convencer.
Ese aspecto, teatral y discursivo está tratado para mi gusto de un modo excesivamente paternal y moralizante. Quizá en aquella época generara interés pero hoy creo que eso ya está muy superado.
Me gusta muchísimo más el modo sutil y humorístico que aplica Edwards para señalar eso mismo sin necesidad de ningún sermón.( spoiler)
Creo que los gags visuales resultan mucho más acertados, aparte de que confieren a la película cierta agilidad y ligereza que es de agradecer. A Edward en esta comedia le ha faltado más comedia.