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España España · Valencia
Críticas de Carorpar
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Críticas 1 112
Críticas ordenadas por utilidad
6
1 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy eficaz intriga de ambiente político-periodístico. Pese a algunos altibajos -los ronroneos de Robin Wright a Russell Crowe me sobran-, por momentos resulta trepidante.
Basa buena parte de su eficacia, por un lado, en un reparto de campanillas en el que siquiera Ben Affleck parece el mismo melifluo pésimo actor al que nos tiene acostumbrados. Y por encima de todos destaca la poderosa humanidad de un Russell Crowe travestido de Eddie Vedder pasado de peso, excelente en su rol de reportero de raza, de los de la vieja guardia.
Por otro, los evidentes lazos con la madre del subgénero que nos ocupa: "Todos los hombres del Presidente", ello sin caer en manierismos facilones y actualizando el objeto de la denuncia que, más que subyacer, riela sobre la trama: la privatización de la seguridad nacional estadounidense y sus espurias consecuencias, tanto morales como económicas. Un mensaje al que no podemos ser ajenos, dados los duros tiempos reajustadores que nos han hecho vivir.
Carorpar
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7
11 de marzo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demoledora joya neorrealista. Denuncia de la ruina de la Italia de posguerra. Una ruina incluso más moral que económica. Dialéctica terrible entre la indiferencia de los de arriba y la indigencia de los de siempre. Cuando no entre el abuso de los primeros y la picaresca inocente de los de abajo. La casera "puttana, puttana" y su criadita embarazada. Ferrari y sus ex colegas del Ministerio. Y más contrastes a cuál más ilustrativo.
De Sica sigue las pautas establecidas por el tacañón Rosellini, a saber: localizaciones reales- a ser posible una Roma hecha cisco-, blanco y negro, cotidianeidad lumpen y espontaneidad interpretativa no profesional. El único actor profesional parece ser, de hecho, el fiel perrete del protagonista; sin mencionar, claro, al encargado de interpretar a este último, un Carlo Battisti entrañable en su papel de yayoflauta coraje.
Un film, en fin, muy recomendable. Y no sólo por su intrínseco valor cinematográfico, enorme. También por la desgraciada actualidad de los temas que toca. La diferencia, sesenta años después, estriba en que nosotros no recién salimos de la mayor conflagración de la Historia. Un dato que no sé si tener por esperanzador. O, más bien, por todo lo contrario.
Carorpar
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6
26 de enero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Favorita, o una de ellas, en la próxima ceremonia de los óscar, se trata posiblemente de la película del año. Probablemente no sea la mejor, sí la que más ha dado que hablar. Porque es en blanco y negro. Hermoso blanco y negro. Porque es muda. Porque es valiente. Porque vivimos, o morimos, una era de bodrios neocamp como "Avatar" y "Crepúsculo".
Dije muda: pretendidamente muda. No ya por el intercalado puntual de ruidos, risas y voces, o no sólo por eso. Principalmente por la ausencia, salvo en ciertas escenas (las carcajadas de Valentin durante la prueba de sonido realizada a su maltratada y oxigenada partenaire), de la sobreactuación propia de dicho tipo de cine. Una ausencia que no sé si considerar de agradecer (para el espectador actual) o si de lamentar por lo que de pérdida de encanto ella conlleva.
Hablando de las interpretaciones; Dujardin, apellidado Valentin en el film y que, según algún crítico, a quien se parece es a Fairbanks, a mi me recuerda, más bien, a Gene Kelly. Berenice Bejo, no sé si más simpática que preciosa o a la inversa, constituye una muy agradable sorpresa. En cuanto a la terna americana, estupendos el flemático y fiel chófer, el mayeriano productor y la aburrida e insatisfecha esposa de la estrella que componen, respectivamente, James Cromwell, John Goodman y una amatronada Penelope Ann Miller.
Quisiera destacar, para ir acabando con esta reseña, dos aspectos más. De un lado la música, si importante en el sonoro, fundamental en el mudo. Dotada de un acertado tono melodramático, en ocasiones recuerda el tema amoroso del Espartaco de Kubrick. De otro, la recreación desenfadada de los años dorados de Hollywoodland.
En definitiva, "The artist" no es "El crepúsculo de los dioses", ni "Cantando bajo la lluvia". Tampoco lo pretende. Se trata de un divertimento sin más. Un divertimento delicioso, eso sí; que a algunos conducirá a ver por vez primera los grandes clásicos del mudo y a muchos otros a revisarlos. Quizá sea ahí donde reside el verdadero enorme valor de esta película.
Carorpar
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4
15 de febrero de 2016
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Borgen” (ídem, 2010) gusta, ergo todo lo que venga de allí arriba ha de ser, por fuerza, bueno. Como cuando el “boom” Stieg Larsson, que parecía no haber más novela que negra y nórdica, y cuyas réplicas nefandas siguen sufriendo tantos miles de lectores-consumidores de “best sellers”. Pues no. Esta “1864”, de hecho, es un bodrio folletinesco de ardua digestión e irritante recuerdo.
Como la monocausalidad es una rareza, los motivos para el estrepitoso naufragio de este ―incomprensibemente― admirado pastiche son varios y a cual más abultado. En primer lugar, sus inflamadas pretensiones de fresco histórico no se ven correspondidas por una dotación presupuestaria acorde. Tal desfase en la adecuación de medios y fines la pone de manifiesto que, de los ocho episodios de que consta la serie, sólo en uno, el último, asistamos a una batalla propiamente dicha, cuando el producto se precia de ser una reconstrucción épica de la Guerra de los Ducados entre Dinamarca y Prusia. Los siete restantes optan por algo mucho más barato ―en todos los sentidos―, esto es, un melodrama que se quiere emocionante hasta la raspa y que no pasa de culebrón lacrimógeno cuyas referencias a los pasajes más bochornosamente maniqueos de “Novecento” (ídem, 1976) no hacen sino agravar el sonrojo. Aunque me reconozco votante orgulloso de Podemos, discursos tan simplistas como el de esta película, con el antagonismo de brocha gorda entre la bondad intrínseca del pueblo y la natural perfidia de la casta aristocrática, agreden mi paladar intelectual ―que por cierto no es gran cosa, no se crean.
La escasa pericia argumental de sus perpetradores encuentra otro corolario conspicuo en la más que discutible ―a mi juicio, definitivamente prescindible― superposición de planos temporales, aderezada además con el manido subterfugio del manuscrito encontrado. Al respecto, sólo cabe añadir que sobran. Claro que lo mismo podría decirse de la serie toda. En fin, es lunes, no me lo tengan en cuenta.
Carorpar
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4
30 de diciembre de 2012
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mastodóntico folletín que se quiere gran epopeya romántica y se queda en hipérbole sobrevalorada. Tan sólo las escenas que recrean la Revolución de 1830 logran transmitir una cierta tensión, pobreza emotiva preocupante en cintas de este pelaje. Y es que Tom Hooper adolece de la incapacidad para dotar de un ritmo sostenido a sus películas, como ya demostrara en "El discurso del rey". Si a aquella la salvaban sus brillantísimos intérpretes, son precisamente ellos quienes ponen el último clavo en el ataúd de ésta. Porque, si bien hay excepciones notables, como Anne Hathaway y Amanda Seyfried, sus primeros espadas- Hugh Jackman y Russell Crowe- evidencian que sus registros andan bastante alejados del musical. Jackman compone un esforzado Jean Valjean. Crowe siquiera se toma la molestia, como si su Javert no fuera con él; seguramente dedique más énfasis a lo que canta en la ducha que a su repertorio en "Los miserables", o tal vez sea eso, que no canta ni en la ducha. Lo mismo puede decirse de Sacha "Borat" Cohen, travestido de John Galliano, y una Helena Bonham Carter en el papel que viene interpretando con reiteración cansina durante los últimos quince años, el de esposa y hermana gemela de Tim Burton.
Los oropeles de un diseño de producción lujosísimo no alcanzan a ocultar las enormes carencias de esta cinta. El intento de "Los miserables" resulta, no obstante, hasta cierto punto encomiable, teniendo en cuenta los gustos cinematográficos actuales. Pero que los árboles de las buenas intenciones no nos impidan ver el bosque de la deficiente calidad cinematográfica. Y además es más larga que un día sin pan.
Carorpar
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